lunes, 30 de enero de 2012

Kobe Bryant y las estadísticas

Anoche Kobe Bryant batió un récord histórico de Los Angeles Lakers: ha superado el número de canastas anotadas que tenía Kareem Abdul Jabbar (en su etapa laker; cuando jugaba con los Milwakee Bucks metió también un montón de puntos). Por supuesto, tiene el record de puntos como laker, que ahora las canastas las hay de tres puntos. Y hay más, mucho más.

Kobe ha ganado también cinco campeonatos como laker; ningún otro ha ganado más (de nuevo Jabbar ganó un sexto con los Bucks) y apenas un puñado (Jabbar, Mikan, Magic Johnson, Cooper, Fisher y alguno de 1950) ha ganado cinco. Es el que más veces ha sido MVP del All-Stars, el más joven en conseguir 18.000 puntos, 20.000 - sólo Wilt Chamberlain, Michael Jordan y él lo han conseguido antes de los 30-... y así hasta 28.000... Digamos que tiene infinidad de records.

También es cierto que empezó con 18 directamente desde el instituto, algo ahora prohibido y años antes inconcebible; que lleva 16 años de laker, también récord (vamos, que así cualquiera), que se chupa todas las bolas, y que digan los récords lo que digan, no gana los campeonatos. En 15 años ha ganado 5 y presumiblemente serán 5 en veinte años. Magic Johnson ganó cinco en 12.

Y es que las estadísticas reflejan la realidad, pero no son la realidad. No todo está en las estadísticas. Por ejemplo, ¿es Kobe Bryant el mejor laker de la historia? Caray, el tío será bueno, pero ante Jabbar o Magic les puedo asegurar que es el suplente de las toallas. E imagino que Jerry West, Wilt Chamberlain o Elgin Baylor lo habrían tenido en el puesto de ese que siempre aparece de pie aplaudiendo en las esquinas y sin quitarse el chándal. 

O, por ejemplo: se supone que es el quinto mejor anotador de la historia; creo que todos sabemos decir una docena de nombres que aún así son mejores que él.

Yo, desde luego, soy de Jabbar: lo prefiero incluso a Michael Jordan. Un tipo que en su primer partido universitario - y su universidad, UCLA, era campeona año tras año- metió 56 puntos. Y que, por cierto, en aquella época los novatos no podían jugar el campeonato, y formaban un equipo independiente, fuera del de los veteranos. Pues bien, el de los veteranos ganó el campeonato americano ganando todos los partidos, y sin embargo quedaron segundos ¡en el torneo del campus! El equipo de novatos con Jabbar a la cabeza les daba paliza tras paliza... Y además, en su decimocuarta temporada (Bryant está en la decimosexta) Jabbar ya se puso primero en la lista de anotadores con 31.420 puntos (Kobe está todavía en unos 28.400). Y Jabbar sin tirar triples. Chaval, tienes todavía mucho que aprender.

El caso es que se pueden contar maravillas de Kareem Abdul Jabbar (lo que no voy a hacer ahora, que no hay espacio ni tiempo), y sin embargo no salen en las estadísticas. Como tampoco sale en las estadísticas la de veces que los lakers pierden el partido por lo predecible que es Kobe, por lo que se chupa el balón, por su insistencia en ser el mejor... en las estadísticas. Y sin embargo nunca se dijo eso de Jabbar.

Pues eso. He sacado a colación a Kobe Bryant porque me cae muy mal, reconozco que tiene cualidades pero no sabe jugar en equipo (se ve que como no fue a la universidad no aprendió), y sin embargo las estadísticas lo ponen por las nubes. 

Y es que es eso. Las estadísticas son sólo números, y la gente ante los números pierde toda capacidad de pensar. Y aunque todo se puede reflejar en números, para eso hay que saber. 

Así que ya saben: salvo que sea yo (o alguien como yo) quien les presente algo con números, por favor no los tomen como artículo de fe: intenten entender qué representan esos números y qué hay más allá de los números.

¿O es usted uno de los millones de paletos de este país a los que siempre han usado números para engañarles?

domingo, 29 de enero de 2012

Job

El Antiguo Testamento es una colección de 45 libros; unos de ellos se denominan "históricos": El Génesis, el Éxodo, los Reyes, etc; Otros se llaman "didácticos", como Proverbios o Eclesiastés, y los otros son "proféticos". De los didácticos, mi favorito es el libro de Job.

Y una de las cosas que más me asombra de él es simplemente que exista, que no lo hayan borrado. Porque ese libro era una herejía. El contenido y sus tesis eran completamente heréticas para los judíos. Me explico.

El libro tiene un prólogo y un epílogo, que juntos forman lo que se cree una leyenda muy antigua sobre un tal Job, y que es lo que en definitiva todo el mundo conoce. Y seguramente como tal formó parte de la colección de textos de los hebreos. Ah, pero resulta que alguien decidió desarrollar más el tema del sufrimiento de Job y lo metió entre ambas partes; y por razones que desconozco nadie borró el inciso. Y por lo visto, siglos después otra persona intercaló un fragmento que pretendía resituar todo dentro de la ortodoxia. Vano intento, porque la herejía seguía estando ahí, en ese relato intermedio. Esa es la parte que me gusta, y es la que quiero explicar ahora.

Lo primero: ¿sobre qué va el libro?
Meses de desengaño me han tocado y noches de sufrimiento me han caído en suerte. Al acostarme digo: ¿Cuándo será de día? La noche se me hace interminable y las pesadillas me acosan hasta el amanecer.
Job era un  empresario de éxito, un hombre respetado y solicitado en todo tipo de asuntos y proyectos. Negocios, hacienda, trabajadores, una familia feliz. Un buen judío y un buen hombre. Y sin embargo un día su suerte se tuerce. Lo pierde todo. Se arruina, pierde sus tierras, sus siervos, todo. Un día sus hijos tienen un accidente, quizá al salir de una boda, o alguna enfermedad terrible; el caso es que también mueren. El mundo de Job se ha venido abajo. 

Más aún: Job mismo cae enfermo. Un cáncer de piel terrible, que le cubre de llagas "desde la coronilla hasta las plantas de los pies". Totalmente desahuciado por los demás, Job no puede sino salir fuera, donde se echan las cenizas y rescoldos de los fuegos, y rascarse todo el día con una teja. Y va a peor: llega un momento en que él dice "Mi carne está cubierta de gusanos y de costras terrosas, mi piel, agrietada, no deja de supurar".

Su mujer, ante tal cúmulo de desgracias, pierde la fe y discute con su marido. Hasta que finalmente ella también le abandona, diciéndole: "¿Todavía perseveras en tu rectitud? ¡Maldice a Dios y muérete!". Incluso Job maldice el día en que nació y sólo quiere morir ya.

¿Qué habría dicho cualquiera de nosotros si nos llega a pasar la mitad de lo que le ocurre a Job? Seguro que todos, en un momento u otro, habríamos exclamado "¿Porqué a mí, Señor?", o su variante "¿Qué he hecho yo para merecer esto", o al menos "¿Quién me pone la pierna encima?..." Ya me comprenden.

