sábado, 30 de julio de 2022

Lo que las pruebas de acceso a la universidad revelan

https://www.youtube.com/watch?v=Y8PWkTnsrCo 

 

 

Anuncia el Gobierno que modificará las pruebas de entrada en la universidad. Actualmente, el 96% de los alumnos las aprueba; el 21%, con una nota de sobresaliente. Está claro que más que una selección, es un trámite. Y en éstas aparece el Gobierno para modificarlas.

¿Para endurecerlas? Pues no, para hacerlas más fáciles. Para limitar la necesidad de memorizar, y premiar, dicen, "la madurez del alumno". O quizá no, quiero creer que la idea original de los padres de la criatura era reparar el desastre actual; lo que pasa es que soy poco optimista, y aunque las intenciones sean buenas, la experiencia nos muestra que la evolución no suele cumplir las intenciones. O, como refleja la sabiduría popular, "hecha la ley, hecha la trampa". Y conste que me gustaría que esas intenciones se cumplieran; pero, como leí hace poco en un texto inglés del siglo XVIII, el espíritú de un país se puede mantener, pero cuando se ha perdido no se puede recuperar. Y las pruebas actuales, si no otra cosa, sí nos sirven como fotografía del estado de la enseñanza en nuestro país.

Fijémonos en unos pocos datos estadísticos:

1) El 25% de los alumnos de bachillerato acaban esa etapa con una nota media de sobresaliente; el 33%, si estudiaron en Murcia, Andalucía o Asturias, entre otras comunidades. 

2) Tras el COVID el Gobierno introdujo unos cambios en las pruebas, y el número de sobresalientes aumentó un 85%.

3) Ahora ya se puede uno presentar con asignaturas suspendidas, es decir, sin tener el bachillerato aprobado en su totalidad.

Si uno lo piensa, no es probable que el COVID haya vuelto inteligentes a los alumnos; más bien, que se ha bajado el listón. Lo mismo ocurrirá, me temo, en Murcia y las otras, si se las compara, o con todas en general si se las compara con, digamos, mi tiempo: no éramos más tontos que ahora, y no creo que las técnicas pedagógicas que se emplean hayan causado salto tal en el aprendizaje de los alumnos (el otro día hablé con una alumna de máster, ya con título de ingeniera por lo tanto, y me dijo que "le sonaba" "el Lazarillo de Tormes", pero su expresión no verbal me indicaba que no tenía ni repajolera idea de qué le estaba hablando), así que la única explicación que se me ocurre es que el listón se ha bajado.

Pero volvamos a la alumna de máster. Todos los chicos, en mi época, leímos la novelita, muy divertida ella hasta el punto de que incluso a los más zotes de la clase les gustaba; y todos, sin excepción, sabíamos de ella años antes de que nos hicieran leerla: con 12 años, al estudiar la Historia de la Literatura española, el Lazarillo era uno de los títulos inexcusables. Como la Celestina o el Quijote, se estudiaba que existía. La ingeniera de la que hablo no lo sabía, y sin embargo su expediente académico sería brillante y había sacado el grado de ingeniería en los años reglamentarios. ¿Por qué no sabía ella de la existencia de la novela? Porque no se lo habrían enseñado. ¿Por qué no se lo habrían enseñado? No sería porque creyesen que los chicos de ahora son demasiado tontos o incapaces, sino porque considerarían que no era necesario. Al final, si sólo les enseñan 4 conocimientos, el examen para saber si los saben ha de ser, por fuerza, muy fácil, y sacar una buena nota también.

Lo que nos está midiendo los altos porcentajes de aprobados y sobresalientes no es que los alumnos son muy listos o se está enseñando muy bien, sino que se enseña muy poco. Aduzcan todas las razones que quieran, esgriman todas las ventajas del sistema actual, pero la realidad es esa: se les enseña cada vez menos; hoy en día, ya muy poco.

He escrito en muchas ocasiones sobre este asunto, he dejado clara mi postura de que ésta no es una buena idea y que lo acabaremos pagando. Ahora bien, en verdad no sé si es bueno para un país que sus habitantes sean más o menos cultos, ni si es clave en la felicidad de las personas o no; no puedo, por tanto, argumentar si las políticas actuales de educación son mejores o peores. Sí puedo, y lo hago, pedir que no nos hagamos trampas al solitario: dejemos de alardear de los sobresalientes de nuestros chicos, de que son la generación más preparada de nuestra historia y de lo mucho que se aprende, porque las notas son mentira y la realidad es que los chicos de ahora aprenden muchas menos cosas que los chicos de antes.

Y, en lo personal, me da mucha pena. Privarles del conocimiento que tenemos es no compartirlo con ellos. Y es como quedarnos nosotros la comida sabrosa y dejarles a ellos la insípida y sólo nutritiva. Suponga que aprender a disfrutar de la comida sabrosa exige un esfuerzo, y que muchos no quieren pagar ese esfuerzo y aceptan alimentarse sólo con la insípida. Con el tiempo, los que disfrutan de la comida sabrosa se cansan de perder el tiempo con los insípidos, y el acceso al sabor se va perdiendo. Ahora cada vez somos menos los que conocemos la comida sabrosa; pero todavía quedan muchos que, aunque no la conozcan, sí saben de su existencia y de que algunos la disfrutamos. Estos deberían ser los que exigieran a gritos que al menos con sus hijos sí se comparta tal comida y no la insípida que comen sus padres. Pero no lo hacen.



Miranda Lambert - Tin man

viernes, 29 de julio de 2022

Las vacaciones de antes

Consultando un libro de órdenes de una obra de 1982, me encuentro:


La obra se paraba desde el 30 de julio hasta el 30 de agosto. El 30 de julio era viernes, el de agosto un lunes. La visita de obra se realizó el 29 de julio, así que no puedo afirmar si eran inclusive, exclusive o sólo en uno de ellos se trabajaba.

En cualquier caso, así dan gusto las vacaciones de verano.

 

 

Chascarrillo final: terrible el aparejador (o el ingeniero director) en su última frase: "se colocará aviso escrito prohibiendo hacercarse a la zona en obras". Supongo que le pudieron las ganas de irse él también de vacaciones.

 

 

 

domingo, 24 de julio de 2022

¡Vaya errata en el Código Estructural!

Prólogo:

Todo texto escrito es susceptible de tener erratas. En la Antigüedad, antes de los ordenadores, los texto se revisaban para localizar las más de éstas. Si una postrera revisión localizaba alguna otra, se publicaba lo que se conocía como Fe de erratas; para los nuevos, explicaré que solía consistir en una hoja con los avisos de las erratas localizadas, que solíamos guardar dentro del libro en cuestión. Ahora esto ya no se hace, pues se supone que los correctores ortográficos automáticos son perfectos, y pasa lo que pasa.

En una norma técnica puede haber erratas. Se supone que son tipográficas, pero pueden afectar al contenido. ¿Y entonces?

Entonces hay que discernir el tipo de errata. El error puede ser en un precepto de carácter administrativo o procesal (por ejemplo, que en vez de exigir 3 muestras se exijan 33), en cuyo caso no hay mucho que hacer, si se exigen 33 qué le vamos a hacer, porque si dudamos de eso, cuando exija 6 también podemos creer que el número correcto es 3. Pero el error puede ocurrir en un precepto técnico, como el caso que traigo a colación. ¿Y entonces?

Y entonces, nada. La norma no tiene nada que decir. Cuando en un precepto técnico la norma se equivoca, el técnico ha de hacer caso omiso de lo que dice la norma. Porque la obligación del técnico es saber. Saber la Técnica. Da igual lo que diga el texto, el técnico ha de corregir por sí solo la errata y el error. Lo que es, es, aunque la norma diga otra cosa.

Lo cual es, en estos tiempos, pedir un imposible, porque los técnicos apenas sabemos ya. Pero ésa es otra milonga.

Y aclarado esto, veamos la errata de marras.

 

No es moco de pavo. Desde siempre, existe una esbeltez máxima por debajo de la cual no es necesario contar el pandeo del elemento. Tradicionalmente, ese valor era 35. Las nuevas (ahora ya caducas) normas de ordenador sustituyeron ese valor por una complicada fórmula (mi entrada al respecto: 2013/07/limite-35.html), y el nuevo Código Estructural ha optado por una fórmula, pero sencilla:

 

Si se fijan: 

La cuantía mecánica nunca será negativa; si no hay es cero, y si hay es positiva. Por lo tanto, B nunca será menor que 2; que propongan 1,1 como valor por defecto es, pues ridículo.

Y es que es una errata. Si consultamos lo que dice el Eurocódigo, fuente de inspiración del Código Estructural, y lo consultamos en inglés por si las moscas, aparece:


Queda clarísimo que el CodEst es traducción del Eurocódigo, al menos en este capítulo. Y queda claro que el Eurocódigo dice:


Ni copiar saben.

Espero, al menos, que los que escriben los programas de ordenador, que son en la práctica los que se han de mirar la norma (los ingenieros sólo ejecutamos programas) sí detecten el fallo.


 

viernes, 22 de julio de 2022

Propuesta para el CGPJ

Llevan ya años PSOE (Gobierno) y PP (oposición) "negociando" los nombramientos de los componentes renovados del Consejo General del Poder Judicial. Parece ser que no se ponen de acuerdo. Como el PP no acepta la propuesta del PSOE, el PSOE acusa al PP de no cumplir la Constitución (yo pienso que si no hay acuerdo es porque el PP no acepta la propuesta del PSOE y el PSOE no acepta la propuesta del PP, ya que si el PSOE aceptara la propuesta del PP se habría acabado la constitución, pero ya se sabe que en este país las cosas se deben contar desde la óptica del PSOE). El caso es que no hay nombramientos, el CGPJ está en funciones y eso repercute en el funcionamiento de algunas instituciones que interesan mucho a los políticos.

Pues qué quieren que les diga, yo les sugeriría aplicar la solución que la Iglesia Católica (el pueblo romano, en realidad) encontró hace siglos a este problema: se encierra en una casa a los que tienen que decidir, y no salen hasta que lleguen a un acuerdo (lo que nos harían saber quemando unos papeles que dan un humo blanco). La experiencia de siglos dice que en pocos meses el problema está resuelto. 

miércoles, 20 de julio de 2022

La natalidad en Alicante

https://www.youtube.com/watch?v=rwnY45wOzJ0 

 

 

La verdad es que hay muchos nacimientos en Alicante.

Seguramente sin relación directa con lo anterior, hay un ferry que conecta Argelia y Alicante.

Como mínimo, cada semana aparece una argelina por Alicante que "estaba de vacaciones" y se había puesto de parto. 

Si usted le pregunta (tras el parto) a la argelina cuánto pensaba quedarse, inexorablemente ésta le responderá que "no lo tienen previsto aún". La respuesta es siempre ésa, porque las argelinas no hablan español y las traductoras que las acompañan son siempre las mismas (hay quien opina que estas traductoras son de una mafia).

Total, que la argelina tiene un parto gratuito y muchísimo más seguro y atendido que en su país. Y, de rebote: su hijo es español. Se le hace el DNI al nacer. 

Lo lógico sería que se le facturara el parto a su país de origen; como estoy seguro de que no hay un convenio bilateral para estas cosas, lo suyo sería que lo pagara la parturienta o su seguro. Como es fácil de imaginar, la parturienta no tendría seguro y además se declararía insolvente, así que lo que habría que hacer es que España facturara sin más el importe a Argelia, y que se encargase la administración argelina de cobrarle el gasto a la señora. Obviamente, esto es imposible y si lo fuera seguro que Argelia sacaría a España una ayuda económica para afrontarlo (plus el sobrecoste de las ayudas económicas internacionales a países africanos, ya saben). Así que la Seguridad Social española asume el coste, y aunque al equipo médico le dé mucha rabia, hay que aguantarse.

Ahora, lo de que además el niño sea español... Si yo fuera presidente cambiaría la ley de nacionalidad. La tendría sólo quien la heredara de forma natural (es decir, que uno de sus padres poseyera con anterioridad la nacionalidad). Independiente de dónde naciera; como si nace en la Conchinchina. Ahora bien, quien nazca en España, y da igual Móstoles que Melilla o que un avión de bandera española, si ninguno de sus padres posee la nacionalidad, se siente. Que tenga la de sus padres, y punto. 

No pararía los viajes de las argelinas, pero al menos no nos sentiríamos cornudos y apaleados.




Taylor Swift - Picture to burn



P.D.: Hay, en este artículo, un dato falso. Pensaba escribir un artículo independiente sobre cómo se cuelan datos falsos en internet, la gente los cree y para mucha gente pasan entonces a ser verdaderos: la posverdad, ya saben. Pero en este caso concreto me puede la responsabilidad y voy a desvelar la mentira que hay más arriba:

No es cierto que a los niños se les haga el DNI. Es un bulo que corre por ahí. Y no lo es porque la ley española no lo permite.

Si los padres fueran argentinos, podría ser: la nacionalidad argentina en este caso no la adquiere el recién nacido de forma automática, y los padres podrían renunciar a otorgársela; en ese caso, de forma subisidiaria y para que el niño tenga nacionalidad, se le daría la española. Casos como éste se darían si los padres fueran de un país que no reconociera al nacido en el extranjero su nacionalidad de manera automática; hay 14 países en esa situación: Argentina, Uruguay, Colombia,...

Hay también excepciones, pero son un poco complicadas. Por ejemplo, que el padre fuera suizo, la madre no, y no estuvieran legalmente casados. No todos los tailandeses cuyos ilegítimos padres fueran suizos lo serían también, Suiza no lo pone tan fácil.

En el caso que nos ocupa, el niño argelino debería obtener el permiso de residencia y vivir al menos un año en España (¿unas vacaciones muy largas para sus padres?), entonces sí.

Pero el DNI automático no se obtiene.

Aclarado esto, reflexione: ¿verdad que mi texto parecía verosímil? Puede que a usted, lector precavido, no se la hubiera colado, pero otros que escriban mejor que yo sí. Y puede que el mío haya conseguido engañar a algunos incautos. Así es internet, así son nuestras fuentes de información, éste es el rigor. ¿Debe uno entonces dudar de todo? Pues... Por ejemplo, de la wikipedia sí: en este blog he mostrado en varias ocasiones errores, sesgos y manipulaciones de la famosa enciclopedia. De los blogs de la gente, también. Incluso si el autor tiene autoridad, uno debe registrar lo que se cuente con un "dice Fulano que" en vez de como un principio dogmático. Y de los periodistas y los autoproclamados medios de información, qué les voy a contar. 

En unos casos, porque el autor está viendo la realidad a través de un cristal específico que la distorsiona. Nos pasa a todos, y a todos nos gusta leer textos distorsionados con el mismo cristal que empleamos nosotros (a los de derechas les gusta leer diarios de derechas, a los de izquierdas de izquierdas, a los católicos católicos, a los agnósticos agnósticos, etc.). No es algo malo, siempre que seamos conscientes del sesgo. 

En otros casos, la información es simplemente falsa. Por vagancia o de manera intencionada, en eso no quiero entrar ahora (incluso los ingenieros escribimos a veces informes que son falsos en tanto en cuanto manipulamos, cuando menos para decir lo que no se dice), lo importante es que lo que se dice no es cierto. Y muchas veces no nos damos cuenta.

En resumen: no se crean siempre lo que leen en internet. Y menos aún a pies juntillas.

martes, 19 de julio de 2022

Incendios forestales



Consecuencia de la ola de calor (y de la sequía previa de este invierno y primavera) han sido los incendios forestales. Muchos, muy grandes, todos a la vez. Estábamos acostumbrados a que ocurrieran en California, en Grecia también, en Portugal si me apuran. Pero no aquí.

Miles y miles de hectáreas quemadas.

Seguro que a usted eso de las hectáreas no le dice nada. Pues a eso voy, porque es muy fácil.

Una hectárea es un hectómetro cuadrado. Lo que en mi época de escolar se escribía Hm². Un cuadrado de 100 x 100 m.

Lo importante es que 100 hectáreas (100 Ha) es 1 km².

Así que hay que dividir el número de hectáreas quemadas por 100 y tendremos la superficie quemada en km². Si es usted de letras, no divida: quite 2 ceros.

Si un incendio quema 6.000 Ha, ha quemado 60 km².

A partir de ahí, hágase usted la composición que mejor le parezca. 60 km² es una franja de 60 km de largo y 1 km de ancho, ahí es nada. También es una franja de 12 km de largo por 5 de ancho, o como prefiera. 

O quédese con la copla que si un incendio quema 6.000 Ha, es muy grande.

Por supuesto, y entrando ahora en la crónica política, nuestro Amado Líder no podía dejar de visitar algunos. Ayer o anteayer, creo, estuvo en uno en Extremadura.

Fue abucheado por los lugareños.

No como el Rey, que también estuvo en algún otro cercano, y fue muy vitoreado.

El caso es que, aunque el incendio estaba a dos horas en coche de la Moncloa, Sánchez cogió el helicóptero para ir a Torrejón y allí usar el Falcon, para hacer el último tramo de nuevo en helicóptero (que había hecho el mismo camino, pero de vacío). El regreso, también en Falcon, que hay que aprovechar el tiempo que le queda. Y lo mismo para ir a León.

¿Porqué es relevante? Por el discurso que dio Sánchez. Que no le echó la culpa del incendio a sus culpables habituales, el coronavirus, la guerra de Ucrania o la oposición. No, esta vez la culpa era del cambio climático. Que "mata gente", dijo el tipo que va a los sitios en helicóptero y Falcon.

Y luego está la foto de recuerdo que distribuyó su equipo de Prensa:

La pose lo dice todo: está encantadísimo de estar ahí y de poder hacerse esa foto.

Porque los incendios, para él, son sólo eso: una excusa para volar en helicóptero y en Falcon, y la oportunidad de hacerse fotos estupendas.

Pero ey, él no tiene culpa alguna: todo es por el cambio climático.




Oak Ridge Boys - Leaving Louisiana in the broad daylight


 

Aquel verano del '87

Hace un calor espantoso. Estamos sufriendo una ola de calor que...

El cambio climático haciendo de las suyas. Y yo me acuerdo del verano de 1987. Aquel verano hizo calor más allá de lo que entonces nos parecía soportable, era el tema estrella. Como la ola que tenemos ahora, la de entonces también asolaba a toda Europa: en Atenas murieron 750 personas.

Yo lo pasé en el norte de Suecia, donde trabajaba. Allí fue noticia que el termómetro callejero de la población alcanzó los 33°, totalmente insólito. La tropa local de boy scouts estaba de campamento en Escocia, y según informaba la prensa también se estaban cociendo. En Francia. Y, por supuesto, en España, donde los que me carteaban, duros aragoneses hecho al calor de allí, me lo contaban asombrados.

Yo diría que ése fue el primer verano en el que se habló de personas muertas por el calor. Claro, cuando en una ciudad mueren en una semana 750 personas más de las habituales, los técnicos lo tienen fácil para achacar una causa a tal mortandad: ha sido por el calor extremo. La noticia saltó a los periódicos, y al año siguiente cada ola de calor (hay un par cada año, aunque no tan extremas) venía acompañada de la consiguiente relación de fallecidos. Y así al año siguiente morirían en Francia nosécuantas personas por las olas de calor, y ya para siempre.




viernes, 15 de julio de 2022

A Churruca le ha llegado su hora

https://www.youtube.com/watch?v=OGkBW3Ni4UY 

 

 

Cuando era niño, en casa teníamos dos tortugas de agua en una palangana verde; nos encantaba jugar con ellas. Sus nombres eran Nelson y Churruca. Yo era chavalín, tendría 5 años, 7 el hermano más mayor, y como eran de agua, insisto, estaba claro que esos tenían que ser sus nombres.

