domingo, 2 de noviembre de 2014

Bécquer



31 de octubre, Halloween. Ya saben, murciélagos, calabazas, disfraces de brujas del bosque para ellas y de La noche de los muertos vivientes para ellos. No en vano la cultura estadounidense ocupa un lugar predominante en nuestros hogares, en el centro del salón y con la atención de las principales horas del día que dedicamos a "la cultura". Halloween mola, vende (digo yo, porque todos los supermercados se decoran dos semanas antes) y si no eres prohalloween eres un carrozón o un sieso. Y además resuelve la papeleta a muchísimos maestros sobre qué hacer para entretener a nuestros hijos en Octubre.

No obstante, en general no nos apasiona Halloween. Salvo como excusa para disfrazarnos - siempre es divertido- , no le vemos la gracia. Claro que todo esto se debe a que lo que sabemos de Halloween es lo que nos cuentan las series y películas americanas; truco o trato, casas adornadas y disfraces. Un año pasé Halloween en Chicago, y había fiestas en casi todas las casas, y la gente acudía disfrazada y se lo pasaban pipa. La gente de verdad. Era un día de fiesta popular, de la que celebra la población, no era una fiesta ordenada por el ayuntamiento del lugar, como pasa por aquí mucho más a menudo de lo que creemos.

Por supuesto, en público todos lamentamos la invasión cultural y la pérdida de nuestras tradiciones. Nos sentimos ridículos si nos declaramos ilusionados por la fiesta de Halloween y lamentamos el que la cultura americana nos invada.

El problema, en general, es que no sabemos cuál es nuestra cultura que nos está sustituyendo la americana.

Los cultos citan a Zorrilla. Don Juan Tenorio. No en balde, es tradición la representación de la obra el 1 de Noviembre: wiki:Representaciones de Don Juan Tenorio. Es, hay que reconocerlo, una obra incardinada ya en nuesra cultura: aunque usted no ha leído la obra y seguramente no ha asistido a alguna representación, sabe el argumento o algunas partes cuando menos.  Y no es verdad, dulce amor, etc., etc.

Yo, sin embargo, soy de Bécquer. De Gustavo Adolfo, por si algún lector es de la ESO. Y el 1 de Noviembre, de todas todas, lo que procede es releer sus leyendas. El monte de las ánimas, por ejemplo. No hay relato más aterrador, se lo digo por si a usted le causa alergia leer a un escritor de verdad, pero le encantan las historias de miedo o de muertos. O El miserere. O Los ojos verdes. Se lo digo de verdad. Estos días, lea a Bécquer. E intente apagar la luz para dormir, si es tan valiente. Yo las leí cuando era pequeño, y todavía me despierto gritando.

En fin, es lamentable que Bécquer sea un autor ya olvidado (¿será porque ya no circulan sus billetes?), porque pienso que, en español, es de lo mejorcito que ha existido. Pero imagino que esto no es sino un signo más de estos tiempos en los que la ignorancia campea por doquier. En cualquier caso, yo poco más puedo hacer que recomendarles a Gustavo Adolfo Bécquer. Léanle. Y con más razón estos días, si de verdad no le gusta Halloween.



Larry Bagby - Counting my lucky stars


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