Es decir, ¿porqué sufre el hombre justo? ¿Porqué nos pasan ciertas cosas que nos pasan? ¿Porqué la injusticia clamorosa? ¿Cómo pueden decir que Dios es bueno y que sin embargo consiente semejante sufrimiento?

Para los judíos, el papel del hombre en el mundo estaba claro: debías ser bueno, y Dios te recompensaría. Si ellos se apartaban del sendero marcado, eran castigados. Como pueblo, ganaban a los filisteos  o los filisteos les daban p'al pelo. Como personas, eran ciegos de nacimiento y leprosos o eran prósperos comerciantes. Si a Job le iban mal las cosas (y estaba claro que le iban muy mal) era sin duda culpa suya, por haber ofendido a Dios.

Un día tres grandes amigos de Job, que habían oído de su ruina, acuden a verle. Se lo encuentran convertido en una sombra de lo que fue, ni le reconocen; lo ven a las puertas de la muerte. "¿Cómo lo encontraste? Fatal, le quedan dos telediarios, de estas navidades no pasa...". Tan es así que incluso empiezan con los ritos del luto.

El propósito de estos amigos es ayudar a Job, pero a su manera. Es decir, intentan convencerle de que confiese qué espantosos crímenes ha cometido para merecer semejante castigo y que se arrepienta; quizás así Dios le perdone. Porque, como le dice uno, "mi experiencia es ésta: los que cultivan maldad y siembran misera eso mismo cosechan". Job, que no cree merecer su desgracia, intenta decir que no, que él no ha hecho nada. Pero los amigos no le creen, discuten - Job está enfadado por el patético consuelo que le ofrecen- y finalmente le dejan. Job queda solo, sin nada, ni familia, ni mujer ni amigos. Condenado por todos.

De hecho, el grueso del libro son las conversaciones que tiene Job con sus amigos; en un tono casi de hospital, porque Job está gravemente enfermo y lo que quiere es morirse, mientras que los amigos sólo pueden ofrecerle palabras y - a los oídos de Job- sermones típicos de aquellos que no sufren. Como dice Job (ironiza): "¡Oh, cuánta ayuda das al débil, cuánto vigor al que no tiene fuerzas!".

Cuando se queda solo, Job suelta toda su amargura, su clamor, su "porqué a mí", y pone a Dios de vuelta y media (tan es así que los estudiosos del libro están de acuerdo en que el personaje que interviene después es un añadido posterior para intentar responder desde la ortodoxia a la sarta de herejías que pronuncia Job, y me atrevería a decir que también del gusto de la ortodoxia católica, cosas tipo "Dios escribe recto con renglones torcidos", etc). Hasta que, finalmente, "El Señor respondió a Job desde la tormenta". 

No voy a hablar sobre el final. Quien quiera, que lea el libro y, si puede, que intente entenderlo. 

Fin.

Nota del Autor: Quiero pedir disculpas, tanto en el caso de Jonás como en éste, por haber tocado temas tan poco atractivos como la Biblia. No soy un exégeta, aunque lo pareciera. Mi objetivo es que tengamos claro que las historias que cuentan, además de partir de una base "legendaria" (y entiendo por tal una tradición oral que se pierde en la noche de los tiempos), se han de poner en contexto, se han de terminar de desarrollar y así comprender mejor a cada personaje. ¿Creen ustedes que lo harían mejor que los amigos de Job?

Y es que en los próximos días quiero destripar una de las historias legendarias por excelencia: la de la manzana. Lo de hasta ahora me era sólo de entrenamiento.

jueves, 26 de enero de 2012

Megan Nicole

Megan Nicole es una muchachita que con diecisiete años hacía lo que tantas chicas de su edad: cantaba en su habitación, en la ducha, supongo que con el Singit de la Play...

El caso es que un día cantó en el instituto "Somewhere over the Rainbow", la canción de Mago de Oz. Parece ser que lo hizo bien, imagino que la animarían, se animó, y como tanta gente subió un vídeo suyo a Youtube.  Grabado en su cuarto, probablemente. Alguien le regalaría una mesa de mezclas, o se la prestarían, esas cosas. Éxito de visitas. Nuevos vídeos. Entra en el circuito de las ligas menores de la música. Conoce a otros que se mueven en su mismo nivel, cantan juntos, suben vídeos...

¿Han escuchado ya su versión de Love the way you love? La canta con un rapero, Eppic, que hace de Eminem, y ella hace de Rihanna. El productor, el que tiene el pequeño estudio, es Tyler Ward. Si les gusta, vean por ejemplo más vídeos de Ward. Ward se dedica a eso, se ha montado un estudio y lo alquila, las chicas como Megan graban ahí, esas cosas. Nivel de aficionados, claro, pero aficionados ya con cierta categoría. 

Y esta gente hace cosas realmente muy meritorias. Uno que me gusta mucho es KurtHugo Schneider; les aconsejo que empiecen por uno de sus trabajos con Sam Tsui, su Don't Stop Believin' en la versión de Glee con el bueno de Sam haciendo las cinco voces. Y a partir de ahí, naveguen. Entren en las canciones que les sugiera Youtube. Regresen a Megan Nicole y disfruten con más canciones suyas; descubrirán que canta con más chicas, que también merecen ser oídas, pasen de una a otra...

¡Que diantres! Es increíble el nivel que hay en las ligas menores y su riqueza si les comparamos con el circuito de las estrellas. Es lo que les quería decir ayer con Aúpa Mirandés, la tremenda pasión, el deporte del bueno, la música de verdad que nos perdemos si nos quedamos en el Madrid-Barça, en las superestrellas.

Probablemente, dentro de unos años Megan Nicole (así lo espero) será también una estrella. De momento ya ha sacado su primera canción original - disponible en iTunes- y espero que para estas navidades haya un disco entero de sus versiones. Yo me lo compraría. Y dentro de unos años podré decir que a esta chica la conozco desde que tenía 17 años y lanzó tímidamente un vídeo a Youtube.

Y ahora mi reflexión (siempre la hay, ¿verdad?): Llevamos ni se sabe cuánto tiempo oyendo las quejas de las discográficas, que si la piratería, que si el top-manta, que si están matando la música... Recuerdo que yo entonces pensaba que en realidad la música empieza en personas que quieren tocar o cantar, no ganar dinero. Que lo hacen por amor al arte. A las estrellas de verdad no las fabrican las discográficas, surgen y luego las fichan.Y pensaba: "ya encontrarán la manera de salir adelante".

Y ahí lo tienen. Youtube, estudios de grabación completamente independiente, distribución propia. Gente que lo que quieren es que las escuchen, y si ganan algo bienvenido sea, pero sobre todo que las escuchen.

