"El otro día" escribí un artículo sobre las matrículas en España; mi intención, entonces, era continuarlo con éste, pero... demasiado calor, algunos achaques,... lo cierto es que he estado "inapetente", y no he escrito nada. Como opino que esto no es bueno, vuelvo a sentarme, a ver si consigo rematar lo que hace un mes quería contarles.
Imaginen, pues, que hoy es 23 de agosto.
Hoy, 23 de agosto, sería el cumpleaños de Georges Cuvier. Cumpliría 245 años, porque nació en 1769. Lo menciono, porque Cuvier es uno de esos personajes que nos han hecho avanzar con su raciocinio pionero; reconozco que no es uno de los grandes prohombres de la Humanidad, pero tampoco se merece el olvido en el que se le tiene. En mi opinión, creo que las escuelas podrían renunciar a unos bites de todos los diversos conocimientos que inculcan a los infantes para hablarles, siquyiera diez minutos, de CUvier, lo que hizo y lo que supuso. Bien mirado, este hombre nos abrió las puertas a un mundo nuevo.
Por partes. En primer lugar, una imagen:
By Ghedoghedo (Own work) [CC-BY-SA-3.0 (http://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0)], via Wikimedia Commons |
Cuvier, lo habrán adivinado, era francés, de Montbéliard. En aquella época estaba de moda Buffon (otro personaje que merece entrada, veremos si algún día cae), y Cuvier queda fascinado por el campo de la Historia Natural, y rápidamente destaca por sus méritos y lo fichan como profesor de anatomía en el Museo de Historia Natural de París, en 1795 (no todo era el Terror, por lo que se ve; aunque en aquellos años el tema de todas las conversaciones en todo París fuera la política, está claro que la vida continuaba). Ejerciendo su nuevo puesto, se dedica a observar y clasificar todas los animales y plantas que encuentra.
Un buen día (es un decir, puede que lloviera), en la colina de Montmartre, se topa con unos fragmentos de huesos sueltos... que no reconocen. Pero Cuvier es un genio, los reúne, dibuja las partes que faltan reconstruye así el esqueleto de un animal completo al que le pone el nombre de "Paleotherium" (animal viejo). Ese animal sería más o menos así:
Palaeotherium by Joseph Smit (1836-1929) from Nebula to Man 1905 England
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Inicialmente se creyó que era un bicho parecido a un tapir; actualmente se cree que se asemejaba más a los caballos. El casoi es que el animalito rondaba por París hace unos cincuenta millones de años.
Es de imaginar que el joven Cuvier tendría difícil, en aquella época, convencer a los sabios de que esos huesos que había encontrado eran parte de un animal desconocido que tenía esa pinta, pero mas tarde se descubrieron esqueletos completos totalmente semejantes al que había descrito / predicho Cuvier. Como los de la primera imagen que he puesto.
Bien, bravo por el joven Cuvier, muy meritorio todo, pero el avance no está en descubrir el nuevo animal (que también). Lo tremendo es... el paso de fragmentos de huesos sueltos a un esqueleto y a una silueta del animal. ¿Cómo lo ha hecho? ¡Ah!, ésa es la clave.
A partir de ahí, los principios seguidos por Cuvier se aplican a porrones de huesos extraños que se habían encontrado en todas partes y se reconstruyen los esqueletos enteros de toda case de animales prehistóricos. Nace la Paleontología.
Por cierto, que tocaba explicar qué había sido del Paleotherium y porqué ya no quedaban. Cuvier estudia esos "yacimientos" con geólogos, e inventan la estratigrafía, una disciplina de la geología que se basa en el estudio de los estratos. Estudiando los estratos, Cuvier observa que los fósiles se encuentran también estratificados, y llega a la conclusión de que existe una secuencia temporal para todo esto, con extinción de especies viejas y aparición de nuevas. Sólo queda ponerle la guinda al pastel: Doctor, ¿de cuántos años etamos hablando, exactamente? Aquí es donde el genio mete la pata: cree en el catastrofismo: la historia de la Tierra es una sucesión de catástrofes, las cuales extinguen a unas especies y aparecen otras. Así que no hace falta muchos años: digamos unos 6.000, más o menos. Era la escuela francesa, de naturalistas, opuesta a la inglesa de geólogos, que optaban por el gradualismo: cambios muy lentos. Pero, llegados a este punto, creo que no dejaré en muy buen lugar a Cuvier, a fin de cuentas un hijo de su tiempo, así que prefiero terminar aquí.
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