miércoles, 16 de junio de 2021

Y yo sin saberlo

 https://www.youtube.com/watch?v=QfnnmtoRJbI

 

 

La Real Academia Española, en su Nueva Gramática, lo explica clarísimo:

1.12m En la lingüística moderna, así como en la lógica, se suelen clasificar los predicados por el número de argumentos que exigen. El número de argumentos de un predicado se denomina VALENCIA, tomando prestado un término de la química que hace referencia a la capacidad combinatoria de cada elemento del sistema periódico. Según sus posibilidades combinatorias, los verbos se clasificaban en la tradición gramatical en transitivos, intransitivos, impersonales, etc. En la actualidad se entiende que estas clasificaciones son consecuencia de la valencia de los verbos, que se suelen agrupar en avalentes, monovalentes, bivalentes y trivalentes. Los verbos AVALENTES son verbos sin argumentos, como los que designan fenómenos meteorológicos (amanecer, clarear, llover, nevar), aunque algunos de ellos se convierten con cierta facilidad en MONOVALENTES (Los campos amanecieron nevados), como se explica en los §41.5k-n. Así pues, los predicados monovalentes son los que tienen un solo argumento, por lo que en lógica y en semántica se suelen llamar PREDICADOS DE UN LUGAR. Pueden ser verbales (dormir), adjetivales (abrupto) o nominales (valor). Se subrayan sus argumentos únicos, junto con sus marcas preposicionales cuando las requieren, en El niño duerme; Esta carretera es muy abrupta; El valor de la amistad
La cosa continúa, pero para lo que quiero exponer es suficiente.

Yo esto no lo sabía. Y dudo que lo supiera mi padre, el padre de mi padre o el padre del padre de mi padre. Y puede que yo hable como Tarzán en las películas (que no en las novelas), pero puedo asegurar que mi padre, mi abuelo y mi bisabuelo no (cabe explicar aquí que mi bisabuelo era el amigo de Ramón y Cajal, en tanto que boticario del pueblo el primero y el médico el segundo). 

Quiero decir, este tipo de conocimiento no es necesario para hablar con corrección y un léxico variado. Entonces ¿a santo de qué? Puedo entender que la Física o la Química avancen en sus postulados: ¡hay tanto que no sabemos! Saber que el momento angular se conserva siempre o que un ácido más un alcohol producen un ester más agua significa saber más Física y más Química. Pero saber que amanecer es un verbo avalente pero que también puede ser monovalente como por ejemplo en la frase antes citada no es saber más lenguaje. Es un conocimiento inútil, pues usted y yo hemos empleado el verbo amanecer correctamente como avalente y monovalente y ni lo sabíamos.

De hecho creo que a partir de los 12 años no aprendemos más lenguaje. Aumentamos nuestro léxico, claro que sí, algunas normas extrañas como la conjugación del verbo abolir y algunas reglas ortográficas que en realidad sabíamos. Pero el lenguaje lo tenemos ya desarrollado, y sabemos decir y entender la expresión los campos amanecieron nevados sin saber tanta gramática.

En mi opinión, en esto la RAE ha revelado tener caraduras vendehumos que se dedican a complicar el idioma inventando conceptos innecesarios para parecer que hay mucho que aprender y que sólo ellos dominan los arcanos necesarios; es imprescindible que los contratemos como profesores y les demos muchas horas para que sean importantes.

A hablar se aprende hablando, leyendo, debatiendo, razonando, escribiendo redacciones. Viendo películas o representaciones en las que los diálogos son importantes, programas de televisión donde se hable correctamente y se traten conceptos complejos. No se aprende estudiando qué son y cuáles los verbos avalentes.

Pero claro, si les decimos que son unos vendehumos responderán que somos unos necios. Y los necios que les han comprado el humo les creerán.

 

 

Canto de los tiradores del Volga

 


2 comentarios:

  1. Tengo entendido que esta es la orientación ahora de la asignatura de Lengua Española.
    Bamos daos.

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    1. Los burócratas generan burocracia porque así son necesarios; nunca la simplifican. Con los profesores de Lengua ocurre lo mismo. Lo malo es que esto es así desde hace muchos años. Aunque me pregunto cuántos de ellos opinarían que sus alumnos deberían tener más lecturas y redacciones y menos teoría lingüística. Y sin embargo.

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