miércoles, 8 de junio de 2022

La exactitud de los números

https://www.youtube.com/watch?v=PiLKkwZdZtg 

 

 

Uno de los nuevos principios educativos en España es que a los alumnos no se les evaluará numéricamente: el esfuerzo y la progresión de los alumnos se calificará como insuficiente, suficiente, etc. No hace falta decir que los profesores (al menos la mayoría) seguirán empleando números, pero se reservarán esos números para ellos. Pero necesitan los números: si un examen tiene N preguntas y el alumno contesta bien a X, regular a Y y deja Z en blanco, el profesor traducirá los números que acabo de dar a números evaluables, realizará operaciones aritméticas y obtendrá un valor que, según él, resumirá el desempeño del alumno en el examen. Como no podrá dar ese número, tendrá unas tablas para ayudarse a situar el número en el rango de calificaciones posibles y voilà! Que puede que luego altere la calificación por estimaciones suyas del comportamiento del alumno, su actitud general o su progresión perceptible, eso puede ser. Pero de momento no será así.

 

Ahora bien, imaginemos que la nueva ley triunfa y se convierte en el nuevo estándar durante décadas. De acuerdo con el espíritu de la ley, el profesor no hará recuento del resultado del examen: lo corregirá y anotará la impresión que le ha dejado, si le ha parecido un examen de sobresaliente o de suspenso.  Pues ¿dónde estaría escrito que un 9 es un sobresaliente, un 5 un aprobado y un 4 un suspenso? Perdida la costumbre de asignar valores numéricos, las calificaciones acabarían siendo por la sensación que dejan. Ponderada esta impresión con el desempeño general (y la ponderación no sería un proceso matemático, pues ha de tener perspectiva de género), se obtendría la calificación. ¿Podría discutirla luego el alumno? No, no podría. O sí, pero sería un para gustos los colores. Bueno para el profesor, pero también malo: no podría defenderse de las acusaciones de "me tiene manía". Es lo que tendría que el profesor pusiera las notas que le dieran la gana según sus percepciones.

 

Esta animadversión a la exactitud que aportan los números no se da sólo en el ámbito educativo. También en la ingeniería. ¿En la ingeniería? Sí, en la ingeniería. Pondré un ejemplo.

 

Los morteros técnicos. Antaño, cada fabricante de un mortero informaba de las características de su producto. Su resistencia a compresión, su adherencia en el hormigón y en el acero, etc. O daba un valor que consideraba suficiente: "más de 40". Pero llegaron las nuevas normas, y las nuevas normas lo que dijeron es que los morteros se catalogarían en R1, R2, R3 y R4, y que para cada categoría el mortero tenía que aguantar al menos tanto y tanto: si era R3, digamos, "más de 15". A partir de entonces, todos los fabricantes modificaron la información que daban: su producto era R3, y pasaba a aguantar "más de 15". De hecho, seguía aguantando más de 40, pero eso se lo callaban.

 

¿Y? El resultado es que cuando hay que elegir un mortero técnico, todos son iguales. Todos tienen los mismos valores. Yo podría elegir el que aguanta más de 40 sobre el que aguanta 20, pero como ambos informan sólo que son R3 y que en consecuencia aguantan más de 15, no puedo. Supongo que sólo es cuestión de tiempo que los fabricantes empiecen a rebajar la calidad de sus morteros para que aguanten 20 en vez de más de 40. Y no creo que eso sea bueno.

 

No es un detalle, es el signo de los tiempos. En otras ocasiones me he quejado que la ingeniería de estructuras ha abandonado (obligada por las normas) el conocimiento de a qué tensión están trabajando los materiales. Aplicar la norma a rajatabla nos hace diseñar estructuras que "cumplen" o "no cumplen". Antaño el técnico calculaba la tensión en un punto y decidía si le era suficiente o no. Ahora, y con la inestimable ayuda de los ordenadores, el calculista ha perdido ese saber. Y poco a poco está perdiendo el control de los números; casi parece que llegará un día en que el ordenador se limitará a informar al proyectista de que la estructura diseñada es "suficiente" o "insuficiente". O resiste de manera sobresaliente, jajajá.

 

Supongo que la aversión a los números se está imponiendo como un hecho cultural. Ante la incapacidad que estamos desarrollando para entenderlos, prescindamos de ellos.

 

 

 

 

Carrie Underwood - Two black cadillacs

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