miércoles, 1 de mayo de 2013

Boston, Massachusetts

Por fuerza nos ha llamado a todos la atención cómo ha resuelto la policía el atentado del maratón de Boston, y con "policía" me refiero a todos: el departamento de policía de Boston, la policía del estado de Massachusetts, el FBI, y a saber cuántas agencias más de las muchas que tienen en ese grande y hermoso país.

Confieso que al principio lo expeditivo de sus métodos me causó repulsión, pero luego se transformó en envidia al constatar cómo, remedando las palabras de uno de nuestros Amados Líderes, "tenían un problema y lo han solucionado". Sí, porque para resolverlo se ciscaron en los derechos civiles de quien fuera, pero lo cierto es que, una vez resuelto, retornanon los derechos de todos y volvieron a ser el país de libertad y respeto que conocemos.

Creo que todos nos sonrojaremos si pensamos qué habríamos hecho aquí y nos comparamos con ellos. Está claro que tendríamos algunas pequeñas diferencias en el procedimiento a seguir y en la respuesta de la población.

Me viene a la memoria, por cierto, aquella ocasión en que poderosas bandas de piratas tenían atemorizados a los barcos españoles que surcaban las aguas del Índico norte, y secuestraron un pesquero, el Alakrana. Un barco de nuestra Armada acudió en su ayuda y consiguió capturar a dos piratas que estaban en una chalupa; los dos piratas, por ser nosotros españoles, fueron traídos aquí, a España, y puestos bajo la égida de uno de nuestros jueces estrella de la Audiencia Nacional, Pedraz. Y, ya saben, uno de los piratas adujo que era menor de edad... y allí se encalló todo el proceso. Lo primero era determinar con certeza si era mayor de 18 años, porque en España hemos decidido que ésa es la barrera oficial para todo el orbe. A ver si el pirata era menor y había que localizar a sus padres para que se hicieran cargo del chico y le reprendieran adecuadamente, un mes sin tele por lo menos.

La pregunta es el porqué de estas diferencias. La clave, me atrevo a asegurar, está en lo que denominaríamos "el ADN" de los americanos. Una de las cosas que me llama la atención es la cohesión sociual que tienen, a pesar de la tremenda disparidad de sus orígenes, estilos de vida y creencias. Son como una manta de patchwork, multitud de pequeños retales, todos diferentes entre sí, cosidos y umbricados de forma que los retales desaparecen como tales y sólo se percibe ya una divertida manta.



Lo más curioso,y la explicación quizá, es que EE.UU. es un país de retales. De deshechos, me atrevería a decir. Desde sus orígenes a principios del siglo XVII hasta al menos mediados del siglo XX, a esa tierra viajaban los que no encontraron su sitio en Europa, fuera porque no tenían espacio para vivir con sus creencias, fuera porque sufrieron persecución (por ejemplo, muchos hombres de gran vaĺía huyeron de Francia durante la revolución para establecerse en esos recién independizados EE.UU., entre ellos el señor Eleuterio du Pont, sí, el fundador de la inconcebiblemente grande multinacional DuPont), fuera porque su entorno les impedía su crecimiento personal, o simplemente por necesidades de subsistencia, no había vida para ellos aquí.

Aora, imaginemos a ese "expulsado de Europa" que llega allí, con una mano delante y otra detrás. Desembarca, ¿y qué hace? Seguramente, deambula de aquí para allá, intentando conseguir algo de comida, un techo, su primera subsistencia. Probablemente, en su vagar cruce alguna plazuela donde vea mecerse los cuerpos de dos o tres ahorcados... "¿Y ésos?" preguntará al más próximo. "Los colgaron por ladrones", le responderán. Aprenderá así que debe salir adelante sin robar. Entonces, debe trabajar. Alguien le dirá "aquí tienes tu hacha, el bosque de fuera de la ciudad te espera. Ve y sal adelante por ti mismo. Si necesitas ayuda, pídela y te la daremos; eso sí, si la necesitamos nosotros deberás ayudarnos tú". El hombre, en ese momento, se interna en los desiertos americanos (dicho en el sentido Feminore-Cooper-iano del término, pues son grandes extensiones sin población), y se emplea duro. Lo que consiga, lo conseguirá por él; no habrá un papá-Estado que le provea de lo que necesite.

Pero también sabe que no está solo. Forma parte de un batallón de hombres que, como él, luchan por salir adelante - o ya lo han logrado- en circunstancias parecidas. Es miembro de una comunidad, y esa comunidad responderá como un solo hombre ante las agresiones exteriores (que se lo pregunten a los indios) y resolverá internamente las interiores. Y, a su vez, esa comunidad se sentirá parte de otras similares, agrupándose en territorios y en estados, y todos los estados a su vez mancomunados en el país, los Estados Unidos, suma así de sus estados y éstos de sus comunidades.

Ocurre entonces el atentado de Boston, y la comunidad reacciona de manera automática: uno de los nuestros nunca haría esto; por lo tanto, el autor, aunque viva entre nosotros, no es uno de los nuestros, y por lo tanto hemos de localizarle y tratarle adecuadamente. Con este sentir, sus cuerpos de seguridad se movilizan - y no se detienen en zarandajas- y la población permite que sus cuerpos de seguridad "hagan lo que tienen que hacer".

El resultado ya lo conocemos: a los pocos días, como habría dicho un Amado Líder que tuvimos, "tenían un problema y lo han solucionado". Da igual si eran galgos o podencos, oye. Y a otra cosa, mariposa.


Por cierto: es posible que el nombre de DuPont no les diga nada. Es quizá la mayor empresa química del planeta. Inventó el neopreno, el nylon, la licra, el plexiglas, el teflón o el kevlar de los chalecos antibalas. Vale, quizá el nombre de la empresa no les suene. ¿Algún material de ellos, tal vez? El señor du Pont huyó durante la revolución francesa, cuando los jacobinos se fueron adueñando de la situación.

Otra nota: en los viejos westerns, era corriente que a los cuatreros los ahorcaran. Sólo habrían robado caballos, pero en aquellos desiertos robarle a un hombre su caballo era condenarle a una muerte segura. En las situaciones de gran pobreza o de gran dureza, el robo a menudo se castiga sumarísimamente, porque en definitiva lo que han robado es todo lo que un hombre posee o lo que necesita realmente para vivir.

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