sábado, 9 de julio de 2022

Fuentes de electricidad

https://www.youtube.com/watch?v=g2dgt-IhgDc 

 

 

Imagine que tiene usted una casa. En el campo. Pero no está conectada a la red eléctrica: debe usted procurarse la electricidad por sus propios medios.

Supongamos que primera opción es la fotovoltaica: inagotable y gratuita. Y se pone paneles solares cubriendo todo el tejado. Con sus necesidades resueltas, se marcha a la ciudad a trabajar y al terminar su jornada regresa a su nueva casa. ¡Ah, pero por la noche no hay sol! Y si no hay sol, no hay electricidad fotovoltaica. Ese día usted se va a la cama sin cenar y a oscuras: tampoco puede encender la luz.

Al día siguiente, escarmentado, decide montar un molino de viento en su jardín. También es energía gratuita e inagotable. Casualmente el día que quiere montar el molino está nublado, así que las placas siguen sin darle electricidad para hacer los taladros en el suelo que pide el fabricante, así que se espera otro día. Uno que ya no esté nublado.

Por fin aparece un día soleado e inicia el montaje. Pero a media mañana empiezan a aparecer nubes, con lo que la potencia de su placa empieza a flaquear más que una escopeta de feria. Eso, por no destacar que la potencia que le vendieron con el panel sólo es en las condiciones óptimas de sol en verano; como ahora es invierno, su placa nunca le dará más del 25% de esa potencia. 

Ciscándose en todo, termina de instalar su molino: por fin cenará caliente y viendo lo que se come. O no, porque ese día no hace viento. Y tampoco el siguiente, ni el siguiente.

Cuando por fin sopla el aire lo suficiente, recibe una llamada. Es su vecino, que también se ha puesto un molino de viento. Y el suyo le hace sombra. ¿Sombra? Sí, sombra. El viento, después de pasar su molino, disminuye su velocidad, y su vecino no obtiene la energía que necesita. ¡Ah, ahora entiende porqué el molino de usted no alcanza la potencia que le vendieron: tiene usted otro vecino, éste viento arriba, y el molino de su vecino le hace sombra al de usted! Usted, claro, podría poner el molino en la parte de atrás, pero... es que allí no sopla el viento. Y es que casi todos los sitios buenos están ya cogidos. Total, que llegan a un acuerdo los tres: repartirse a partes iguales la electricidad que obtienen en conjunto. Un poco triste, porque en vez de la potencia de 3 molinos que han instalado están obteniendo en total sólo la de 1,8 molinos, y eso los días que hace viento, días que acaba de descubrir que no son tantos en realidad.

Está claro que necesita otra fuente de energía, una que sea más confiable que el sol y el viento. ¿Qué tal la hidroeléctrica? Le han hablado muy bien de ella.

Desafortunadamente, usted no vive en los Pirineos, y el río cercano es casi horizontal, ahí no puede montar ningún salto. Empieza a buscar posibles sitios a 200 km de distancia, asume que deberá expropiar algún valle para inundarlo, echar a sus habitantes, construir una presa faraónica y montar una red de transporte con sus correspondientes mermas desde la presa hasta su casa, pero... no encuentra ningún valle que le valga: todos los ríos están aprovechados al máximo.

Como usted es un tipo con suerte, acaba de morirse un tío de una de las cooperativas que explotan los saltos de un río y aceptan que ocupe usted su lugar: accede así a la electricidad que le correspondía al finado.

O accederá, porque es otoño y los pantanos están secos, todo el agua que queda está reservada para otros usos. Hasta que no llegue el deshielo, la central estará parada. De todas maneras, la energía hidroeléctrica que iba a obtener no cubría apenas sus necesidades, así que necesita una fuente adicional.

¿Carbón? Bajo su jardín hay, pero parece ser que es de mala calidad para los elevados estándares europeos, y además está muy mal visto. También tiene uranio, pero si se construye una central nuclear los vecinos van a protestar. Lo mismo si monta una incineradora, aunque tenga basura a capazos. Pero como llegados a este punto le da igual, se monta una pequeña mininuclear en el sótano, algo nada escandaloso, que nadie se entere. Su minicentral va de fábula, pero tiene un pequeño problema: no puede estar encendiendo y apagándola cada dos por tres, si hace sol, si no hay nubes, si sopla o no viento. Y no puede porque el arranque es lento, le cuesta casi un día empezar a generar electricidad. Así que decide que la nuclear será su fuente base, y que lo que hará será complementarla con la solar (cuando sea de día, no esté nublado y si no se pone ninguna nube encima), la eólica (los ratos que sople el viento) e hídrica, cuando sea la temporada. Pero aún necesita más, así que sólo le quedan dos opciones:

La primera es conchabarse con sus vecinos, y comprarles a ellos la electricidad que les sobre cuando a usted le falte, y viceversa. Pero claro, cuando a usted se le hace de noche a sus vecinos también, y aunque le cueste creerlo, cuando en su jardín no sopla el aire en el de sus vecinos casi que tampoco. En cuanto a la hidroeléctrica, sí hay un vecino lejano que está enganchado a un valle que no está seco en otoño sino en primavera, pero es noruego y le queda un poco lejos, aparte que lo que le sobra apenas da para todo el vecindario. Y empieza a olerse que es un negocio de la cabras, porque no todos tienen una nuclear en el sótano. Así que opta por la segunda opción:

Ha de montar una central de ciclo combinado. Que queme gas. Y no sólo eso: ha de ser su fuente principal, porque la nuclear es mini y da para lo que da y además alguien ha largado y le exigen que se la quite en cinco años, la fotovoltaica le da luz cuando menos la necesita, con la pasta que le costó y lo que le cansa tener que estar limpiándola cada semana por si acaso sale el sol, y la eólica va cuando quiere y, eso sí, da mucho menos de lo que ha instalado. 

Pero claro. Todos los vecinos son como usted y todos quieren gas. Y el gas está carísimo porque... eso es historia para otra ocasión.

Llegados a este punto, el del gas está cabreadísimo con usted por culparle de todos sus males. Y porque, como las renovables son lo que son, ha tenido que montarle una central de tres pares de narices que sin embargo apenas usa al 30% porque cada vez que sale el sol o sopla el aire la quiere parar. Y es fundamental que funcione la central de gas porque sin ellas la fotovoltaica y la eólica no serían funcionalmente viables, pero ¡ey! no la quiero en mi jardín. 

¿La gran paradoja? Que, al final, entre paneles solares, molinos de viento, saltos hidroeléctricos, nucleares y centrales de ciclo combinado usted tiene capacidad para producir 3 veces la electricidad que necesita. Y cuando hay sol, sopla el aire y los pantanos están llenos genera mucha más electricidad de la que va a gastar, lo que le provoca sobrecargas en el sistema y averías: tiene que pararlas, desenchufar los paneles, apagar los molinos, bombear el agua al pantano otra vez,... Porque no puede guardar la electricidad para las frías noches sin viento.

Quizás en el futuro, cuando se domine la energía de hidrógeno: empleará la electricidad que le sobre cuando le sobre para cargar pilas de hidrógeno y gastará esas pilas cuando de verdad las necesite. Entonces sí, dicen, le cuadrará todo. Pero eso, de momento, es sólo un sueño.

Mientras tanto, mi consejo es que se replantee su estilo de vida: intente necesitar menos electricidad, si puede. Por si acaso las soluciones no llegan a tiempo y se las replantean por usted.

 

 

Gloria Estefan - Hoy (versión de María Esther Molina)