Este año, este verano, tenemos en toda su crudeza el tema de los refugiados: ya no hablamos de un cayuco con 20 personas, sino de cuato millones de árabes intentando entrar con todo.
Hace unos años, un taxista tunecino se inmoló en protesta por las restricciones que le ponían para ganarse la vida. Aquello evolucionó a la primavera árabe, que en Europa vimos con gran simpatía: por fin los musulmanes evolucionaban hacia las demócratas sociedades europeas. Muchos, muchos muertos después, no sé decir si Túnez está mejor que antes; Egipto, yo diria que no, y Libia... bueno, que cada cual saque sus propias conclusiones sobre Libia. Y luego está el caso de Siria. Allí había, como en todas partes, un gobierno poco democrático: un partido, más o menos socialista, que acaparaba y gestionaba el poder como una dinastía. La revuelta fracasó (de lo contrario sería una revolución), pero con la ayuda de Europa y los EE.UU. fue suficiente para debilitar sobremanera al gobierno. Cuando ambos bandos se quedaron sin fuerzas, el Estado Islámico (EI) irrumpió y se hizo amo y señor de gran parte del territorio.
EL EI, de hecho, provenía de Irak. En Irak, todos lo sabemos, tenía el poder el mismo partido que en Siria, y de seguro que sus intenciones de gestión eran las mismas. Es importante resaltar que tanto en Irak como en Siria habia un importante nivel de tolerancia: había musulmanes suníes y chiíes, kurdos y también cristianos de muchas variantes: católicos, ortodoxos, armenios, maronitas, etc. Tarek Aziz, por ejemplo, era un altísimo cargo del gobierno iraquí y era cristiano. Pues bien, en 1979 Jomeini se hace con el poder en Irán (deponiendo, con la ayuda de Francia, a otro "poco democrático" gobernante, el sha Palevi), y convierte a Irán en fanática república islámica. Hussein huele el peligro y estalla la guerra irano-iraquí (técnicamente, por la posesión de pozos petrolíferos). La guerra dura 8 años y agota a ambos países, hasta que Irak arroja la toalla. Nadie ha ganado nada, pero la revolución islámica se ha parado ahí; algo es algo. Un par de años después, Hussein comete el error de invadir Kuwait, y eso los EE.UU. sí que no lo toleran. Primera Guerra del Desierto, tras la cual se permite seguir a Hussein, pues no en vano sirve de tapón de Irán. Pero se hace antipatiquito (Hussein, por su parte, no colabora mucho). El fanatismo islámico se va extendiendo, y los de Bin Laden se cargan las Torres Gemelas. Bush, relativamente nuevo en aquel momento, creo yo que no maneja bien la situación y responde arrasando Afganistán primero e Irak después. El resultado lo vemos todos: ambos países volvieron al Neolítico y nos está costando un Potosí reparar lo roto. Y, sobre todo, el tapón iraquí se rompió. ¿Contábamos con eso? Más aún, ¿valorábamos en su justa medida lo que suponía?
Lo cierto es que reventado el status quo iraquí, lo que tenemos es el EI.
Son cuatro los jinetes, y todos huimos de ellos. De la muerte es difícil escapar y no diría que nos interese. Pero de los otros se puede. De la guerra, por ejemplo. Millones de personas están huyendo de la guerra que les supone el EI en sus territorios, y son los que están viniendo a Europa. ¿Qué hacer? Bueno, hasta ahora este caballo no nos importaba mucho a nosotros. En Ruanda, por ejemplo, hizo que millones de hutus y tutsis huyeran en masa a Zaire o a Uganda, y los de Sudán tampoco van muy lejos. Pero, claro, ahora la guerra la tenemos más cerca, hasta el punto de que los refugiados están llamando a nuestras puertas. En esta ocasión, me temo que llamarnos andana no es una opción valida. ¡Eh, un momento! Quizás podamos hacer como con los otros jinetes.
El tercer jinete es el hambre. Es de gestión difícil; aquí la respuesta occidental tiene dos formatos, pero no estamos muy seguros. El primer formato es el que podríamos llamar "modelo indio". Más o menos funciona (de hecho, tenemos pocos refugiados de la India), pero no lo dominamos: en África no funciona en absoluto, lo que nos fuerza al segundo formato, admitir a los huidos.