Este es el futuro, no Emi ni Decca. Mientras escribo esto está sonando la música, pero no un disco de un autor consagrado que canta por encargo, sino Sam Tsui.

miércoles, 25 de enero de 2012

Aúpa Mirandés

"El Mirandés, que logró la clasificación para la semifinales de la Copa del Rey tras eliminar al Espanyol en cuartos, es el segundo equipo de segunda división B que accede a la penúltima ronda en la historia de la competición, después de que en 2002 lo hiciese el Figueres.

El Mirandés, líder del grupo II de la segunda B con 46 puntos después de 13 victorias, siete empates y una derrota, ya había eliminado anteriormente a otros dos equipos de Primera, el Racing de Santander, en octavos de final, y el Villarreal, en cuartos, y esta noche ha dejado fuera al Espanyol, con el que perdió 3-2 en la ida y al que ganó 2-1 en Miranda de Ebro (Burgos). Los mirandeses disputarán la semifinal contra el vencedor del Mallorca-Athletic de Bilbao, eliminatoria que aventaja el Athletic por 2-0, resultado que obtuvo en la ida en San Mamés.

El Deportivo Logroño, en 1931, y el Figueres, en 2002, se colaron entre los cuatro mejores equipos de la Copa. Los riojanos llegaron a semifinales después de eliminar a la Cultural Leonesa, al Valladolid y Castellón, aunque cayeron en la penúltima ronda ante el Athletic, que sería después campeón.

El Figueres cayó en 2002 en semifinales ante el Deportivo de la Coruña, que fue campeón de esa edición, pero antes había eliminado en la segunda ronda al Barcelona a partido único en la prórroga. Después hizo lo propio con Osasuna, en la tanda de penaltis, con el Novelda y, en cuartos, con el Córdoba".
Por supuesto, vaya desde aquí mi más sincera felicitación al Mirandés.

La cuestión es que es raro que un equipo como el Mirandés quede entre los cuatro primeros de la copa del Rey. Pero ocurre. Más veces pasa que queden entre los ocho primeros, y muchas veces entre los dieciséis primeros. De hecho, no se considera una sorpresa que un equipo menor elimine a uno de primera división, incluyendo al Madrid y al Barcelona; si el eliminado es uno de estos dos equipos, nos meteremos con saña con el grande eliminado, pero no veremos increíble el pase de ronda del pequeño. Es lo que tiene la copa. Y también es habitual que ni el Madrid ni el Barcelona queden entre los cuatro primeros.

Pero ¿alguien recuerda que alguno de estos dos no quede entre los cuatro primeros de la liga? ¿Cuántas veces un equipo sin pedigree ha ganado la liga? ¿Cuándo el, objetivamente, peor equipo de la liga ha ganado el campeonato? Exactamente.

Y es que en el deporte cualquiera puede ganar a cualquiera, pero sólo raras veces. Si competimos al mejor de muchos encuentros, ganará el mejor, sin duda. ¿Se trata de eso? Yo creo que no. Imaginemos un partido de tenis entre Rafa Nadal... y yo mismo, por ejemplo. ¿Interés? Nulo. Incluso los propios jugadores nos negaríamos a jugar el partido. Yo querría jugar contra alguien de mi nivel (mi abuelita, por ejemplo) y él seguramente querrá un competidor. Lo mismo en una carrera en bici contra Contador, los 100 m lisos contra Usain Bolt o un combate a quince asaltos contra Oscar de la Hoya. ¿Entonces?

La realidad es que esto de dictaminar quien es el mejor a lo largo de varios encuentros sólo ocurre en el campo profesional; en concreto, cuando el deportista profesional lo es por cuenta de otro que le paga. Y éste que le paga quiere, se entiende, cuantos más encuentros mejor. La NBA es una liga de 82 partidos desde que eran 12 equipos. La temporada de beisbol americano es de 200 partidos. Se caga la perra el interés que tienen. El baloncesto, en España, también carece de interés con el formato actual y sus múltiples madrid-barça. En ciclismo, los grandes equipos lo que quieren es poder correr el tour: 21 días sin deporte-competencia. Las carreras de un día o de una semana carecen de interés, las consideran entrenamientos (y para mí son las interesantes, las que realmente puede ganar cualquiera). Sölo quieren correr las Grandes. Y el fútbol, ¿qué voy a decir? Antaño la Copa de Europa era un torneo de verdad. Sólo jugaban los campeones y era siempre de eliminatoria directa. Ahora los grandes de Europa saben que van a jugar un número obsceno de partidos "de alto nivel"; estos partidos ya ni son noticia ni interesan a nadie.

A todo esto, hace años en un viaje en tren mi compañero de asiento resultó ser de Seattle, Washington (EE.UU.). Hablamos, yo le pregunté por los Seattle Supersonics (que habían ganado la NBA no hacía tantos años), y el me dijo que sí, que aquél fue un gran año, pero que ya no sigue la NBA. ¿Porqué? Pues porque juegan 82 pachangas. Todos saben antes de empezar si irán a las eliminatorias por el título o no, es ahí donde se esfuerzan. Lo que a él le gustaba era el baloncesto universitario, donde sí que cada partido se jugaba con ganas, al límite (comentario mío adicional: tan es así que la final de la liga universitaria la disputan 64 equipos en eliminatorias a partido único, en Marzo. Y apralizan el país).

El hombre tenía razón; desde entonces sólo me interesan las finales, el resto, como él decía, son pachangas.

Y es que yo encuentro mucho más interesante un partido de waterpolo o de basket femenino que un partido de la ACB española; prefiero ver al equipo de fútbol del colegio que uno de primera división. Y una Vuelta a España sin favoritos ni famosos, donde los ciclistas se esfuercen de verdad, con las fuerzas que da el creer que pueden ganar.

Algún día los amos de estos tinglados se preguntarán porqué el público no vibra con ellos.

Y es que, ustedes, ¿verían emocionados la final olímpica de los 100 m lisos... al mejor de veinte carreras?

martes, 24 de enero de 2012

Daniel Quinn

Daniel Quinn es un escritor norteamericano; nació en 1935, pero nunca publicó nada… hasta que en 1991 ganó el premio de la Sociedad Turner Tomorrow.

Este premio lo instituyó el millonario norteamericano Ted Turner en 1989, con la intención de ser el premio supremo. La obra que lo ganara debía ser un relato de ficción no publicado nunca antes y que ofreciera soluciones creativas y positivas a los problemas globales. Nada que lo diferencie del típico premio “Ciudad de Pancorbo” o “Premio Anselmo Chila” de tantos y tantos sitios, ¿no?

Lo que pasa es que Turner decidió que este premio sólo se daría una vez. Y que el monto del premio sería de medio millón de dólares (de hace veinte años), además de otras bagatelas y prebendas.

Se presentaron unas 2,500 obras. El jurado estaba formado por autoridades de la materia, incluyendo al famoso autor de ciencia ficción Ray “Crónicas Marcianas” Bradbury. Y lo ganó, ya lo he dicho, Daniel Quinn.

