martes, 30 de diciembre de 2014

Lo que puede deparar el 2015



Cuando el 2014 ya está soltando sus últimas hojas, uno puede hacer dos cosas: mirar hacia atrás, hacia el 2014, o hacia delante, el 2015. También puede hacer una tercera cosa, no mirar, o incluso mirar hacia mucho más atrás o mucho más adelante, claro, pero plantearlo así me chafaría la entrada, así que fijamos todos que en efecto sólo se pueden hacer dos cosas. Y el caso es que ahora yo lo que voy a hacer es mirar hacia delante.

¿Qué me depara el 2015?

Es posible que la mejor manera de responder a esta pregunta es intentando imaginar cómo estaré al acabar el 2015 y compararlo con cómo estoy ahora.

La primera pregunta se llama Facebook. Hoy no tengo ningún perfil en Facebook: ¿qué les parece? Quizá tenga que decir sí, yo soy ése. ¿Por qué no tengo cuenta? Pues la razón es muy sencilla: no sé para qué la quiero. La verdad, Facebook no fue la primera red social; antes estaban Second Life y MySpace, creo recordar, y no me extrañaría que también otras que no recuerdo. ¿Tuenti, quizás? No sé, no soy un experto. Y no sé cómo están estas redes de "salud", pero no me extrañaría que estuvieran casi extintas: esto de las redes sociales me parece a mí como los bares de moda, y si tu bar no aporta nada especial y la gente sólo va porque "está de moda", cuando deje de estarlo dejará de ir.

Pues bien, cuando salieron las primeras redes yo no me apunté; no le ví el atractivo para mi estilo de vida. Luego llegó Facebook, con el punto fuerte (creo) de compartir fotos. Eso podría estar bien, pero alguien me explicó que Facebook es una red social, parece ser que exige interactuación por mi parte. Que no está pensada tan solo para que yo mire fotos que hacen los demás, creo que he de aportar algo a cambio.

Y así están las cosas. Le veo una ventaja, pero de momento no es una ventaja suficiente para vencer mi natural pereza. Quizá esto sea una de las cosas que cambien en el 2015, les tendré al corriente.

De Facebook saltamos a Twitter. Por supuesto, no tengo Twitter. No sé bien cómo funciona, pero les diré mi opinión: demasiadas personas se han arrepentido demasiadas veces de decir demasiadas burradas por twitter, y los políticos, además, se justifican diciendo que "son cosas que se dicen en Twitter, no hay que darles importancia". En otras palabras: no veo mucha inteligencia campando por Twitter. Ni mucha originalidad, si me permiten decirlo así. Además, me da la impresión de que si me abro una cuenta en Twitter (repito que no tengo ni idea de cómo funciona) es para escribir yo también mensajitos: ven el problema, ¿verdad?

Ejemplo: mientras venía hacia casa, se me ocurrió que si uno ata los perros con longanizas, los perros se comen las longanizas y uno continúa con el mismo problema de atar los perros, pero ahora no tiene longanizas. Ya ven, 161 caracteres: ¿demasiado elaborado para Twitter, o el problema soy yo?

Dudo mucho de que tenga cuenta en Twitter al acabar 2015.

El siguiente escalón es Linkedin. Recibo con cierta frecuencia solicitudes para enlazame con gente en Linkedin. Se supone que ésta es una red profesional y por ello debería interesarme más, pero... estamos en las mismas, solo que corregido y aumentado. Por lo que me han contado, el objeto último de la red es la promoción profesional con vistas a un cambio. Es el poder tener, llegado el momento de necesitarla, una mejor tarjeta de presentación, y esto se logra (se supone) teniendo un perfil activo, con muchos enlaces a muchos profesionales. Con un truco: estos profesionales han de avalarte, declarar que sí han trabajado contigo, que han hecho grandes cosas y que están muy contentos y admirados por tu desempeños. ¡Puf, esto no va conmigo! No tengo deseos de promoción personal, espero no verme en la tesitura de necesitar una tarjeta de presentación (ya me entienden), y no me gusta la idea de dar la vara a mis conocidos profesionales (con los cuales trabajé, pongamos, hace veinticinco años y no he vuelto a contactar), para que me piropeen - si se acuerdan-. Y, sobre todo, yo no me dedico a grandes obras. Lo que suelo hacer es a) muy poco vistoso, y b) sólo los muy entendidos lo entienden, los profanos no ven que haya ninguna dificultad en lo que hago.

Sin embargo, esto de Linkedin no se puede descartar tan rápidamente. Una cosa es que espero que no me vaya mal, y otra que no me prepare por si me va mal. Quizá lo pruebe, vaya. Aunque tengo otro problema: no me acuerdo de casi nada de lo que he calculado o proyectado. Los años no pasan en balde, y muchas obras no merecen que se las recuerde tanto tiempo.

En definitiva, con esto de Linkedin no cierro la puerta, al contrario: me lo estoy pensando.

Otra cosa que podría cambiar este año que empieza: mi teléfono móvil no tiene cámara de fotos. ¿Cómo se han quedado? Sí, sí, existen móviles sin cámara. Como el mío. Para las fotos utilizo una cámara de fotos. Pero si tenemos en cuenta que mi cámara de fotos está sujeta con papel celo (se me cayó un día y se rompió), y el flash lo levanto y lo sujeto con los dedos, es posible que jubile a mi vieja cámara, en cuyo caso necesitaría otra nueva. Ahora bien, si mi móvil tuviera una cámara incorporada y esta fuera decente, la cámara titular la necesitaría en muchas menos ocasiones: por ejemplo, no me la llevaría a las obras, que son situaciones de riesgo (en cierta ocasión se me cayó cuando yo estaba a no sé cuántos metros de altura, trepando con arnés por una escalera de 25 cm de ancho, y como el cierre del arnés me molestaba con la correa de la cámara, pues...).

Total, que por lo que vale una cámara de fotos puedo comprar de 2ª mano un teléfono con cámara de millones de megapixeles. Y así la gente no se reiría de mí.

Otra ventaja que incorporaría el cambio de móvil: Whatsapp, que digo yo que ya puestos, sería un smartphone, con android y todo eso. Leer el correo, también. No sé lo que me pierdo, porque no tengo, pero la gente le saca un partido extraordinario a su móvil, hacen muchas cosas. Y me cuentan en la familia que se envían fotos, y que yo no me entero porque vivo en el siglo XX. Claro, uno ve esos móviles enormes, de espectaculares fotos, y con el que podría entretenerme en el metro y cuando voy con la familia a los centros comerciales como todo el mundo, tecleando no tengo ni idea que paparruchadas o con los juegos, y... la curiosidad es una fuerza muy fuerte.

En fin, quién sabe. También terminé el 2014 con muchas ideas que quería contarles en este blog, y ya ven.

Moraleja: este 2015, a Dios rogando, sí, pero con el mazo dando.




Van Morrison - Have I told you lately
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