domingo, 23 de octubre de 2016

Cataluña, parte de situación




Toca hoy dar el parte de la situación política en Cataluña.

El resumen es muy fácil: todo sigue igual. Por igual quiero decir que seguimos siendo españoles, sometidos a la Hacienda española, y (salvo los políticos) a las leyes españolas. Los políticos catalanes siguen haciendo lo de siempre, lanzan proclamas de lo independientes que somos y disfrutan de su impunidad. No se gobierna, ninguna administración hace nada que no sea para molestar al resto de españoles. Por lo demás, nada ha cambiado.

En el verano de 2010 salió la famosa sentencia sobre el estatuto. La reacción del PSOE/PSC y resto de partidos locales fue prohibir, al mes siguiente, los espectáculos taurinos (salvo los toros de fuego y ensogados del sur de Tarragona). La votación fue secreta, porque hay elecciones que no se pueden hacer a cara descubierta y que el pueblo sepa lo que han votado sus parlamentarios, y ganó la prohibición por 1 voto. Ahora, 6 años después, el Tribunal Constitucional ha dictaminado que no, que no se pueden prohibir localmente los toros, pero el daño ya está hecho. Ningún empresario se va a atrever a organizar una corrida de toros en Cataluña, más aún cuando el gobierno de aquí ha dicho que muy bien, pero que no habrá toros en Cataluña. Que en román paladino significa que ya se encargarán ellos de que nadie pueda organizar una corrida. Por lo civil o por lo criminal. A fin de cuentas, a Franco le gustaban los toros, ¿no? Pues por eso.

Es curioso, lo de los toros y lo de los animalistas. Si les seguimos dando cuerda, se prohibirán los mataderos de vacas, cerdos, pollos, etc. No digamos ya las matanzas por ritos islámicos, por degüelle del animal colocado patas arriba. Pero esto es tema para otro día; de momento, valga la constatación de que la mayoría de los políticos en Cataluña son tontos del culo.

Volviendo al 2010, la gestión del tripartito PSOE/PSC-ERC-IC fue tan nefasta que ese año hubo elecciones y las ganó Artur Mas. Increíble pero cierto. El astuto, aunque había publicitado que firmó ante notario que nunca se aliaría con el PP, gobernó con su apoyo y procedió a hacer numerosos recortes del gasto público. Al estilo catalán, es cierto, pero recortes. Y ¿saben? había manifestaciones diarias. Numerosos colectivos se manifestaban una vez por semana, hubo muchos cortes de la Diagonal, la crítica a CiU era brutal. El astuto no lo soportó, cambió al PP de aliado por ERC al precio de volverse independentista, y convocó elecciones; hasta alguno de sus consejeros ha reconocido que todo este lío separatista es para distraer de su gestión de los dineros. A partir de ahí, ya lo saben, cuesta abajo y sin frenos. La bola de nieve se hizo cada vez más grande, y a día de hoy:
  1. CiU ya no existe. Unió tiene tanta presencia como Falange Española, y Convergencia quiere desaparecer y que nadie sepa que ellos fueron un día Convergencia.
  2. Artur Mas es un cadáver político que no conseguirá ser ni presidente de su escalera.
  3. Los puestos visibles de los gobiernos locales los ocupan mindundis surgidos no se sabe de dónde.
  4. Los poderes que los pusieron ahí (y que por motivos de corrupción no pueden dar la cara) están intentando tenerlos controlados y poder apartarlos cuando interesen. Los mindundis cobran tanto dinero que se están rebelando contra los que los pusieron ahí.
  5. Aunque eran los políticos que más cobran de España, se han aumentado el sueldo. Que, como los deportistas, su vida profesional puede ser muy corta.
  6. Los patanes de la CUP (versión local de Podemos) irrumpieron con fuerza y parece que cortaban el bacalao, pero a medida que van cobrando cuantiosas mensualidades se van dando cuenta que no conviene estirar tanto, no vaya a romperse semejante bicoca.
  7. Es decir, nada de elecciones anticipadas. Ni mentarlo.
  8. Aparte de lo separatista, no hay nada más. No hacen nada. Nada de nada.
Mientras tanto, la consigna es la misma: el año que viene. El año que viene seremos independientes. Como todos los años. No, no, dicen, esta vez sí va en serio. La fecha, por descontado, no está fijada. Pero será el año que viene, en julio o septiembre. Dicen. 