Quinn no había publicado nunca nada, fuera de una obrita menor en 1988. Pero tenía un libro en la cabeza, un libro que estaba reescribiendo una y otra vez desde ¡1977! Sólo por eso, el tipo me cae bien. Porque yo también tengo una obra en la cabeza desde hace ni sé cuántos años, una obra que voy rellenando y completando (pero a diferencia de Quinn, que lo haría en papel, yo no escribo nada) y que estoy seguro que terminaré algún día si Dios quiere. Fantasías que tiene uno. El caso es que el hombre, ante la convocatoria del premio, decide lanzarse a la piscina, termina de pulir su obra y se presenta.

Huelga decir que el gremio literario no acogió muy bien que un desconocido como Quinn ganara el premio del siglo – que aquí todo el mundo quiere ganarse la vida y medio millón más los réditos de su publicación (Turner, lógicamente, querría recuperar dinero con las ventas) es mucho dinero. Pero lo ganado, ganado está. Y la obra de Quinn, “Ishmael”, se convirtió en un éxito. Más aún, es casi una religión. Quinn tenía hoy 13,3 millones de entradas en Google; de su obra, también millones. Hay un montón de gente que cree que Quinn tiene razón y que hay que hacer lo que dice, ya. Claro que en este mundo hay locos para cualquier cosa, así que eso no significa nada.

Otro día comentaré esta obra, ya que merece su propia extensión; por el momento, únicamente quiero hacer una reflexión.

Si usted quiere leer este libro, puede que le lleve algo de tiempo. Quizás toda una vida. Pero no porque el libro sea largo (que no le es, apenas 250 páginas) o tremendamente denso, es casi un diálogo constante. No, su problema es que en España este libro está descatalogado. Quiere esto decir que el libro se editó, se vendió, y lo que no se vendió se destruyó que ocupaba sitio. No hay planes para reeditarlo. Suele pasar.

Tampoco confíe mucho en una biblioteca pública. En la provincia de Barcelona, sólo la biblioteca de Sant Joan Despí tiene un ejemplar. En inglés. Tampoco lo he encontrado en el catálogo de la Generalitat de Catalunya. Supongo que sí estará en algún sitio, pero ya no somos capaces de buscar un libro en las bibliotecas, ¿verdad? Nos hemos vuelto demasiado vagos.

Y por supuesto no, el libro no está disponible (a la venta, quiero decir) en formato electrónico.

Es decir, oficialmente este libro está condenado a la extinción y el olvido cuando mueran las personas que ya lo leyeron. Es su destino que en el futuro nadie sepa de este libro. Será como las demás obras de Esquilo, que se perdieron, las de Campoamor, que está considerado un autor absolutamente mediocre e indigno de ser leído, las de Arniches, los hermanos Álvarez Quintero, y los de tantos y tantos otros. De hecho, apenas hay un puñadito escaso de obras anteriores al 500 a.C.: Homero, Hesíodo, y pare usted. De los siglos siguiente, tampoco mucho más. De Esquilo se cree que escribió 90 obras; se conservan siete (y no enteras). De los griegos, en general, poco queda. De los romanos algo, si es de sus siglos de oro. De su decadencia, de los años bárbaros, de la Edad Media, cantidades ridículas. Y así siempre. Lo que arrasó en 1950 ya no existía en 1980; lo de 1980 es inencontrable en 2010, y lo que se edita ahora nadie lo localizará en 2015. Así va la cultura: siempre ligera de equipaje. Lo mismo ocurre con la música, por ejemplo.

Y no depende sólo de los gustos. Está más bien ligado a la desaparición del soporte físico. Se perdieron las tablas de madera donde escribiera Hesíodo, los pergaminos donde escribiera Salustio o los manuscritos que empleara Chaucer. Las cosas se pierden y no se vuelven a escribir o editar. Las grabaciones de Caruso o de Carlos Gardel, en discos de baquelita; los vinilos de los grupos de los sesenta y setenta, las cintas de casette, las películas super8, los vídeos VHS,… siempre que hay un cambio de formato, una parte enorme de lo que estaba soportado en el formato antiguo no hace el cambio. Con lo que termina perdiéndose. ¿Alguien se cree que van a reeditar en iTunes las grabaciones de los Tres Sudamericanos, que ni siquiera hace veintipico años se pasaron a CD? Van directos a ser información como la del Archivo General de Indias, que estar, está ahí, pero…

Yo tengo “Sinner man” de Nina & Frederik. Lo tengo en formato single de vinilo. Genial. Ocupa espacio y poco más. ¿Alguna posibilidad real de oirlo hoy en día? Sí, claro. Pero oficialmente se tacha de “piratería”. Y si ustedes quieren leer “Ismael”, yo se lo paso. Contradiciendo todo tipo de leyes de propiedad intelectual. A riesgo de pena de cárcel-

Ahora, que a mí un caso como éste no me da ningún reparo. Si no accedo al libro por medios “piratas”, no voy a acceder al libro. Ni Danniel Quinn ni nadie ganará dinero si yo no accedo. Tampoco le importaría, porque el hombre ya se forró más allá de toda descripción en su momento, y por un libro que llevaba quince años trabajando sin esperar dinero a cambio, sólo por el placer de escribirlo. Pagado, ya está pagado. Y estoy seguro que él preferiría que, no causándole perjuicio, le leyera frente a que no le leyera. Lo escribió para que lo leyeran, no para que simplemente supieran que existe. Quiere que le lean.
Estoy seguro de que Daniel Quinn aceptaría que su libro circulase todavía en los cauces piratas. Y también Nina y Frederik que les escuchasen.

Yo no estoy defendiendo la piratería que roba. Pero estoy a favor de la piratería con las obras descatalogadas y que de otro modo quedarían condenadas al olvido; sus autores no lo querrían así.

lunes, 23 de enero de 2012

¡Noticia bomba!

Contaba el otro día que en el diario habían salido dos noticias que me habían llamado la atención; una era la de Escocia; de la otra no dije nada.

El caso es que la otra era referente a un estudio que habían hecho unos científicos de las prestigiosas universidades de Columbia y Oakland. Al menos la noticia decía que eran científicos.

Sigo: estos científicos habían hecho un estudio sobre la vida sexual de la mujer, en concreto sobre la posibilidad de que finjan. Yo, por mero interés cognitivo y atendiendo a la máxima que decía un profesor mío del colegio de que "hay que conocer al enemigo", leí la noticia. Y la leí hasta el final porque reúne casi todos los defectos de los periodistas.

¿Qué pasó por la cabeza del periodista o becario que encontró interés a la noticia y de aquellos que decidieron que sí, que la noticia valía?

En primer lugar, los autores del estudio pertenecían a una universidad americana. Ergo, o tenían el premio Nobel o estaban en lista de espera, digo yo que pensarían los periodistas. Y yo, en cambio, estoy seguro de que los mentados autores (el cuerpo docente de la universidad de Columbia tiene 3634 profesores, uno arriba, uno abajo) deben ser un par de pardillos que pasaron de limpiar el suelo de la hamburguesería al suelo del departamento de tarotología y, con perseverancia y trabajo duro, consiguieron llegar a limpiar el suelo de la secretaría del rectorado: de allí a ser profesor asociado con una hora de clase a la semana (de tenis, como un amigo mío en Berkeley) no debe de haber mucho.

