https://www.youtube.com/watch?v=Rlg7VZG6kZI
Una de las palabras de moda de estos tiempos es "posverdad". Y como albergo la esperanza de que dentro de unos años la posverdad sea algo del pasado hasta el punto de que no la entiendan, voy a intentar explicarla.
Supongamos que un suceso X puede tener una consecuencia Y o una consecuencia Z. Supongamos que la consecuencia Y es la buena desde nuestro punto de vista, y Z la mala. Y supongamos que finalmente ocurre la consecuencia Z. Bien, de toda la vida las personas hemos aceptado que ha ocurrido la consecuencia Z. A veces, a algunas personas les cuesta asumir que ha ocurrido Z y se empeñan en que ha ocurrido Y; a esas personas, a veces, se las llamaba "locas" o "desequilibradas", o en un rasgo de piedad se cedía que "aún no lo ha asumido". Pensemos, por ejemplo, en un hijo que ha desaparecido sin dejar rastro y al cabo del tiempo se ha encontrado su cadáver, y los padres se niegan a aceptarlo. Pero eran casos puntuales: Hitler creía en el búnker que todavía tenía un ejército que iba a vencer a los rusos, pero el resto de su estado mayor era plenamente consciente de la realidad, al igual que los padres piensan que su hijo está vivo pero todos los demás saben que no.
El "mundo de la verdad" es el mundo en el que las cosas son más o menos así.
Hace unos años, los separatistas catalanes hicieron un buzoneo de un tríptico en el que "argumentaban" porqué la independencia era buena para los catalanes. En el tríptico trazaban una estampa idílica de un futuro maravilloso, en el que "podrás comer helado de postre cada día". La frase hizo fortuna pero entre los que se oponían, y desde entonces se emplea para ridiculizar a los separatistas: por fuerza, el que pide la independencia o es un ingenuo que cree que tomará helado de postre cada día... o es un listo que se aprovecha de la ingenuidad de los demás para meter la mano en la caja del erario.
Lo importante es que hay mucha gente en Cataluña que cree que con la independencia tomarán helado de postre cada día. Cualquier trola que les suelten, ellos se la tragan. Cualquier mentira. Cualquier interpretación torticera. Pillan a uno de los listos llevándose una bolsa de basura llena de billetes de 500 a Andorra, y la culpa es de las cloacas del Estado que les están persiguiendo y quieren enfangarlo todo. Y los del helado se lo creen. Estos días están habiendo incendios forestales en Cataluña, y hay gente que está acusando a "España" de estar detrás de los incendios porque "nos odian". Y no es un caso único: hay mucha gente que cree que fue el CNI quien planeó y provocó el atentado del 17 de agosto de 2017, el de las ramblas. Hay mucha gente que cree que Junqueras y cía. fueron a prisión por "querer que se votara". O que Puigdemont está exiliado, no huído. Y estos son solo ejemplos.
A esto es a lo que se llama "posverdad". Mentiras y falsedades dichas con ánimo de engañar y que colectivamente la gente cree y acepta como ciertas. Y a partir de ahí montan su película, no importa los argumentos que se den para desmontarlas. Salir de una posverdad es como salir de una secta, hay que anular el lavado de cerebro previo. Y discutir con ellos es imposible, porque su concepción de la realidad se basa en falsedades, y si ambas partes creen que viven en realidades diferentes malamente conseguirán ponerse de acuerdo.
¿Cómo se llega a esto? La clave es Internet. Y en concreto las redes sociales.
Imaginemos que se baja de la diligencia en Dodge City un vendedor de crecepelo que vocea que tiene el remedio milagroso. Quizá convenza a algún incauto, pero más vale que siga rápido su camino y se largue a Wichita o Topeka en que venda unos frascos.
Pero ahora imaginemos que usted oye hablar de un señor que vende en Dodge City un crecepelo que de verdad funciona. Lo oye en Wichita y en Topeka, y en toda Oklahoma, Colorado y Misuri; incluso en Tejas y en Abilene. Y que un día para usted en Dodge City y se lo encuentra: seguro que le compra tres baúles, porque para entonces usted estará convencido de que eso que dicen es cierto.
Bien, eso hace Internet, eso hacen las redes sociales. Repiten las cosas, unos a otros, le llegan a usted por tantos canales y dichas por tantas personas que ¿cómo no va a ser cierto? Y lo retuitea o lo copia a su vez, y la bola sigue. Y como hay tantos peces en el mar (espero que nunca sea sólo una expresión), basta con que algunos piquen, lo dicho por el primero lo creen cinco de los cuales 3 lo transmiten a su vez, y en pocas tiradas tenemos trescientas mil personas que lo creen a pies juntillas.
Y el que empieza la trola, además, sabe que es trola. Pero necesita que haya gente que crea lo que dice, por las espúreas razones que sean.