Pero no dicen nada más. ¿Cómo se va a hacer? No se sabe. ¿Se nos consultará? No se sabe. ¿Qué se nos preguntaría? No se sabe. ¿Qué porcentaje del censo debe votar para ser un resultado válido? ¿Qué porcentaje del censo debe decir que sí para que lo sea? ¿Qué porcentaje de los votos? ¿Quiénes pueden votar? ¿Quién contará los votos? ¿Qué harán, nuestros líderes, en cada posible resultado? No se sabe. No se sabe nada de nada. Puede que se haga en secreto y que no nos enteremos ni nosotros mismos.

Esto, por no hablar de esos detalles menores que conlleva la creación de un nuevo estado. ¿Qué pasa con la nacionalidad? Cuando se independizó la provincia española del Sáhara, en 1976, se les dio a los saharauis un año de plazo para decidir qué nacionalidad querían, y punto. Que, por cierto, no bastaba con que el saharaui quisiera tener la española: se le podía negar, si había razones para ello. Un ejemplo en nuestro caso es querer ser juez, alto funcionario o ministro en el nuevo país y mantener la nacionalidad española. No, de esto no se habla.

¿Habría fronteras? No se sabe, no se habla. ¿Habría tratados de extradición? No se sabe, no se habla. ¿Y si España se opusiera? No se sabe, no se habla.

¿Y qué pasaría con la liga de fútbol, o con la lotería de Navidad?

¡Hay tantas cosas de las que no se sabe, de las que no se habla!

Y hay una razón para ello: porque no hay nada que saber. Todo lo que ha pasado hasta ahora son sólo palabras de los políticos, para justificarse y parecer imprescindibles. Para que creamos que luchan por un pueblo mejor. Y mientras, cobran las mensualidades y los extras, que es de lo que se trata. Pero de lo de verdad, no hay nada. Sólo palabras, sin intención de cumplirlas.

Y es que todo es teatro.

Ahora, que hay un problema: la Forco. Se la juzga por desobediencia. Pueden pasar tres cosas:
  1. Que la justicia no la condene. Huy, entonces esto es Can Pixa. Es decirles a los políticos que tranquilos, que tienen impunidad. ¡Lo que van a robar, estos tíos!
  2. Que la justicia alargue el tema unos añitos (pongamos ochenta, hasta que se muera). O, como mínimo, hasta que convoquen nuevas elecciones y ella deje el cargo de forma "natural", con lo que la sentencia no tendría ninguna trascendencia. Esto es lo mejor para nuestros líderes, porque así pueden seguir con su teatro.
  3. O que la justicia la condene. Si hay condena, como mínimo quedará inhabilitada para su cargo. ¡Por fin, algo! Si la inhabilitan, ocurrirá una de estas dos cosas:
    1. Que acaten la sentencia. Obeceden a los jueces. Es decir, se les ha visto el farol, y se retiran. Fin de la historia.
    2. Que no acaten la sentencia y se presente en el Parlamento, como si nada. Entonces:
      1. Los jueces se inhiben, dicen que eso es cosa ya del Poder Ejecutivo, y el Poder Ejecutivo (el Gobierno) negocia, justifica y no actúa. Can Pixa.
      2. Se ejecuta la sentencia "por las malas". Y entonces:
        1. Los políticos valoran el sueldo que pueden perder y se callan. Fin de la historia.
        2. La rebeldía es oficial y la cosa estalla.
Esto del juicio de la Forco es, por lo tanto, el hilo que verdaderamente debemos seguir; todo lo demás es atrezzo en la obra de teatro que nos han montado. Bravatas y declamaciones. Y yo tengo para mí que, de todas formas, Madrid conseguirá apañar las cosas para que haya una salida honorable para nuestros líderes; por ejemplo, que les avise con unos meses de cuándo saldrá la sentencia y que los líderes nos monten unas nuevas elecciones (creo que toca que sean "constituyentes", pero también podrían llamarlas "de posicionamiento", o algo así), y con esas elecciones apartan a la Forco del panorama político y ganan tiempo para inventarse algo.

Por si acaso, les aviso que en su calendario hay un momento en que estaremos en una fase "post-autonómica", luego entraremos en otra "pre-independencia", y ya por fin la independencia. Como diría Don Juan, "muy largo me lo fiáis".

Por lo demás, la cosa sigue. Aquí se sigue promoviendo el odio a España, el somos diferentes, el Cataluña no es España. Así que me temo que a esta obra le quedan aún muchas representaciones.





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