martes, 6 de marzo de 2012

Ora et labora

Hace poco he leído algunos artículos, por lo demás muy bien escritos, sobre por qué se debe seguir estudiando latín en el colegio; es un tema recurrente. Y, desde luego, no les falta razón. Ahora mi hija tiene que elegir tres asignaturas para 4º de ESO, y una de ellas podría ser el latín. Es, pues, el momento de pensarlo. ¿Latín, sí, latín no?

Yo estudié latín; pero sólo un año. Algunos compañeros estudiaron tres años de latín en el colegio, pero yo no (hice dos años de "Comercio", ¿qué pasa?). Y en tiempos de mi padre, en el cole se hacían ¡siete años! de latín. Independientemente de lo que luego quisieras estudiar o te pusieras a trabajar.

Aparte del motivo espúreo evidente a favor de la enseñanza del latín, por supuesto nunca mencionado por ellos y desde luego que ni siquiera insinuado por mí, los profesores de latín, el gremio de profesores de humanidades y el de los profesionales de las humanidades en general tiene razón cuando recomienda su enseñanza. Eleva enormemente el nivel cultural del alumno, le enseña una época fundamental para explicar quiénes somos y por qué es así nuestra sociedad, ayuda a estructurar la mente (dicen y yo les creo, porque la mía es tan cartesiana como la de un robot),... hay muchos argumentos a favor de su enseñanza.

El lego y estulto, por contra, suele responder que saber latín no sirve para nada. Que nadie lo habla y que en ningún lugar del mundo nos servirían una hamburguesa con ketchup y extra de queso si la pidiésemos en latín (esto último probablemente también sea verdad). El lego y estulto no ve la utilidad de saber latín, y lógicamente es incapaz, en su estulticia, de apreciar las utilidades que tiene según los latinistas. Normal. Si no sirve en un McDonalds, obviamente no sirve para nada.

Supongo que el mismo argumento puede aplicarse en contra de la enseñanza del arpa, de Teología, de Historia del Arte  o de Egiptología, por ejemplo. Yo mismo, ya en la universidad estudié Álgebra Lineal, el Espacio Dual Proyectivo o la técnica de dibujo en perspectiva caballera, conocimientos todos ellos que no podría afirmar fácilmente que me hayan sido de utilidad. Imagino que sí, pero sin duda de una manera secundaria.

Y, sin embargo, he recomendado a mi hija que no elija latín. Que elija Francés, Física y Química y Biología. Porque ella, desde niña, se inclina hacia las profesiones "biológicas", y yo lamento todavía hoy profundamente no haber estudiado francés en su momento. Así que, como padre, esos fueron mis consejos. El Latín, muy a mi pesar, debía quedarse fuera.

Y creo que ése es el tema. No se puede aprender todo. Yo no pude estudiar francés, ni biología ni geología, ni historia del arte; tuve que desechar la historia y la geografía por las asignaturas de ciencias, y cuando estudié comercio y latín renuncié a la asignatura de dibujo técnico. Y tampoco pude aprender a tocar ningún instrumento musical, a jugar al tenis, a sacarme un cinturón negro en quince estilos de lucha y a bailar la jota. Lo siento, no podía llegar a todo.

Los latinistas hacen bien en pedir la supervivencia de la asignatura del latín. Pero el conocimiento de las lenguas vivas es hoy muchísimo más importante y requiere más horas que en su época, y lo mismo se aplica a la informática. Por citar sólo un par de ejemplos. Y es una pena, porque me encantaría que se estudiara latín. Pero ahora la tabla periódica tiene 112 elementos y no 103, la Historia tiene más años y más guerras y en Astronomía ya no hay sólo planetas y estrellas, y sobre el origen del hombre hay muchísimo más que decir que entonces. El mundo evoluciona y debemos descartar unos conocimientos para hacer sitio a otros nuevos.

Siempre le quedará de consuelo a los latinistas el pensar que los auténticos latines estudiaban sólo siete asignaturas (el trivium y el quadrivium): gramática, retórica y lógica, por un lado, y aritmética, astronomía, geometría y música por el otro. Éstos sí que pueden lamentar que se ha perdido su plan de estudios.

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