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viernes, 13 de octubre de 2017

La universidad de la esquina




Hace unos años escribí una entrada (ésta) a propósito de que en Valencia iban a reducir las titulaciones, para que en 2016 sólo hubiera 188 títulos de grado y 282 de máster. Hace unos días he visto un mapa que indica que en Valencia se ofrecen 351 másteres. Supongo que los títulos de grado habran tenido el mismo ínidce de "reducción", y ahora sean mil al menos.

Parece ser que en España se pueden cursar 2.425 grados y 2.854 másteres. Esto debería llevarnos a reflexionar, ¿no? Quiero decir, ¿soy yo el único que ve algo raro, aquí?

Que ya sé que somos  un país de partidas guerrilleras, y que cada uno de nosotros quiere ir por libre, nada de colaborar con más gente. Pero carajo. Esto tiene consecuencias.

La primera, que los que están enseñando no son los mejores. Si la NBA tuviera 3.000 equipos, la mayoría de los asistentes a un partido verían jugar a medianías; sólo unos pocos verían a algún jugador que fuera realmente bueno, y rara sería la noche en la que coincidieran dos estrellas. Que no digo que los partidos no fueran entretenidos, pero no es lo mismo. En la enseñanza ocurre lo mismo; lo más probable es que los profesores de cada facultad sean unos don nadie. Y sí, el título se obtiene. Lo de aprender, ésa es otra guerra.

Y la segunda es que esto no puede ser eficaz desde el punto de vista económico. Aunque no se note, el grueso del coste de las universidades recae sobre nuestras espaldas. Y puede haber razones sociales, perode eficacia, no.

Y los de las universidades, ¿qué opinan? Pues resulta que lo saben, y por lo que he leído también creen que no es la situación correcta. Pero ¿entonces?

Lo primero que me asombra es que ocurra. Porque siempre pienso que en la universidad están los mejores, los más listos. Y, sin embargo, han dejado que ocurriera, y lo más probable es que lo hayan alentado, cuando no buscado. Me pregunto entonces si es que no son listos, o de parte de quién están. Volvamos a leer las cifras: 2.425 estudios de grado y 2.854 de máster. Respuesta: no están de nuestro lado. Están del suyo propio.

Luego se quejarán de que ninguna universidad española está entre las mejroes del mundo. Normal. De que estudiar en cualquier universidad española no da prestigio. Normal. Que, de hecho, ni importa ni se valora. Normal. Que gente con tres carreras siga sin encontrar trabajo. Normal. 

La universidad española tiene muchos problemas. En mi opinión, todos son culpa de ellos. Ellos, por descontado, claman que no, que sólo tienen un problema: necesitan más dinero. Asombra un poco que las mentes tan brillantes que claman ser ellos no sean capaces de gestionar el dinero que les dan mejor que usted o que yo, pero...

La universidad española tiene muchos problemas. Todos son culpa de ellos. Y como además sus errores los pagamos todos, y ya estamos pagando mucho dinero, tengo muy claro que la universidad española es, además, un problema que tenemos todos.

Los de la universidad, ésos son nuestro problema.



Van Morrison - Bright side of the road

domingo, 28 de agosto de 2016

Porqué nos vamos a extinguir




Cuando hacía la carrera, los dos primeros cursos eran comunes; la especialización entre mecánicos y eléctricos (únicas opciones disponibles en Zaragoza, en aquel momento), empezaba en 3º. Por las fechas en las que pensaba qué camino coger, mi padre (que no es ingeniero industrial) me dio su punto de vista: mira, hijo, me vino a decir, la diferencia entre un eléctrico y un mecánico es que lo que hace el mecánico lo entiende todo el mundo, mientras que lo que hace un eléctrico sólo lo entienden ellos. Y recuerdo que capté la idea al instante. En aquella época, yo era bastante bueno en electrónica: sabía y había montado radios de galena, preconstruido placas de circuitos integrados, trabajado con computadoras y hecho mis pinitos de programación, había montado circuitos eléctricos y electrónicos varios,… supongo que algo por encima de lo normal para entonces. O bastante por encima, incluso. Y, sin embargo, no sabía explicar cómo funciona una radio de galena o cómo amplifica las señales un transistor. Por no hablar de misterios insondables como los condensadores y los chips o circuitos integrados. Estaba claro: iba a ser mecánico.

Lo que quiero decir es que ya desde el principio he pensado que el ingeniero ha de saber lo que hace y porqué lo hace. Ha de saber el porqué de las cosas. Es comprensible, pues, que al final haya acabado calculando estructuras. No me negarán que esto es sota, caballo y rey, hay poco misterio. De hecho, en la obra cualquier paleta nos discute, cualquier herrero decide saltarse nuestras instrucciones, porque tienen sus propias ideas sobre el particular. Nadie le discute a otro ingeniero. Incluso, un fontanero discutirá la parte estructural del tendido de las tuberías o la bancada de las bombas, pero no discutirá las bombas.

Hay dos materiales estructurales básicos: el acero y el hormigón. Sí que se pueden hacer y se hacen estructuras en madera, aluminio, ladrillo, PVC y lo que ustedes quieran, pero esto es como los veterinarios, que estudian el perro, la vaca, el cerdo y el caballo, a pesar de que hay infinidad de especies. Pues bien, el acero y el hormigón se parecen como un huevo a una castaña. El acero es un material noble, serio, fiable. Hace lo que tiene que hacer, se comporta como se espera que se comporte, deforma y transmite los esfuerzos como se espera que lo haga,… digamos que es un material científico. De hecho, el acero es un material como el que se estudia en la carrera, en la asignatura de Elasticidad y Resistencia de Materiales. Un material de libro. El hormigón, en cambio, es una caca. Una mezcla desconocida de agua, arenas y gravillas varias, cemento y algunos esotéricos aditivos. No se sabe nunca qué densidad tiene, qué pesa. Ni si es impermeable o no, su pH, su módulo de elasticidad, su límite elástico… Tan es así, que con él todo son conjeturas y coeficientes de seguridad adicional por si acaso. Eso, por no hablar de su comportamiento en la estructura. No se sabe  a qué tensión está trabajando, cómo transmite los esfuerzos, qué deformación tiene, qué esfuerzos nos está provocando con la retracción y la fluencia, etc.

En mi época, esta diferencia se mostraba en que el hormigón se calculaba con fórmulas aproximadas y márgenes de seguridad que sólo nos decían si la estructura aguantaba o no y, todo lo más, qué acero poner para que la cosa funcione. La mayor parte del hierro en la obra se ponía por cuantías mínimas y prolongaciones adicionales, fruto de la experiencia de "si se hace así no pasará nada".

Cuando la estructura era de acero, por el contrario, el calculista sabía a qué tensión estaba cada punto de la estructura. Sabía qué valor podía admitir, y sabía qué margen de seguridad tenía la estructura. Sabía cómo afectaba la tracción, la flexión, el cortante y la torsión. Y sabía cómo afectaba cada uno de dichos esfuerzos cuando surgían a la vez. Pero no solo eso: lo sabía incluso antes de que hubiera calculadoras. La aritmética básica era suficiente, pues las fórmulas necesarias eran bastante sencillas. Y una consecuencia de esa sencillez es que el ingeniero se las sabía.

Pero es que ya les he dicho que el acero es un material que se comporta como se estudia durante la carrera en la asignatura de Elasticidad y Resistencia de Materiales. En la carrera de Ingeniería (al menos la que yo estudié) las cosas no eran porque sí, porque lo dice el míster (salvo en inglés y en administración de empresas, un poco en metalurgia y, por supuesto, todo lo referente al hormigón por lo que les he contado antes). No, entonces lo que se decía se demostraba. Y los exámenes medían el conocimiento del alumno en tanto en cuanto éste tenía que demostrar el porqué de lo que respondiera.

En resumen, en una estructura de acero, el ingeniero de mi época sabía la tensión a la que estaba y, sobre todo, la sabía sin duda posible, pues sabía demostrarla. En una de hormigón, a lo más que se podía aspirar era  a saber que no se iba a caer. Y que no se caía era porque la experiencia mostraba que en esas condiciones las estructuras de hormigón no se caían.

No es de extrañar, pues, que siempre me gustaran más las estructuras metálicas.

Pero un día, no sé porqué, las cosas cambiaron. La norma española del acero, que daba las reglas básicas para el cálculo - reglas que, insisto, se correspondían con la Ciencia que conocía el ingeniero-, quedó derogada. Anulada. Declarada inservible. A partir de ese momento había que emplear una nueva norma. Que no es un problema excesivo, pero es que, quien fuera, decidió que la norma del acero tenía que ser como la del hormigón. Quiero decir, que el acero se tenía que calcular como el hormigón.

Es decir, que en vez de calcular el ingeniero a qué tensión está el acero y compararlo con el límite que él le establezca, ha de calcular qué esfuerzos máximos aguanta la barra en cuestión y compararlos con los que tiene. Y esto es como cambiar de la noche al día, sin amaneceres y sin nubes. Pero es que siguieron cambiando cosas, y ahí ya el desbarre alcanzó lo inimaginable. Porque, no me pregunten cómo ocurrió, el acero dejó de comportarse como predecía todo lo que había estudiado el ingeniero.

Voy a poner un ejemplo del antes y el después.

Imaginemos una barra sometida a esfuerzo axil. La tensión es N/A, y si hay pandeo es N·w/A, y se ha de cumplir que sea menor que f, el límite elástico. Con la nueva norma, la sección resiste f·A y se ha de cumplir que f·A es mayor que N. Si hay pandeo, la sección resiste f·A/w (solo que ahora w ya no es el estudiado y matemáticamente demostrado durante la carrera).

Imaginemos que la barra está sometida a flexión. La tensión es M/W. La nueva norma dice que la sección resiste f·W. Igual nos da, pues, ya que antes había de cumplirse que M/W<f y ahora M<f·W. Puede y suele ocurrir que la barra esté sometida a axil y a flexión. ¿Norma vieja? No problem. La tensión es N/A+M/W; si hay pandeo, Nw/A+M/W, y si usted es antiguo, N/A+0,9M/W. Esa tensión se compara con el límite elástico, y listos. Si además quiere tener en cuenta el cortante y no se cumple el teorema (¡teorema!) de Colignon, calcula la cizalladura que genera el cortante y la torsión, y la suma con el axil cuadráticamente según el criterio de Von Misses. En resumen: uno calcula a la tensión a la que está el acero, y luego decide.

Si ahora se aplica la norma nueva, ¿cómo se combina el axil y la flexión? En realidad, no se combina, sólo se tiene en cuenta la existencia del otro tipo de solicitación. En primer lugar se mira el axil. Si N<f·A, todo bien y se pasa a mirar la flexión: ha de cumplirse que M<Mp, siendo Mp el momento flector que aguanta la pieza, que ahora ya no es f·W. Como ahora hay un axil, la pieza aguanta menos. Tiene su lógica, pero la aplicación numérica es un poco laboriosa. Hay que calcular el ratio entre el axil que actúa y el que resiste la pieza, y con ese dato y una compleja fórmula calcular el flector que resiste la pieza. Si además la flexión es en dos direcciones (algo que no suponía ningún problema con la norma vieja), hay que calcular por separado qué flector resiste la pieza afectada por el axil (no por la otra flexión), y luego calcular, según la forma de la pieza, unos extraños coeficientes que afectarán a los ratios de los flectores actuantes y soportados en cada dirección, y una vez aplicados se mira si la suma es menor que 1. La norma nueva, por supuesto, sólo dice cómo calcular esos coeficientes en unos casos canónicos, si la sección tiene una forma rara se puede usted ir olvidando. Cortantes y torsiones, por descontado, es una guerra diferente pero parecida en la filosofía.

Por supuesto, la norma nueva tiene lógica, pero también es verdad que analiza secciones completas, no cada punto de la sección. Tampoco tiene en cuenta efectos mecánicos de concentración de tensiones, sin ir más lejos. En fin, que cualquiera con experiencia en la norma antigua (o en calcular máquinas antes de los ordenadores y la norma nueva, por ejemplo) le encuentra las cosquillas a la norma nueva sin sudar.

Llegados a este punto, ¿qué es lo que no me gusta de la norma nueva? Lo he dicho muchas veces. En primer lugar, no parece emanada de la ciencia de los materiales, sino fruto de observaciones en ensayos en laboratorios, en los que se ha buscado fórmulas que cuadren con los resultados que se obtienen. En una norma que se ha de aprender (bueno, esto es una opción) y aplicar, sin pedir demostraciones. Es así porque sí.

En segundo lugar, es tremendamente compleja. Son tan complejas que, en la práctica, uno no puede aplicarlas. Hay que hacer tantas comprobaciones y tan extrañas y laboriosas, que es invaible hacerlas. Se necesita un ordenador que calcule toda la estructura, todas las hipótesis de cargas, todas las comprobaciones. Que se encargue de todo y nos diga si la estructura es correcta o no (de momento, que en breve simplemente nos dimensionará por completo la estructura).

Y, en tercer, lugar, es tremendamente compleja. Sí, ya sé que ésta es la segunda razón, pero como segundo punto afectaba al hecho de que el calculista perdía la opción de ser él quien calculara. Ahora me quejo de su complejidad si la comparamos con las fórmula antiguas para calcular lo mismo. ¿Porqué es tan compleja? A fin de cuentas, las sencillas fórmulas del pleistoceno han demostrado su validez con millones de estructuras construidas. ¿Eran incorrectas? Yo creo que no, que eran suficientes. Nadie me ha explicado aún la necesidad de aplicar estas fórmulas nuevas. Que, como digo, son muy complejas: ya no hay quien se las sepa. Así que ahora tendremos especialistas en estructuras que no sabrán las fórmulas para calcular y, en consecuencia, calcular - ellos- estructuras. Tendrán que preguntarle al ordenador. No estoy seguro de que esto me parezca una buena política. Porque, insisto, antes sí sabían.

Así que esto es lo que hay, porque en el caso del hormigón ocurre otro tanto (ejemplo: limite 35). ¿Entonces? Bueno, hemos llegado a un punto en el que no importa si todo esto está bien o está mal, si será beneficioso o perjudicial; esta discusión se debió tener (y quizá se tuvo) hace mucho, ahora ya es la realidad.  Y la pregunta que se ha de hacer el que quiere ser ingeniero de estructuras es qué tiene que hacer él para ser un buen ingeniero.

Para ser un buen ingeniero de estructuras, dos habilidades son básicas: las tablas y el conocimiento. Las tablas las dan las obras o muchas horas de vuelo; eso, antes y ahora. Y por el conocimiento me refiero al conocimiento de cómo funciona una estructura; dado que vamos hacia un mundo en el que el ordenador se encarga de saber lo que hay que saber, el conocimiento de cómo funcionan las estructuras se aprenderá experimentando con el ordenador. Pero... claro: hay dos tipos de personas: las que aprenden a hacer lo que hacen y las que aprenden de lo que hacen. Muchos (muchas), tras largos años calculando estructuras con ordenadores, aprenden trucos; para que se me entienda, y perdonen la procacidad: una puta, si quiere, hace que acabes en cinco minutos. El operador de programas, cuando es una estructura de las que tiene por la mano, puede obtener resultados muy rápido. Eso no significa que sepa de estructuras: solo significa que con el programa adecuado, ciertos tipos de estructuras los resuelve muy rápido. Pero también hay y habrá ingenieros que aprenderán sobre estructuras; de hecho, es posible que los ingenieros que antes aprendían calculando ellos y los que aprenderán mediante ordenadores sean de la misma clase de ingenieros.

Mi consejo, pues, para el que quiera ser buen ingeniero de estructuras: su esfuerzo ha de ir dirigido a aprender el funcionamiento y los porqués de las estructuras, no el funcionamiento y el porqué de los programas. Que no se conforme con ser un experto en los programas, sino que sepa porqué las estructuras responden como responden. Aunque, vaya por delante, le aviso de que ni las normas, ni los ordenadores, ni el trabajo del día a día se lo van a poner fácil, porque la sociedad no quiere (en general) que el ingeniero sepa de estructuras, sólo que las resuelva.

En cualquier caso, la realidad es la que es y el progreso es tozudo: no se rinde, y va por ese camino. Así que si la profesión de calculista de estructuras está abocada a la extinción, es porque el misterio de calcular estructuras está, en la práctica, dejando de ser un misterio. Al igual que ahora mismo cualquiera puede generar hielo en su casa, aunque no tenga ni idea de los detalles técnicos ni del nivel tecnológico necesario para que eso ocurra. A fin de cuentas, en esto consiste el progreso.

Y yo, como es lógico, me alegro. ¡Snif, snif!




Héctor Berlioz - Sinfonía fantástica

martes, 26 de julio de 2016

La selección de los ingenieros, antes y ahora



Creo recordar que en 1º de carrera éramos 1.100 alumnos en el total de la escuela; me suena el dato de alguna asamblea universitaria, pero quiźa fuera en 3º. Da igual.

Los cursos anteriores al mío se licenciaron unos 35 alumnos al año. La mía fue una añada excelente, y acabamos 70. Así que puede decirse que de los 1.100, acabamos 210; el resto no lo consiguió. Y es que 1º y 2º eran una carnicería. 3º era duro, pero los que llegaban eran supervivientes de 2º, y mal que bien, en un par de años se pasaba. La mayoría de los 900 lo dejaba en 1º, y el resto en 2º.

En la actualidad no creo que el porcentaje de abandono haya mejorado. Quiero creer que el nivel que exigen las universidades para ser ingeniero no ha bajado, al contrario: los avances tecnológicos y en especial de la informática (embrionaria en mi época, mirada con los ojos de hoy) obligan a los aspirantes a adquirir más conocimientos y más complejos. Dado que (todos estamos de acuerdo) el nivel con el que terminan el instituto los estudiantes es más bajo que los años a los que me refiero (y si no me creen, pregunten a los que estaban allí), por fuerza el fracaso ha de ser mayor. Salvo que ahora los estudiantes se autocriben y sólo se inscriban los que tienen más posibilidades de conseguirlo. Pero no lo creo, porque a los 18 años mandan las ilusiones, no el realismo. Por suerte.

Además si tenemos en cuenta que la nota de corte en varios grados de ingeniería en las universidades catalanas es... el 5, el aprobado pelado en la selectividad, está claro: aceptan casi a cualquiera.


Nota: en mi época, en la Universidad de Zaragoza se podía estudiar Ingeniería Industrial. Ninguna otra. Tampoco se podía estudiar Arquitectura, y por descontado no existía la oferta de grados que existe ahora. Es la razón para que hubiera mil alumnos en la Escuela. Y eso que no teníamos edificio propio, ocupábamos espacios prestados. Cosas de la época.

Nota 2ª: aprovecho la ocasión para despotricar sobre el sistema actual: se ofertan en Cataluña creo que 210 grados de ingeniería. Vamos, que el chaval ha de elegir la especialidad antes de empezar la carrera. Entiendo la lógica, pero no me parece buena idea: lo suyo es que empiecen haciendo las partes generales, y a medida que su conocimiento de lo que es la ingeniería sea mayor se han de ir derivando hacia una especialidad u otra. Por ejemplo, empiezan todos juntos y en 3º se separan en ramas, en 4º en el siguiente nivel y en 5º o máster la especialización definitiva. Claro que esto va en contra de "Bolonia". Con lo que no hay más que hablar.

Nota 3ª: supongo que si se suman todos los alumnos de los distintos grados de ingeniería en una universidad, los números globales han de ser parecidos, por lo que supongo que lo que ocurría entonces también ocurre ahora.

Nota 4ª: digo con total ligereza que el nivel exigido para sacarse el título no ha bajado con los años. Es mi obligación pensar así, al igual que pienso que tampoco ha bajado el nivel de exigencia en Medicina o Derecho, por ejemplo. Ahora bien, yo no tengo datos de cuál es el fracaso actual en la carrera de Ingeniería; si resultara que ha mejorado con respecto a mi tiempo... tendría que empezar a pensar en que tal vez sí, tal vez el nivel de exigencia para ser ingeniero es menor. Si ése fuera el caso...

En cualquier caso, la realidad es que es en 1º, y también en 2º, cuando se hace la verdadera selección de los que deben estudiar ingeniería.

¿Nadie más ve nada raro aquí?

En tiempos de mi padre, mucho antes de la selectividad, para entrar en la escuela de ingenieros había que aprobar un examen específico. Lo normal es que los aspirantes se matricularan en una academia de preparación a ese examen, y aun así lo habitual era tardar 5 años en aprobarlo. A cambio, una vez aprobado, la carrera era "pan comido". Quiero decir, no había abandonos. Como no los hay en la escuela de jueces y fiscales, en la que lo difícil es entrar. Al final, en la época de mi padre era normal necesitar 10 años para ser ingeniero (mili aparte), 5 para entrar y 5 para cursar. Y en la mía... 10 también, pero todos cursando. Solo que en mi época, y ahora, los años de selección se hacen a costa del erario público, dedicando profesores para hacer la criba, masificando la universidad y dañando la calidad de la enseñanza en los primeros cursos, y antes la criba era a costa del alumno: los 5 años para aprobar iban a su costa y sólo le "perjudicaba" a él. 

Lo que quiero decir es que es ineficiente una selectividad general, válida para cualquier estudio universitario: lo suyo es que cada escuela tenga su propio examen para el ingreso. Y este examen ha de ser suficientemente selectivo para que en 1º los abandonos sean minoritarios.

No creo que esto llegue a ser así. En primer lugar, porque la mayoría de los profesores de las escuela de ingenieros se necesitan en 1º y 2º. Si les quitamos los alumnos que se irán pero que ahora llenan sus clases, ¿qué será de ellos? También a los administrativos les interesa una universidad masificada. Y, por descontado, los sindicatos de alumnos se opondrán, ahora y siempre, a cualquier dureza en un examen o actuación que les suponga un esfuerzo. Alumnos, PASU y la mayoría de profesores de 1º y 2º son mayoría en los claustros, ergo ninguna universidad hará tal cosa.

Y en segundo lugar, la sociedad actual tampoco lo permitiría. Un chaval de 18 años ha de tener éxito aquí y ahora. ¿Qué es eso de pasarse años estudiando para aprobar un examen? No, inaceptable. El fracaso por no valer o por no haberse esforzado lo suficiente, hoy en día, no es una opción. Y punto.



Michael Hedges - Aerial boundaries (tocada por Andy Mckee)

miércoles, 22 de junio de 2016

¿Hacia el fin de la ingeniería?




En la sociedad, todos los oficios son necesarios: el médico, el abogado, el fresador y el tanatoesteticista. Y sí, también el juglar y el fagotista (que es la persona que toca el fagot). Y, siendo todos necesarios, todos participan de los éxitos, al igual que toda la tripulación necesaria para la navegación del barco es responsable del éxito de la singladura.

Dicho esto, mi opinión es que hay unos que son más responsables que otros. Que la trascendencia de su buen desempeño es mayor que la de otros.

Como cualquier lector asiduo habrá deducido ya, lo que pretendo decir es que la ingeniería es la clave para el avance de las sociedades. Son los avances ingenieriles los que nos sacaron de las cuevas, los que lograron que nuestras casas no se incendien las noches de tormenta, los que consiguen fabricar todo lo que tenemos, los que lograron que, en definitiva, vivamos en condiciones inimaginables hace mil, dos mil o tres mil años. Sí, son importantes los avances en derecho, medicina o física, pero lo que define es el estado de la ingeniería.

De hecho, todos damos un caché a los países en función de su nivel de ingeniería, antes que todo lo demás.

El otro día hablé con F., que me contó que su hija estudia ingeniería. Yo soy ingeniero, así que era inevitable que le preguntara qué asignaturas estaba estudiando.

No entiendo muy bien el sistema de créditos, cuatrimestrales y todo eso, pero, haciendo una equiparación con lo que yo estudié, yo hice 4 asignaturas de matemáticas (de año completo) y ahora se hacen 2 (4 cuatrimestrales, que equiparo a 2 completas). Hice dos años de química como tal, ahora es 1 cuatrimestre. Mis dos cursos de física como tal (no cuento mecánica, termodinámica, etc) es 1 curso. El curso de mecánica de fluidos, el último gran escollo para sacar la carrera, se ha quedado en un cuatrimestre de la rama industrial (estoy mirando el grado de ingeniería mecánica de la Universidad de Zaragoza). Podría seguir, pero ya me vale.

¿Qué hacen los 4 años del grado y los 2 del máster? Pues muchas cuatrimestrales de temas muy diversos: diseño y arquitectura de vehículos, materiales industriales avanzados, logística o sistemas eléctricos de pintura (en el máster de ingeniería industrial). Y, sí, también asignaturas discutibles, como "emprendimiento y liderazgo" o "business intelligence".

Pero, verán, resulta que yo soy ingeniero industrial. Especialidad mecánica, plan del 64. Seré una antigualla, un residuo del siglo XX y todo lo que ustedes quieran, pero soy ingeniero y tengo conocimientos de lo que es la ingeniería. Y no estoy seguro de que me gusten estos planes de estudio.

El problema de la ingeniería, la ingeniería industrial por concretar, es que es un campo muy amplio. Un médico, un físico o un abogado siempre tiene algunas nociones de los otros campos. Pero un ingeniero de motores térmicos (de gasolina, por ejemplo) no tiene más idea de la instalación eléctrica de su casa que la que tiene cualquier hijo de vecino. Un ingeniero de organización industrial no sabe nada de aire acondicionado. Un ingeniero de métodos y tiempos no sabe nada de estructuras. Un ingeniero de patentes no puede estar en una central eléctrica. Tan es así, que prácticamente nada lo proyecta un ingeniero solo.

Añadamos a esto que la técnica es como el nadar: se aprende nadando. La técnica, aunque se tengan libros para estudiarla, se aprende de verdad ejerciendo.

Ante esta tesitura, la universidad lo más que puede hacer es dar una formación primaria. Una preparación base y un conocimiento general, con la esperanza de que el devenir profesional de cada uno será el que le aporte el verdadero conocimiento práctico. El cómo dar esta preparación base y conocimiento general no está claro, no en vano los planes de estudio cambian con una frecuencia sospechosa (de que no aciertan los que los diseñan).

Ahora bien: si uno siembra cebada, recogerá cebada, no tomates. En mi opinión, el plan de estudios de la ingeniería es un plan... para graduados en ingeniería. Para crear ingenieros técnicos, si son ustedes también de la vieja usanza. Los ingenieros técnicos son profesionales muy preparados y competentes, que dominan su especialidad. Pero no son ingenieros superiores. Y no porque los superiores sepamos más que ellos de lo que se trate, sino precisamente por lo contrario: porque ellos son especialistas (este tema lo desarrollé, como mínimo, en esta entrada). En su momento, cuando comprendí lo que era eso del plan Bolonia, dije que lo que se estaba haciendo era que los ingenieros superiores fueran antes ingenieros técnicos (también opiné que no me parecía una buena idea, lo que no viene al caso). Pero miro el plan de estudios de los ¡2 años! de máster, y no veo la formación que de ingenieros superiores les falta a los técnicos. Al contrario, lo que veo es más técnica. Más conocimiento especializado, aplicado.

Lo cierto es que los ingenieros van a estudiar la mitad de física, química o matemáticas que estudiábamos nosotros. Sumen a esto que, como defendía ayer, lo más probable es que los estudiantes ingresen sabiendo, de entrada, también la mitad de física o matemáticas que sabíamos nosotros, y... 

Como digo siempre: ¿ustedes creen que esto saldrá gratis?

Si lo creen, es que no tienen ni idea de lo que aporta un ingeniero superior.

A ver cómo se lo explico: el submarino no lo inventó un tipo que construía muy bien los barcos o que lo sabía todo sobre barcos, sino Isaac Peral.

Como les dije, los científicos, observando la Naturaleza, deducen la Ciencia. Y los ingenieros, conociendo la Ciencia, inventan la Técnica. Para poder dar este paso, los ingenieros han de tener una fuerte base científica. ¿Cómo podrían, si no? Imaginen una máquina funcionando, pongamos una trilladora. Un ingeniero puede verla en acción y se le pueden ocurrir mejoras, pero para desarrollarlas (o para que, al hilo de sus pensamientos, se le ocurra otra cosa también novedosa) necesita conocimientos sólidos de matemáticas, cinemática, metalurgia, física, no sé. Una base de Ciencias, en definitiva.

Pues mi temor es que, despreciando la formación teórica (el conocimiento de las Ciencias), no conseguiremos tener ingenieros superiores. 

Y España, careciendo de ingenieros superiores, dejará de jugar en la liga de los países con buenos ingenieros superiores (liga que no estábamos ganando, vale, pero sí competíamos). Y si quiere saber lo que supone, hágase una lista de los países que no son conocidos por sus ingenieros.

No, despreciar las ciencias en la formación de los ingenieros no saldrá gratis. Al revés, es un error muy serio. Y si porfiamos en ello, el país lo pagará durante mucho, mucho tiempo.





Cotton fields

domingo, 12 de junio de 2016

Heisenberg (sí, el del principio)



Heisenberg es un tipo famoso: en mis tiempos, se estudiaba en el colegio, y supongo que aún se hace. Es el del principio de indeterminación de Heisenberg., ya saben. Lo que pasa es lo de siempre, en las escuelas no hay tiempo para enseñar todo y hay que seleccionar. En el caso de Heisenberg se eligió su principio, y se descartó su historia personal. Y su historia personal también merece un estudio, porque nos da unas enseñanzas que no deben caer en saco roto. No debió pasar lo que pasó en balde.

Heisenberg, alemán, nace en Wüzburgo en 1901. Desconozco las causas, pero tras la primera guerra mundial Alemania se convirtió en un auténtico hervidero cultural, y Berlín es la capital del mundo intelectual. De la literatura, la música, la pintura, el cine, el teatro,... Aquello era indescriptible. Pues bien, el estallido no se produjo sólo en las artes, sino también en las ciencias. Supongo que algo ayudaría que en la Universidad de Berlín impartieran clase Max Planck, Albert Einstein, Max von Laue y Walter Nerst...

El increíble nivel de Alemania en esa época no se redujo sólo a Berlín. Heiseberg, por ejemplo, consiguió plaza en 1927 en la universidad de Leipzig. Allí coincidió con Peter Deybe (pueden leer la "polémica Deybe" en wikipedia), y juntos contribuyeron a que la Universidad de Leipzig fuera una potencia en el desarrollo de la física cuántica.

Pues bien, como todo el mundo sabe, en 1933 Alemania cambió como la noche y el día. En abril, los nazis promulgaron una ley "de restauración del servicio civil" que obligaba a que los funcionarios fueran de origen ario, con lo que muchos tuvieron que irse. Por ejemplo, Einstein. O los principales físicos de la universidad de Gotinga, que se largaron a Estados Unidos y, con el tiempo, estuvieron entre los principales científicos del "proyecto Manhattan", la bomba atómica. Y es que una de las cosas que los nazis consideraban que había que erradicar era lo que llamaban "la física judía".

Pero claro. Las cosas son más complejas de lo que se nos cuenta, y la Alemania nazi no es una excepción. Muchos científicos, como Heisenberg, Planck o Laue, se quedaron. Aunque no eran nazis, no hay que confundirse. Y, por descontado, también hubo científicos nazis. Como Philipp Lennard, premio Nobel de Física en 1905, y Johannes Stark, premio Nobel de Física en 1919.

El caso es que en 1935 se jubiló otro científico de relumbrón, Arnold Sommerfeld, y quedó vacante su cátedra de física teórica en la universidad de Munich. Hay que elegir sustituto, y Heisenberg encabeza una terna propuesta por el mismo Sommerfeld. La terna rival la forman tres candidatos mediocres pero afines al régimen nazi. Heisenberg debería haber ganado la cátedra de calle, pero el citado Stark publicó entonces en una revista del partido nazi un montón de acusaciones contra Heisenberg, entre ellas ser un "judío blanco".

Ocurría que Walter Gerlach, otro físico que para nosotros querríamos, había ganado en 1929 la cátedra de física experimental en la universidad de Munich por recomendación de Sommerfeld para sustituir a Wilhelm Wien (si, otro premio nobel de física, éste en 1911). Nuestro amigo Stark había competido también por ese puesto, y nunca perdonó a todos los que intervinieron creía él, en su contra. Por lo que si Sommerfeld apoyaba a Heisenberg, Stark odiaría también a Heisenberg.

¿Y qué pasó? Pues, por un lado, lo que cabía esperar: el rector de la universidad de Múnich eligió a uno de los mindundis propuesto por los nazis, y Heisenberg.... cometió el error de su vida. ¿Se lo pueden creer? ¡Apeló al Reichsführer de las SS, Himmler! El cual ordenó que se investigara el caso. Y, no me pregunten cómo, Heisenberg, además de acusado de propagar ideas contrarias a los nazis, se vio acusado también de sodomía. Por lo que aprece, se encerraba con frecuencia con jóvenes muchachos. Una prueba adicional era que se había casado de repente, lo que se interpretó como un matrimonio de conveniencia, para cubrir las apariencias. 

La cosa era seria: la sodomía se castigaba con reclusión en los campos de concentración. Claro, los de la Gestapo no se solían reclutar en las facultades de físicas, y no sabían que era habitual que los grandes profesores estuvieran rodeados de chicos jóvenes: estudiantes visitantes, de doctorado, ayudantes, etc. En el caso de Heisenberg, podríamos citar a Isidor Rabi, premio nobel de física en 1944, a Felix Bloch, 1952, y a Lev Landau, que lo ganó en 1962 (de verdad, yo no sé lo que comía esa gente).

¿Y lo del matrimonio intempestivo? Bueno, Heisenberg conoció a Fräulein Elisabeth Schumacher en enero de 1937 y se casó en abril. Él tenía 36 años, cono lo que no es esperable un largo noviazgo. Y creo que se pueden imaginar que Heisenberg era de los que pasaban más horas en los laboratorios que en los paseos, pelando la pava. Además, Heisenberg se había enamorado antes de la hermana de uno de sus ayudantes, pero el padre de la novio no veía futuro en el muchacho y la casó con un conde. El conde moriría después, en el frente ruso, y el ayudante hizo carrera con los nazis - embajador en el Vaticano de 1943 a 1945-, y tuvo dos hijos, uno se convirtió en (¡como no!) físico (pero luego filósofo) de talla mundial, y el otro... en presidente de Alemania entre 1984 y 1994. Sea por desengaño o porque no estaba para cuentos, Heisenberg se casó rápido. Ahora, que si fue por guardar las apariencias, es posible que forzaran un poco: tuvieron once hijos.

Pero aquí tenemos a la Gestapo, y todos sabemos que esto significa poco amistosos interrogatorios en duras sillas de madera con flexos de potentes luces en la cara y todo lo demás. Los papeles del proceso se perdieron durante la guerra, por lo que desconozco los detalles, pero ¡por fin algo sale bien! resulta que entre los investigadores de las SS ¡había un antiguo alumno de Heisenberg! Que, por cierto, para no perder la tradición, estaba preparando su doctorado con von Laue. Pero no ganó ningún nobel, que estaban contados. Total, que en 1938 Heisenberg recibió una carta del propio Himmlerdiciéndole que se le declaraba inocente de todas las acusaciones.

Eso sí, la cátedra de Múnich no se la dieron. A Heisenberg, su antiguo alumno aún tendría que ayudarle a salir de algunos líos con la Gestapo y, a su vez, tras la guerra Heisenberg logró que el mozo no fuera depurado por nazi. Su antiguo ayudante, el hermano de la chica que le había gustado, fue condenado a siete años en los Juicios de Nüremberg a pesar de que en su defensa ayudó su hijo (el que llegó a presidente de Alemania, que era estudiante de derecho entonces). Habría muerto en prisión, pero unos meses antes habían revisado su caso y le soltaron. En fin, digamos que el papel del ayudante (venga, lo nombro: Ernst von Weizsäcker) no estaba del todo claro: es muy posible que no fuera un nazi, sólo un alemán.

No queda nadie que lo recuerde, pero en uno de mis primerísimos artículos les contaba que la Historia es apasionante y está llena de sorpresas; en aquel momento lo decía a propósito de los griegos, pero ya ven que la vida de Heisenberg no desmerece en absoluto.

¿Y qué enseñanzas podemos sacar de este relato? Para empezar: es mala cosa que los partidos políticos (el partido nazi lo era) se metan en las cosas de la universidad. Aunque los políticos digan que ningún asunto del mundo les es ajeno y que ellos miran por los intereses del pueblo, en mi opinión deberían huir de intervenir u opinar de muchas de estas esferas; y la universidad es una de ellas.

En segundo lugar, ¿no deberíamos estudiar qué provocó semejante constelación de genios en Alemania e intentar que aquí nos acerquemos un poco. España ha dado 0 nobeles de física, 0 de química y 2 de medicina; los alemanes, en estas tres ramas suman 85. Y no, no creo que sea sólo el agua.

Pero esta historia en concreto nos habla, sobre todo, de la universidad. ¿Ustedes creen que Heisenberg habría tenido alguna oportunidad en España? Más aún: Heisenberg estudió en la Universidad de Munich, y empezó de ayudante en la de Gotinga; sólo ese cambio ya habría sido casi imposible en España. Pero es que después de Gotinga trabajó en la Universidad de Copenhague, luego en la de Leipzig, Berlín, de nuevo Gotinga y finalmente en la de Munich (años después de esta historia, de 1958 hasta su muerte en 1976. Si algo caracteriza a la universidad española es que si entra un profesor de fuera será por encima de muchos cadáveres. ¿Qué prima en verdad en nuestras universidades para elegir a sus profesores y catedráticos? Pues eso. 

Lo cierto es que no conozco ninguna universidad española que presuma de los profesores que tiene. 

Lo dicho. Quizá deberíamos preguntarnos cómo es que ellos tienen dinero, en vez de pedirles que nos paguen nuestros gastos.





Ayer un descerebrado le soltó 4 tiros a Christina Grimmie. Luego se pegó un tiro antes de que supiéramos porqué lo hizo. En la campaña electoral que se les avecina, seguro que se plantea el tema de las armas. Pero no creo que el país reflexione en serio.



Christina Grimmie y Mike Tompkins interpretan en modo "mash up" - My songs know what you did in the dark (Fall out boy) y Girl on fire (Alicia Keys)

miércoles, 21 de octubre de 2015

Ya soy máster

Esta mañana he recibido el Certificado de Correspondencia emitido por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, que reconoce que mi título de Ingeniero Industrial se corresponde con el nivel 3 (Máster), en España, y con el nivel 7, en Europa.

¿Cómo se quedan? ¡Soy un Máster!

Les voy a confesar una cosa: es genial, ser un máster. Desde que lo soy, no necesito gafas, mi andar se ha vuelto más elástico, y he crecido 3 centímetros. Y no sólo lo noto yo: la gente se arremolina a mi alrededor contemplándome con ojos llorosos y emocionados, y en un momento dado he sentido como alguien tocaba el borde de mis vestiduras: al volverme, he visto a una mujer arrojar sus muletas y alejarse dando volteretas y gritando de alegría. Claro que se fue escaleras abajo, con lo que puede que yo la haya empujado sin querer. Pero es que soy un máster, ¡qué caramba! Este viernes pienso ir a la discoteca más molona de Barcelona, buscar a la tía más buena y decirle: "tú, conmigo". Seguro que se viene. Y, si funciona, el domingo iré a Castelldefells, a la playa, a ver si...

Aparte de esto, no hay una gran diferencia entre ayer y hoy. Pero estoy muy contento de ser un máster. Y un nivel 7, aunque no tenga ni idea de qué significa eso. Por suerte, para eso está la wikipedia. Así que allí que me voy, y leo que hay ocho niveles de cualificación:
  • Nivel 1: Conocimientos generales básicos.
  • Nivel 2: Conocimientos fácticos básicos en un campo de trabajo o estudio concreto.
  • Nivel 3: Conocimiento de hechos, principios, procesos y conceptos generales en un campo del trabajo o estudio concreto.
  • Nivel 4: Conocimientos fácticos y teóricos en contextos amplios en un campo de trabajo o estudio concreto.
  • Nivel 5: Amplios conocimientos especializados, fácticos y teóricos, en un campo de trabajo o estudio concreto, siendo consciente de los límites de esos conocimientos.
  • Nivel 6: Conocimientos avanzados en un campo de trabajo o estudio que requiera una comprensión crítica de teorías y principios
  • Nivel 7: Conocimientos altamente especializados, algunos de ellos a la vanguardia en un campo de trabajo o estudio concreto, que sienten las bases de un pensamiento o investigación originales.
  • Nivel 8: Conocimientos en la frontera más avanzada de un campo de trabajo o estudio concreto y en el punto de articulación entre diversos campos.
Y resulta que ahora yo soy un nivel 7. No sé, a estas alturas de mi vida, creo que todo lo más, en el campo de las estructuras, sería un nivel 5, o un 6 si se trata de fardar; y eso en estructuras, en las demás cosas quizá diría un 3 ó un 4. Pero ¿quién soy yo para discutir con el ministerio?

También tendré que ponerme al día en cuestiones formales: supongo que lo correcto será presentarme como nivel 7 en Ingeniería Industrial, no lo sé; tendré que preguntar cuál es el protocolo correcto. Y es que llámenme romántico, si quieren, pero yo, la verdad, prefiero el título antiguo: Ingeniero Superior. Eso de decir que soy un 7 en ingeniería me parece muy práctico para los ordenadores y los formularios, no lo niego, pero... no termino de acostumbrarme.