Resignación: ya he explicado en otra ocasión mi opinión sobre la mayoría de la fauna docente universitaria, pero asumo que para los legos y estultos (uno de cuyos máximos exponentes es el periodista, como también he dicho otras veces) quien tenga en algún sitio de su tarjeta de visita "University of... " es Dios en la Tierra.

En segundo lugar, el estudio incluye números: el estudio era muy riguroso porque habían entrevistado a 453 mujeres, lo que resaltaban en el ensayo como un número muy alto de mujeres. La edad media de las mujeres era de 21 años. Y ése era el dato clave que estaba ahí escondido. 

El 21. La edad media de las mujeres que entrevistaron. Esto ya debería hacernos sospechar. Si queremos entrevistar a mujeres de 21 años de edad, ¿dónde deberíamos ir? Exacto: al campus de una universidad americana. Las hay a miles. En Columbia, por ejemplo, hay 27.600 estudiantes, y en Oakland 19.000. Digo yo que la mitad serán mujeres: 23.300. La mayoría estará entre los 19 y los 23: edad media, 21 años. De las 23.300 consiguieron entrevistar a 453...

Me huelo que esos científicos reclutaron a las interfectas en los bares de las facultades, a cambio de aprobarles el problema del examen que debían corregirles.

Llegados a este punto la autoridad del estudio estaba a la altura del betún:  si vas a investigar la vida sexual de las mujeres (no sobre qué hacen ahora, sino sobre lo que han hecho) lo lógico es que estudies también a mujeres con una vida sexual más larga. Por ejemplo, a sus madres y a sus abuelas. Es como si yo hiciera un estudio sobre el número de accidentes que ha tenido el conductor español. Y me limito a chavales de 21 años. Pues si presento el estudio como "accidentología del chaval de 21 años hoy", muy bien. Pero en absoluto representarán al conductor español medio ni mucho menos a la carrera como conductor del español medio.

¡Ah, pero estaba el número! El 21. Y ¿saben que pasa? Que para mí el veintiuno es la representación de la cantidad siguiente a la veinte, pero para los periodistas en general un número es el vahído de la pitonisa. Que sólo el sacerdote de Delfos entiende, pero que seguro que tiene algún significado y además la vieja ésa, que ni me conoce ni nada, seguro que ha acertado. ¿Cómo no va a acertar si le han dado no sé qué bebedizo, la han tirado medio inconsciente a un agujero lleno de vapores sulfurosos y le han tirado mi pregunta escrita en una bellota aunque es analfabeta? Caray, ¡si ha murmurado un "mestoiquemandospies" que según dice el sacerdote de allí significa que la primera tortuga que me cruce me indicará el camino a la mujer que podría darme la causa de mis desdichas y la segunda tortuga me indicaría la felicidad! Que sí, que acierta seguro. Y los periodistas hacen igual: "no sé qué es eso de 21, pero siendo unos científicos seguro que ellos lo saben, debe ser la prueba última de que el estudio es la caña".

Puede que alguien crea que exagero. Y no. Consulten un periódico. Si hay un número por medio para avalar la noticia, tres de cinco ocasiones el número está mal y dos el número no avala nada. ¡Pero es que lo dice un científico de la Columbia!

Sigamos. El estudio es una chorrada. No tiene ningún interés, no aporta nada nuevo y no tiene aplicación práctica - lo cual no voy a demostrar ahora-. Pero tiene números y es de una universidad. Y habla de sexo. ¡Es verdad, habla de sexo! Ya lo tentemos: tema de portada, grandes titulares y puestos de honor en las listas de las noticias más leídas!

Y aquí tenemos el gran defecto. Una noticia que es sólo el titular. El contenido de la noticia no tiene ningún interés, sólo el título: "Demostrado: la mayoría de las mujeres...". Una noticia que el periodista o becario no ha conseguido investigando. No ha ido a América. No ha entrevistado a los autores. ¡Demonios, ni siquiera se ha leído el informe! ¿Para qué? Su canal de noticias ha dado el titular y la breve información que la acompaña, y no es necesario nada más. Repite lo que le llega. Ni siquiera sabrá si la información le llega de primera mano, de segunda o de decimonona. Y le da igual. Como que le da igual si es cierta o no, si el informe existe o no. Habiendo tantos profesores, seguro que alguno habrá publicado algo así en algún momento, ¿no? El titular impacta y rellena, es lo que importa. Ya tenemos noticia de primera página.

Y lo peor es que, al igual que hay periodistas que creen lo que diga un pardillo que tenga "university of..." en su tarjeta de visita, la mayoría de la gente cree lo que dice un pardillo si lo publica un periódico. Así que el que "la mayoría de las mujeres...." pasa a ser verdad popular que todo el mundo sabe que es cierta. 

Y esta vez es un tema que me tomo a guasa, pero casi todas las noticias de los periódicos se hacen más o menos así. Los periódicos no se cuestionan lo que escriben, la gente sólo lee los titulares - que da como ciertos, sin discusión- y nadie es capaz de analizar la noticia, saber qué implica y qué significa realmente. Y eso la gente que se tiene por culta e informada, porque lee periódicos. Los que simplemente aceptan lo que digan los cultos e informados, ni les cuento.

De verdad. No se crean así como así lo que digan los periodistas. Aunque incluyan números y digan que lo dicen científicos de la universidad de Columbia.

martes, 17 de enero de 2012

De la Arquitectura

Un grupo de amigos estaba discutiendo sobre cuál era el más antiguo de los oficios:
- El más antiguo, en contra de lo que la gente cree, es el de médico - dijo él-, pues la Biblia explica que Dios creó a Eva a partir de una costilla que extrajo a Adán, y eso, amigos míos, es una labor de cirugía.
- Sí, sí - dijo el ingeniero-, pero antes, del caos original Dios creó el mundo, el cielo y la tierra; y ésa es una obra de ingeniería.
- Totalmente de acuerdo - apostilla el político-, pero ¿quién creó el caos?
Bromas aparte, ¿dónde para la Arquitectura? He descubierto, por los comentarios, que hay un arquitecto que me lee, así que intentaré explicar qué es un arquitecto. A ver cómo lo explico...

