jueves, 21 de noviembre de 2013

Julius Randle, Jarabi Parker, Andrew Wiggins, y la ética del deporte



Louisville, Kentucky

Si seguimos el curso del río Ohio llegamos a Louisville, ya en Kentucky. No en el estado de Kentucky, porque Kentucky no es formalmente un estado, es una Mancomunidad (Commonwealth, que dicen ellos). Será porque Virginia también lo es, y Kentucky se colonizó como una extensión de Virginia (ya les conté que, cuando la independencia, el estado mayor en todos los sentidos era Virginia). Por eso, no sorprende que sea el primer territorio en adherirse a los States, descontando a las trece colonias iniciales y a Vermont, que era la decimocuarta colonia pero que se independizó antes que las demás, solo que a nadie le importó.
Y la razón para la rápida colonización de Kentucky se descubre en seguida: está todo plagado de ríos y vías de agua navegables. Para lo que era la época, como si ya estuviera asfaltado.

Obviamente, el nombre de Louisville, claramente francés, nos indica que éstos, que en el XVIII dominaban el Mississippi, penetraron hacia el este por el Ohio tanto como pudieron. Resulta que en sus más o menos 2.000 km, el Ohio tiene una zona "difícil", unas cataratas. Y allí fundaron Louisville. Por cierto, a estas alturas el río tiene ya 800 m de ancho. Intenten imaginarlo. Pedazo de río.

Estos días, estas semanas, una de esas palabras que tanto les gusta inventar a los americanos está en boca de todos cuando hablan (y estamos en Louisville, que en este blog ya saben lo que significa) de baloncesto: "to tank", tanquear. Perder a posta, intentar quedar últimos en una competición, en este caso la NBA. ¿Porqué?

Porque el draft de 2014 tendrá tres números 1: el ala pivot de Kentucky Julius Randle y los aleros Jarabi Parker de Duke y Andrew Wiggins de Kansas. Y no sólo estos chicos, parece ser que va a ser un draft profundo, una añada excelente. Tanto que hay equipos a los que no les importa echar un año por la borda para situarse mejor en el draft. Se acusa a los Sixers, a los Jazz, a... A todos aquellos equipos que no han hecho grandes esfuerzos para reforzarse, que incluso se han debilitado. Y son bastantes.

¿Es legítimo? Sí, claro. ¿Es ético?

En realidad, aquí confluyen dos características de la NBA. Una, habitual en América: no hay descensos. Pueden permitirse el lujo de perder, porque sólo se juegan un puñado de partidos. La otra, lamentablemente habitual de la NBA: en realidad, la competición no versa sobre ganar un campeonato. Todo el mundo sabe que lo va a ganar Miami por ultima vez, al igual que desde hace más de treinta años el título es siempre cosa de dos, tres el año mejor. Y, sin embargo, juegan entre 82 y 100 partidos, y un gran equipo ganará 60, más o menos. ¿Entonces? A los dueños de los equipos, lo que les importa es llenar el pabellón, conseguir ganancias. Para ellos no hay años malos, sólo años duros. Si un año de pérdidas les produce siete de beneficios, por ellos vale. Y como los equipos son privados...

En cuanto a la afición, pues depende. Los hay escépticos, que saben perfectamente que "este año no toca", y los hay perennemente ilusionados, y éstos son los que se llevarán el chasco. Sobre todo los de aquellos equipos que llevan veinte años de reconstrucción, por ejemplo.

Porque ésa es otra. Vale, puede que no sea ético, pero si es práctico... Y, sin embargo, ¿garantiza quedar último antes de un gran draft años de gloria? Que les pregunten a Cleveland, Detroit, Denver y Toronto, que eligieron los 4 primeros puestos del grand draft del 2003, el de James, Anthony y Bosh, la gloria que han recibido. ¿Quieren más ejemplos?

Así que, como nunca se podrá demostrar que un equipo no ha querido ganar un campeonato, el tanqueo siempre existirá, lo que empobrece la competición. Para evitarlo, o nivelan la competición, o añaden interés a no quedar el último; por ejemplo, en vez de una división única de 30 equipos, dos de 16 y los de la segunda bajando a ligas cada vez menores y todo eso. Seguro que entonces nadie querría quedar último. Solo que entonces ya no sería la NBA.

No hay comentarios:

Publicar un comentario