Será que soy nuevo, en esto de ser 7.

Pero como soy un máster, seguro que lo supero.




La tercera canción de los Beatles es Back in the USSR. Sin discusión, una de las mejores. Abría el disco blanco, ahí es nada. Cualquier grupo puede tocarla en cualquier concierto, en cualquier momento del concierto, y la casa se vendrá abajo. Puede sonar en la radio, puede sonar interpretada por cualquier grupo, y seguirá siendo la mejor canción del programa. Digámoslo ya: puede que no sea la mejor canción de los Beatles, pero diría que es mejor canción que la mejor de cualquier otro grupo. Es una canción tan magnífica, que las versiones son excelentes. Compruébenlo, por ejemplo, pinchando aquí.

domingo, 11 de octubre de 2015

¿Hace la tecnología a los expertos?




Leo en elconfidencial.com un artículo de un tal Garicano sobre cómo afecta la tecnología a los expertos, parece ser que continuación de otro. Distingue Garicano entre tecnologías de la información y tecnologías de la comunicación, y viene a decir que gracias a las tecnologías de la información un no-experto se puede convertir en un experto - su corolario es que los expertos ya no son necesarios-, y gracias a las tecnologías de la comunicación los expertos pasan a regentar imperios - su corolario es que ahora los expertos tienen nuevas oportunidades. El ejemplo que pone para la primera afirmación es la de un novato abogado que recibe un caso; hace 30 años, necesitaría la guía de un experto sobre cómo llevar el caso, antecedentes, etc., mientras que ahora, gracias a Internet, el novato tiene a su alcance toda la información que le proporcionaría el experto: ya no le necesita. En su ejemplo, dice que si el abogado novato sabe buscar bien, en media hora habrá resuelto todas sus dudas. 

Cuando paré de reir, seguí leyendo; pero este hombre había perdido para entonces toda credibilidad a mis ojos. No sé si los juicios los gana el bufete que tiene la banda más ancha, pero sí sé que un ingeniero novato, con todos los ordenadores del mundo, no puede hacer lo que un ingeniero experto. Aunque desde luego me parecería admirable que un ingeniero novato se atreviera con más de lo que puede morder. Como si en la web estuviera cómo hacer las cosas; puede que haya recetas de cocina, pero no mucho más. Y no basta saber recetas para ser un gran cocinero.

Si es que cuanto más lo pienso... Sólo un memo puede creer que las tecnologías de la información pueden sustituir a los expertos. Bueno, él no lo dice así; dice que "eliminan gran parte de la ventaja de los expertos". Sin embargo, me da en la nariz que él mismo, si tuviera un aneurisma preferiría que su neurólogo tenga al menos 25 años de experiencia de trabajo con cerebros más que 25 años de experiencia en navegar por internet, y lo mismo si se enfrenta a un juicio que le puede acarrear veinte años de cárcel. ¿Qué pretende, entonces? La cosa se enreda, cuando le leo, en el mismo artículo, su conclusión; creo que no le he entendido bien, pero me parece que es que hemos de cambiar la educación: no hemos de enfocarnos en enseñar información, sino el manejo de las tecnologías de la información. Ya que, como dice a título de ejemplo, la tecnología va a memorizar ríos y reyes mucho mejor que el alumno. Ya digo que quizá no le capto, pero ¿está recomendando que no se enseñen ríos y reyes, y por extensión toda la información que se ha de memorizar y que un ordenador va a hacer mejor? ¿Las tablas de sumar y multiplicar, incluidas? Y lo digo a posta: un ordenador siempre sumará y multiplicará mejor que nosotros; ¿por qué aprender, entonces?

Este debate no es tan ridículo como parece: conozco a muchos ingenieros que no aplican casi ninguna norma ortográfica, para ellos ya se encargan los ordenadores. Muchos no se preocupan de teclear bien las palabras: el autocorrector, ya saben. Hay ingenieros que no tienen ni repajolera idea de dibujar. Calculistas que no saben hacer una división o una multiplicación de cabeza. Que no saben hacer una suma, si es de tres cifras. Y que les cuesta una suma de dos números de dos cifras. Y una resta, mucho más aún. Les aseguro que es cierto. Y son ingenieros calculistas, como yo (sobre el papel). ¿Para qué aprender lo que las máquinas van a saber mejor que nosotros? Pues ahora un tal Garicano escribe recomendando que se haga eso.

Y encima, después de semejante perla, el tío termina con un párrafo en el que dice que ha escrito un trabajo académico sobre esto, citando a un compañero coautor de Princeton; eso sí, nos advierte que sus trabajos "son en inglés" y que son de un nivel "avanzado". Que no los consultemos, vaya. Que nos creamos lo que dice, porque es un trabajo universitario. Somos tontos, ¿verdad?

He escrito varios artículos sobre cómo los ordenadores han conseguido que los ingenieros desconozcan las normas que han de cumplir: los ordenadores se encargan. También les vengo citando estos ejemplos que acabo de escribir. Pues miren, cuanto más lo pienso más casos concretos recuerdo. Esto es real, esto está ocurriendo ya. Así que recapitulemos:

1) Los ordenadores no convierten a nadie en experto. La experiencia y el aprendizaje de la experiencia convierten a la gente en expertos. Hay que vivir experiencias, y aprender de ellas. Los ordenadores son herramientas. Se puede adquirir experiencia empleando un bisturí y se puede adquirir experiencia empleando ordenadores; ni el bisturí ni el ordenador convierten a alguien en experto.

2) Que los ordenadores sepan hacer algo mejor que nosotros no es razón para no aprenderlo. Es una idea absurda. ¿Que alguien sepa algo mejor que nosotros es razón para no aprenderlo? También el maestro sabe sumar mejor que el alumno... vaya, se pueden poner tantos ejemplos absurdos...

3) Una idea subliminal y muy extendida: los alumnos no deben memorizar. Reflexione y recordará cuántas veces le han venido a decir, más o menos, lo mismo. ¿Hay alguna razón para ello, aparte de la anterior? Y, sin embargo, muchas personas están de acuerdo.

4) Las universidades están a reventar de idiotas. Tenga siempre esto presente, cuando alguien aporte un origen universitario como aval de sus ideas.

Leo en la wikipedia que Garicano es "catedrático y director de departamento en la Escuela de Economía y Ciencia Política de Londres (London School of Economics)". Miedo me da que alguien crea que hay que hacerle caso por serlo.



Orquesta Mondragón - Viaje con nosotros

domingo, 5 de julio de 2015

A vueltas con la capilla



Cada uno es amo de sus silencios y esclavo de sus palabras.

Por lo tanto, antes de hablar hay que pensar. Claro que, esto, por aquí, no sucede muy a menudo: en este solar atrio, la capacidad de pensar se otorgó con cuentagotas, y las palabras "español" y "reflexivo" no suelen ir juntas. De hecho, estoy seguro que nadie se define a sí mismo como reflexivo. Quizá un tibetano o un japonés, no digo que no, pero aquí, cuando te dicen "mide bien tus palabras" no te están dando un consejo, están esperando que no lo hagas para partirte los dientes o despellejarte, lo que esté más a nuestro alcance.

