martes, 4 de septiembre de 2012

Vermont

 Escribí hace tiempo un artículo sobre la creación de los Estados Unidos y me prometí a mí mismo que un día hablaría sobre Vermont. No sabía yo entonces que la vida, las malas compañías,... ¡en fin! que pasó el tiempo y no escribía. Así que de hoy no pasa.

Todo el mundo sabe que se independizaron trece colonias de Inglaterra, las trece barras de la bandera estadounidense. Pero poca gente sabe lo que pasó con Vermont. ¿Y qué pasó? Pues que se independizó antes. Vermont era un territorio o colonia denominado "Montañas verdes", al norte de Nueva York y lindando ya con el Canadá francés (y originariamente fue francés). No tiene salida al mar, por cierto. Tras la Guerra de los Siete Años pasó a manos británicas y los estados de Nueva York y New Hampshire lo reclamaron como suyo, algo a lo que los habitantes de Vermont se opusieron (organizándose como milicia). Pues bien, al poco de empezar la guerra de la Independencia Vermont se declaró (en 1777) independiente, se organizó como país y se dotó de una Constitución. Mientras, las trece colonias seguían guerreando. Éstas ganaron finalmente su independencia, y en 1789 se organizan más o menos como son ahora, con su Constitución y todo eso (las enmiendas famosas ya escribí que llegaron después).

Total, que pasan los años y Vermont es un estado independiente... que no reconoce nadie y que además dos estados de los Unidos reclaman como propio. Pero, insisto, es y se gestiona como estado independiente. Ahí no entra nadie que no quieran.

¿Y qué pasó? Pues que en 1790 Nueva York y New Hampshire renunciaron a sus pretensiones, los estadounidenses mejoraron su constitución con las enmiendas de marras,... y en 1791, tras 14 años y lógicas conversaciones, Vermont decide que ¿porqué no? pues que se une a los Estados ya Unidos. Fue el decimocuarto estado, y el primero que se unía a esa sociedad. La cual, además, decidió no castigar a Vermont por haber tenido un camino aparte y el estado se integró con los mismos derechos que los demás estados.

¡Qué historia más bonita, verdad! Pues sí, pero... ¿porqué la cuento ahora? Pues porque he escuchado muchas tonterías este verano: ya se sabe que los políticos no suelen destacar por su profundidad intelectual y los medios de comunicación, a su vez, prefieren destacar las ideas llamativas de los políticos a las inteligentes, y el resultado (y en verano más) es que no paran de llegarnos  patochada tras patochada. Y, claro, los políticos, que no pueden consentir que otro diga algo más allá que ellos, pues se ceban en la imbecilidad y la hacen cada vez más gorda. Y oigan, en Cataluña llevamos muchos años de políticos y tenemos muchos medios de comunicación propios para mirarnos nuestros ombligos. Si usted vive fuera de Cataluña pero en España, conocerá la milonga de la que le hablo. Pues ahora imagine lo que es esa letanía mil veces repetida para los que estamos aquí dentro.

Fíjense, hubo un tiempo y un lugar donde la gente, libremente, decidió que lo lógico era asociarse con otros estados, no iguales al suyo pero sí parecidos, con una historia diferente pero no tanto. Se dieron cuenta que no tenía sentido ir por libre si se podía ir acompañado (y en 1791 ser de Estados Unidos no era ningún chollo) y que unidos era mejor que solos. ¿Qué pensarán nuestras autoproclamadas "cabezas pensantes" catalanas de lo que pasó en Vermont a finales del siglo XVIII? ¿Lo entenderán, creerán que fue un error, un acierto tal vez? Y si creen que fue acertado, ¿no se les ocurre extraer ninguna lección de ahí?

No sé si me entienden.

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