Esto es la posverdad. El "mundo de la posverdad", en el que se dice que ha ocurrido Y en vez de Z y mucha gente cree de verdad que ha ocurrido Y.
Lo cierto es que la palabra posverdad no tiene sentido en español, pero porque es una mala traducción del inglés: la expresión apareció por primera vez en los EE.UU. Y la idea original es buena: antaño vivíamos en un mundo en el que la verdad imperaba y nuestra concepción de la realidad, de lo que es y de lo que no es, se basaba en lo que era verdad y lo que no, y ahora vivimos en otro mundo, aquello era el pasado. En inglés, un "pos-truth world": un pos-"mundo de la verdad"; pero se tradujo mal y se ha quedado "mundo de la pos-verdad".
¿Siempre ha habido posverdades? Sí, y no. Siempre ha habido teorías conspiratorias, no llegamos a la Luna, tienen alienígenas en el área 51 de Nevada y todo eso, pero eran teorías que todos aceptábamos como entretenimientos: no afectaban la vida de nadie (que no estuviera ya chalado). Eso no eran posverdades.
Más se parecen las teorías conspiratorias de los árbitros y la liga de fútbol: cada año miles de hinchas han creído del todo que su equipo no gana la liga por una mano negra de "los poderosos". Y les afectaba, claro que sí. Pero no eran posverdades en realidad, porque esas ideas no venían precedidas de declaraciones de nuestros próceres diciendo "no puedo dar más pistas, pero hay una plan para que este año nuestro equipo no gane la liga". Lo diría algún periodista, pero todos entenderían que es un fanático y que aquello es más un desahogo que una información seria. Y Joan Gaspart, claro, siendo vicepresidente del FCB, pero... todos hemos sabido siempre que Gaspart, en lo que respecta a fútbol, era un exaltado sin un gramo de raciocinio, el forofo en grado sumo. Sí, puede que mucha gente viviera con la realidad trastocada, pero... a fin de cuentas, hablamos de fútbol.
En realidad sí había posverdades: los países que no reconocían a otros países (sigue habiéndolos). O las declaraciones de lo democráticos que eran ciertos países. Cosas así; pero las asociamos al telón de acero, y ya se sabe.
Fuera de eso, ni de chiste eran las cosas como ahora. había publicidad, claro. Había trolas y embustes, eso era todo. Cualquier proceso electoral estaba lleno de ellos; pero todo el mundo sabía que lo que dijera un político en periodo electoral no tenía porqué ser verdad. Ahora bien, cuando en 2007 el gobierno de Figatelix empezó a tachar de antipatriota al que afirmara que hubiera crisis, cuando insistieron en que no la había y luego en que era sólo una suave desaceleración económica, ni siquiera un frenazo, cuando acusaban a los que decían que sí había crisis de justamente estar ellos creándola con sus declaraciones... ahí, ya. Ahí ya tenemos a unos gobernantes que estaban intentando que cuantas más personas mejor tuvieran un marco mental dominado por unas falsedades que habían creado ellos. Hasta llegar al punto actual, en el que los políticos hacen las afirmaciones - o negaciones- más desvergonzadas, y no pasa nada porque alguien, muchos, las creerán. Y eso, para ellos, será la verdadera verdad.
En cualquier caso, la diferencia entre el antes y el ahora es que ahora hay mucha ingeniería al servicio de la posverdad. Mucho análisis, mucho estudio para conseguir una efectividad aterradora. Hay una ciencia detrás de la que no somos conscientes y que no podemos ni imaginar.
Yo... no creo que éste sea un buen camino. En primer lugar, la posverdad hace mucho daño: no hay más que ver la situación en las provincias catalanas. Y es que ¿cómo quieres discutir con alguien que está convencido de que ha sucedido lo que no ha sucedido? En segundo lugar, tarde o temprano la gente acaba dándose cuenta de cuál era la realidad; pero pueden pasar años, muchos años. Y cuando ocurre, la desilusión, la frustración, es enorme. En tercer lugar, es obvio: no puede salir nada bueno de engañar. Y también es obvio que no puede salir una solución correcta si se pinta una realidad falsa (sirva como ejemplo la reelección de Figatelix). Pero no sé cómo saldremos de ésta. Supongo que nos iremos degradando hasta llegar a un punto en que implosionemos y surja de entre nosotros una pasión por un estilo nuevo de hacer las cosas. También sería posible que se escarmentara en cabezas ajenas; pero todos sabemos cuánta posverdad hubo en la campaña del Brexit, y seguimos igual. Quizás, simplemente, es que necesitamos más experiencia en el mundo digital.
Sí, esperemos que sea eso y que dentro de unos años la posverdad sea sólo una palabra del pasado.
Silvio Rodríguez - Testamento
No hay comentarios:
Publicar un comentario