lunes, 17 de septiembre de 2012

Cadena de errores

Hace ya algunos años, se construyó una planta embotelladora de agua en el Balneario de Panticosa. Se buscó un arquitecto para tamaña misión y éste, como era de esperar, diseñó una cubierta... "de ésas". La típica cubierta de nave industrial que diseña un arquitecto al que no se le pone freno y que cree que es su ocasión de pasar a la historia.

Siendo la estructura de la cubierta tremendamente complicada, se encargó su cálculo a un afamado estudio de calculistas de Barcelona. Los cuales, ante la oportunidad de calcular (y cobrar) una alambicada estructura de cubierta en vez de la sencilla cubierta que hubiera diseñado un ingenierillo de a pie, se frotaron las manos y pusieron a sus sin duda potentes ordenadores a calcular. Pero, claro, los potentes ordenadores no avisaron de que el Balnerario de Panticosa está a 1.630 metros de altitud, en la parte más alta del Pirineo Central y en un circo rodeado de picos de más de 3.000 metros. Y como los ingenieros creían que Panticosa estaba en la planicie aragonesa, pues estimaron una carga normal de nieve, 50 kg por metro cuadrado, unos centímetros.

Por otro lado, la estructura era realmente enrevesada, de ésas que salen barras en todas direcciones y no sabes bien qué se está apoyando en qué. Y pasó lo que tenía que pasar: al construirla se equivocaron y la montaron al revés, de manera que las barras que tenían que trabajar a tracción trabajaban a compresión y las que se pensaron a compresión estaban a tracción.

Y... se lo huelen, ¿verdad? En el primer invierno, la cubierta se vino abajo. Ocurrió, mala suerte, que nevó. Cuatro metros de nieve (ya no nieva como antes, pero yo he visto nevadas en el balneario que te despides de los coches hasta la próxima primavera). Y la cubierta ni estaba diseñada ni calculada ni construida para soportar tanta nieve.

¿De quién es la culpa? Apunte a quien apunte, acierta. Y además se olvida de dos culpables más. Porque, como digo muchas veces y es a ésto a lo que voy, la responsabilidad ES COMO LA MIERDA. La responsabilidad es como una pelota de mierda que pasa de mano en mano porque nadie la quiere tener. Cuando se acaba el pasarla, no sólo es responsable el que tuviera la pelota, porque TODOS TIENEN LAS MANOS MANCHADAS. Si en algún momento la pelota de mierda, la responsabilidad, pasó por sus manos, no se haga el inocente porque también sus manos están sucias. Todos contribuyeron a cagarla.

Así que, en adelante, no piense que porque otros trabajen a partir de lo que usted trabaje estará usted libre de culpa. No importa cuál fue el fallo decisivo, porque todos contribuyeron en algo.

Y lo peor del caso es que todos creyeron que lo habían hecho bien, ninguno pensó que se había equivocado. ¿Me habrá pasado a mí también y no lo sabré hasta que se caiga esa estructura mía?

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