lunes, 22 de agosto de 2022

Adjetivos correctos

https://www.youtube.com/watch?v=UbxUSsFXYo4 

 

 

Todo el mundo sabe que, cuando se realiza un esfuerzo, este esfuerzo ha de ser hercúleo. O ímprobo, si me apuran. Es como la violencia: cuando se golpea con violencia, o es una violencia inusitada o no es nada. Y las vacaciones siempre son merecidas. Los silencios pueden ser ominosos, las sombras refrescantes, los bosques umbríos, las madres y las esposas son abnegadas o amantísimas y los bronceados espectaculares. Y, por supuesto, los velos siempre son tupidos.

Lo que quiero decir es que los adjetivos no son intercambiables. Un esfuerzo no puede ser amantísimo y un silencio no puede ser cegador.

Por eso, cuando leí el titular de una noticia del digital vozpopuli.com me quise arrancar los ojos:

"Los mosquitos sienten una atracción inquebrantable por el olor de los humanos".

Cuando se trata de titulares, inquebrantables son las adhesiones, no las atracciones. Las atracciones, lo que son es irresistibles. Y puede que los mosquitos sientan una atracción irresistible por el olor de los humanos, pero seguro que no una atracción inquebrantable.

Me dirán que esto lo ha escrito un becario. Que es un artículo de relleno que intenta que el lector clique en el enlace. Y que le doy demasiadas vueltas a algo que no tiene importancia alguna.

Vale, lo confieso: soy un maniático de los adjetivos. Me divierte aplicar adjetivos cuando los sustantivos van en solitario. ¿Corremos un velo? No, un tupido velo. Uno no quiere que sus hijos reciban una educación, sino una esmerada educación. Y así todo el rato: por ejemplo ayer fui al cine (Elvis, muy recomendable, aunque uno sale odiando a Tom Hanks, cómo se puede ser tan mala persona). ¿Echaron antes de la película los anuncios? No, echaron los tradicionales anuncios. Esta afición hizo que me diese cuenta en seguida del error en el redactado, pero no se trata de eso ahora. Se trata de que el periodista comete un error, no es una errata, de muy difícil justificación. ¿En qué estaría pensando al decidir el titular?

Que sí, que sería un becario. Que los becarios cometen errores, y todo eso. Pero no hace falta tener muchos años de profesión a sus espaldas para elegir un adjetivo correcto. Con los años, se aprende cuál es el más apropiado o conveniente adjetivo, pero la corrección o no de un adjetivo se ha de saber desde el principio, desde que se deja de ser un niño. Así que el problema es lo que revela el error. Supongamos que es un lapsus linguae, le puede pasar a cualquiera. Pero para eso están los repasos. Uno, cuando ejecuta una tarea, no debe darla por concluida sin haber revisado el trabajo. O avisar de que no se ha hecho el repaso. Es una lección que hay que dar, que el becario debe aprender. Lo que me desespera es que estoy seguro de que la lección se la darían el primer día (o el segundo), pero el becario no la aprendió. Sin duda, llevado de su ardor juvenil (ya ven, el ardor siempre es juvenil), pensaría que aquél era un consejo de viejo y que él no lo necesitaba porque no cometía errores.

Lo sé, porque en el mundo de la ingeniería es una constante que nos desesperan: los jóvenes, ni repasan su trabajo ni se responsabilizan de él.

Ojalá el director del periódico le eche al interfecto una bronca tal que el mozo decida que en su vida le vuelven a echar una como ésa, y que si para ello ha de revisar su trabajo al terminarlo, así lo hará en adelante.



Dolly Parton - 9 to 5

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario