https://www.youtube.com/watch?v=18tFsq-u6QY
Hace bastantes años, trabajaba en una fábrica y mi ordenador era de tipo portátil. En aquella época sólo el gerente y yo teníamos portátil, pues los demás que viajaban no empleaban ordenadores más que cuando volvían a la base, y el mandamás absoluto ni siquiera tenía ordenador en su despacho (y alardeaba de ello). El caso es que, como se estilaba entonces, mi portátil tenía una contraseña de arranque, previa a que se cargara el sistema operativo. Y sólo yo sabía la contraseña de mi ordenador. El departamento de informática sabía la contraseña de Windows, pero la del arranque no.
Unas vacaciones de verano, un día de playa o piscina, me vino a la cabeza que no recordaba la contraseña. ¡Glup! Sin contraseña no podía encender el portátil. Pero no era capaz de recordarla. Ahora tengo una libreta negra en la que apunto las contraseñas de todo, pero entonces no.
Poco a poco el terror de no recordarla se me apoderó. Por la noche me acostaba pensando cuál sería, de madrugada me despertaba con esa idea fija. La víspera de volver al trabajo no sabía dónde esconderme.
Aquel lunes, a las 8:30 entré en la fábrica presa de sudores fríos. Tenía algunas posibles contraseñas en la cabeza, pero sabía que ninguna de ellas era. Ni idea de cómo iba a salir del trago. En la soledad de mi despacho, encendí el ordenador.
Y escribí la contraseña. Sin pensarla, como un automatismo que se ejecuta de manera inconsciente. Ni me había dado cuenta de que la tecleaba. Simplemente, mi cuerpo reaccionó como lo había hecho tantas veces antes sentado en ese mismo escritorio tantas mañanas al encender ese mismo ordenador.
Antares. Mi contraseña era Antares y aunque han pasado décadas, sigo recordando los nervios y mi asombro.
Pero ya no he vuelto a usar Antares como contraseña.
Antares es una estrella. Una supergigante roja, relativamente cerca de la Tierra (a "sólo" 550 años luz) de la constelación de Escorpio. Escorpio es una constelación zodiacal; estas constelaciones se encuentran en el aparente camino por el firmamento del Sol y los planetas, y de ahí su nombre: Ant-Ares, "el anti-Marte" (recordemos que Marte es el Ares de los romanos). Como decía, Antares es gigantesca: aunque su tamaño no se puede determinar con precisión (es comprensible), la temperatura en la superficie se estima en unos 3.600° K, lo que hace que gran parte de la luz que emite lo hace en infrarrojo, y cuando se incluye ese dato en la ecuación se concluye teóricamente que la estrella verdadera tiene un radio de unos 3 UA. 1 UA, una unidad astronómica, es la distancia media entre el Sol y la Tierra, en torno a los 150 millones de kilómetros, así que Antares tendría un radio de unos 450 millones. Más aún, es tan grande que los astrónomos pueden detectar el disco e incluso medir su tamaño: más o menos, 3,4 UA. Por comparar: el Sol tiene un radio de unos 0,7 millones de kilómetros. A escala: si el Sol es una pelota de tenis y la Tierra un finísimo grano de arena de 6 décimas de milímetro, Antares es una esfera de 51 m de diámetro y 70.000 m³ de capacidad. Grande, ¿verdad?
(lea la nota de prensa del primer mapa de la superficie de una estrella que no es el Sol)
Antares es tan brillante que nos tapa una estrella que tiene como compañera. Esa estrella está, de Antares, a apenas 550 UA: de nuevo, por comparar, es como si la estrella más próxima del Sol estuviera a 3 días luz de distancia (la estrella más cercana, Alfa Centauri, está a 4,36 años luz).
Pero lo mejor de Antares es que no le queda mucho: cualquier día de estos explotará como una brillante supernova, así que durante unos cuantos meses tendremos una estrella en el cielo que brillará tanto como una luna llena y que se verá incluso de día. Y luego, probablemente, se convertirá en una estrella de neutrones. ¿Cuándo ocurrirá eso? Como comprenderá, no se sabe. Se cree que tal vez dentro de un millón de años (un parpadeo, en términos astronómicos), pero podría ocurrir… tal vez esta misma noche.
Cuando ocurra, nos enteraremos porque la veremos. O, bueno, en realidad 550 años después.
Johan Strauss (hijo) - Perpetuum mobile