En cambio, en África sí ha funcionado contra el cuarto jinete, la peste. Sin remontarnos mucho, se ha vuelto a vencer al ébola, ¿no? Ha costado dinero, polémicas y críticas (con las correspondientes demagogias) y algunas muertes, pero los resultados están ahí, como dirían los reporteros deportivos de mi infancia. Y es que, como defiendo siempre, la mejor solución a un problema ataca la raíz del problema. Contra los que huyen de la epidemia, termina con la epidemia. Si huyen de la guerra, acaba con ella.
Más aún, tenemos la mejor prueba posible que el formato "acoger refugiados" no resuelve los problemas. ¿Recuerdan que un día les hablé, de pasada, de la batalla de Adrianópolis? Quiero decir, ¿les suena "la caída del Imperio Romano"? Echemos un vistazo.
Una de las fronteras del Imperio Romano era el Danubio. No era tan inestable como la frontera siria, los persas estaban mucho más evolucionados que los godos y tenían nivel para partirse el careto con los romanos, pero sí que era muchísimo más que el océano Atlántico (obvio) o el desierto del Sáhara, así que había guarniciones para mantener el limes en su sitio. No costaba mucho, los godos no eran rival para la tecnología romana, su organización y su modelo de sociedad. Pero en la segunda mitad del siglo IV en las estepas rusas aparecen los hunos. Son más fieros y están más hambrientos que los godos, que se habían ido ablandando con la estabilidad a la que les obligaron los romanos, y decidieron que querían quedarse con las tierras godas. Los godos pidieron ayuda a los romanos, pero quiso la mala suerte que el emperador romano (de Oriente) en ese momento fuera uno de los más negados de la Historia, Valente, y los romanos no ayudaron a los godos. Eran sus enemigos, los problemas de los godos no eran los suyos y a esos "hunos" de los que hablaban no los conocía nadie. Así que los godos no resistieron a los hunos y empezaron a huir y pedir refugio a los romanos. Los romanos aceptaron acoger a unos cuantos (cientos de miles, quizá millones), pero luego no supieron gestionar las diferencias culturales. La cosa se complicó, estalló un conflicto, hubo una batalla en Adrianópolis... y a partir de ahí los godos camparon a sus anchas por todo el imperio hasta que se lo cargaron, que no eran una sociedad preparada para mantenerlo.
¿Qué tenían que haber hecho los romanos? En mi opinión, en primer lugar no dejarles cruzar el Danubio. Ayudarles, sí, pero allí. Tampoco tenían que darles armas y enseñarles a combatir, eso seguro; no, tenían que haberles dicho que ellos les protegerían de los hunos. Las legiones que luego convocaron para defenderse de los godos, que cruzaran su territorio y buscaran a los hunos; les habrían dado una paliza y les habrían transmitido un mensaje claro: a nuestros godos, ni tocarlos. Y si no les hubieran apalizado, al menos habrían sido más difíciles que los godos; pienso que el mensaje "si tocas a mis godos, prepárate para pelear" también habría sido suficiente. No hicieron nada de esto, y pasó lo que pasó.
Lo que quiero decir con esto es que la UE debe entender que el problema no son los refugiados, sino el EI aunque los muertos sean de otros. Hay que ir allí y darles una somanta de palos como no se haya visto otra igual; volver a poner gobiernos que da igual que sean democráticos (tengo mis dudas de que en estos países sea mejor la democracia) con tal de que sean tolerantes y mantengan los fanatismos a raya. Y si sus policías torturan, no hay que escandalizarse: ya vemos lo que hacen los torturados cuando las tornas se cambian.
Pero, claro, lo de siempre. Los partidarios de coger los toros por los cuernos no montamos manifestaciones, mientras que los del "no a la guerra" y "acojamos a los refugiados, seamos comprensivos y tolerantes", con gobernantes como Valente, siempre tendrán la sartén por el mango. Así que ya saben lo que toca.
Tracy Chapman - Talking about revolutions
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