Bestias del campo, venid a comer, bestias todas de la selva. Los guardianes están ciegos, no se dan cuenta de nada; perros mudos, incapaces de ladrar, vigías perezosos con ganas de dormir, perros voraces que no se sacian. ¡Y ellos son los pastores, que no comprenden nada! Cada cual va por su camino, cada uno a su ganancia. "Venid, yo traigo vino, nos embriagaremos con licores. Mañana será como hoy. Hay provisión abundante".Is 56, 9-12
Han pasado veintisiete siglos, y seguimos igual.
Lo escribió Isaías - o no, el Libro de Isaías tiene, dicen los exégetas, varios autores-, y lo clavó. Lo clavó entonces, y lo habría clavado ahora. ¿Qué vio él, hace milenios, en una sociedad tan diferente? Pues que los líderes del pueblo, los que tenían que imbuirles valores, mirar por su prosperidad, administrar la justicia con justicia, todo eso, pues que no. Que no se dedicaban a eso, más bien al contrario. Ítem más, parecía que esas personas no miraban por el bien del pueblo sino por el suyo propio. Y, lo más le escandalizaba, en vez de administrar con prudencia se daban la vida padre a costa del erario. ¡Fiesta continua, que aquí hay de donde sacar!
Y yo miro a los que nos administran, a la alcaldesa que le da un cargo de postin a su marido a los mandamases de Cataluña que se comportan como sátrapas en una esquina del imperio, a todos los jefes de negociado, directores generales y consejeros que se lo están llevando crudo en forma de falsas dietas y falsos gastos. MIro a los que quieren optar al cargo, que se les nota en la cara que quieren llegar para disfrutar ellos de las regalías. Veo como se aferran al cargo, al que sea que tengan. Cómo claman contra los que tienen auto pero bicliceta no, "que yo tengo"... Calados. Los tengo calados. Y entonces, ¿cómo pretende que quiera votar a alguno de ellos?
A nuestros gobernantes y administradores les hemos de exigir muchas cosas. Cultura, coherencia, comprensión, visión, prudencia, sentido de la justicia... Pero, sobre todo, honradez y que tengan claro que están ahí para servirnos. No para servirse ni ser servido. Es posible que, de los cuatro, Sánchez y Rivera sean aún honrados y se presenten para servir. En el caso de Sánchez, esto último no lo tengo muy claro, y desde luego sé que carece de todo lo que además le pediría. Pero en el fondo da igual: tenemos un sistema montado de tal manera que nadie conseguirá mantenerse honrado ni alterar el concepto de quién sirve a quién; es nuestra cultura política, y me temo que no hay entre nosotros líderes lo bastante fuertes como para conseguir cambiar el sistema.
¿Son los políticos conscientes de que estas ideas son las de muchas personas? Quizá la mayoría de nosotros piensa algo parecido, así que puede que lo sepan. Pero puede que no, porque nadie se lo dice a la cara. Quiero decir, cuando uno está en persona delante de un político, digamos tomando un café o cuando se lo encuentra en la cola del pan. Nadie les dice: "¿Sabes, fulano? Creo que eres un corrupto y que te estás aprovechando del puesto para vivir a todo trapo. Con nuestro dinero, ¡ladrón!". Pensarlo sí lo pensaremos, pero nadie se lo dirá a la cara. Quedan los periodistas, si les consuela. A mí, no. En Cataluña ningún político con mando lee o escucha jamás a ningún periodista que no sea de los medios subvencionados, y ya se cuidan estos periodistas de no decir otra cosa que qué grandes son nuestros mandamases. Imagino que el nivel de servidumbre de la prensa en Cataluña, tipo Corea del Norte, sólo se da aquí, pero la esencia es la misma: no creo que los políticos lean o escuchen a los periodistas que creen que no les van a alabar. Yo no lo haría, ni usted. Tampoco en los partidos hay autocrítica: como en toda organización, uno no medra atacando a sus superiores a la cara.
El pueblo de Israel tuvo a los profetas. Hombres que bajaban del pueblo, veían cómo se cocían las cosas en la capital y alzaban su voz para denunciarlo. Que veían cómo el pueblo se pervertía, se degradaba en sus valores, y lo recriminaban. Que clamaban contra la injusticia y contra los abusos. Contra la hipocresía de los dirigentes, contra el yo haré, hemos de hacer. Y ya sabemos cómo terminaron. San Juan Bautista tuvo que irse al desierto y alimentarse de saltamontes y miel silvestre; pero como no se callaba, le metieron preso y le cortaron la cabeza. Y al siguiente a él... todos conocemos la historia.
Aquí lo dejo. Sólo quería decirles que, si creen que alguno de ellos no es de "la casta"... hace veintisiete siglos ya eran así las cosas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario