martes, 17 de septiembre de 2013

Como Boadbil el Chico


Me manda Fernando un abrazo que agradezco, pero me insinúa que mi artículo del pasado día 9 debí publicarlo el 11. Entiendo que es porque se le podía dar una interpretación en clave política bastante acertada. Sin embargo, yo no quise que saliera el día 11 y se lo asociara al independentismo catalán, quería que tuviera valor por sí mismo. Es que ¿saben? esto de la independencia de Cataluña aburre un poco. Y, a diferencia de nuestros líderes, que no tienen otro tema (quizá sea porque no tienen más ideas), yo no quiero repetirme, y pienso que ya he dicho suficiente.

Pero, por otro lado, reconozco que septiembre es mes de hablar de estas cosas, y como no todos vemos ni las mismas cosas, ni de igual manera, he pensado que porqué no volcar aquí algunas  de las ideas que tengo sobre todo este rollo. Les aviso que el tema no es sencillo, y no se explica con frases sencillas; en todo caso, intentaré hacerlo lo mejor posible.

Recapitulo:

Verán, en primer lugar el Amado Líder confesó hace poco que no habrá consulta, porque es ilegal y él va a cumplir la ley. Sí, es cierto que este hombre se salta la ley española siempre que le interesa, pero creo que esta vez sabe que no le conviene, y como es un cagado no lo hará.

Por lo tanto, no va a haber consulta. Punto. Habló, el fenómeno, de que si no hay consulta habrá al menos elecciones "plebiscitarias" y que espera que no sean antes del 2016; obviamente, porque su principal objetivo es seguir en el machito cuanto más tiempo mejor. Y aquí nos descoyuntamos todos: las elecciones serán cualquier cosa menos plebiscitarias. Se presentarán los partidos de siempre y cada uno con sus propuestas, y no va a haber alianzas (y si alguien, obviamente de fuera, cree que ERC y CiU pueden presentarse juntas a unas elecciones para el Parlamento de Cataluña..., pues, o no se entera, o es menor de edad). Por lo tanto, las elecciones serán como todas las demás. Quizás el Líder diga entonces en su programa que su objetivo es la independencia, pero seamos sinceros: si hasta ahora no ha mencionado esa palabra en ningún contexto, tendrá una razón, ¿no? Y la razón, obviamente, es que él no quiere la independencia, sólo ser el mandamás. Ve gente y corre a ponerse delante, pero no quiere que la gente vaya a donde iba.

Lo que quiero decir con esto es que aquí, en Cataluña, todos sabemos que esto no va a ninguna parte. Es lo que les quise explicar en independentismo de salón y en trece días.

Y si ustedes no me creen, ahí va otro argumento: por favor, entren en la página web de Convergencia Democrática de Cataluña:  http://www.queganoyoconelestadopropio.cat/. Pinchen en alguna de las caras que salen, y leerán los argumentos que tienen en el partido de nuestros líderes supremos. Lean, y decidan si a) nuestros líderes son tan corticos que no se les ocurren argumentos más elaborados, mejor expuestos y más basados, o simplemente argumentos de verdad; b) nuestros líderes nos toman por cortos mentales y creen que no necesitamos argumentos razonados, o c) nuestros líderes saben que no pueden decir otra cosa. No sé cuál es la opción que habrán elegido, pero convendrán conmigo que si esto es lo más sesudo que se puede presentar a favor de la independencia, .. en fin, ¿no? Ante argumentos de esta envergadura, un sencillo "sí, pero entonces el Barça no jugará la liga española" bastará. Lo que quiero decir es que... ¿ustedes creen que unos patanes como los de Convergencia podrán liderar a Cataluña hasta la independencia? ¡Ah, pero están los de Esquerra!, me querrá usted quizá contestar... ¡Por favor! Los de Esquerra son ideales para reventar un acto, y quizá para darles miedo a ustedes, pero... de verdad, me imagino a Don Pimpón presidente, que en su primer día le lee la cartilla de la real-politik... y se nos caga patas p'abajo que pierde los 40 kg que le sobran.

En realidad, la independencia no es una cuestión de ideas. No hay razones. Es, simplemente, sentimiento. Lo lícito, y lo correcto, es preguntarse el porqué de ese sentimiento. Sentimiento que no tienen todos, y que no depende del origen de las personas.

