Actualmente, la línea de pensamiento preponderante en nuestro país es:
- Lo peor en esta Tierra es ser un fascista. Puedes ser un corrupto, un criminal, un terrorista, un depravado, un ludópata, un pederasta, un estafador, un prevaricador, un timador, un ladrón, un asesino, un genocida, un adorador de Satán o simplemente un tonto del culo. No nos importa, nada de esto te descalifica y admitimos todas las tendencias. Salvo que seas fascista. Eso, muchacho, no hay sacrificio que lo limpie, y mereces la ejecución en plaza pública ya.
- De hecho, no importa si eres fascista o no. Lo importante es que yo te llame fascista antes que tú a mí. En ese caso, amigo, la has cagado. Etiquetado fascista, etiquetado fascista para toda la vida.
- Por descontado, lo mejor que se puede ser es "progresista". Ser progresista es lo más; ante ti se deberán inclinar todas las naciones y caer rendidas las mujeres a tus pies.
- Yo soy progresista y mis ideas son las correctas, y si no estás de acuerdo conmigo entonces eres un fascista. Si estás de acuerdo, vale, te contaré como progresista. Pero que conste que yo siempre seré más progresista que tú, caraculo.
- Si tus ideas son más progresistas que las mías, por favor dímelas porque cambiaré las mías para que sean aún más progresistas que las tuyas. ¡Caraculo!
- No importa si mi idea es buena o es mala, si es conservadora o revolucionaria, ni sobre qué trate. Es mía y por lo tanto es progresista.
- Obviamente, yo soy quien decide qué es progresista y qué no lo es. Por ende, yo soy quien adjudica los carnets de fascista.
- Cualquier conducta "fascista" no lo es si es contra fascistas. Se llama "progreso" y el que la tiene es un progresista pata negra. Por ejemplo, tú puedes organizar la saca de todos los presos de las cárceles de tu ciudad, su transporte nocturno en camionetas a un bosque apartado y el tiro en la nuca de todos ellos una vez forzados a cavar las zanjas en las que caer y que taparán los siguientes de la lista. No importa; si los presos lo estaban porque tú les habías puesto la etiqueta de fascista, da igual si lo eran o no, entonces tú eres un auténtico líder progresista, jamás te afearemos tu conducta ni te obligaremos a pedir perdón, y por supuesto jamás te tacharemos (¡líbrenos el Cielo!) de fascista. Imaginen si los presos los fueran por ser etiquetados como "antifascistas".
A partir de ahí, esto es el ver quién la dice más gorda. Se plantea una idea, por ejemplo "el límite correcto de velocidad es de xx km/h en autovías", y se abre la veda. El primero que tache de fascista a ese límite y diga que el verdadero límite progresista es yy km/h gana. Hasta que salga otro colectivo que diga que no, que cambiarlo a yy se queda corto y que debería ser zz. Y así todo el rato.
Con este método consiguieron que el emperador se pasease desnudo. Y nosotros tenemos tal pánico a que nos tachen de fascistas y de antiprogresistas que decimos que sí a la mayor sarta de imbecilidades que se han pronunciado en esta tierra, y alguno incluso se cree obligado a decir algo aún más gordo.
Con este método consiguieron que el emperador se pasease desnudo. Y nosotros tenemos tal pánico a que nos tachen de fascistas y de antiprogresistas que decimos que sí a la mayor sarta de imbecilidades que se han pronunciado en esta tierra, y alguno incluso se cree obligado a decir algo aún más gordo.
Lo malo es que llevamos años así, y esta manera de pensar está calando tanto que nos estamos convirtiendo en los estúpidos cortesanos que alaban al emperador y su buen gusto. ¿Cómo invertir esta tendencia? La verdad, no lo sé. Cuando alguien no tiene pelos en la lengua y dice las cosas como realmente han de ser, ¡hay que ver lo que se dice de él! Menos bonito, de todo. No estoy pensando específicamente en mí, sino en personas de renombre que escriben en prensa, pero también podría aportar mi humilde experiencia: como ejemplo, les sugiero que lean los comentarios de mi famosa entrada "Mamá, quiero ser geógrafo", ejemplo de la apabullante cultura y educación de los autoerigidos en representantes de los licenciados en Geografía de este país y que, por supuesto, no entran a discutir ninguna idea sino simplemente a insultarme y preapuntarme en la columna de "los fascistas".
Ahora, que les garantizo que, mientras no me rompan las piernas, yo seguiré llamando al pan, pan, y al vino, vino. Sólo espero que, al igual que yo, los demás también razonen sus ideas en vez de limitarse a gritar eslóganes propios de una manifestación de la Plataforma Antifascista.
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