viernes, 31 de enero de 2025

Estamos perdiendo el norte

 https://www.youtube.com/watch?v=XDR247fmhnc

 

 

El ayuntamiento de Lérida ha sacado a concurso el servicio de comidas del comedor social de la localidad. Entre las condiciones exigidas, dos llaman la atención: no podrá haber alimentos provenientes del cerdo (ni siquiera el embutido de los bocadillos) y la carne tiene que ser con certificado halal.

Y es que los intolerantes siempre vencen a los tolerantes. Porque los tolerantes aceptan a los intolerantes, pero no a la inversa. Por ejemplo, la mayoría de nosotros no necesitamos que se nos informe de los alérgenos de la comida, pero unos pocos sí: por lo tanto, ya es norma que se informe. La comida en los aviones ya no contiene cacahuetes o similares por si alguien es alérgico. Algunos de entre nosotros se enfadan muchísimo si se escribe Cataluña y no Catalunya, así, que se escribe Catalunya y aquí paz y después gloria. Hay infinidad de cosas que han cambiado para admitir a los intolerantes. Muchos de estos cambios ahora nos parecen correctísimos (la minifalda, sin ir más lejos, no se habría tolerado hace 80 años; o que hombres y mujeres puedan elegir con quién se casan e incluso si se casan o no), pero algunos a algunos todavía no.

El problema, en mi opinión, es cuando se pierde el norte. Hacia dónde queremos ir, qué sociedad queremos ser.

En este caso el ayuntamiento de Lérida elimina los bocadillos de chorizo. Si usted va al comedor social, no le darán chorizo. No se lo darán, porque los musulmanes no quieren comer chorizo. No es como los cacahuetes, que pueden causar la muerte de una persona alérgica a ellos, es que su religión les prohíbe comer carne de cerdo.

Y su religión es muy intolerante. 

La religión católica también prohíbe comer ciertas cosas: prohíbe comer carne humana (también carne de buitre). En España, el canibalismo no está prohibido, se puede practicar; la trampa está en que uno no puede cometer asesinato o amputar un miembro a alguien vivo para proveerse (está claro que uno sí puede comerse un miembro amputado a él mismo, pero no creo que se den muchos casos), tampoco se permite inhumar cadáveres y por otro lado le podrían acusar a uno de profanar el cadáver, pero en sí no está prohibido. La religión católica, la judía y las demás religiones cristianas sí condenan el canibalismo, se considera abominación. Pero estas religiones son tolerantes, y en casos realmente extremos (el accidente de los Andes, el sitio de Leningrado...) pues no se va a condenar a nadie por tener que recurrir a esa práctica. Son religiones tolerantes. El Islam no lo es. Uno podría pensar que quien acude a un comedor social es porque tiene auténtica necesidad y ante la necesidad rige el principio cristiano de que no es el Hombre para la Ley, sino la Ley para el Hombre; pero para el islam sí es el Hombre para la Ley (si el hombre en concreto no es el que hace la ley, huelga avisar), y el precepto que debería decir "no comerás carne de cerdo salvo que no te quede más remedio" se quedó en "no comerás carne de cerdo, y punto". Ya he comentado en alguna otra ocasión que el catolicismo tiene normas de ayuno y abstinencia cuaresmal, y sin embargo permite que esas normas no se cumplan en, por ejemplo, comidas sociales: si uno va a comer con otros, pues se come lo que los otros. O si uno come en un restaurante y el restaurante no cumple, pues se come lo que le sirvan. Como digo, hay religiones que son tolerantes y religiones que no. Y de las que no, el Islam es la que más.

Y como los no musulmanes somos tolerantes, pues cedemos a sus gustos. Lo siguiente será que se permita el burka, y luego que se obligue a todas las mujeres a vestir burka. Al tiempo.

No es que seamos tolerantes, es que somos pánfilos.

En el ayuntamiento de Lérida por lo menos, han perdido el norte. 

 

 

 

P.D. 20/marzo/2025: el ayuntamiento de Lérida ha rectificado y cambiado el pliego a las condiciones normales.

 

Barry Manilow - Copacabana 

jueves, 30 de enero de 2025

Me monté en un Tesla

El Uber de ayer por la mañana era un Toyota Corolla; nada que objetar. El conductor parecía de origen marroquí e hizo el viaje ataviado con una sudadera tapado con la capucha; era poco elegante, porque vestía unos pantalones vaqueros con aparotosos cortes o rotos a la altura de las rodillas. No llevaba la radio puesta y no me dio conversación fuera de la mínima imprescindible para llegar a destino, tampoco es que hablara el español como un natural. Digamos que un viaje correcto.

El regreso lo hice en un Tesla Modelo 3. El conductor era dicharachero, o por lo menos tuvimos una agradable conversación; yo, es que soy de los que suele conversar con el que me lleva, sobre todo si soy forastero: me gusta que me cuente cómo son las cosas por esos lares.

