https://www.youtube.com/watch?v=DWbHsRU_iNQ
El prusés quedó finiquitado el día que un triste antidisturbios de los mozos de escuadra le espetó a un agente rural que se manifestaba de uniforme (algo prohibido, pero tolerado aquí si es "de los nuestros") aquello de "la república no existe, idiota". Aquel día quedó todo el mundo retratado; desde entonces, hay que ser muy muy muy rural para creer que la república existió. Y, si no existió, lo que sí existió fue una tomadura de pelo. En estos momentos todo el mundo sabe que se está peleando por imponer a Netflix más series con versión en catalán, como máxima aspiración política. Esto se ha acabado, no da más de sí.
Pero, pero pero. Un cosa es que se acabe el prusés, y otra que el lazi deje de quejarse: sin comerlo ni beberlo, el tema de los próximos años ya está aquí. Como el otro, nos dará tardes de gloria, provocará lemas y espontáneas manifestaciones norcoreanas, y sobre todo moverá dinero. Mucho dinero. Porque los engañados necesarios ya lo están, y ellos lo justificarán todo.
Hablo, claro está, del catalán. Que está a punto de desaparecer, claman. Eso es tan cierto como que, claman los mismos, el catalán es una lengua con 10 millones de hablantes (alguno, como en las manifestaciones, estira la cifra a 14), se habla en 4 países (España, Andorra, Francia, Italia), la inmersión lingüística es un modelo de éxito, TV3 arrasa (sí, sí, eso dicen ellos), etc. Pero está a punto de desaparecer y por eso es más necesario que nunca más dinero, más chiringuitos, más control, más imposiciones. Netflix en catalán.
El catalán va a ser el nuevo tema. Aquí se nos va a vender la idea de que somos una colonia a la que quieren exterminar quitándonos el idioma, esencia de nuestra cultura, y que esto no lo podemos tolerar. Al tema, pienso, le ven posibilidades. A diferencia de la independencia, se trataría de leyes que se pueden cambiar. Un tema en que poder involucrar a más: ya no solo vascos (y navarros), valencianos y de las Baleares amén de los gallegos, sino que saldrán afectados en Asturias - ya está pasando-, en Extremadura, no me extrañaría que en Canarias y León, chupado en Aragón, capaces son de pringar a los murcianos... Son capaces de intentar liarla en todos lados: mira, a mí me están agraviando por el idioma, pero es que a vosotros también porque vuestras lenguas milenarias patatín y patatán. El problema que van a tener es que la batalla internacional la tendrán perdida, y la moral también: la base de su estrategia va a ser imponer y prohibir, ellos que hasta ahora clamaban por la libertad de expresión y que esto va de democracia. Y que estamos todos un poco ya resabiados y en seguida se va a apuntar al dinero, a sacarlo a la luz. Ahora mismo, antes de empezar, el catalán es antipatiquísimo para un amplio sector de la población de las provincias catalanas, el desprestigio que tiene es tremendo: es el idioma de los lazis.
A pesar de todo, los lazis tienen el poder aquí. Y como la realidad la perciben ellos a su manera, vamos a tener el asunto del catalán para rato. Supongo que en el futuro escribiré en demasiadas ocasiones sobre el catalán, sobre el lloro sobre el catalán, sobre la imposición del catalán, sobre la salud del catalán y sobre la necesidad del catalán.
Por cerrar el tema de Netflix: hace años intentaron imponer cuotas de catalán en el cine. A Disney y compañía. Hicieron el ridículo, claro. Pero un dato curioso servía para entender porqué era un fracaso anunciado: los cines multisalas, cuando exhibían a la vez películas en castellano y en catalán tenían comprobado que siempre la sala en catalán se quedaba casi vacía. Cuando la gente podía elegir, elegía en español. ¿Por qué se hacía? Fácil: el pase en catalán estaba tan subvencionado que el exhibidor no corría ningún riesgo. Lo que pasaba también es que el exhibidor no quería eso, no quería que le pagaran por proyectar películas que nadie viera: quería que la gente llenara las salas, comprara palomitas y bebidas, cogiera el hábito de ir al cine, esas cosas. Y eso, por suerte para los contribuyentes, las subvenciones no lo arreglaban. En fin, lo importante de la anécdota es que cuando las personas pueden elegir eligen español. No hay más.
Manuel Penella - Todas las mañanitas (habanera de "Don Gil de Alcalá")