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Patrimonio Nacional ha contratado un nuevo coordinador de estrategia comercial y márquetin. El agraciado ha sido Ignacio Manrique de Lara. Todo, por supuesto, dentro de la más exquisita legalidad. El sueldo no lo conozco, creo que no
se ha hecho público, pero se da por seguro que es de seis dígitos.
Parece ser que no se hace público porque, dicen, es un contrato "de alta
dirección".
El agraciado resulta que también es marido de Nadia Calviño, la actual ministra de Economía y vicepresidente primera del Gobierno. Antes trabajaba en una empresa donde, han confesado, no le encargaban trabajos de responsabilidad (la empresa digamos que tenía tratos de muchos millones con el ministerio de Economía). No pasa nada. El proceso de selección fue público, ya que se convocó públicamente: en la página web de Patrimonio Nacional, solo ahí, no en el BOE ni en ningún medio. El anuncio daba diez días para presentar la documentación requerida, entre otras una memoria del plan comercial y de marquetin del consejo de administración, en el que se planteasen iniciativas para el incremento de los ingresos y actividades con una clasificación de las prioridades.
No se sabe si alguien más se presentó al puesto; no se ha publicado una lista de admitidos y excluidos (aunque es algo que sí se hace en otros procedimientos, también de Patrimonio Nacional). Tampoco consta si hubo interesados que, quién sabe, se enteraron tarde o no se vieron capaces de presentar en diez días la memoria requerida.
Sí es curioso, sin embargo, que los otros doce componentes del consejo de administración de Patrimonio Nacional no hayan sido informados de esta contratación. Y es curioso porque, siendo todo escrupulosamente legal y una figura de "alta dirección", ¿por qué lo ocultó la presidente de Patrimonio a su consejo de administración? Valga decir que en el último consejo, se informó con todo detalle al consejo de la contratación de vigilantes de seguridad, jardineros y otros puestos. Pero no del interfecto. Que, por cierto, se contrató ¡sin entrevista personal! ¡Una figura de "alta dirección" que se contrata sin realizarle una entrevista personal! ¿En serio?
La presidente de Patrimonio Nacional, antes de serlo, había sido la secretaria de Estado de Economía. La mano derecha de Calviño, vaya. Sí, la que tuvo que dimitir por los millones de Plus Ultra.
Sirva lo traído a colación como botón de muestra del estilo del Gobierno. De cómo hace las cosas. Formalmente legales. Tanto como el ascenso de Hitler y lo que vino después: todo fue, en todo momento, legal. Y, como con Hitler, pasito a pasito. Cada cosa a su debido tiempo. Pero es todo tan pestilente como lo de Patrimonio Nacional. todo huele a podredumbre, corrupción, mangoneo. Inmoralidad.
Legal, exquisitamente legal. No se le puede poner un pero. Pero inmoral hasta la naúsea. Y si usted no lo ve... es porque es usted uno de ellos. O de su cuerda, que en este país viene a ser lo mismo.
Dicen, ante la avalancha de reformas inmorales que está acometiendo el Gobierno (lo de la sedición, lo de la malversación, lo del cambio en la elección del CGPJ, lo de absolutamente cualquier otra cosa), que lo hace porque quiere resolverlo antes de las elecciones, lo suficientemente antes como para que sean asuntos ya olvidados cuando llegue el momento de votar. Los que lo dicen conocen el paño y a los votantes españoles, y tiene todo el sentido: los que se hubieran escandalizado de entre su bando ya lo habrán asumido y no lo tendrán en cuenta. Es su apuesta. Pero yo pienso otra cosa.
En primer lugar, yo no creo que muchas de las cosas que pasan sean prebendas que esté dando a ERC y Bildu a cambio de su voto (por ejemplo, los 1.200 millones adicionales que, de tapadillo vía enmiendas, ha destinado a "Cataluña"). Yo creo que no, que lo hace porque quiere. No creo que ERC tenga tanta fuerza negociadora: si Sánchez quisiera, bastaría con amenazarles: "si no me apoyáis, dimito, y ya sabéis que la alternativa será peor para vosotros".
Tampoco creo que tenga especial prisa. No creo que él piense que su tiempo se acaba: no sé cómo, pero saldrá vencedor de las elecciones, que también las de 1936 tardaron 80 años en demostrarse que fue un pucherazo.
No, yo lo que creo es que ya ha perdido el temor. Ha visto que puede hacer lo que quiera, que nadie va a pararle. Fue declarado inconstitucional el arresto domiciliario al que nos sometió a todos cuando la pandemia, y ahí sigue. Casi todos sus decretos (su forma de gobernar) se los declaran inconstitucionales, y ahí sigue. Sus ministros y él mienten y se les pilla una y otra vez, y ahí siguen. Cuando sigue los trámites y solicita dictámenes previos, estos siempre son negativos. Los ignora, y ahí sigue. No es ya que muchas de sus propuestas son inmorales, es que los procedimientos que aplica para conseguirlo lo son en grado máximo (todo tipo de triquiñuelas y argucias para sortear los controles que marca la ley y vulnerar su espíritu, pero ¡eh!, siempre dentro de la legalidad). Y sin embargo ahí sigue. Nadie le va a parar, y lo comprobaremos cuando lleguen las elecciones generales. Esto, él ya lo ha descubierto. Así que ¿porqué andarse con rodeos, como si tuviera (que no tiene) remilgos o escrúpulos?
¿Cómo pararle? ¿Cómo detener esto?
Pero antes de contestar a esas preguntas, cabe plantear otra: ¿Es Sánchez, o es el PSOE - del que Sánchez es sólo su actual secretario general? Y por el PSOE no me refiero, o quizá sí, a la pléyade de militantes, concejales y alcaldes desparramados por toda la piel de toro y que conservan un convencimiento ingenuo, virginal, en la idea de que el socialismo es el sistema idílico. Quizá sea sólo el círculo interior del PSOE, los profesionales. Los que viven de la política o del partido, de sus cargos.
El fatalismo es la actitud resignada de la persona que no ve posibilidad de cambiar el curso de los acontecimientos adversos. No sé, yo cada vez más pienso que hemos de empezar a resignarnos.
Gaspar Sanz - Canarios (por Narciso Yepes)