lunes, 14 de junio de 2021

Funcionarios

 https://www.youtube.com/watch?v=i0BphygMFlM

 

 

Leo un artículo de opinión sobre si las famosas ventajas de los funcionarios son tales; y concluye que no. Ya que, explica, mantener el empleo de por vida es necesario para que sus jefes no puedan presionarles, y además y sobre todo, es algo que se han ganado por las duras oposiciones que han tenido que superar.

Mi problema con los funcionarios no es ése. Mi problema es que abundan los funcionarios que, amparados en el privilegio de que no los puedan despedir, tienen comportamientos que resultan inadmisibles en la empresa privada o en el ejercicio libre. Absentismo y bajo rendimiento. Como no los pueden echar, no cumplen su horario laboral. Que no sé si lo cumplen legalmente, pero desde luego no éticamente.

La mayoría tiene un horario de 8 a 3. Como los bancos. Pero el personal de los bancos, a las 7:45 ya está en la puerta de la oficina y entra. A las 8:00 están ya trabajando. Y lo están hasta las 3, y a menudo más allá si las necesidades del servicio lo requieren. Los funcionarios a los que me refiero, qué más querríamos.

Y luego está el desempeño interior. Los de los bancos trabajan de 8 a 3, con una pausa para un café cuando pueden. Cuando están, trabajan firme; puede parecer, desde la cola que tenemos que hacer, que van con toda la pachorra, pero desde la perspectiva del empleado que está sentado en la mesa no tiene un momento de respiro.

Y comparo con los bancos porque son grandes corporaciones con miles de trabajadores y en el que estos desempeñan trabajos parecidos: gestionan asuntos y papeles. Si comparamos con los administrativos de empresas privadas, la cosa es aún peor porque el absentismo es aún menor; un jeta puede sobrevivir un tiempo en un banco según su habilidad para escurrir el bulto, pero en una empresa privada se le caza rápido.

El funcionariado debe tener unos privilegios, sí, pero a cambio el funcionario debe comportarse con ética laboral. Y esa ética laboral se resume en que debe tener el rendimiento que tiene un trabajador privado. Si se pudiera articular un ente completamente imparcial, sin intereses, que tuviera potestad para despedir al funcionario que no tuviera un rendimiento laboral aceptable estoy seguro de que otro gallo cantaría. Y el país lo agradecería.

En realidad, la dureza de las oposiciones no revela sino el interés de los opositores en conseguir el puesto de funcionario, y ese interés no viene por el sueldo exorbitante, sino por la seguridad de  no perder el trabajo se haga lo que se haga.

 

 

Toda esta reflexión me viene a cuento de una idea que me surgió tomando el café de la mañana: mis hijos han estudiado en escuelas concertadas y en institutos públicos. Y algo que en la escuela concertada fue realmente anecdótico se convirtió en habitual en la pública: "hoy la profesora de mates no ha venido". 

 

 

Manuel Saumell - La suavecita (contradanza) 

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