miércoles, 21 de enero de 2015

La vigésima enmienda



Hay quien se pregunta cómo es que Estados Unidos sigue viviendo de acuerdo con unas normas establecidas en el siglo XVIII. Otros suelen decir que no es así, pues la Constitución de los Estados Unidos tiene muchas enmiendas y éstas no son sino modificaciones realizadas para adaptar la Constitución a los tiempos actuales.

Hay muchos papanatas por ahí sueltos, y algunos incluso tienen un blog en internet.

En respuesta a la primera cuestión planteada, les diré que la clave son las normas que se establecieron. Normas sencillas, fáciles de entender - aunque a algunas se les han buscado torticeras interpretaciones alternativas- , y sobre todo normas fundamentales. Como la que establece la separación de poderes: de ahí dimana casi todo lo demás.

Es evidente que a los Estados Unidos le ha ido bien en la vida; es lógico pues fijarse en ellos e intentar aprender de su manera de hacer las cosas.

Con este espíritu en mente, propongo echar un vistazo a una de esas enmiendas y ya de paso responder a la segunda cuestión del principio. En concreto, la vigésima enmienda.

¡Sorpresa! Es una enmienda muy cortita y fácil de entender. Regula a) cuándo empiezan su periodo los cargos electos federales (presidente, vicepresidente, congresistas, etc), y b) qué pasa si el presidente se muere antes de jurar el cargo. Todo en 350 palabras, incluyendo títulos y aspectos sobre su entrada en vigor. A buen entendedor, pocas palabras bastan.

Lo primero lo dice muy clarito: el 20 de enero, los dos primeros, y el 3 de enero los del Congreso y el Senado. Esta enmienda se propuso en 1932. Hasta entonces, los presidentes empezaban su mandato el 4 de marzo; para entonces, era evidente que votando a primeros de noviembre, esperar hasta el 4 de marzo era demasiado tiempo, y el presidente saliente estaba 4 meses esperando, gestionando el día a día y poco más (allí son más decentes que aquí, no hay más que ver la de cosas que le dio tiempo a ZP a hacer tras las elecciones que perdió su partido, y la de cosas que hacen algunos alcaldes y cargos salientes).

¿Porqué se empezaba, antes, el 4 de marzo? Pues por una razón muy sencilla: por empezar un día. Cuando en el siglo XVIII las colonias establecen los acuerdos que darán lugar a los estados unidos, decidieron que esos acuerdos entraban en vigor un día determinado, y a todos les pareció bien que fuera el 4 de marzo, unos seis meses después. Ni muy pronto ni muy tarde, como si fuera una boda. Y como los americanos son de natural gente organizada que no ven razones para reinventar la rueda cada vez, establecieron que siempre se empezaría el mismo día.

Con el mismo criterio, con el tiempo establecieron que siempre se votaría el mismo día; así se aseguraban que los gobernantes no pudieran invocar circunstancias excepcionales para alargar sus mandatos y quizá perpetuarse. Decidieron que votarían el martes siguiente al primer lunes de noviembre. Aunque son razones no muy sólidas, hay muchas razones para que fuera ese día y además son razones, así que ¡adjudicado! Se vota en noviembre y a principios porque (pensemos con mentalidad de 1800) ya han terminado las faenas del campo y la gente está en sus hogares. Aún la nieve no ha inutilizado los caminos (en Nueva Inglaterra es la época del "indian summer", equivalente a nuestro veranillo de san Martín) y se puede ir de las granjas y cabañas a los centros de votación. Por "ir" no hemos de entender el corto paseo español, sino que el centro de votación puede estar muy lejos. Es posible que no dé tiempo a ir y venir en un día, así que… descartado que sea un domingo. Es día de ir a misa (por servicio religioso), oigan. Y por lo mismo, se descarta también el lunes y el sábado. Sobre todo, que se pueda ir a misa. El martes, por lo tanto, va bien. Con un pequeño pero: el 1 de noviembre es día de Todos los Santos, y los católicos van a misa. Así que para asegurar que no sea el día 1, primero debe haber un día antes. Es decir, al menos debe haber un lunes. El martes siguiente al primer lunes cae siempre entre el 2 y el 8 del mes. Y ya está. ¿Razones en contra? Ninguna más sólida que las razones a favor, ¿verdad?