El Tesla era nuevo: 20 días. Apenas llevaba 12.000 km. Antes conducía un Toyota Corolla híbrido. Cada turno le echaba al Toyota 42 euros de gasolina, otro tanto el compañero de la noche, y al Tesla le pone la mitad  en corriente eléctrica. Emplea los cargadores de Tesla, porque son rapidísimos, el tiempo en mi opinión de un café y bocadillo, pero el de Nuevos Ministerios, si va a las 10 de la mañana, que es la hora en la que baja el trabajo y los conductores aprovechan para recargar, pues tarda más, tal vez porque son de carga compartida. Así que procura ir a otros que sabe que son más rápidos. Eso sí, reconoce que para un viaje largo, pues no: tiene una autonomía de 465 km.

A lo que iba: el Tesla no es un coche. Es... otra cosa. Es como comparar un ábaco y una calculadora programable. No es que esté 1 generación por delante de los coches normales, es que está al menos 2: hay más diferencia entre un Tesla y un coche de ahora que entre un coche moderno de ahora y un coche de 1975. Estuvo contando y enseñándome las cosas que hace, y aluciné.

Y sí, la tecnología eléctrica tiene sus cosas, pero el Tesla, como coche, es otra historia: es una categoría aparte. Yo, desde luego, no voy a echar pestes de ello. Si puedo, repetiré.

sábado, 18 de enero de 2025

Me he acordado de Weisser

https://www.youtube.com/watch?v=8soQkubMk1g 

 

 

Poco después de caer el muro de Berlín y la reunificación alemana tuve que colaborar con un ingeniero ossie llamado Weisser. Viajando no recuerdo si de Dresde a Leipzig o a Chemnitz (en la época de la RDA, Ciudad Karl Marx) paramos a comer en un pueblo de camino, no recuerdo el nombre pero sí que el primer plato era "sopa del día", una sopa de tomate con nata montada por encima, riquísima. El caso es que no había sitio relativamente cerca del restaurante, y Weisser subió el coche a la acera de la plaza y lo aparcó allí. No molestaba a nadie, íbamos a estar poco tiempo, era una población pequeña...  

Después de comer nos subimos al coche para reanudar el viaje, y ¡zas!: había una multa en el parabrisas. Unos cinco euros, al cambio, creo recordar. Barato, porque aparcar en un garaje en Barcelona o en zona azul nos habría costado más. Pero Weissar se quedó chafadísimo: "Tendré que volver aquí otro día a pagar la multa".

Creo que ya había contado esta anécdota de Weisser, pero quería traerla a colación para mostrar el carácter de Weisser, que supongo el del alemán oriental medio hace 30 años (porque, al fin y al cabo, fue el único ossie que conocí en profundidad, tampoco quiero alardear de cosmopolita). ¿Y por qué? Porque esta mañana me he acordado de Weisser. Weisser, ya lo he dicho, era ingeniero, y en su día le pregunté cómo funcionaba el mundo comunista; en concreto, a modo de ejemplo, si al terminar la universidad cada uno trabajaba donde quería o si el Estado le indicaba a cada uno dónde tenía que trabajar. Sí, ahora les suena a risa, pero entonces nosotros (yo al menos) no teníamos mucha información sobre cómo era la vida al otro lado del telón de acero y tenía a uno de ellos delante que me lo podía contar de verdad.

Resulta que al acabar su periplo universitario fue la propia universidad la que le encontró un trabajo: sus profesores le recomendaron que trabajara en cierta empresa. Estatal, por supuesto: todas lo eran. Insisto, le recomendaron. Él podía decir que no, me dijo, pero entonces tendría que buscar trabajo por sí mismo. Fuera del sistema (esto último no me lo dijo, pero lo sobreentiendo). 

Total, que aceptó el trabajo; ¿por qué no iba a hacerlo? Probablemente era un buen trabajo dentro de lo que habría disponible, y sin duda mejor que el que habría encontrado si lo hubiera buscado por sí mismo. 

¿Y por qué me he acordado hoy de Weisser? Pues porque he leído que la ministra de Sanidad (la cual no creo que merezca pasar a la posterioridad) quiere que los nuevos MIR, al acabar su residencia trabajen 5 años para el sistema público sin poder trabajar de manera privada.

Los años MIR son duros. El médico acepta vivir en otra ciudad (algunos tienen la suerte de no cambiar), trabajar como un mulo en condiciones que pocos trabajadores aceptarían y cobrar bastante poco, pues a fin de cuentas el Estado le está formando como especialista y esa formación es parte de la contraprestación. El periodo dura 4 ó 5 años, depende de la especialidad, pero al terminar el médico es libre: puede elegir dónde vivir y qué trabajo tener (entiéndase). Y ahora la ministra dice que en los primeros cinco años no podrán trabajar de manera privada, que sólo podrán trabajar para ellos. En pago por la formación recibida, esto es. 

¿Acaso le han pagado demasiado al médico durante el MIR, que consideran que aún les deben 5 años de sus vidas?