En el barrio de la Barceloneta hay dos calles importantes que van de mar a mar, del puerto a la playa. La del almirante Cervera, y la del almirante Aixada. La de Cervera es más importante, es la que vehicula el tráfico. A la mitad de la calle de Cervera hay una calle semipeatonal, muy ancha (parámetros de la Barceloneta, un barrio con un urbanismo muy especial), que la comunica con la plaza del mercado, la plaza principal del barrio. Esa calle está dedicada al almirante Churruca.

A Cervera ya le quitó Colau la calle, no porque fuera franquista sino porque si hubiera vivido en la época de Franco, "lo hubiera sido". Durante la pandemia del covid, de tapadillo tras el escándalo público que supuso lo de Cervera, le cambió el nombre a la del almirante Aixada, siendo ahora Emilia Llorca Marín. Llorca (1948-2009) era una vecina del barrio, líder del movimiento vecinal que estaba en contra de la gentrificación del barrio. Y ahora le toca el turno a Churruca: le van a quitar la calle para dársela a Miquel Pedrola.

Del almirante Churruca, uno de nuestros mejores marinos y nombrado almirante a título póstumo tras su muerte en la batalla de Trafalgar, no hace falta decir mucho: cualquier español de bien debería conocerlo. En la otra esquina, Pedrola: nacido el 22 de junio de 1917 y muerto en el frente el 8 de septiembre de 1936, con 19 años y dos meses de edad. ¿Para qué le dio tan corta vida? Pues se lo pueden imaginar, para poco: ser militante del POUM. En todo lo demás, seguro que fue como cualquier españolito de a pie.

Me dirán, y es cierto, que Pedrola fue vecino del barrio, y Churruca no. Aduciré yo, en cambio, que hay vecinos del barrio que lo fueron durante más años que no tienen ni una triste placa que les recuerde como sí tiene Pedrola, y que si el mérito de Pedrola fue ser miliciano del POUM (y ya sabemos qué supuso eso aquel verano en Barcelona), con la placa de recuerdo que hasta ahora tenía ya iba bien librado.

Uno, con méritos indiscutibles para merecer calle en cualquier población de España. El otro, sin haber hecho nada digno de recuerdo en su vida y, si me apuran, habiendo tenido al final una actitud cuando menos cuestionable. ¿A quién elegirían? Aunque la pregunta correcta es a quién creen que elegirían los gobernantes que tenemos? La respuesta a esta última pregunta, me temo, la sabemos todos.

Cada ciudad puede nombrar a sus calles como le plazca, faltaría más. Pero echo de menos un poco más de altura de miras, alguien que diga que a los hombres hay que valorarlos por quienes son, no por dónde nacieron. Y si los habitantes de la Barceloneta consideran (el global de Barcelona, seguro que de esto ni se entera) que es más digno del homenaje que representa una calle un pollo de 19 años que no hizo nada en su vida antes que el almirante Churruca, es misión de los gobernantes explicarles que no, que hay más cosas en la vida que las que pasan delante de sus ojos. El habitante de la Barceloneta puede ser localista, y a fe que muchos lo son, pero el gobernante ha de ser cosmopolita.

Pero con los gobernantes que tenemos ahora, ¿qué otra cosa cabría esperar? Ya llevaba yo tiempo intrigado en porqué no estaban quitándole a Churruca su calle.

Somos un país que prefiere que sus referencias sean hombres como Miquel Pedrola antes que Cosme de Churruca. Dentro de cien años los barceloneses se preguntarán quiénes fueron esos Rubianes, Pedrola y Llorca que tienen calles tan significadas, y también cómo es que no tienen calle los almirantes Cervera, Aixada y Churruca, y se asombrarán de nuestra mezquindad.

Y el siguiente será Gravina, seguro. Cuando les digan quién fue y que tiene calle, bocacalle de la calle Pelayo. Hasta ahora se ha salvado porque la calle se llama "Gravina", no "Almirante Gravina" (porque formalmente no fue almirante, sino capitán general de la Armada), pero el día menos pensado algún sedicioso lo descubre y...

En fin, hace muchos años de cuando teníamos aquellas tortugas. Otros tiempos, en los que hasta los más pequeños conocían y respetaban el nombre de los héroes. 

 

 

Neil Young - Star of Bethelehem 

lunes, 11 de julio de 2022

El verano que leeré a Cicerón

https://www.youtube.com/watch?v=V0O0nzkESTI 

 

 

Este verano pienso leer a Cicerón. El relato de la conjuración de Catilina. Lo cierto es que leí el relato de la historia siendo niño (no joven: niño), pero entonces no supe apreciarlo: me quedé con la, a pesar de su iniquidad, bravura de Catilina y sus fieles, pues todos murieron con las heridas de frente. Y ahora creo que ya estoy preparado.

¿Qué clase de infancia tuve, se preguntarán ustedes? ¡Leer a Cicerón de niño y presumir de ello! No, no fue así en realidad.

En primer lugar, he de decir que tuve una infancia feliz. Ocurre, sin embargo (o como causa, no sé) que en aquella época los niños teníamos mucho tiempo libre. La oferta televisiva era reducida, y lo habitual es que un niño viera un único programa al día; los fines de semana más, porque había televisión por la mañana y por la tarde echaban una película; también habría dibujos animados después de comer, y en general las tardes de los sábados y domingos era de programación infantil. Pero en general la televisión no era el entretenimiento habitual de los niños. Piénsese que no habiendo grabadores de vídeo, o gustaba lo que ponían entonces o nada. Tampoco lo era la radio: había muy pocas emisoras, con una programación nada atractiva para los chavales (no para mi abuela: imposible perderse el serial de la tarde de Radio Nacional). Y no sólo había pocas emisoras: había pocos receptores. Radios, en una casa, acostumbraba a haber una. Y no era para que jugaran los niños.

Oír música, por descontado, tampoco: las casas que tenían tocadiscos lo tenían en el salón, y de nuevo: no era para los niños.

Y como no había maquinitas de videojuegos, las opciones reales de entretenimiento eran dos: jugar o leer. Ir al cine no era habitual, al circo realmente excepcional.

La verdad es que los días eran muy largos, así que había tiempo para todo: para ver un poco la televisión, para jugar y para leer. Y yo leí mucho.

El segundo dato es que los niños lectores leen mucho y acaban devorando todo lo que cae en sus manos. Entre el verano de los seis años y el de los 7 cayó la colección de Los Cinco; a los ocho Los tres investigadores y los Hollister; a los 9 las novelas de detectives (Jan), y a los 10 empecé con las novelas de Salgari, pero de Salgari creo que hablaré otro día. Hace poco he leído un artículo de prensa en el que el periodista opina (por su experiencia) que si los niños aprenden a leer muy pequeños (digamos 3 ó 4 años), y leen las cosas infantiles cuando son infantes, luego avanzan mucho más en sus lecturas que cuando los niños empiezan a juntar palabras con 5 y con 6 justo les llega para leer textos básicos. Bien, el mío fue un caso de los primeros, precoz para los parámetros actuales pero frecuente en mi tiempo. Ya ven, fui fruto de esa educación de la que tantas pestes echan los pedagogos actuales, y ellos sí que saben; lo digo, para que entiendan que no fui yo, es que me educaron así.

