miércoles, 18 de septiembre de 2024

La broma se hizo realidad

https://www.youtube.com/watch?v=kDERlmd2NS4 

 

 

En noviembre de 2012 publiqué esta entrada sobre la norma UNE-EN 1504, exasperado sobre lo prolijo pero inútil, en la práctica, de la norma que, para más inri, nos era (y es) de obligado cumplimiento. El tiempo ha demostrado que, como está ocurriendo con tantas normas y expliqué en esta otra entrada, se incumple con total impunidad por el sencillo método de que no la conoce nadie, ni quien debe aplicarla ni quien debe exigir su cumplimiento, y así aquí no ha pasado nada. Esa norma en cuestión se ha convertido en mero papeleo administrativo para los más directísimamente implicados, y nada más: ellos terminan poniendo una nota en sus productos diciendo que cumplen la UNE-EN 1504, y fin de la historia.

El caso es que la entrada de 2012 la iniciaba con una simulación paródica:

«Imaginen ustedes que un día el gobierno decide sacar una nueva norma con rango de ley: Instrucción para Dobladillos de Pantalones, la IDP. La norma, de obligado cumplimiento, especifica casi todo lo concerniente a la ejecución de los dobladillos de los pantalones. Define qué tipo de alfileres son válidos, las características metalúrgicas de los metales con que se fabrican, las distintas aleaciones permitidas y sus propiedades físicas, químicas y mecánicas;  los diámetros y longitudes permitidos, el tipo de punta y el ángulo de afilado, la cabeza, forma, tamaño y disposición, la durabilidad y los años de vida que tendrá ese alfiler, probablemente clasificándolos en provisionales (vida útil entre diez y veinticinco años), de clase 1 (vida útil hasta 50 años), clase 2 (vida útil hasta cien años), etc. Otro tanto se diría de los hilos a emplear y de los pantalones a los cuales se puede aplicar esta norma.

Por supuesto, definiría la manera de hacer un dobladillo; la toma de medidas, el número de perneras que se miden, cuántos pantalones de una serie - si se cosen los de varios pantalones en una sentada- se comprobarán con el modelo, qué tipo de calzado llevará el modelo para la toma de medidas, la silla o taburete a la que se subiría el modelo para facilitar el trabajo a la costurera (si tendrá escalones de acceso, barandilla o no, el tipo de piso - no almohadillado, rígido pero de bordes no cortantes-, las gomas antideslizantes que tendrían las patas - y cuántas patas-…), etc. Los ensayos que se harían a los dobladillos para asegurarse que estén bien cosidos, cómo serían los formularios para registrar estos ensayos, y la clasificación de las costureras en función de los resultados de los ensayos: una costurera de categoría A tendría un 97% de éxito en los ensayos con un coeficiente de seguridad de 1,50 que en consecuencia se podría rebajar a 1,35, por ejemplo. Un capítulo especial trataría los dobladillos de los pantalones para muñecos y otro los pantalones de neopreno (hombres rana y similares). Los dobladillos de los pantalones en instalaciones industriales no estarían cubiertos por esta norma, sino que tendrían (puede que la tengan ya) su Instrucción específica.

Y no faltarían los anexos, en los que se recogerían el listado de normas UNE que se citan en la IDP, el estudio del comportamiento al fuego de los dobladillos y los dobladillos en algunos tipos de pantalones especiales que quedasen fuera de la norma: pantalones de uso militar, pantalones de astronautas y pantalones para investigadores polares».

Era, repito, una simulación paródica de las normas que paren desde Bruselas (y por trasposición, aquí): lejos estaba de mí que aquello se convertiría en realidad. ¡Qué ingenuo fui! Porque desconozco si es verdad lo que viene a continuación, pero diría que sí, porque no creo que lo escribieran como parodia.

En la entrada https://disidentia.com/europa-se-esta-hundiendo-a-si-misma/ del portal Disidentia ("pensar está de moda"),  el austriaco Kai Weiss, investigador del Austrian Economics Center y miembro de la junta directiva del Instituto Hayek, escribe lo siguiente:

«Que la UE no es necesariamente una gran promotora del libre mercado, el espíritu empresarial y la innovación, sino más bien una máquina de producir reglamentos y normas es un hecho ampliamente conocido. No hay más que ver los 109 reglamentos sobre almohadas, los 50 sobre edredones y sábanas o las 31 leyes sobre cepillos de dientes que ha elaborado Bruselas. O la explicación inmensamente detallada de cómo tiene que ser un plátano y de que tiene que estar «libre de malformaciones o curvaturas anormales» (sí, es una ley real)».
El artículo, no he de resaltarlo, es interesantísimo y recomiendo a todo el que ha llegado hasta aquí que pinche en el enlace y lo lea.

Pero a lo que iba: lo que en 2012 me parecía un imposible tal que podía utilizar como símil para explicar un absurdo podría ser real de todo punto. Y como parodia estaba bien, pero como realidad no me hace ninguna gracia.

 

 

Tina Turner - We don't need another hero 

No hay comentarios:

Publicar un comentario