Imaginemos que un arquitecto decide crear un hombre. Una vez escuchado (o no) su cliente y presentado unos bocetos sobre cómo debe ser ese tipo, el arquitecto llama al ingeniero de esqueletos y le explica sus ideas, lo que quiere, a veces incluso le insinúa que le pagará... El ingeniero de esqueletos, según lo que crea que va a cobrar, le diseña un esqueleto más o menos apañado.  No cumplirá del todo las especificaciones del arquitecto, pero es lo que hay. Resignado, el arquitecto trabaja con ese esqueleto y llama al ingeniero de vísceras y órganos, y luego al ingeniero de músculos; por último, el especialista en pellejos le diseña la piel, las uñas (con un nuevo modelo patentado que viene de Alemania), el pelo, todo eso. Así que firmado el último albarán, el arquitecto dirá "Levántate y anda", y ya tenemos el tipo listo para servir. Probablemente le saldría más o menos algo como esto:


Dicho así, parece que el arquitecto no ha hecho nada más que mandar, y sin embargo... Ni el ingeniero de esqueletos, ni el de órganos, ni el musculista o el pellejista sabría hacer un hombre. Y si por un casual se juntaran todos ellos, tendríamos... el monstruo de Frankestein, versión no censurada para mayores con reparos.

Quiero decir, he trabajado con arquitectos que me han dejado de piedra. Yo intervengo en la obra en el momento de excavar, cuando ahí sólo hay tierra y barro, y la dejo cuando la estructura - el esqueleto- está terminado pero desnudo - como un esqueleto- y están trabajando los electricistas, los albañiles, los del aire acondicionado, los fontaneros... Todos nosotros vemos el edificio como el tipo sin pellejo, todo huesos, vasos sanguíneos, tendones y músculos,... ustedes me entienden. Incluso el pellejero ve el cuerpo como algo que envolver y se preocupa de cómo hacerlo, la fijación, la conexión del resto, la transpiración...

Y entonces, poco antes de que se entregue la obra, hay que acudir para verificar un equipo de climatización en la cubierta o cualquier otra cosica y... ¡cielos! espacios diáfanos, luz natural, acabados nobles, lujo, armonía, refinamiento y gusto estético, un apartamento con lavabo, cocina y seis habitaciones donde creías que sólo cabría un armario...

Vale, el arquitecto no ha hecho magia, pero sólo él veía lo que aquello iba a ser. Y además todas las órdenes inconexas que nos iba dando, mira tú por dónde, resulta que no eran tan inconexas...

Llegados a este punto, ¿somos los arquitectos y los ingenieros enemigos naturales? Pues...

Lo cierto es que normalmente el ingeniero trabaja para el arquitecto. Por lo tanto, el ingeniero tendrá las quejas naturales hacia la persona para la que debe trabajar ("el tío éste..."), y el arquitecto tendrá las quejas naturales hacia la persona que trabaja para él ("el tío éste..."). Fuera de ello, es ya cuestión de personas y no de oficios. Si el ingeniero y el arquitecto se llevan bien y se respetan el uno al otro, lo habitual es que más que trabajar colaboran, y todo va estupendamente. Si no se llevan bien o uno de ellos no respeta al otro, impepinablemente se verán como enemigos. Y si no se llevan ni fu ni fa, y como sucede muchas veces ni el ingeniero puede ver la obra acabada - con lo que el arquitecto no se gana el respeto del ingeniero- ni el arquitecto participa abiertamente del proceso de ingeniería - y entonces es el arquitecto el que no percibe la valía del ingeniero-, pues sí, lógicamente se percibirán en trincheras distintas y en los encuentros gremiales despotricarán divertidamente con una copa en la mano sobre los ingenieros o los arquitectos que a cada uno le haya tocado sufrir. 

Otra cuestión que se tercia: ¿Arquitectura es una profesión técnica o de bellas artes? Oficialmente, es una carrera técnica. Las leyes consideran al arquitecto "técnico competente". Además existe un principio: "el que firma el todo firma las partes". Es decir, el arquitecto, como responsable y autor oficial del proyecto del edificio, lo es de todas sus partes: es oficialmente el autor de la estructura, de la electricidad, de las instalaciones contra incendios, de todo. Es decir, el arquitecto sería así el técnico supremo.

Yo no lo tengo tan claro. Será porque en el colegio, en la asignatura de Arte estudiábamos la Arquitectura, la Escultura y la Pintura. Será por eso.

En realidad, el arquitecto es técnico en poquitas cosas. Para todo se apoyará en ingenieros especialistas, y llegado el momento de la obra, lo que es la parte técnica, la ejecución, es responsabilidad de un aparejador o "arquitecto técnico en ejecución de obras". Ni siquiera hará las mediciones, los presupuestos,...  Casi podría decirse que los únicos números que le corresponden son los cálculos de superficies y volúmenes que se edifican. Y todo esto no quita mérito alguno, pues si se construye una obra maestra es siempre debido al arquitecto. Yo puedo ser el mejor calculista, pero no dejaré de ser un virtuoso de las estructuras que ejecuta bien su trabajo y resuelve los problemas con la máxima eficiencia y el mínimo coste. Un arquitecto es otra cosa. Hay que dejarle trabajar y confiar en él. Él es el piloto del barco y nosotros los marineros y maquinistas; tener una buena tripulación será fundamental, pero el éxito de la singladura es cosa suya.

Y si, yo creo que los arquitectos son artistas. Con conocimientos técnicos, está claro, pero artistas. La parte del arquitecto en un proyecto es creación pura, es gusto, es ... es arte. Lo demás es mecánica y yo soy un virtuoso.

Pondré un ejemplo para explicarlo mejor. Esta vez, con nombre y apellidos. Y espero que si me leyera, no se ofendiera.

Ricardo Bofill es un insigne arquitecto con una larga y exitosa carrera. Suyo es el proyecto del hotel Vela, en Barcelona. Lo cierto es que las administraciones obligaron a una serie de constructoras a formar una UTE para construir el hotel (proyecto incluido) y otra UTE para quedárselo; las administraciones querían que hubiera un hotel enorme marcando el skyline de Barcelona, no pagarlo ni tenerlo, sólo que existiera. Ordeno y mando.

Total, que la UTE de las constructoras acepta ser propietaria del hotel, pero no lo quiere explotar. Y consigue que la cadena americana Starwood lo gestione. Starwood se distingue, entre otras cosas, por tener hoteles diferentes a todos; cada uno de sus hoteles ha de ser especial y único; han de tener "algo". Y ahí apareció el lío.

Starwood quería que Bofill diseñara las habitaciones. Bofil diseñaba las habitaciones, pero a los americanos no les gustaban. Entonces Bofill arremetía contra ellos, preguntándoles qué era lo que no les gustaba y qué eran lo que querían. Y los americanos no sabían decirle a Bofill qué era lo que querían. Tenía que ser él el que hiciera el diseño; si aparecía la genialidad de Bofill ellos la reconocerían, pero mientras tanto sus diseños, por buenos que fueran, serían sólo "normales". Llegaron a venir con abogados de allí para demandarle si no cumplía, que nosotros seguíamos construyendo contrarreloj y por ejemplo yo necesitaba el diseño de las habitaciones para adecuar la estructura, y ya habíamos salido de los sótanos...