Y que antes leíamos más de niños lo aportaré con 3 datos:

- El primero: leía las novelas de Jan porque aquel curso le regalé por su cumpleaños a un compañero de clase un lote de novelas de Jan. O quizá ya había leído algunas para entonces, da igual. Lo importante es que con 9 años, a un compañero en su fiesta de cumpleaños le regalé libros de detectives. Ese compañero era un zote estudiando y un as del fútbol en el patio. Y también leía.

- El segundo: leía las novelas de Salgari porque un compañero de clase con el que compartía trayecto de autobús las leía, y aprovechábamos esos trayectos para leerlas juntos. Ese compañero se defendía en clase, y no era bueno al fútbol en el patio. Con 10 años, leía novelas de Salgari como un poseso, y era porque igual que yo ya había agotado los pasos previos.

- El tercero: los de mi edad, cuando hablamos del tema, nos encontramos en que casi todos leímos esas novelas u otras del estilo, sean Las aventuras de Guillermo, Los siete secretos,... Aunque, he de confesarles, esto suele guardarse en secreto, sólo para los momentos en los que sabemos que todos los presentes estamos en el ajo; para todos los demás, leíamos El capitán Trueno, El jabato, Roberto Alcázar y Pedrín, y demás tebeos: ni bajo tortura confesaremos que leíamos libros infantiles. 

En fin. Probablemente no lea a Cicerón tampoco este verano (la verdad: escribí este artículo al inicio del verano del año pasado, y ya ven). Pero mi conclusión esta vez es que la afición a la lectura se ha de cultivar desde muy pequeñito, no vale querer que se aficionen ya creciditos. No hay que quejarse que los adolescentes no lean (no digo ya los jóvenes), si a los seis ya no eran ávidos lectores. Que no son los chavales de 12 años los que han de devorar las historias de Mortadelo y Filemón, sino los niños de 6 y de 7. Corren el riesgo de que les salgan como yo, pero aun así les aconsejo intentarlo.

 

 

 

P.S.: me explica mi hermano que Cicerón es el autor de las Catilinarias ("¿Hasta cuando, Catilina, abusarás de nuestra paciencia...?"), pero que la historia de la conjuración la escribió Salustio. Que Cicerón es infumable, pero que Salustio es muy ameno y entra solo. Anotado queda. Yo tenía más a Salustio por la guerra de Yugurta, pero visto que sí, y que además él estaba allí (una garantía), cambio mi declaración: Salustio.

 

 

 

Little big town - Pontoon 

sábado, 9 de julio de 2022

Fuentes de electricidad

https://www.youtube.com/watch?v=g2dgt-IhgDc 

 

 

Imagine que tiene usted una casa. En el campo. Pero no está conectada a la red eléctrica: debe usted procurarse la electricidad por sus propios medios.

Supongamos que primera opción es la fotovoltaica: inagotable y gratuita. Y se pone paneles solares cubriendo todo el tejado. Con sus necesidades resueltas, se marcha a la ciudad a trabajar y al terminar su jornada regresa a su nueva casa. ¡Ah, pero por la noche no hay sol! Y si no hay sol, no hay electricidad fotovoltaica. Ese día usted se va a la cama sin cenar y a oscuras: tampoco puede encender la luz.

Al día siguiente, escarmentado, decide montar un molino de viento en su jardín. También es energía gratuita e inagotable. Casualmente el día que quiere montar el molino está nublado, así que las placas siguen sin darle electricidad para hacer los taladros en el suelo que pide el fabricante, así que se espera otro día. Uno que ya no esté nublado.

Por fin aparece un día soleado e inicia el montaje. Pero a media mañana empiezan a aparecer nubes, con lo que la potencia de su placa empieza a flaquear más que una escopeta de feria. Eso, por no destacar que la potencia que le vendieron con el panel sólo es en las condiciones óptimas de sol en verano; como ahora es invierno, su placa nunca le dará más del 25% de esa potencia. 

Ciscándose en todo, termina de instalar su molino: por fin cenará caliente y viendo lo que se come. O no, porque ese día no hace viento. Y tampoco el siguiente, ni el siguiente.

Cuando por fin sopla el aire lo suficiente, recibe una llamada. Es su vecino, que también se ha puesto un molino de viento. Y el suyo le hace sombra. ¿Sombra? Sí, sombra. El viento, después de pasar su molino, disminuye su velocidad, y su vecino no obtiene la energía que necesita. ¡Ah, ahora entiende porqué el molino de usted no alcanza la potencia que le vendieron: tiene usted otro vecino, éste viento arriba, y el molino de su vecino le hace sombra al de usted! Usted, claro, podría poner el molino en la parte de atrás, pero... es que allí no sopla el viento. Y es que casi todos los sitios buenos están ya cogidos. Total, que llegan a un acuerdo los tres: repartirse a partes iguales la electricidad que obtienen en conjunto. Un poco triste, porque en vez de la potencia de 3 molinos que han instalado están obteniendo en total sólo la de 1,8 molinos, y eso los días que hace viento, días que acaba de descubrir que no son tantos en realidad.

Está claro que necesita otra fuente de energía, una que sea más confiable que el sol y el viento. ¿Qué tal la hidroeléctrica? Le han hablado muy bien de ella.

Desafortunadamente, usted no vive en los Pirineos, y el río cercano es casi horizontal, ahí no puede montar ningún salto. Empieza a buscar posibles sitios a 200 km de distancia, asume que deberá expropiar algún valle para inundarlo, echar a sus habitantes, construir una presa faraónica y montar una red de transporte con sus correspondientes mermas desde la presa hasta su casa, pero... no encuentra ningún valle que le valga: todos los ríos están aprovechados al máximo.

Como usted es un tipo con suerte, acaba de morirse un tío de una de las cooperativas que explotan los saltos de un río y aceptan que ocupe usted su lugar: accede así a la electricidad que le correspondía al finado.

O accederá, porque es otoño y los pantanos están secos, todo el agua que queda está reservada para otros usos. Hasta que no llegue el deshielo, la central estará parada. De todas maneras, la energía hidroeléctrica que iba a obtener no cubría apenas sus necesidades, así que necesita una fuente adicional.