Hay además muchas dudas prácticas que no se han aclarado. Los aspirantes eligen plaza MIR por turno tras un examen durísimo. Supongo que la nota de ese examen regirá también para la elección de la plaza privada, no creo que al terminar el MIR reciban una carta que les indique cuál será la plaza en la que trabajarán los siguientes 5 años. ¿Y si resulta que el médico eligió la especialidad porque tenía un buen número, pero frente a los de esa especialidad lo tiene de los peores y sólo le ofrecen plazas donde no quiere ir? ¿Y si eligió por la ubicación de la plaza? ¿Y si ha formado una familia o establecido relaciones que quiere mantener?

Si el médico es bueno, termina los 6 años de Medicina con 24, 1 año de preparación del MIR, 5 de residencia y luego 5 de trabajo en la sanidad pública, es libre para rehacer su vida a los 35. Hasta entonces pertenece al Estado.  

Vale, es posible: lo mismo le pasa a los militares, por ejemplo, que van cambiando de destino. Pero a los militares se les paga correctamente desde el principio, y el estilo de vida está claro desde el principio. Y, sobre todo, los militares pueden (se les permite, esto es) desarrollar una actividad privada si quieren.

Además, el Estado tiene el monopolio de autorizar a trabajar: el médico sólo puede especializarse con el MIR, el médico que no realice el MIR es un médico general (no 'de Familia') que sólo puede acceder a ciertos tipos de trabajo. Si sale adelante el cambio, es un trágala. Tengo mis dudas que con esta medida aumente el número de médicos (cuya escasez mueve a la ministra a esta propuesta), aunque obviamente reducirá el número de médicos disponibles en la medicina privada (y por ello probablemente les permita cobrar más); desde luego, no hace más atractiva la profesión de médico.

¿Y si el médico renuncia? ¿Pierde acaso el poder trabajar de lo que es? Si coge la baja, ¿le computa el tiempo de baja como tiempo trabajado? ¿Podrá acogerse a reducciones de jornada por cuidado de hijos u otros familiares? Si su jefe le acosa, ¿ha de aguantar los 5 años?

Para las personas de izquierdas, los ciudadanos han de servir al Estado, no el Estado a los ciudadanos. Así que para una ministra de izquierdas, su propuesta es lógica, lo raro es que no exija que sea con efectos retroactivos. 

No sé si saldrá adelante. Si la ministra fuera del PSOE, no cabe duda de que se comprarían los votos necesarios y luego el Tribunal Constitucional dictaminaría que la propuesta es constitucionalísima, pues no está expresamente prohibida en la Constitución  y si lo está seguro que no se refería exactamente a este caso concreto. Pero la ministra no es del PSOE sino de los socios, así que no creo. 

En cualquier caso, si se hace realidad estaremos un paso más cerca de la sociedad de Weisser. 



Plastic Bertrand - Ça plane pour moi

lunes, 13 de enero de 2025

Libros de consulta profesional

Quise consultar unas dimensiones típicas, y... quizá deba actualizar mi biblioteca profesional:


Aunque, para lo que me queda en el convento... nah, no vale la pena.



viernes, 10 de enero de 2025

Meat Loaf

https://www.youtube.com/watch?v=KSTIsZULYmY 

 

 

Meat Loaf era un tipo curioso. Cuando surgió, en una época en la que la escena estaba dominada por figurines como John Travolta y bailarines como John Travolta, recuerdo el asombro que nos producían los primeros videoclips de un tipo enorme, gordo, grotesco, que decía llamarse Meat Loaf, 'cacho carne' para burlarnos.

Rápidamente lo catalogué como heavy metal. En el grupo de la música que no me gustaba, en cualquier caso. 

Pero, claro: Bat out of hell. 

 

Bat out of hell tenía una estética heavymetalera, sin duda la portada del disco lo era, pero por dentro era sonido Steinman, el compositor (lo pone abajo en la portada). Y el sonido Steinman era el sonido de Bonnie Tyler, su mujer (de Steinman, no de Meat Loaf), y Bonnier Tyler me gustaba (como a todos, claro). Por otro lado, el juego de palabras del título me divertía: podía significar "murciélago salido del infierno", pero también "bateado -por expulsado- fuera del infierno" (en realidad es una expresión que se traduciría como 'como alma que llega el diablo', pero eso entonces yo no lo sabía). Así que le di una oportunidad, y me gustó, ya lo creo que me gustó.

Sigue gustándome Meat Loaf. Pero cuando se tienen muchos más años que entonces, uno percibe las cosas de manera diferente. Hoy, para mí, Meat Loaf era un tipo sensible pero que no podría ajustarse a un mensaje en X. Los cantantes de entonces, sin duda también todos ellos tipos sensibles, se expresaban con canciones, pero con 3 minutos tenían de sobra. Para Meat Loaf 9 eran pocos. Y sus canciones eran tremendamente complejas, nada de un ritmo básico, un buen riff y un estribillo. Versos muy largos, ritmos cambiantes, ora acelerados ora pausados, ora un piano ora sonido heavy...

Hoy Meat Loaf no se desenvolvería en X, pero es que sus canciones tampoco triunfarían. Son demasiado largas para los gustos actuales.

Como yo no voy con los tiempos, a mí me gusta. Quizá es que me caen bien los tipos que elaboran pensamientos que no se expresan con cuatro palabras.

 

 

  Meat Loaf - Dead ringer for love