En esta tercera entrega de la serie me interesa saber cómo vivían los obreros en la posguerra. Según la verdad oficial establecida en España desde la hégida de Figatelix, en aquellos años se vivía muy mal, no podía ser de otra manera. Hambre, esclavitud, fusilamientos, trabajos forzados, represión. Llanto y rechinar de dientes. ¿Es cierto, eso? Yo no lo voy a resolver; tan sólo traigo el apartado del libro, les recuerdo que escrito en 1943, que tiene como objeto el que el personal de las constructoras pueda saber lo que va a costar una obra. Es decir, les ayuda a estimar los costes reales que van a tener; no tiene sentido engañarles en ese momento. De esta información, deduzcan ustedes el resto.
Los precios simples de jornales que hay que considerar para la deducción de los precios de las unidades de obra se componen de la parte que el obrero percibe por su trabajo más la correspondiente a los gastos sociales, muy importante en la actualidad, como veremos a continuación.
Aquí tengo que hacer una advertencia: se pagaba en jornales: a tanto el día. Hoy trabajas, hoy te pago. Mientras haya trabajo, tu vienes y trabajas y yo te pago; cuando se acabe el trabajo, esperaremos a la siguiente obra.
¿Es esto anacrónico? En absoluto: he trabajado en fábricas en las que se seguía pagando los viernes en metálico (en un sobre marrón, seguro que mucha gente sabe a cuáles me refiero), y el sector de la cosntrucción sigue siendo así, contratos denominados precisamente "por obra". Se extinguen cuando se acaba el tajo contratado: te contrato para que alicates diez cuartos de baño, cuando estén hechos te vas. Sigue existiendo la figura del listero, que apunta los que ese día se han presentado en el tajo y por lo tanto cobrarán (en las obras pequeñas esta tarea la hace el encargado), y la verdad es que las cosas no han cambiado demasiado. En el sector de la construcción, me refiero. Y, si lo piensan, sigue habiendo muchos trabajos en los que la paga es por día. La mujer de la limpieza, por ejemplo. Músicos de orquesta, camareros de temporada, recolectores en el campo, trabajadores de ETT,... hay muchos ejemplos.
Y, sí, sigue presentándose cada día en las obras gente en paro para saber si hay necesidad de lo suyo: caravisteros, yeseros, encofradores, peones,...
Los gastos y seguros, hoy vigentes en España, son los siguientes:
1) Seguros de accidentes, invalidez y muerte: Este seguro es obligatorio y pagado totalmente por el patrono, que suscribe pólizas de seguro con Compañías especiales; el obrero cobra, en caso de accidente, el 75°% del jornal con asistencias médica y farmacéutica gratuitas; en casos de invalidez y muerte, el Estado tiene marcadas las indemnizaciones a pagar por las Compañías aseguradoras. El importe de este seguro es variable con el riesgo, o sea con la profesión, aunque para obras de albañilería puede estimarse en un 7% del importe del jornal, pagándose sobre jornal trabajado.
Bien, lo primero que vemos es que el ingeniero avisa que los gastos
sociales (lo que no es directamente el jornal del obrero) son una parte
importante del gasto que supone el obrero. Esto es, el jornal del obrero
no es sólo lo que cobra, sino lo que cobra más los gastos sociales que
el patrono no paga al obrero sino a terceros, en su nombre. Por ejemplo,
seguros de accidentes, invalidez y muerte. ¡Vaya, como ahora!
Por cierto, en aquel momento no había una Tesorería de la Seguridad Social que pudiera hacerse cargo; para eso existían las Mutualidades. ¿Anacrónico? En absoluto: yo sigo teniendo mis seguros de accidente, invalidez y muerte con la Mutua de Ingenieros. Los profesionales liberales siguen teniendo las mutuas, y otras profesiones también. Es cierto que el PSOE, ante la enorme cantidad de dinero que llegaron a amasar algunas mutualidades (como la de empleados de Telefónica), decidió expropiarlas y que pasaran los mutualistas a ser de la Seguridad Social, en régimen general (fue un robo descarado, pero el PSOE de González hacía cosas de estas todos los días, porque era lo progresista, y a los empleados de Telefónica, que les den), pero aún quedan. Sin ir más lejos, MUFACE, la de los funcionarios. Porque a los empleados de Telefónica se les podía robar, pues aunque miles son sólo unos pocos, pero los funcionarios son demasiados.
2) Subsidio familiar: Seguro estatal obligatorio, en virtud del cual el obrero percibe gratificaciones mensuales que dependen del número de hijos menores de 14 años que tenga. Este subsidio es de pago mixto, verificándose a razón del 5% del jornal por el patrono y del 1% por el obrero. Se paga sobre jornal trabajado.