¿Carbón? Bajo su jardín hay, pero parece ser que es de mala calidad para los elevados estándares europeos, y además está muy mal visto. También tiene uranio, pero si se construye una central nuclear los vecinos van a protestar. Lo mismo si monta una incineradora, aunque tenga basura a capazos. Pero como llegados a este punto le da igual, se monta una pequeña mininuclear en el sótano, algo nada escandaloso, que nadie se entere. Su minicentral va de fábula, pero tiene un pequeño problema: no puede estar encendiendo y apagándola cada dos por tres, si hace sol, si no hay nubes, si sopla o no viento. Y no puede porque el arranque es lento, le cuesta casi un día empezar a generar electricidad. Así que decide que la nuclear será su fuente base, y que lo que hará será complementarla con la solar (cuando sea de día, no esté nublado y si no se pone ninguna nube encima), la eólica (los ratos que sople el viento) e hídrica, cuando sea la temporada. Pero aún necesita más, así que sólo le quedan dos opciones:

La primera es conchabarse con sus vecinos, y comprarles a ellos la electricidad que les sobre cuando a usted le falte, y viceversa. Pero claro, cuando a usted se le hace de noche a sus vecinos también, y aunque le cueste creerlo, cuando en su jardín no sopla el aire en el de sus vecinos casi que tampoco. En cuanto a la hidroeléctrica, sí hay un vecino lejano que está enganchado a un valle que no está seco en otoño sino en primavera, pero es noruego y le queda un poco lejos, aparte que lo que le sobra apenas da para todo el vecindario. Y empieza a olerse que es un negocio de la cabras, porque no todos tienen una nuclear en el sótano. Así que opta por la segunda opción:

Ha de montar una central de ciclo combinado. Que queme gas. Y no sólo eso: ha de ser su fuente principal, porque la nuclear es mini y da para lo que da y además alguien ha largado y le exigen que se la quite en cinco años, la fotovoltaica le da luz cuando menos la necesita, con la pasta que le costó y lo que le cansa tener que estar limpiándola cada semana por si acaso sale el sol, y la eólica va cuando quiere y, eso sí, da mucho menos de lo que ha instalado. 

Pero claro. Todos los vecinos son como usted y todos quieren gas. Y el gas está carísimo porque... eso es historia para otra ocasión.

Llegados a este punto, el del gas está cabreadísimo con usted por culparle de todos sus males. Y porque, como las renovables son lo que son, ha tenido que montarle una central de tres pares de narices que sin embargo apenas usa al 30% porque cada vez que sale el sol o sopla el aire la quiere parar. Y es fundamental que funcione la central de gas porque sin ellas la fotovoltaica y la eólica no serían funcionalmente viables, pero ¡ey! no la quiero en mi jardín. 

¿La gran paradoja? Que, al final, entre paneles solares, molinos de viento, saltos hidroeléctricos, nucleares y centrales de ciclo combinado usted tiene capacidad para producir 3 veces la electricidad que necesita. Y cuando hay sol, sopla el aire y los pantanos están llenos genera mucha más electricidad de la que va a gastar, lo que le provoca sobrecargas en el sistema y averías: tiene que pararlas, desenchufar los paneles, apagar los molinos, bombear el agua al pantano otra vez,... Porque no puede guardar la electricidad para las frías noches sin viento.

Quizás en el futuro, cuando se domine la energía de hidrógeno: empleará la electricidad que le sobre cuando le sobre para cargar pilas de hidrógeno y gastará esas pilas cuando de verdad las necesite. Entonces sí, dicen, le cuadrará todo. Pero eso, de momento, es sólo un sueño.

Mientras tanto, mi consejo es que se replantee su estilo de vida: intente necesitar menos electricidad, si puede. Por si acaso las soluciones no llegan a tiempo y se las replantean por usted.

 

 

Gloria Estefan - Hoy (versión de María Esther Molina)

viernes, 8 de julio de 2022

Un bolígrafo de calidad

El otro día, vaciando cajones, encontré un puñado de bolígrafos de publicidad y de cortesía de hoteles que a saber cuántos años llevaban ahí olvidados. Los puse en el bote de lápices del salón, y hoy he tenido necesidad.

Como era de esperar, la tinta estaba seca y los bolígrafos ya no funcionaban, así que los tiré. Boligrafos de publicidad, y viejos como la manzana, era de esperar. 

Pero uno aún escribía. Y de maravilla, a pesar de que era de tinta negra (la tinta negra acostumbra a secarse antes que la azul). 

Ese bolígrafo es de hace 27 años. Lo sé, porque es un bolígrafo de cortesía del hotel Arts de Barcelona, y recuerdo mi estancia en ese hotel: fue en 1995. 


No hace falta señalar que el hotel era, al menos entonces, un cinco estrellas de gran lujo. Y, como correspondía, todo en él era de gran calidad.

Hasta los bolígrafos de cortesía, está claro. 

miércoles, 6 de julio de 2022

Vergüenza torera

https://www.youtube.com/watch?v=z56qqu7u2BU 

 

 

La vergüenza es la autoestima en la que uno valora su propio honor, su propia dignidad. A sí mismo. La conciencia que uno tiene, la nota que uno se da a sí mismo. Las cosas, si se hacen (o no) por vergüenza, es porque uno prefiere hacerlas antes que admitir que no (o que sí) las ha hecho. O que hacerlas mal o no tan bien como uno estima que debería hacerlas, si las hiciera (cantar, bailar, hablar otro idioma o en público,...). Por el contrario, alguien sin vergüenza, al realizar ciertas cosas (o dejar de hacerlas), revela que valora en muy poco su buen nombre. Aunque también pudiera ser que esa persona no temiera al fracaso, hasta el punto de que lo que a él le daría vergüenza no es hacerlo mal, sino no intentarlo: que no se diga. Y es que a veces lo importante es la actitud.

El principal valor del español, sea consciente o no de ello, es su honor. Su fama, su buen nombre. 

Por ejemplo: no es generosidad lo que hace que invitemos en el bar, de hecho a menudo el otro es tan pudiente como nosotros, sino nuestro nombre. También invitamos en esas situaciones en las que tenemos una teórica superioridad: el padre ante los hijos, el adulto ante los jóvenes, el vecino ante los foráneos. No oso preocupéis, yo os acerco (aunque suponga madrugar un domingo y hacer 400 km entre ida y vuelta). O, como me dijo mi padre en cierta ocasión en la que yo ya era independiente y quise pagar la comida: donde hay patrón no manda marinero (y hasta que mi padre no fue un anciano pensionista no dejó que yo pagara). 

También la colaboración de todos: a menudo colaboramos para que no se diga de nosotros que no lo hacemos. Aportamos, por lo mismo. Ofrecemos, por lo mismo. Cumplimos con nuestro deber, y hacemos lo que se espera de nosotros; pero no porque tengamos imbuida en nuestro espíritu la importancia del deber por el deber, como si fuéramos alemanes, sino porque nuestra fama sufriría un menoscabo definitivo si no lo hiciéramos. "Sí, muy valiente de boquilla, pero cuando llegó el momento...". De hecho, es la Historia española la que está llena de proezas singulares, realizadas por hombres (en solitario o en batallones) que hicieron mucho más de lo que se les exigía, de lo que se esperaba: el que defiende Filipinas hasta la muerte no lo hace porque crea en la dependencia de Filipinas, sino porque se le ha pedido que la defienda y nadie ha de poder decirle nunca que no hizo lo suficiente. Y también: despreciamos y vilipendiamos a nuestros deportistas, si no ganan.

