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Hace tiempo que se me pasaron las ganas de escribir: tengo el desánimo metido en el cuerpo. Creo que vamos mal, muy mal. A menudo pienso que vamos a petar (permítaseme la catalanada), y que tenemos a los peores dirigentes posibles en los momentos más críticos. Por ejemplo, la cosecha de trigo va a ser muy mala este año, pero ¿creen que el Gobierno va a remediar el asunto a tiempo? Hace mucho que avisamos que el coste de la energía se está disparando, y la gestión del Gobierno sólo está consiguiendo que alcance precios aún más altos (y que se demuela la térmica de Andorra, no sea que en algún momento nos entren ganas de volver a usar carbón turolense). Pues lo mismo va a pasar con el trigo. Se va a disparar de precio a finales de año, y entonces serán las caras de sorpresa (por parte de nuestros gobernantes) y el rechinar de dientes (por parte de los demás). Pero no es por el pan. O por la gasolina o por la luz. Es por todo.
Hay dos tipos de dirigentes, los tipo 1 y los tipo 2.
Los dirigentes tipo 1, cuando sienten que están al final de su periodo, contemporizan. Ya no promueven iniciativas que saben que no van a poder rematar, intentan no tomar decisiones que compliquen o comprometan a su sucesor, y en general se limitan a gestionar el día a día de la manera más neutra posible.
Los dirigentes tipo 2, cuando sienten que están al final de su periodo, arramblan con todo. Intentan comprometer lo más posible a su sucesor, para que éste tenga que continuar su obra, dejarlo todo atado y bien atado, y por atado se entienden las manos de su sucesor, ha de llegar con las manos atadas y que todo continúe como si no se hubiera ido. Sirva como ejemplo un alcalde de Zaragoza, socialista para más señas, que perdidas las elecciones y la víspera del nombramiento de su sucesor, prorrogó la concesión a la empresa que gestionaba la recogida de basuras y a la que le quedaban aún muchos años de concesión... 40 años más.
Hay, claro, un tipo especial de dirigente tipo 2, que es aquel que, como puede, manipula las reglas para perpetuarse como dirigente. Pensemos, es otro ejemplo, en el típico presidente venezolano o boliviano que hace una Constitución que limita los mandatos presidenciales pero luego dice que los suyos, como han sido antes de la Constitución, no cuentan en esa limitación. Que tampoco hace falta que sea un presidente sudamericano: la alcaldesa de Barcelona, Colau, va a saltarse todos los reglamentos de su "partido" y se va a presentar a un tercer mandato. Lo que por cierto no nos ha extrañado a nadie, porque también tiene reglamentado que dimitiría si se la imputara en un juicio y ya está imputada en dos.
Sánchez, huelga explicarlo, es un dirigente tipo 2. Lo que pasa es que yo siempre he sospechado que sería un tipo 2 especial si pudiera, y hasta ahora pensé que no lo sería porque no podría. Pero Indra.
Indra es una empresa que cotiza en Bolsa. Es de las grandes, y por eso forma parte del selectivo Ibex-35. Su principal cliente es el Ministerio de Defensa, y a nivel nacional es una empresa estratégica.
No sé si fue el año pasado o hace más, que el Gobierno intentó controlarla: echar al presidente del consejo de administración y poner a su hombre allí (un tío del PSOE catalán, sin ningún mérito aceptable fuera de su carnet de político). Hubo la consabida estupefacción y protesta, y se llegó a un acuerdo: el político sería el presidente, pero su cargo sería sólo honorario. Para engrasar la relación con el ministerio y poco más. Bueno.
Tras la derrota (paliza) en las elecciones andaluzas el pasado domingo, el Gobierno se ha puesto a corretear como un pollo sin cabeza, es casi un cadáver que piensa morir matando. Por ejemplo, el BOE ha publicado que se autorizaba al CIS a contratar a 4 "personas de confianza", a dedo, para "asesoramiento especial" y realizaar "análisis de datos sensibles que sirvan para el asesoramiento de la Administración y Gobierno": 4 personas para que el CIS sea una herramienta al servicio específico de Sánchez, con toda la cara. Por si no fuera poco que el que miembro de su partido que nombró presidente del CIS sea también su hagiógrafo, toma ecuanimidad e independencia. También mete la zarpa en el INE, otro organismo en teoría independiente: como los datos económicos que publica contradicen el idílico panorama que quiere vender el Gobierno, han destituido al presidente y han nombrado como tal a un hasta ahora secretario de Estado de uno de los ministerios económicos, un hombre de total confianza. Y peor aún, en estos momentos está (no sé si lo conseguirá) maniobrando para tener el control del Tribunal Constitucional, obviamente con el método de cambiar las reglas. Y digo que no sé si lo conseguirá porque todavía confío en que Europa le pare los pies, al menos en este asunto.
El caso es que Sánchez va ahora a calzón quitado. Le habíamos visto saltarse todas las normas de la democracia verdadera, pero es que ya le dan igual las apariencias. Y una de las cosas que ha hecho es tomar el control de Indra. Con oscuras maniobras de engaños ha conseguido destituir a los consejeros independientes (que por norma han de ser mayoría al ser una empresa cotizada sin un socio mayoritario) y nombrar a consejeros suyos (se denominan "dominicales"). Como era de esperar, la cotización de la empresa se está desplomando; recordemos que es una empresa en la que su mayor cliente toma el control de la misma, y que de ese cliente sabemos dos cosas: que está en la ruina y que carece de cualquier escrúpulo. La Comisión Nacional del Mercado de Valores todavía no ha aprobado todo esto, así que es posible que consiga echar marcha atrás. O no: creo que va a obligar al Gobierno a hacer una OPA y comprar las acciones de los demás, lo que en la práctica es nacionalizar Indra y que pase a ser una empresa de la SEPI, el antiguo INI.
Indra es una empresa puntera en lo que se refiere a tecnología, la vanguardia nacional, pero una vez esté integrada en la SEPI ya veremos. Yo apuesto porque ya no lo será. Pero no es ese el problema.
Lo que me deprime es que si hubiera que definir el estilo de gobierno de Sánchez con una palabra, quizá sería "obsceno". Y estoy convencido que el ansia obscena que está demostrando por obtener el control de Indra no es por ningún asunto de contratos con Defensa.
Indra hace el recuento de las elecciones.
Estoy convencido, convencidísimo, que Sánchez, el que dijo a los periodistas "la Fiscalía, ¿de quién depende? Pues eso.", va a intentar amañar las elecciones. Y para eso necesita a Indra. Que no sé si en realidad se podrían amañar, pues los votos se cuentan manualmente, pero, si se puede, ha de ser en la gestión del recuento. Y en este mundo en que hemos perdido la capacidad de hacer sumas a mano y delegamos en las maquinitas, eso es lo que hace Indra. Repito, no afirmo que puedan manipularse las elecciones. Pero estoy convencido de que Sánchez cree que con Indra a sus órdenes, puede hacerlo.
Es un tipo 2 especial, y de la peor calaña. Como ha venido demostrando desde el primer día.
Por cosas como éstas, se me van las ganas de escribir.
Simple Minds - Biko
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