lunes, 11 de noviembre de 2013

Cuando no es lo que parece


 Columbus, Ohio
Me encanta Ohio. Donde empieza el Oeste; Ohio es el este del oeste; más al este ya es el este. Estados Unidos se divide en Sur, Este, Oeste (del río Ohio al Mississippi), Medio Oeste (del Mississippi a las Rocosas) y Lejano Oeste (de las Rocosas al Pacífico). Eso sería el "Estados Unidos continental", queda Alaska y Hawaii. Y no me pregunten porqué Alaska no es continental.

Como les digo, me encanta Ohio. Así que otro día hablaremos de ello.

A los calculistas no nos gusta relacionarnos con el mundo exterior; si es inevitable, sea, pero procuramos reducir la interrelación al mínimo. Ocurre a veces, sin embargo, que el cliente, lego y estulto, opina y pregunta. Y ¡caray!, es cierto que todos nacimos ingenuos, pero... hay conceptos que son nuestros. y usted, como no iniciado, no debería meterse. Y sin embago, se ve que la cosa le puede, porque pregunta. Y en esos momentos uno desearía tener un manual de cómo responder a preguntas estúpidas.

Por ejemplo, porqué hemos considerado algo articulado.

Naturalmente, todos nosotros, en nuestro primer día, preguntamos porqué se iba a calcular articulado, si estaba clarísimo que no lo estaba. EL veterano, como haríamos nosotros en adelante, sonreiría, mascullaría "¡El pardillo...!" y nos explicaría que no importa como estuviera, sino cómo lo íbamos a calcular.

Pero esto no se le puede decir al cliente, no podemos decirle "mire, usted no se meta que de esto no entiende, no importa lo que se construye sino lo que yo calculo, ¡pardillo!". No, no se le puede decir, ¡que es el cliente, tío!

Por ejemplo: la viga de hormigón que en un forjado calculamos biarticulada. Y, por más que mire, el cliente no ve la articulación en ningún sitio. Puede que sólo esté en nuestra imaginación, pero nosotros (y todos los del gremio) sabemos que sí, que está ahí. Claro que también sabemos que, al estar articulado, van a aparecer fisuras... y como las vea el cliente, a ver quién le explica que ¡qué esperaba!, que todo está controlado y que las queríamos ahí... ¡La de veces que he tenido que explicar lo de las fisuras!

En la estructura metálica, el ejemplo más claro es la base del pilar que está atornillada por dieciseis puntos. Precisamente, un caso parecido he tenido que explicar este viernes (permitan ustedes que me desahogue aquí).

Verán, era una estructura metálica. La estructura la calculó una ingeniería italiana, y yo auditaba a los italianos. Otra ingeniería, ésta de aquí, calculaba la base y cimentación de esa estructura, y una cuarta ingeniería auditaba a los de la cimentación. Los italianos daban las reacciones de lo suyo y la unión de las bases, con sus correspondientes 16 pernos, cartelas, etc. En las primeras versiones, mis cálculos cuadraban con los suyos, y todo iba bien, pero una revisión por cambios este verano provocó un desajuste de mis cuentas y las suyas. Durante las discusiones, los italianos me dijeron que las bases tenían que estar empotradas. Yo les dije entonces que, si estaban empotradas, debían dar las reacciones de momentos también, no sólo las de fuerzas como hasta ahora. Las dieron, las revisé, discutimos los cambios, cuadraron, y pasé los resultados a la ingeniería de los cimientos. Esta, como era de esperar, montó en cólera porque su proyecto ya estaba terminado y nadie había hablado de tener que resistir momentos. Cólera económica, claro: pidieron más dinero. Y aquí intervino el cliente.

Educadamente, el cliente (de todos) nos dijo que no entendía qué había cambiado, que la base estaba con los 16 tornillos desde el principio, que cómo podíamos asombrarnos ahora de que nos dijeran que estaba empotrada si estaba claro desde el principio que lo estaba. ¿Qué podía hacer yo? Intenté explicarle, la diferencia entre cómo se calcula y cómo se construye, o qué se calcula y qué se construye (una vez intenté explicarlo de pie, delante de una juez... que debía tener un mal día, porque estuvo todo el rato malhumorada, y me espetó que no le diera clases magistrales, que contestara la pregunta, y yo que no sabía cómo responder sin emplear nociones de cálculo; no les recomiendo la experiencia). ¡Que diantres, por ejemplo a veces el terreno es malo, y el calculista calcula su estructura por si acaso el terreno no resiste momentos flectores, y sin embargo sigue poniendo 16 pernos en la base del pilar!

Y, además, lo peor no es tener que explicar las cosas al otro, sino lo estúpidos que sonamos al hacerlo. Si no me creen, recuerden las explicaciones que dieron ustedes; ¿se oían? Pues ahora dense cuenta que queremos que el otro nos pague.

Lo dicho, tendrían que darnos cursillos sobre cómo afrontar estas situaciones.

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