lunes, 12 de diciembre de 2011

Camps

Creo que hoy ha empezado el juicio contra Camps, el expresidente de Valencia que, según parece, obtuvo de matute unos trajes, algunos zapatos y puede que un par de corbatas, de resultas de lo cual tuvo que dimitir como exitoso presidente y afronta no sé qué cargos con penas horribles, se dice que lo máximo que le puede caer es una multa de 40.000 euros. Dado que el sumario lleva ya 19.000 folios, si el juez tiene su copia, el fiscal la suya, el abogado defensor y los procuradores las suyas, y puede que alguien más... hablamos de 100.000 folios que tratan sobre tres trajes que no se pagaron al sastre. ¿Nunca tanto se ha hablado sobre tan poco?

Como con todo en este país, Camps tiene partidarios y detractores. Los partidarios, en resumen, vienen a decir que con la de problemas que hay y con la de casos de corrupción que hay en Valencia, cargar con tanta saña contra este hombre por unas minucias revela que en el fondo se busca arruinar a la persona más que querer castigar el favor recibido.

Los detractores, por el otro lado, opinan que ¡dónde va usted a comparar! Llevar el país a la ruina, lograr más de cinco millones de parados, deshacer el tejido industrial del país, ganar las elecciones negando que existiera crisis y decir que sólo tendríamos una suave desaceleración (y paro, que si no...), todo eso es pecatta minuta, gajes del oficio, le puede pasar a cualquiera. ¡Pero unas corbatas de regalo...! ¡¡¡Ejecución en plaza pública YA!!!!

Yo ¿qué quieren que les diga? en estos casos me acuerdo de José Marco. José Marco, hará unos veinte años, era el líder de una facción del PSOE aragonés conocida como "los rurales" que, gracias a las intrigas y maniobras oscuras de la política, logró hacerse con el control del Partido, desterrando a la cúpula de entonces que formaban las viejas glorias, Marraco, Gastón y compañía (González Triviño sobrevivió, pero es que él era indescriptiblemente corrupto), y finalmente logró la presidencia del gobierno de Aragón tras la retirada del histórico del PAR y líder (éste, sí) aragonés Hipólito Gómez de las Roces. Más o menos como quince años después ocurriría en Cataluña con Montilla y los capitanes del Baix Llobregat (nada nuevo bajo el sol).

Obviamente, al igual que ha pasado en Catalunya, los rurales eran una panda de la peor calaña, con una pésima preparación y un único lema: "quítate tú p'a ponerme yo". Normal que luego cogieran a uno de ellos pagando sus putas y las de la policía - y avisando a las putas que "se cobraran lo que quisieran"- con la visa del Parlamento Aragonés.

Pero el caso es que José Marco era el presidente de Aragón. Un indeseable, sí, pero un presidente que ganó el puesto en una elección democrática. Era evidente que estaba corrupto, lo de su gasolinera en Pedrola no tenía justificación alguna, pero... ahí estaba. Y entonces ocurrió.

No recuerdo bien si se descubrió que en su etapa previa como presidente de la Diputación provincial (¡mira, como Corbacho y Montilla!) mandó arreglar un sillón del Palacio de Sástago y se lo llevó a su casa o si un empleado de la Diputación le retapizó el sillón de su casa. Creo que era una butaca, en realidad.

El caso es que salió a la luz, tuvo que dimitir como presidente de Aragón (a la boda de la infanta Elena fue Tejedor, un presidente en funciones nombrado unos días antes), hubo juicio y fue condenado. A nada, porque lo que se quería cobrar ya se había cobrado, y para entonces el hombre era un cadáver político sin futuro.

Así que a Camps le van a entrampar por tres trajes como a Marco le pillaron por una silla. Pues vale. A Al Capone le enchironaron por no pagar los impuestos, no por otra cosa, pero al FBI eso le dio igual. Y también a nosotros nos es indiferente, de lo que se trata es de que estos tíos no deben seguir ahí.

Y es que ¡joder! si eres el presidente de tu comunidad autónoma no te enfangues por unas minucias.

Lo más curioso es que al final, esas minucias son las que hunden a la gente. Benach, presidente del Parlamento de Cataluña la cagó de por vida cuando se descubrió que había mandado instalar un reposapiés en el coche oficial que le llevaba de Reus a Barcelona (100 km por autopista), y Carod Rovira perdió todas sus expectativas al saberse que la lanza que le había regalado en un viaje oficial (de visita a una tribu perdida del Amazonas de Ecuador, donde regaló tres millones de euros para fomentar el idioma de esos jíbaros) se la había quedado para su casa. A Clinton lo hundieron ni siquiera por un polvo, sino por una mamada que le hizo una becaria más bien corrientita. Y la lista podría seguir ad aeternum. Da igual; claro que no les pillarán con las operaciones muchimillonarias, no. Ahí tendrán todo el cuidado del mundo. Donde caen es en los pequeños detalles, en las tontadas. En tres trajes que te llevas gratis del sastre.

Así que, si me preguntan a mí, bien por la caída de Camps. Todo lo demás, los 19.000 folios y la enorme cantidad de horas de trabajo que se van a generar en este juicio, sobra porque no compensa. Ha dimitido y dejémoslo correr, que no volverá.

El tema no merece ya ni una palabra más.

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