Si lo pensamos bien, es uno de nuestros motores principales. Y aún más: valoramos muy mal al que no se comporta así.

Y les diré una cosa: me parece muy bien. Así hemos de actuar: hemos de vivir de manera que seamos irreprochables. Que no se nos pueda decir (que no podamos decirnos a nosotros mismos) que no hicimos lo correcto. Que nadie pueda nunca decir una palabra mala de nosotros.

Vamos con los toreros.

En este país hay dos bandos: los que creen que el torero no se arrima y los que opinan que qué barbaridad, el asesino torturando hasta la muerte al inocente animal. Desde el albero, en cambio, las cosas se ven diferentes. Muy diferentes. Y con razón. Lo que sabe el torero es que por esa puerta va a salir un morlaco que puede matarle sin esfuerzo, y sólo su habilidad le salvará. Casi seguro que le ha pasado antes, que no ha sido suficientemente bueno, y las cicatrices que tiene por todo el cuerpo se lo recuerdan. ¿Por qué está ahí, delante del portón, esperando? ¿Por qué no echa a correr al burladero, suelta los trastos y que toree la madre del señor ése del tendido 18 que grita que no se arrima?

Pues porque... precisamente. ¿Qué dirían todos si lo hiciera? No, el torero dijo que torearía el toro y no puede retractarse. Está en juego su nombre. Así que hace de tripas corazón y, como dice el dicho, valor y al toro.

Y torea. Por vergüenza torera.

Por eso los toreros son unos héroes entre nosotros (aunque sé y me entristece que el odio a lo español que nos domina porque el otro lo es y ante todo nosotros odiamos al otro está eliminando de nuestra cultura - nuestra visión del mundo - las referencias taurinas). Porque a nosotros puede que nos dé vergüenza bailar o hablar en público y no venzamos nuestro miedo a hacerlo mal, pero el torero vence su miedo a morir.



Emmylou Harris - Red dirt girl

martes, 5 de julio de 2022

Un detalle sobre la organización de la Administración

Reconozco que no me había fijado hasta ahora, pero consultando el Código Estructural me he dado cuenta de un detalle que... en fin.

El Código Estructural se aprobó mediante un Real Decreto (RD 470/2021) del ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática. Siendo ministra, a la sazón, la simpar Carmen Calvo (sí, la que argumentó que el dinero público no era de nadie y que lo que dijera Pedro Sánchez antes de ser presidente no tiene ninguna importancia porque ahora es presidente y por lo tanto otra persona).


 

Se me escapa por qué la norma que regula cómo calcular y ejecutar las estructuras de acero y de hormigón la dicta ese ministerio. Segun el RD lo hace a propuesta del Ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana (desconozco su nombre y la mera existencia de ese ministerio, aunque sospechaba que sí existía un ministerio de Transportes) y de la Ministra de Industria, Comercio y Turismo (este ministerio si daba por hecho que existía, aunque también desconozco qué pájaro lo rige y cualquier cosa que hubiera hecho). También se me escapa qué interés específico tiene el ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana en las estructuras; a la de Industria sí que se lo puedo imaginar, si no a la ministra en sí al menos a sus funcionarios.

Antes, las normas provenían del ministerio del ramo. Solía ser una garantía de que habían intervenido las personas adecuadas. Esta norma es cosa de los que se encargan de las relaciones con las Cortes, el gabinete particular de don Sánchez y la memoria democrática. Sí que explica ciertas cosas, sí. 

domingo, 3 de julio de 2022

Armadura mínima de una viga (y de una losa) en el Código Estructural

El eurocódigo lo recogía, pero la norma española no. Así que puede considerarse una novedad.

El nuevo Código Estructural, en el apartado 9.2.1.1 (1) del anejo 19, en el que regula la cuantía mínima de armadura longitudinal de tracción de una viga, incluye esta frase:

De forma alternativa, y en el caso de elementos secundarios en los que sea admisible un cierto riesgo de rotura frágil, As,min se podrá tomar igual a 1,2 veces el área necesaria en la comprobación en Estado Límite Último.

Las losas se rigen por el apartado 9.3.1.1, pero ese apartado también recoge esta filosofía. 

La frase tiene todo el sentido del mundo y la aplaudo, pero es un coladero que dará tardes de gloria a todos los que la sepan. Lo que también aplaudo. Como mínimo, por saberse la norma. Por tener interés en saber qué dice. Los calculistas que se leen la norma e intentan entenderla para saber qué es lo que están haciendo merecen no sólo aplauso, sino ovación y vuelta al ruedo.

La idea base es que si uno tiene un elemento absolutamente secundario, no importante ni vital, que puede admitirse que si se rompiera fuera de golpe (rotura frágil), y por cálculo le sale que le basta con una armadura que es menos que la que la norma establece como mínima, entonces es suficiente con que ponga 1,2 veces la que le sale del cálculo.

En lo primero que he pensado: en las vigas riostras de cimentación. Sobre todo en las de una nave porticada. A menudo se ponen las riostras atando las zapatas y sirviendo de base para la parte inferior de las paredes. Esos elementos, en sí, apenas tienen esfuerzos: están apoyadas en el terreno. Pero como se suelen dimensionar generosas (qué menos que 40x40 cm, y es fácil que lleguen a 60 cm o más), la cuantía mínima es importante. Como además nunca se sabe cuál es la cara traccionada, se acostumbra a poner la misma armadura en las 4 caras, y es una armadura considerable para una viga que apenas trabaja. Acogiéndonos a la nueva frase, podemos poner casi la que queramos.

Pero vayamos un paso más allá: "elementos secundarios". ¿Qué es un elemento secundario? Es la pregunta que uno se haría; pero hagámosla al revés: un elemento que apenas tiene que resistir esfuerzos y que está muy sobredimensionado para ello, ¿no es acaso un elemento secundario? Si no tiene que recibir esfuerzos dignos, es que no es un elemento principal de la estructura, ¿no? Y si uno sobredimensiona un elemento porque quiere que no deforme, o por razones geométricas o arquitectónicas, y como resultado la armadura que necesita es muy superior a la mínima, ¿no es lo mismo que uno secundario? ¿Qué más da que su rotura fuera frágil si pone más armadura de la que necesitaría para no romperse? Y si un 20% más de la necesaria para resistir 1,5 veces las cargas que pueden llegar le parece a uno poco y decide poner el doble, y aun así está por debajo de la cuantía mínima, ¿qué problema hay?

