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La sempiterna guerra de sexos. He escrito sobre el tema muchas veces, y siempre sostengo que parte del problema es que las mujeres quieren que los hombres se comporten como mujeres, no admiten que hombres y mujeres sean diferentes y no aceptan que los hombres se comporten... como hombres.
He leído, en un periódico digital, un artículo escrito por una periodista en el que nos contaba que un reconocido psiquiatra de Nueva York escribió un mensaje en una red social más que conocida por nutrirse de mensajes no reflexionados; por cierto que ahora recuerdo que, al principio de la andadura de la famosa red, cuando los políticos metían la pata y decían alguna burrada (juzgada como tal por los usuarios de ese ejemplo de tolerancia que es esa red) el político solía justificante diciendo que había sido un calentón, que él no pensaba así y todo eso. Hoy ya no se justifican.
A lo que iba. El mensaje en cuestión alababa la belleza de una modelo (negra ella, un matiz muy importante) que había publicado una foto de sí misma con un vestido negro muy escotado sobre una cama. La loa fue, para ser precisos (traducción), “ya sea una obra de arte o una rareza de la naturaleza, es un hermoso espectáculo para la vista”.
Twitter, por descontado, se abalanzó sobre el médico. ¡Cómo se atrevía! Cosificaba a la mujer, y como era negra, cosificaba a las mujeres negras.
Y la periodista se ponía de parte de... los críticos. En su opinión, el médico trataba a la mujer como si fuera un objeto, un algo que contemplar, y eso, se quejaba, los hombres no se daban cuenta de que resultaba ofensivo.
Pero yo me pregunto... ¿por qué publicó aquella fotografía aquella mujer? Vale que porque quería, porque podía y porque estaba en su derecho, pero mi pregunta es por qué quería. Qué pretendía. Y sólo se me ocurre una respuesta: quería que los demás vieran cuán hermosa era, y por lo tanto que la admiraran. Si alguna mujer cree que hay alguna razón más probable, le agradecería que me lo dijera. No, yo creo que ella quería que todos supiéramos que era hermosa. Y por hermosa hemos de entender que era capaz de atraer a los hombres, no nos engañemos. ¿Y cuál fue la consecuencia? Que un hombre vio la foto, la encontró ciertamente muy hermosa y alabó su hermosura. Ya que el hombre era un hombre, y se comportó como tal. Si nos atenemos a los hechos, estos son. ¿Debió haberse callado? ¿Deben los hombres callar los piropos y las galanterías, dejar de decir a las señoras o a las muchachas lo hermosas que están, alabar lo bien que les sienta un peinado, un vestido o un bronceado, so pena de ser insultados y acusados de cosificar a las mujeres?
¿Eso es, de verdad, lo que quieren las mujeres?
La periodista nunca lo reconocerá, pero por mucho que ella se ponga vestidos negros muy escotados y se fotografíe con ellos en una cama no conseguirá que reconocidos psiquiatras de Nueva York proclamen públicamente que ella es una obra de arte o un fenómeno de la naturaleza y eso es lo que en verdad le molesta. Así que, como ella no puede, que nadie pueda: que se prohíba decirlo.
Son las mujeres que no consiguen esos piropos, dirigidos a otras, las que los encuentran ofensivos. Las que los consiguen pero no son en ese momento las destinatarias, lo más que llegan a hacer es molestarse por no ser ellas. Esto jamás lo reconocerán, ni entre ellas, pero es.
El hombre sólo tuvo una galantería pública hacia la mujer que exhibió en público su belleza. Sólo eso. No la cosificó. No sólo las cosas son bellas, también las personas pueden ser bellas.
El hombre se comportó como un hombre bien educado. Y se le ataca por eso. No sé si es la sociedad que queremos.
Outkast - Hey ya!
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