Lo que no quita para que sí existan entre nosotros personas con cacumen suficiente, de ésas que calificas como "con la cabeza muy bien amueblada". Y en esos insólitos casos es de esperar que al muchacho lo nombren, qué sé yo, rector de una universidad o algo así. Pero no de una universidad de medio pelo, de las que tantas tenemos, no. Ha de ser de una universidad de las de verdad, con prestigio y caché. Como la Complutense de Alcalá de Henares (ahora de Madrid), que no en vano se fundó en 1499.

Quiero con esto decir que el rector de la Universidad Complutense, convendrán conmigo, es, por definición, una cabeza pensante de las mejores que tendremos. Es posible que alguien alegue que es además un cargo de cierto relumbrón, sometido a la codicia de los políticos, y que por lo tanto no basta con ser un cabezón: has de ser, primero, de los de "ellos". Bueno: es posible. En cualquier caso, ha de ser una de "sus" mejores cabezas.

No recuerdo cuándo, pero hace ya algún tiempo, una flamante nueva concejal de Podemos (si no es de Podemos, como mínimo viene avalada por ellos, no nos engañemos) reventó un acto religioso (católico) en una capilla que, por lo que se cuenta, pertenece a las instalaciones de la Complutense. Como siempre, las personas nos dividimos en dos: los que se fijan en el hecho de reventar un acto de otros porque le salió a ella de las tetas y se cisca en los derechos de esos otros a sus actos, y los que se fijan en el hecho... de que en la universidad hay capillas. Capillas católicas, se sobreentiende.

Si la palurda hubiera reventado una plegaria musulmana, nadie habría puesto el énfasis en el carácter religioso del acto, sino en la ¿bravura? de la muchacha. Nunca lo sabremos, porque nunca ocurrirá algo así, pero creo que estamos todos de acuerdo en que nadie negaría el "derecho" (la fortuna, más bien) de los musulmanes en tener un espacio donde rezar dentro de la universidad. Pero el sitio era católico, y hasta ahí podíamos llegar.

Bien, han pasado unos días de la polémica con la podemita y más aún del acto en sí: no se puede alegar que se habla en caliente. Menos que nadie, el rector de tan insigne universidad. Pero el caso es que unos periodistas le han interrogado sobre la capilla, y el lumbrera ha dicho que no es un problema prioritario de la universidad y que a una gran mayoría de la comunidad universitaria no le preocupa. ¿Buena respuesta? Je, seguro que la tenía preparada. ¡Si se hubiera callado ahí! Pero se conoce que a él sí le preocupa, porque  recordó que en su "programa" estaba el conseguir una universidad laica (tema para comentar la próxima vez que nos tomemos unas gambas en la barra de algún bar), y que su intención era transformar "poco a poco" las capillas católicas de la universidad en "espacios multiconfesionales". La noticia la he encontrado en diversos medios, incluyendo el podemista eldiario.es.

Yo no sé cómo se transforma un templo católico en espacio multiconfesional, al igual que no sé cómo se transforma la vivienda del rector en la vivienda de todo el que se apunte.. Sin vulnerar los derechos del titular, quiero decir. Pero imaginemos que se pueda; el rector de la UCM lo ha dicho, y el rector de la UCM es rector de la UCM por algo. Miren, dejemos por un momento de ciscarnos en la UCM. Pongamos que hablamos de El Pilar de Zaragoza. El nuevo alcalde podemita puede decidir que ya vale y que el Pilar ha de convertirse en un espacio multiconfesional. Como es grande, se puede: el altar mayor puede ser episcopaliano los domingos de 11 a 1, confucionista hasta las 3 de la tarde y de adoradores de la diosa Kali hasta las 11 de la noche, que ya se sabe que los sacrificios humanos requieren luego mucha limpieza. Mientras, en la capilla de Santiago habría culto católico de 11 a 12 (las misas católicas son cortas), de la Primera Iglesia Metodista de Zaragoza de 12 a 6 (el gospel requiere sus horas), y sintoísta de 6 a 11 de la noche. Los sábados, igual, pero con intercambio de espacios. Dada la talla intelectual que han demostrado los concejales podemitas de Zaragoza, no me extrañaría que lo vieran una buena idea, pero... tarde o temprano les tocaría el turno a los wahabitas, a los salafistas, a los chiíes, a los suníes,... ¿y usted cree que van a aceptar que después de rezar ellos lleguen otros y practiquen en el mismo espacio un culto blasfemo?

Ya se sabe que hay mucha demanda de confesiones de todo pelaje de espacios tipo "capilla católica" para hacer lo que quieran que hagan. O quizá no: si me preguntan, le diría que habrá demanda de culto católico, y demanda de culto musulmán: los demás cultos, o prefieren sus propios espacios fuera de la universidad (no sé, los adoradores de Kali a lo mejor son muy suyos y no les gustan los curiosos), o (estoy seguro) se apañan con una capilla católica, que lo he visto en muchas películas. Pues bien, para atender a la demanda católica no hace falta ni decir una palabra, y además ya sabemos que el objetivo de todo esto es expulsarles de estos centros, así que tras el alambicado lenguaje del rector, o tenemos una chorrada como un piano o tenemos un plan secreto para echar a los católicos y sustituir la capilla por una mezquita. En este último caso, la postilla de que el objetivo es que, a la larga, "a lo mejor ni siquiera existan", pues... en fin.

Vale, venga: aceptemos que el rector de la UCM, en realidad, no es más que un pobre julay que a lo máximo que debería aspirar es a concejal de Zaragoza por el tercio de Podemos. No es él quien me llama la atención. Es la corriente de pensamiento que representa (y de la que figuro que él es una de sus máximas cabezas pensantes). Que odia tanto a lo católico que está dispuesto a favorecer a los salafistas si con ello perjudica a los católicos. Pues ¿qué otra cosa es si no todo lo relacionado con la capilla de marras, asalto con tetas al aire incluido? El objetivo, tanto de la concejal madrileña como del rector, es expulsar a los católicos; no por nada, sino por chincharles. Su mera existencia les molesta, pero como no pueden decirlo y que se les entienda, optan por defender lo de la multiconfesionalidad de los espacios, que además queda de un respetuoso y tolerante que te mueres.

Cuidadín con lo que decimos y hacemos, que luego vendrán lodos, nos llevaremos las manos a la cabeza y nos preguntaremos unos a otros cuándo se jodió el Perú.

Si me preguntan mi opinión, les diré que si hay un enemigo de la libertad es el islamismo, no el catolicismo. Y que la mejor barrera para los musulmanes no es una sociedad tolerante con ellos, laica y multiconfesional: es una sociedad católica.

Por eso, yo, a la concejala, al rector y a todos los que les jalean, les mandaba unos añitos a Medina o a Saná. allí seguro que no encontrarían capillas católicas que tanto les desagradan.

Y es que, idioteces, las justas.




Kelly Clarkson - Heartbeat Song