En segundo lugar, no se confundan, hace ocho años este tema no le importaba a nadie, y los independentistas lo eran como otros son del Madrid o del Barça. No dejaba de ser una opinión más. Esto es importante, porque todos ustedes saben que no es lo mismo "la opinión pública" que "la opinión publicada". Si ustedes vienen a Cataluña, se les tratará como a cualquiera de nosotros, amistosamente, siempre que se pueda en el idioma de ustedes y si se descuidan les birlarán la cartera y el móvil en el Metro, como a nosotros. Y esto, en Barcelona y en Camprodón. Quizá encuentre hostil y desagradable que cuelguen banderas independentistas de las ventanas; en Camprodón llega a ser realmente molesto, en Barcelona hay muchas pero son claramente minoría y en Salou o Miami Playa lo encontrará pintoresco, pero aparte de eso seguimos siendo los de siempre y como siempre.

De verdad, insisto en este punto porque en general usted podrá hablar amistosamente con cualquier catalán, se sienta éste español o no, siempre que usted respete que esa persona pueda tener sentimientos y/o sensaciones distintas de las de usted. Al igual que uno del Madrid puede hablar con uno del Barça siempre que respete que el del Barça crea que el Barça es mejor, aunque el merengue crea que el culé está equivocado.

Es decir, hoy por hoy este problema es falso. Creado, inventado por una clase política que busca no caer en el olvido. Cuando, por la razón que sea, desaparezcan estos políticos, desaparecerá el problema.

Así pues, en realidad esto del independentismo es una pelea como pudo ser la bizantina discusión por la iconoclastia o el sexo de los ángeles. En el fondo, no somos pueblos distintos, no más desde luego que lo distinto que sean San Juan de Plan y Almonte.

No obstante, sí es cierto que para nosotros, los que vivimos aquí, la cosa tiene un punto desagradable. Hoy conversaba con una arquitecto técnica y me contaba que en el comedor de su empresa la tenían agobiada con esto. Parece ser que había unos cuantos que todos los días la misma murga. Y, por lo visto, nadie estaba en contra, o al menos nadie se oponía en esos encuentros. Me chocó, porque yo no suelo hablar con nadie de estos temas, aunque quizá sea que algunos procuramos no sacarlos a colación; en cualquier caso, el malestar suyo era real y no era unipersonal. De esto mismo he escrito también en alguna ocasión.

Pero, de momento, la cosa no pasa de un mero divertimento para algunos y de intriga para otros en ver cómo se saldrá de ésta (dado que sabemos que se saldrá del laberinto y sin embargo vemos a los actores ir cada vez más deprisa hacia el Minotauro).

Con todo, seríamos necios si nos parásemos aquí. En Cataluña se está haciendo un verdadero adoctrinamiento popular, en el sentido más vil del término. Se está llevando a cabo una modelización del pensamiento que nos ha de hacer tomar como cierta y la única verdadera toda la parafernalia independentista, de algunas de sus ideas ustedes tienen noticia a veces en los periódicos acompañada del habitual artículo que la demuestra como falaz y manipuladora. Ustedes leen esos artículos, pero aquí nadie se atrevería a publicarlos, y nadie se atrevería a leerlos. Chorradas, por ejemplo, como la expresión "Corona catalana", que en Zaragoza provocaría la burla y lapidación de quien la pronunciara, aquí forma ya parte de las verdades asumidas por el subconsciente. Sí, la cosa es como un calabobos que parece que no llueve y termina empapando, y aún le diré más: quien esté perfectamente pertrechado no notará el chispeo. Es decir, los convencidos no notan esta manipulación, y negarán que exista. Pero existe, ya lo creo que existe. Como les expliqué en Cataluna: lo que nos espera, y más o menos también en Chiquilladas o en 17 familias.

En definitiva, lo que quiero con esto decirles es que, aunque ahora probablemente sea mucho ruido y pocas nueces, seríamos necios si no extraemos ninguna enseñanza de todo lo que está pasando aquí estos años. Que 30 años no son nada, y les aseguro que si seguimos como hasta ahora, nuestros políticos, nuestros pensadores y tertulianos, todos nosotros en realidad, haremos como Boadbil el Chico.

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