domingo, 17 de julio de 2016

En verano, el anticongelante




Es verano, es tiempo de vacaciones, y es la época en la que se suelen hacer en coche los viajes de verano: largos, con el coche cargado hasta los topes, y a menudo subiendo puertos de montaña. Es el momento del vigilar el anticongelante.

Sí, el anticongelante: ese líquido rosa que hay en un pequeño bidoncito en una esquina del habitáculo del motor.

Puede que usted piense que estoy desbarrando una vez más. ¡El anticongelante, en verano! Pero sí, es el tiempo clave. No es en primavera ni en otoño, y en España tampoco en invierno cuando el anticongelante se gana los cuartos, no. Es ahora, en verano. Ya se lo he dicho: cuando hace los largos viajes, con los termómetros a 37º y subiendo cuestas interminables. 

Me explico.

En primer lugar, sepa que el 70% de las averías se producen por la refrigeración del motor. Y la causa de casi todas las que se producen en marcha. Si su coche le va a dejar tirado en el arcén, va a ser por eso.

En segundo lugar, piense que el anticongelante es el líquido que emplea el motor para refrigerarse. 

Antes no había anticongelante. Los coches, lo que tenían era un refrigerante. Mi viejo seiscientos empleaba agua, como todos. El agua rodeaba el motor y se enfriaba en la aletas del radiador; si se calentaba demasiado y pasaba de los 100º, hervía y entonces ya no refrigeraba. Había que parar el coche, abrir el capó del motor y esperar a que se enfriara. Además, en ese momento el vapor de agua se escapaba y había que volver a echar agua, con lo que uno echaba mano de la que consiguiera. Si uno había estado echando un ojo a la temperatura, habría parado en el pueblo anterior y echaría agua de la fuente, o empleaba una cantimplora a tal efecto. Y ése era otro problema del agua: que en teoría debía ser destilada, y pocas veces lo era. Con lo que el agua oxidaba el motor, y con el calor se oxidaba más aún. Alucinante la barra metálica que saqué del depósito del agua de mi perolo cuando ya estaba en sus últimos días: aquella barra tenía que ser óxido y cascarilla que se habían acumulado en la tubería (y que bloqueaban el circuito, por eso detecté que algo pasaba y buscando qué era la extraje).

El anticiongelante, agua con glicol por ejemplo, tiene la propiedad de que congela a una temperatura menor que la del agua: eso es muy útil en invierno, porque, entre otras cosas, nos ahorrábamos bajar por la noche a ponerle una "manta" al motor para que a la mañana siguiente no estuviera congelado y pudiera arrancar. Sí, si son ustedes jovencitos o de la costa quizá les suene a chino eso de la manta, pero... ¡buf! Aparte que existía el riesgo de que el agua, congelada, rompiera el motor por la expansión del hielo.

Pero otra propiedad del anticongelante es que, al tiempo que congela a menor temperatura, ebulle a mayor temperatura; según el que sea, 110º puede ser una temperatura típica (y es la que marca el panel de mi coche como límite), y teniendo el circuito a una presión mayor (se consigue con unos tapones especiales) la temperatura de ebullición puede ser 20º mayor. Así que el anticongelante es también el líquido reffrigerante. Y, ya puestos, además de la función de refrigerante se añaden inhibidores de corrosión, para que no oxide el interior del motor (lo que hacía el agua).

Ahora piense en los viajes típicos de verano. Con toda la familia, con el maletero lleno, puede que con algunas bicicletas en la baca... El viaje dura horas, y usted quiere subir el Monrepós a 110 km/h, como si tal cosa. A pocos años que tenga su coche, se la está jugando. Porque, huelga decirlo, los distintos compuestos que incluye el anticongelante tienen una vida útil limitada y, si se sobrepasa, la degradación del líquido es una cosa muy mala (se lo digo yo). Además, siempre se pierde algo; si usted no es consciente, puede verse esperando una grúa.

En las revisiones de los coches, siempre se mira el anticongelante. En algunas revisiones sólo se mira el nivel y, si ha perdido, se repone lo perdido; en otras, más profundas, se purga todo el circuito y se rellena con líquido nuevo. Pero esto del anticongelante es muy fácil y lo puede hacer usted mismo. En los hipermercados y en las gasolineras (por descontado, también en los comercios del ramo) puede comprar garrafitas de 5 litros, valen cuatro perras, y tenerlas en casa, y de vez en cuando (como mínimo, en estas fechas) echarle un vistazo al depósito del coche: si el nivel está bajo, sólo tiene que rellenarlo. Hágalo. Es más fácil que reponer la gasolina, por si cree usted que es demasiado para un picapleitos como usted.

Y, ya que estamos, un consejo. Antes de comprar la garrafa de marras, échele un vistazo al depósito de su coche y fíjese en el color del anticongelante: puede ser rosa o turquesa. Y compre la garrafa del mismo color. No pasa nada, esto del color es para detectar mejor las fugas, y usted puede mezclar los colores sin problemas, pero... queda menos estético, y no le cuesta nada acertar.

En verano, con el coche cargado, viajes largos, cuestas prolongadas, alta velocidad... vigile la temperatura del motor. Si pasa de 95º, mi consejo es que reduzca unos minutos la velocidad. Si pasa de 100, pare debajo de un árbol, levante el capó y tome el fresco quince minutos, hombre. Se evitará averías.

Pero, sobre todo, compruebe antes de salir el nivel del anticongelante. Porque su nombre engaña.




Sarah Jarosz - Come on up to the house

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