jueves, 8 de marzo de 2012

Copia, pega y p'alante

Les propongo una actividad, a ver qué tal se les da. Creen un monstruo. Dibújenlo o, si no se ven capaces, cierren los ojos e imagínenlo. Luego descríbanlo.  Tiene que ser una creación completa y totalmente nueva.

Bien. ¿Es terrorífico? Puede. Pero seguro que no es original. Está hecho de trozos de otros bichos, de otras cosas. Le han puesto los ojos de no sé qué y las patas o los brazos de no sé cuántos, con una barriga como la de aquél y un tono verdoso o cenizo como el de ese otro. 

Porque el ser humano, muy a nuestro pesar, es incapaz de crear nada. Todo lo que puede hacer es juntar cosas o ideas que ha visto. Si alguien crease un bocadillo de plátanos sería porque ha visto un bocadillo y ha visto un plátano, y se le ha ocurrido poner el plátano entre las dos piezas de pan, sea entero, a rodajas o machacado y untado. En realidad, no ha creado nada. Y lo mismo el que inventó la fregona o el imperdible.

Y miren, no pasa nada. A este proceso, antes se le llamaba "inspiración". Y ahora, "copia y pega".

Y en esto los ingenieros no somos muy distintos de ustedes. Bueno, un poco sí: somos mucho mejores haciendo recorta y pega; lo llamamos "inventiva". Ante un problema puede que a los otros no se les ocurra nada, y sin embargo mi cerebro está a 100 GHz recorriendo mi almacén de recuerdos y combinando todo lo que se me pasa por lo cabeza, evaluando si funcionaría o no. Hasta que finalmente se me ocurre: "Haremos como en Budapest en el 54, utilizaremos unos ladrillos viejos y los emplearemos para lastrar..". Un copiar y pegar. ¡Tampoco vamos a reinventar la rueda una y otra vez!

El problema viene cuando ese copiar y pegar no se adapta. De hecho, ahora es tan fácil copiar y pegar que ni siquiera pensamos en lo que estamos empleando, lo ponemos sin más y pasa lo que pasa.

Un ejemplo personal: hace años dirigía una obra, en la que había que hormigonar unos muros de nueve metros de altura. Una vez vertido el hormigón, los obreros se bajaron de los andamios que había a ambos lados. El último en bajar era el más experimentado, que lo hacía despacio y en silencio intentando detectar señales de que algo fuera mal.

Cuando el hombre estaba a media altura, una de las barras que sujetaban una plancha del encofrado contra la del otro lado se partió (por la presión del hormigón recién vertido), y fue como si se abrieran las compuertas de una presa. El hormigón, casi líquido pero mucho más denso (y por lo tanto mucho más potente) que el agua, arrastró los andamios y al operario. 

No fue nada grave, sólo un esguince de tobillo pero el muro se hacía en un profundo foso. Los compañeros no podían sacarle, y se llamó a una ambulancia. Ésta apareció, pero al ver el foso dijeron que ellos no lo subían, que vinieran los bomberos. Y tuvieron que venir los bomberos, y días más tarde la inspectora de trabajo.

Como la obra era pequeña, yo era el proyectista, el director de la obra y el responsable de seguridad. A la inspectora era esto último lo que le importaba, y me "examinó". Yo estaba "tritranquilo". Había preparado un proyecto de seguridad y salud de 800 páginas, donde preveía todo lo que pudiera pasar; seguro que hasta tenía supuestos de erupciones volcánicas y guerras termonucleares. Antes de abrirlo, la inspectora supo que me había pillado. Delante de todos. ¿Cómo es que en mi estudio daba las medidas a adoptar para hormigonar un forjado, si en esta obra sólo había muros, o la seguridad de la grúa torre si no teníamos grúa torre? ¡Usted no se ha preparado el proyecto! ¡Usted ha cogido un proyecto tipo que lo abarca todo y ha creído que bastaba, pero usted no ha estudiado la seguridad en esta obra! Pasé tanta vergüenza y tenía ella tanta razón que jamás he vuelto a cometer un error semejante.

Peo se comete. He leído muchas memorias de proyectos donde explican los cálculos de las vigas de madera y las paredes de carga de ladrillo, cuando en el proyecto no figura ni una viga de madera ni una pared de ladrillo. En los que se dan los requerimientos para pilotes, o para zapatas, o lo que sea, y no hay de una cosa o de la otra. Como sé cómo funcionan estas cosas, les aseguro que el que preparaba la memoria (basándose en una plantilla que incluyera todos los casos posibles) no conocía el proyecto. Conque ya se imaginarán ustedes qué valor aporta esa memoria.

O como el contrato con 280 claúsulas que lo cubren todo. Todos los por si acasos. Contratos logrados tras múltiples copiar y pegar, siempre creciendo. Hasta que al final es ilegible y deja de tener utilidad como contrato entre dos partes de buena fe.

O como las vallas de obra con las medidas de seguridad que se han de adoptar. Por si acaso, se ponen todas: casco, botas, guantes, gafas, orejeras, tenazas para coger las cosas, trajes antirradiactivos,... tantas cosas que en la práctica el operario ya no las tiene en cuenta.

Pero con el copiar y pegar también se cometen muchas burradas. Porque hasta ahora hablamos que se emplea bien; el problema es cuando se emplea mal, sin conocimiento. También me ha pasado: en un forjado de 41 cm el delineante se equivocó y pegó el detalle de los refuerzos de un forjado de 31 cm. Se construyó así y, ya irreparable, el constructor me comentó lo ridículo que habían quedado esos refuerzos...

El caso es que se cree que copiando y pegando se hace el trabajo, y no se es consciente que precisamente entonces es necesario invertir el doble de tiempo en repasar, comprobar y adaptar.

Y esto sucede no sólo a los ingenieros de medio pelo como yo: también en casos de miles de millones de euros. Como muestra, un fragmento extraído de la revista National Geographic de octubre de 2010 sobre el accidente del pozo petrolífero de BP en el Golfo de Méjico:
... BP calculó que el peor vertido posible del pozo sería de 162.000 barriles al día, casi el triple del que realmente se produjo. Aparte, en un plan de emergencia en caso de accidente elaborado para todo el Golfo, la compañía aseguraba que estaría en condiciones de recuperar casi 500.000 barriles al día utilizando la tecnología estándar del sector, por lo que aunque se produjera el peor vertido posible, no supondría una amenaza grave para los caladeros ni para la fauna del Golfo, entre la que citaba morsas, nutrias marinas y leones marinos.
Pero en el golfo de México no hay morsas, ni nutrias, ni leones marinos. El plan de BP mencionaba además como asesor en caso de emergencia a un biólogo marino que había muerto hacía años, y ofrecía la dirección de una página de Internet japonesa de entretenimiento como fuente de equipamiento en caso de un vertido accidental. Todos esos deslices han aparecido también en planes de emergencia de otras compañías petroleras, elaborados haciendo un «co­pia y pega» de planes más antiguos para el Ártico.




Artículo publicado a petición de mi hermano Pablo, a quien agradezco que me facilitara el reportaje de NG citado. Aprovecho para recordar que se aceptan peticiones.

2 comentarios:

  1. Tienes más razón que un santo, chaval!

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  2. Ah, el copia-pega.
    Los de Derecho no lo usamos nunca, nos parece poco honesto intelectualmente... pfff... jjpfff... aaaaahhh....

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