A principios del siglo XIX, se votaba a primeros de noviembre. Recuento, impugnaciones y proclamación: diciembre. Pero no se vota al presidente, se vota a los miembros del colegio electoral que eligen al presidente. Así pues, hay que dar tiempo para que el colegio electoral se reúna, discutan entre ellos y voten… y lleguen a un acuerdo, puede haber varias votaciones. Vale, tenemos proclamación del resultado, comunicación al vencedor, un tiempo para que éste arregle sus asuntos y deje su hacienda en manos de otro para los años que sea, viaje a Washington (1800), organización de la proclamación y proclamación. Al principio, estaba claro que el 4 de marzo no era muy tarde, si se querían hacer las cosas bien. Pero con el tiempo, las comunicaciones mejoraron, los transportes mejoraron y, sobre todo, los políticos se profesionalizaron, con lo que estaban dispuestos antes para lo que fuera. Era obvio que los plazos se podían acortar y el presidente electo podía empezar a ejercer antes. Y como el 20 de enero parecía una buena fecha, ¿porqué no?

Por supuesto, no sólo se legislaba la presidencia: también las cámaras de representantes. De nuevo, volvamos al siglo XVIII. El sistema de representación popular no era un invento de las colonias independizadas: también existía en Francia (los Estados Generales), el Imperio Germánico (las Dietas), España, etc. Lo que pasa es que en Europa era el soberano el que convocaba a los representantes, y no era costumbre hacerlo: muchos no los convocaban en todo su reinado. Los americanos no querían que a ellos les pasara lo mismo, y establecieron en su constitución que los representantes se reunirían al menos una vez al año. En concreto, el primer lunes de diciembre salvo que se legislara otra cosa (así se hace una constitución bien hecha, qué quieren que les diga). Y ahí el lío: no se había legislado. Con lo que el año de elecciones (los representantes renuevan cada 2 años a una parte, con lo que es uno de cada dos) el congreso que se reunía lo hacía con representantes que ya habían perdido su escaño y sin los nuevos. De nuevo, la ética de los que lo iban a dejar convertía al congreso en "un pato cojo".

Esto se solucionó con la vigésima enmienda: los representantes entrarían en funciones a mediodía del 3 de enero y el congreso se reuniría al menos una vez al año, sí, pero esa vez sería ese 3 de enero a mediodía salvo que se legislara otra cosa. Y así, si había algún problema con la Presidencia o la Vicepresidencia, habría un congreso hábil para resolverlo. De acuerdo con un procedimiento establecido en esta enmienda, claro.

Y una última curiosidad: la clausula final de la enmienda dice que la enmienda no sería válida hasta que la aprobaran al menos el 75% de los estados de la Unión (¡ey, no todos!), siempre que esto ocurriera antes de siete años: si se tardaba más de siete años en convencer a los suficientes estados (36), se abandonaba la idea. Por supuesto, el 25% restante la aprobó pocas semanas después del 36º estado, era sólo cuestiones de calendario, pero es interesante que no se exigiera unanimidad para los acuerdos. Gente lista, no como los que parieron la ONU o la Unión Europea.

Contemplo con desazón cuán diferente es el panorama en España. Salvo alcaldías y autonomías "light", aquí la fecha la establece el gobernante atendiendo a su interés propio. Por ejemplo, en Cataluña nuestro Astuto Líder, también conocido como "el Astucias" (ya saben, proclamó en público que su técnica de gobierno iba a ser la astucia, el engaño, las tretas, el ocultar sus intenciones, el amagar, el manipular,... todo un modelo de gobernante) fue elegido para un mandato de cuatro años, pero a los dos años volvió a convocar elecciones. ¿Qué pretendía? No lo sé, aunque dicen que él creía que era una jugada que le iba a salir bien. El caso es que dos años después, vuelve a convocar elecciones ¡para más de ocho meses más tarde! De nuevo, se me escapa porqué no quiere apurar su periodo de mandato de cuatro años: no es porque lo deja, porque quiere ganar y seguir "otros cuatro años más". Tampoco es porque la situación sea ingobernable, porque en ese caso no tiene sentido que esperemos más de ocho meses para volver a votar. Así pues, supongo que le interesa (es un astucias) que haya elecciones el 27 de septiembre. En fin, se podría escribir mucho sobre este tío (y sin duda mucha gente lo va a hacer); yo me limito a constatar aquí que nuestro Líder, nuestra clase gobernante, se mueve por su propio interés. 

Y que estas cosas pasan, los americanos lo tenían claro. Por eso pergeñaron una Constitución enfocada a impedir los abusos de los gobernantes e intentaron poner los medios para que el interés del Pueblo prevaleciera. Es posible que por eso quisieron escribir una Constitución que todos pudieran conocer y entender, sin dejarla a la libre interpretación de los gobernantes futuros. Algo, esto último, que también tienden a hacer mucho los gobernantes de por aquí.




John Denver - Annie's Song (versión de Honey Ryder)

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