China chana estamos en enero de 2015. En noviembre, a más tardar, habrá elecciones generales. Y aquí seguimos.
El año que viene para estas fechas será enero de 2016. Y en noviembre de 2016 habrá elecciones presidenciales en Estados Unidos. En enero de 2016, todos los candidatos estarán pateándose Iowa (votan el 18) y New Hampshire (donde votan el 26), y el 2 de febrero se votará en Colorado, Minesota, Nueva York y Utah. En unos casos serán elecciones "primarias", y en otros serán asambleas electorales, "caucus"; en todos, un porrón de candidatos de todos los partidos visitarán todos los pueblos que puedan y sostendrán cuantos más debates mejor, para intentar convencer a los electores de que ellos serían la mejor opción. Recalco "convencer", si me permiten el retintín.
Aquí, en cambio, partimos de la base de que nadie va a intentar convencerle a usted de que él sería la mejor opción. Aquí, la cosa es tan sencilla como que en octubre los partidos políticos nos dirán que les hemos de votar a ellos, por uno de los tres argumentos siguientes: "Si no somos nosotros, será el caos", "hay que impedir que gane la derecha", o "todos son iguales, salvo nosotros". Y ya está.
Allí, todos pueden presentarse. Mientras aguante su dinero (el que recauden), pueden dirigirse a los electores y explicarles sus propuestas. Se celebran multitud de pequeños debates en recintos de todo tipo, donde los candidatos se enfrentan delante de sus electores. O bien se presentan a debates unipersonales, ellos frente a los ciudadanos, discutiendo con ellos sin cortapisas. Y además hay muchos candidatos; sería humillante para un partido que no los hubiera, y daría qué pensar.
Aquí, en cambio... ya sabemos lo que pasa.
Se nos llena la boca con la palabra democracia. Y a los dirigentes de nuestros partidos, más que a nadie.
John Denver - Rocky mountain high (versión Paul Chet & the Whiskey Chickens)
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