No sé si han oído la expresión, refiriéndose a los recién nacidos, "venir con un pan debajo del brazo". Desde luego, tras la guerra civil era importante fomentar la natalidad.
3) Subsidio de vejez: Seguro estatal obligatorio para todos los trabajadores con sueldo menor de 6000 pesetas anuales y desde los 18 a los 60 años. Al llegar a esta edad el obrero percibe 3 pesetas diarias. El importe de este subsidio es del 3% de los jornales trabajados.
Sorpresa: la jubilación de los obreros era a los 60 años. Tres pesetas
no era mucho, es verdad, pero hay que preguntarse si en 1943 España se
podía permitir más.
4) Cuota sindical: Importa el 2% del jornal, pagándose por el obrero el 0,5% y por el patrono el 1,5%.
No es el momento de entrar sobre el carácter político de los sindicatos de entonces. De hecho, ¿qué más da? Lo importante es que el sindicato tenga un carácter social, de intentar mejorar las condiciones de los obreros. Así que no sé si los sindicatos de ahora ganarían la comparación con los de entonces.
5) Subsidio de enfermedad: Seguro estatal que garantiza la asistencia médica y farmacéutica, así como la indemnización por falta de retribución, en caso de enfermedad o accidente ocurrido fuera del trabajo. Se paga por partes iguales entre el patrono y el obrero, a razón de un tanto por ciento del jornal, que varía con el importe de éste, pero para los jornales corrientes en la construcción puede estimarse en un 6%.
Vaya. Parece ser que el obrero de la época no estaba tan desprotegido como creíamos.
Pero aún hay más:
Aparte de estos seguros y gastos el obrero tiene derecho a las siguientes mejoras:
Curioso, ¿verdad? El obrero tenía derecho a ocho días de vacaciones pagadas al año (el jornal se le prorrateaba entre los días útiles máximos del año), y a los domingos: se trabajaba los sábados, y aún se hace - aunque sólo por las mañanas. Los domingos, eso sí, se los tenía que ganar semana a semana: si una semana no trabajaba, tampoco cobraba la parte de ese domingo, y si trabajaba tres días de los seis, se le pagaba medio domingo. El otro medio, en esta obra en concreto, no se lo había ganado. Era cosa del obrero buscarse otra obra, en la que le pagaran el medio domingo restante (y el jueves, viernes y sábado que aquí no iba a trabajar).
Los festivos decretados por el Estado (entonces "unos 10", ahora 14) el obrero también tenía derecho a cobrar su jornal, en función de lo que hubiera trabajado.
Y luego están los días de lluvia. Eso sí, debe empezar a llover una hora después de empezar, no antes. Por cierto, si no son ustedes del gremio: los días de lluvia se anotan en el registro de la obra, porque son causa justificada de retrasos en los plazos. Pero para que el día se considere de lluvia, el servicio metereológico local ha de declararlo (en función del agua caída ese día), no vale el capricho del encargado o del obrero. Y sí, hay veces en las que el patrono quiere que llueva, pero por esto de los retrasos: porque permite ganar tiempo (para recibir material, para que fragüe el hormigón, o, no les voy a engañar, para que los ingenieros y arquitectos terminemos los proyectos y desarrollemos los detalles que faltaban, me ha pasado) sin penalizaciones.
Lo de la fiesta voluntaria también se hace hoy en día. Si ir más lejos, san Antonio de Padua, el 13 de junio. El lunes siguiente, si no es lunes, en Cataluña. O san Eloy, el 1 de diciembre. O san José Obrero, el 19 de marzo... No son festivos del Estado, son días que es fiesta en el sector. Otros ejemplos, en empresas pequeñas, es cuando se casa el hijo del dueño. O se muere (en un accidente de motocicleta, la misma semana en la que empecé a trabajar).
Total, que vemos que el obrero cuesta, en realidad, vez y media lo que aparentemente gana. No 16 pesetas diarias, sino 23. Esto, que pasaba entonces y sigue pasando ahora, muchos obreros, y muchísima gente en realidad, no lo ve. Es curioso.
Otra historia es si las 6.633 pesetas que cobraría un peón de la construcción al año (si trabajara todos los días útiles del año con los días de enfermedad lógicos) son muchas o pocas pesetas. Yo, para lo que es un peón de la construcción, no creo que fueran pocas. No en vano, la gente dejó los pueblos y se fue a vivir a las ciudades y a otras regiones. Por algo sería.
Creedence Clearwater Revival - Who'll stop the rain?
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