¿Y no es éste acaso un criterio más eco-sostenible que no aplicarlo? 

El paso siguiente será aplicarlo en los elementos principales, principalísimos incluso, pensemos en vigas y en losas: donde no hay un esfuerzo de tracción importante, el criterio de la frase. Aunque ese mismo elemento sí tenga zonas que haya que armar de verdad. ¿Por qué no?

Me pregunto si esta frase hará fortuna. 

 

viernes, 1 de julio de 2022

Hasta dónde llega la responsabilidad del ingeniero

https://www.youtube.com/watch?v=AbfgxznPmZM 

 

 

Tengo un cliente que no quiere pagarme.

Entiéndase, si le genero una factura me la paga. Lo que quiere es pagarme lo menos posible. Como todos, claro. Pero éste me lo dice a la cara, y su estrategia es que le trabaje lo menos posible. Hace años llegamos a un acuerdo de que le trabajaría por administración, a tanto la hora. Tras cada cálculo o servicio de asesoría, le pasaría mi minuta con el montante de horas empleadas y el precio que fijamos por mi hora. A mí me va bien, porque me ahorro ofertar cada vez (y discutir cada vez mi minuta), y además el precio por hora que pactamos es muy bueno. Y a él le va bien, porque le trabajo rápido y bien. De hecho, repite bastante, así que doy por sentado que le va bien; ya me cambió una o dos veces, hace años, por otras ingenierías, así que debe de estar contento.

Lo que pasa es que la cosa ha degenerado y su obsesión es que emplee el menos tiempo posible en resolverle las cosas. Por ejemplo, hace años que no le entrego algo acompañado de una memoria escrita. Fuera el tiempo de escribir memorias. Luego, su objetivo fueron los planos. Los menos posibles, lo más sencillos posibles. Y si vale con un croquis a mano mejor que un plano, venga el croquis. En cierta ocasión, recuerdo, me envió un correo electrónico con una fotografía adjunta y un "llámame y te cuento". Le llamé y me explicó el problema que reflejaba la fotografía, en la misma fotografía croquicé con rotuladores la solución, la escaneé y se la envié. Dos semanas después le envié la minuta, y fin de esta historia. Ni planos, ni nada. Como he dicho, a mí el precio por hora me va muy bien, y es posible que si hubiera empleado más tiempo en resolver el asunto (haciendo planos) él habría encontrado excesiva la minuta de la ingeniería invertida en ese problema.

El proyecto en el que le estoy trabajando últimamente es una demolición en un edificio de viviendas: demolemos la planta 2ª en su totalidad, y así la planta 1ª queda con doble altura, a mí que me registren.

El dato de partida es que acometió el proyecto a la brava; es decir, sin mí. Con un arquitecto, y adelante. Cuando llega el momento de demoler la estructura de la planta 2ª, les entra el temor: las fachadas se están aguantando en esa planta 2ª, los pilares interiores quedarían con doble altura y podrían pandear, esas cosas. Y entonces me llaman: esto estamos haciendo, esto nos encontramos, cómo seguimos. Todo, por supuesto, a golpe de llamada telefónica, respóndeme ya. Yo tengo mi autoestima, y todas las veces le digo que tranquilo, que lo pensaré y que ya le responderé. Y me tomo mi tiempo; no para resolver las dudas que me plantea él por teléfono, sino para entender la actuación en su conjunto. Así, le voy proyectando cosas que él ni se ha planteado, pero que son importantes; y, desde luego, ni caso de las soluciones que él me propone a sus problemas y que quiere que le confirme. Cada problema lo analizo como lo analizaría un ingeniero especializado en el tema, no como un gestor que llega allí y ve algo: tenemos ojos distintos y enfoques distintos. Luego, eso sí, nada de planos, que ya veo el percal: unos croquis con rotuladores, fotografía de móvil y whatsapp o escaneado y correo electrónico. Dibujos sencillos. No es lo que me gusta pero en esta actuación en concreto es lo que toca.

Hasta que el cliente dijo basta. Literalmente: "¡Basta! ¡No calcules nada más!". Que ya se apañaba él a partir de ese momento.

Y ése es el punto: ¿puedo desentenderme de lo que haga (o deje de hacer) a partir de ese momento? Si aquello se cae y el juez le pregunta si no contó con un especialista que le asesorase, acto seguido me preguntaría a mí que porqué no le advertí del peligro que corría.

En concreto, el corte vino cuando le iba a explicar lo que tenía que hacer en las otras plantas ante el cambio de situación (porque pasaban ciertas cosas). Mis recomendaciones, si las ejecutaba, iban a mejorar el comportamiento del edificio y el nivel de seguridad. Pero ejecutarlas costarían dinero, y él no tenía ese dinero. Como él pensaba que la seguridad ya era suficiente (ahí discrepamos, pero...), no quería ni asumir el coste de la ingeniería adicional.

En mi opinión, el ingeniero no puede desentenderse del todo. Porque hay un pacto implícito: si el cliente estuviera cometiendo una burrada muy gorda, el ingeniero ha de avisarle aunque no se le haya pedido consejo. Es lo mismo que si en un ascensor un pasajero me pide mi consejo u opinión como ingeniero y yo se la doy: tengo responsabilidad. Si le digo que puede meter los dedos en el enchufe sin problema, que lo del calambrazo es un bulo, y él me hace caso porque yo soy ingeniero, soy responsable. Y si veo que él va a meter los dedos en el enchufe, he de avisarle aunque simplemente esté en su casa como vecino tomando un café. Es lo mismo que si comentara que está mezclando dos medicamentos que son incompatibles (esto no lo dice porque no lo sabe). Yo, ingeniero, tampoco lo sé y no tengo obligación de avisarle. Pero si hay presente un farmacéutico o un médico con conocimiento, sí debe, tiene responsabilidad civil.

Así que hice lo que creí que debía hacer: analicé cómo quedaba todo a partir de ese momento, y le escribí un escueto correo a mi cliente explicándole porqué creía que era mejor que me dejara actuar en las otras plantas y que sin embargo sí reconocía que, sin esas actuaciones, aquello me parecía que no se iba a caer aunque no sabría decirle el nivel de seguridad que tendría. ¿Por qué lo hice? Pues porque me pareció que quedaba claro (y escrito) que a partir de ese momento yo dejaba de intervenir. Si pasa algo, podré demostrar que sólo me consultó para un tema puntual y de manera no presencial, que me mantuvo ajeno a la globalidad de la actuación y que conscientemente decidió prescindir de mi asesoramiento y seguir según su criterio.


Y sin rencor: hoy me ha llamado por otro asunto.

 

 

The Chicks - Travelin' soldier