Reciclado el vidrio, el próximo objetivo de cualquiera debería ser reciclar los metales.
La razón es muy sencilla: como ocurre con el vidrio, el proceso de extraer los metales de la tierra es complicado, costoso y muy poco "ecológico". Es una actividad de minería, más los correspondientes procesos metalúrgicos. Por no hablar del coste del transporte desde la mina hasta las factorías. Si usted ya tiene el metal, reutilícelo: sólo hay que fundirlo, y eso es fácil.
Ahora bien, dentro de los metales su objetivo debería ser el aluminio. Es lo que se busca. Por el precio. Es muy caro, y se paga muy bien.
El aluminio se extrae de la bauxita, y sólo de la bauxita. Bauxita hay, sobre todo, en Australia y Guinea; también en Brasil, China, Jamaica y Vietnam. Sí, es una distribución peculiar, pero qué se le va a hacer. Así que toda la producción que podamos hacer de aluminio nacional vía reciclaje es bienvenida.
Lo que incluye... los tetrabricks. Por favor, recicle todos los envases de tetrabrick. Van donde el plástico, no se fije en el envoltorio de cartón que, de todas formas, se eliminará para recuperar el forro interior de aluminio.
Reciclar los tetrabricks es importante.
Aparte, hay un detalle adicional que hace que sea importante reciclar los metales: son facilísimos de separar del resto de los residuos. Como es fácil, se hace, y de una manera muy efectiva, por lo que se puede estar seguro de que el metal que se deposita en el contenedor de envases se va a reciclar.
De hecho, y con relación a esto último, he de decirles que, como se paga bien y es fácil de separar, suele extraerse hasta el que se deposite con la basura normal... pero como esto no siempre se hace, aseguremos el tiro y reciclemos los metales.
Y fíjense que digo "metales". Esto es porque usted no sabe de qué metal está hecho cada elemento. Sin ir más lejos, hay latas de bebidas de aluminio y de acero, y cuesta saber de qué es cuál.
En las plantas de tratamiento de residuos, lo primero que se hace es separar el acero. Para ello, los residuos circulan por una cinta transportadora y sobre esa cinta se coloca un electroimán: los elementos de acero salen hacia arriba, atraídos por el imán. El electroimán se encuentra dentro de una cinta transportadora perpendicular a la primera, y de esta manera los productos de acero se separan del flujo principal y se llevan a su propia línea de tratamiento.
El paso siguiente es separar el aluminio. Y eso se hace de una manera ingeniosísima: con corrientes de Foucault. Estas corrientes son un efecto del electromagnetismo, descubierto en 1851 y también llamadas de inducción. En síntesis, al final de la cinta transportadora que hemos visto que transportaba los residuos se coloca un generador de corrientes de Foucault, y lo que tenga aluminio... saldrá disparado, repelido por esas corrientes inducidas. Es espectacular, la repulsión es mucho más fuerte que la atracción del imán (porque está más lejos de la cinta), y como además no se ve ni el generador ni nada... parece magia.
Para ser más espectacular, el generador se pone (ya lo he dicho) al final de la cinta transportadora. ¿Qué hace el material de la cinta? Al llegar al final, cae (a una cinta que lo espera más abajo, por cierto). Pero el aluminio sale despedido, y es como si saltara un puente en construcción en una película de Hollywood: ¡bumba! salta y aterriza... en otra cinta, que lo espera al otro lado.
Dato adicional: no rellene la lata de bebida con piedras o cosas que pesen: ni el imán podrá levantarla ni el generador de corrientes conseguirá darle el impulso necesario para llegar a la cinta de destino con ese peso, y se perderá el reciclaje.
Una vez separado el aluminio y el acero, quedan más metales. Pero éstos no se reciclan. Son los latones, hojalatas y otros materiales baratos que no se considera que valga la pena el esfuerzo de separarlos. ¡Qué se le va a hacer!
El paso siguiente para el aluminio y el acero es compactarlos, para economizar su transporte. Esto se hace en una prensa de latas, y recalco que es de latas porque están diseñadas para chafar latas. No pueden con elementos sólidos, como sartenes, ollas, barras de estanterías, material de ferretería,... elementos diseñados para resistir y no doblarse. Estos elementos se han de reciclar, porque contienen mucho metal, pero ¡no los deje con los envases! Hay que llevarlos a un punto de recogida. La diferencia es que se llevarán a la fundición sin pasar por la prensa de latas: es otro circuito.
En resumen: los metales se pagan, valen su peso y compensa el esfuerzo. Además, el impacto ecológico del reciclaje no es desdeñable. Aluminio hay el que hay y lo hay donde lo hay, así que es casi una cuestión nacional: no podemos derrochar el aluminio que tenemos.
En pocas palabras: vidrio y metales, recíclelos siempre. Que no se pierda nada.
The Beatles - She's a woman
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