Lo que ni Starwood ni Bofill advertían era que la edad de oro del artista ya había pasado. Bofill, su genio creativo, es de hace años. De la Gauche Divine, de la Modernidad, de toda esa época; ahora su arte se percibe como pasado de moda, y Bofill, que no tiene que demostrar ya nada a nadie, no era la persona idónea para un diseño vanguardista en 2007.

Y ésa es mi opinión. La Arquitectura debería considerarse una de las Bellas Artes, y los arquitectos son artistas. Los técnicos somos los demás.

lunes, 16 de enero de 2012

"Conoció a los apóstoles"

"Después que los santos apóstoles (Pedro y Pablo) hubieron fundado y constituido la Iglesia, pasaron a Lino el oficio del episcopado. Éste es aquel Lino que menciona Pablo en su epístola a Timoteo. Le sucedió Anacleto y tras éste recibió el oficio episcopal, en tercer lugar después de los apóstoles, Clemente, quien (aún) había conocido personalmente a los apóstoles. A este Clemente siguió Evaristo, a Evaristo..."
Éste es el inicio de la lista de Papas más antigua que se conserva, debida a San Ireneo, hacia el año 150 y que enumera los Papas habidos antes de su tiempo, unos cien años. Un día podría dedicar una entrada a las anécdotas de esta lista, pero lo cierto es que no la recuerdo tras tantos años de haberla leído sino por la expresión "conoció a los apóstoles", que por cierto es un recurso mnemotécnico: cada tres nombres aporta un dato que se conociera de ese Papa en cuestión, y en el caso de Clemente era que había llegado a conocer a los apóstoles. Era un plus de calidad: todos nosotros somos cristianos "de oídas", basados en textos que cuentan cosas que ocurrieron hace cientos de años (en el caso de San Ireneo, algo más de cien años), pero es que ese Clemente no, él conoció y habló con esa gente. Así que, si tras la categoría de "apóstol" está la categoría de "los que les conocieron", Clemente fue el último de ésos.

El caso es que se me quedó esa expresión.

Y es que yo conocí a los grandes de verdad.

Estudié Ingeniería Industrial en la Universidad de Zaragoza. La carrera de Ingeniería se había creado tan solo seis años antes más o menos, quizás alguno menos o quizás alguno más (y chascarrillo: soy ingeniero porque ya se podía estudiar ingeniería allí, si no a lo mejor hubiese sido abogado o físico nuclear, ya ni se sabrá ni importa). No estuve en sus inicios, pero llegué a saber cómo eran y sobre todo conocí a los que los vivieron. Y la cosa fue más o menos así...

Cuando la Universidad se estaba planteando crear la carrera de Ingeniería, una de las cosas que tenían que resolver es quienes serían el profesorado. Dos vías de actuación: buscar entre los profesionales de la ingeniería, o buscar entre los profesionales de la enseñanza. Perdón un momento, un inciso más. La carrera de Ingeniería Industrial, años ha, no dependía de las universidades. Dependía del ministerio de Industria, como la carrera de Caminos dependía del ministerio de Obras Públicas. De hecho, cabe recordar que hasta 1944 el ingeniero era equiparable a un funcionario, y de ahí viene el que tengamos un uniforme de gala y un uniforme de gran gala. Y sí, porque la profesión de ingeniería en España data de Carlos III, que en su momento estableció las carreras de ingeniería que necesitaba el país: los caminos, los barcos y las minas (de Almadén). Nacieron entonces las ingenierías de Caminos, Canales y Puertos, de Navales y de Minas. La nación fue progresando y en 1854, al necesitarse ya ingenieros industriales, se crea nuestra carrera. Pero siempre dentro del aparato del Estado, que -al igual que con todos los cuerpos de funcionarios- nos estableció nuestras atribuciones, lo que pertenecía a cada uno. Los barcos los hacían los navales y los puertos los de caminos.

Pero me estoy enrollando. Quedamos en que culturalmente, las escuelas de ingeniería no dependían del ministerio de Educación y su rama la Universidad, sino de instancias técnicas. Y eso se notaba, sobre todo, a la hora de la contratación del profesorado, que no tenía que seguir los para nosotros rígidos cauces de las facultades universitarias de doctorados, seminarios, créditos, publicaciones, etc. El caso es que este tipo de escuelas estaban llenas de profesores técnicos, profesores que trabajaban principalmente fuera de la universidad y que daban clases a tiempo parcial. Los famosos PNN, Profesores No Numerarios.

Y la Universidad de Zaragoza en aquel momento optó por un sistema como ése. Ingenieros contrastados formando a futuros ingenieros.

¿En que se notaba? ¡Puf! ¿Por dónde empiezo? Para empezar, las clases eran por las tardes. Todos los profesores trabajaban y venían después de sus trabajos. Mi profesor de Electrotecnia era un militar: pues la primera clase, a las tres y media. Fernando Mora, profesor de Diseño, Cálculo y Construcción de Máquinas, tenía una empresa de bienes de equipo: pues nos daba clase los lunes y los martes, no recuerdo si de siete a nueve o de ocho a diez, y si llegaba tarde, se le esperaba. Y así todos.

Y entonces, ¿qué pasó? ¡Ah, la Universidad! Cálculo lo daban licenciados en Exactas, así como Álgebra. Química I y II fue a parar a manos de químicos. Normal, ¿no? ¡Ingenuos! Hete aquí que has metido la semilla de tu perdición. Porque los últimos cursos son pequeños, una clase por curso y especialidad (y eran dos: Eléctricos y Mecánicos). Pero Primer Curso, - que era selectivo: había que aprobar todo para pasar a segundo, tardaras los años que tardaras- se fue convirtiendo, a fuerza de añadir repetidores y generaciones más pobladas, en el curso mayoritario. Llegó un momento que más de la mitad de la Escuela estaba en primero, con la sana intención de aprobar al menos Dibujo y poder así repetir curso. Sí, porque (al menos entonces), si no aprobabas nada, se te expulsaba de la Escuela. Y ¡arghh! nuevo coladero de la época: podías matricularte en otra escuela sin pasar examen previo. Mi compañera de banco en primero no quería estudiar ingeniería sino Enfermería, pero había suspendido el examen de ingreso en Enfermería, donde entonces no se entraba vía Selectividad sino con examen-oposición: los ochenta mejores en ese examen ingresaban en la escuela. Pues Dora -así se llamaba- quería pasar el primer curso, y conseguir de esa manera el cambio de escuela. No sé si se podrá hacer eso todavía; entonces sí.

Pues bien, tenemos más alumnos en Primero. Tenemos también que no teníamos edificio, nos repartíamos en aulas generales que se nos prestaba en el edificio Interfacultades. Aulas no muy grandes. Solución: más clases: 1º-A, 1º-B, 1º-C, 1º-D...

Ítem más: las aulas ya estaban cogidas por las tardes por los cursos superiores. Así que algunas secciones se tenían que pasar al turno de mañanas. Los profesores-ingenieros no podían o no querían dar clase a media mañana, pero los matemáticos de despacho sí. Las clases de las mañanas las cogieron los licenciados.

Resultado: el cuerpo del profesorado se dividió en dos, ingenieros por las tardes y licenciados por las mañanas.

Hasta que finalmente los licenciados fueron más que los ingenieros. Y ¡catacroc! forzaron el cambio de horario de todos a las mañanas. Porque para entonces ya estaba el nuevo edificio, sobredimensionado para los que éramos aquel año, y se podía.

Y, como era de esperar, los ingenieros "externos" que quedaban se fueron todos de golpe. Creo que solo resistió Pedro Muniesa - que trabajaba en IDOM-, que recuerdo que el primer día vino y nos pidió que le cambiáramos el horario: lunes y martes a las ocho de la mañana. Y por supuesto, todos encantados, lo que usted pida con tal de que usted venga.

Pero no quedó ahí la cosa. Una vez idos los ingenieros profesionales, había que llenar el hueco que dejaban. Pero claro, no podemos poner a un licenciado en químicas dando clase de Construcción y Arquitectura Industrial, queda feo. El profesor ha de ser ingeniero. ¡Ah, no, que los ingenieros dicen que no dan clase! Pues no pasa nada: se busca a alguien que tenga título de ingeniero. Profesionales de la docencia, pero con título de ingeniero. Y pasó lo que pasó: de las primeras promociones, los malos, los que no encontraron trabajo (yo empecé a trabajar como ingeniero al acabar cuarto), pues se lo buscaron en la Escuela. Y ahí que se quedaron (y creo que aún siguen).

Llegados a este punto, yo ya no sé qué pensar. Me cuentan que algún compañero mío es una lumbrera, una autoridad... y yo debe de ser que lo conocí en sus años de tonto, parece. Un tío que jamás ha tenido que ejercer la ingeniería, que sólo sabe lo que dicen los libros, ¿qué va a saber realmente? Es como un cocinero que sólo lee y escribe libros de recetas, pero que nunca ha trabajado en un restaurante. Yo, cuando pienso en él me acuerdo del catedrático de estructuras que tuve. Creo que tenía todos los títulos de la Tierra y era dueño de la plaza por oposición. El peor profesor que haya tenido jamás de cualquier cosa, y además estoy seguro que incapaz de resolver - ojo, no digo "calcular"- una estructura real. ¿Qué quieren que les diga? Ustedes me dirán que sus profesores son muy buenos. Que el de Máquinas es una bestia. Pero yo les aseguro que con ése no se aprende como con Fernando Mora, ni en sueños.

Así que ya lo saben. Cuando se mencione que alguien es "de la Universidad", como aval de su conocimiento, sepan que yo no puedo menos que pensar "un pobre idiota que no supo encontrar un trabajo de verdad fuera y se tuvo que quedar".

Y todo esto venía a cuento de que cuando en las charletas rememoramos cuando éramos dioses, yo no puedo menos que acordarme de que yo también "conocí a los apóstoles".

Y como preparación de lo que les contaré en mi próxima entrada.

viernes, 13 de enero de 2012

La fuerza del viento

El otro día se pasó por aquí mi colega y sin embargo amigo Laureà Miró y nos saludamos efusivamente. Pero como ambos somos ingenieros calculistas, no nos preguntamos por nuestras respectivas mujeres e hijos, si siquiera por cómo va todo. Los dos entendemos que esas cosas, salvo instrucción al respecto, van bien y los niños están creciendo sanos y fuertes y sin meterse en problemas. No. Nos preguntamos qué llevábamos entre manos y al decirme que estaba calculando una chimenea mi respuesta (lo siento, me salió automática) fue algo así como "¿Si? No te habrás olvidado de considerar las presiones de Von Karman para la evaluación del efecto de las turbulencias que provocase el viento, ¿verdad?".

Como Laureà es un buen profesional no se había olvidado… y ahí que nos pusimos los dos a filosofar sobre los torbellinos del viento y quién había hecho una chimenea más alta, más delgada o más lo que sea. El caso es que no pudimos evitar sentarnos en una mesa a hacer cuatro números de comprobación y… lo primero que nos encontramos es ¿qué norma establece cuál es la fuerza del viento? Quiero decir, ¿qué norma establece correctamente cuál es la fuerza del viento?

Sí, porque en España rige el Código Técnico de la Edificación. Que es para edificios, y una chimenea no es un edificio. Pero no hay otra cosa. En realidad sí que la hay: la norma europea. Aplicable en toda la Europa nuestra, aunque en España nos negamos a que nos digan los de fuera lo que hemos de hacer y se ha promulgado que muy bien pero que aquí lo que manda es nuestro Código Técnico.

Bah, da igual. Ambos somos técnicos y que queremos es hacer las cosas bien, así que acudimos a la norma europea, que dice cómo calcular el viento en una chimenea, sabiendo la velocidad de referencia del viento. Y aquí viene lo bueno. La velocidad base del viento se establece en cada país. En España, en Cataluña y Aragón es de 29 metros por segundo, 104,4 km/h, al menos esta mañana.

¡Pero quietos, un momento! No hemos aclarado qué es "velocidad de referencia". El Código Técnico la define como "el valor característico de la velocidad media del viento a lo largo de un período de 10 minutos, tomada en una zona plana y desprotegida frente al viento (grado de aspereza II) a una altura de 10 m sobre el suelo". Valor característico es el que probablemente se alcanza una vez cada cincuenta años.

Riámonos: el Código Técnico es una copia de la norma europea, pero es una copia "a la española": una copia burda y mal hecha. ¿Qué dice la norma europea? Pues que la velocidad básica del viento se define a diez metros de altura en un terreno de categoría II. De grado de aspereza II, para entendernos. Aparentemente todo es correcto. ¿Entonces? Pues que la norma española clasifica los terrenos en grados de aspereza I (al borde del mar), II, III, IV y V (zona con muchos edificios altos). ¿Y? Que la norma europea usa la misma clasificación, pero la numera (ojo al dato) 0, I, II, III y IV. La zona II europea es un terreno con vegetación baja y obstáculos como árboles o edificios pequeños aislados. Y la zona II española es un terreno llano sin obstáculos ni arbolado. Lo que la norma europea llama zona II en España es zona III.

Y claro, el resto de cálculos están bien copiados. Pero el fallo está en la raíz, establecen mal la velocidad del viento base de los cálculos.

¡País!, que diría Forges.

Y el dilema de los técnicos: ¿Seguimos lo que sabemos que es técnicamente correcto o lo que dice nuestra ley que hemos de seguir?

Chascarrillo adicional: por lo que he dicho, según la ley española, en Zaragoza una vez cada cincuenta años soplará un viento de 104 km/h. Teniendo en cuenta que según las mediciones de su aeropuerto ese viento sopla dos veces al año, o el viento no se ha enterado que está fuera de la ley o la ley no sabe qué viento sopla en Zaragoza.

jueves, 12 de enero de 2012

Llamadme Ismael

Quien reconozca el título - no en vano es probablemente uno de los inicios más famosos de la literatura, quizás sólo superado por el inigualable "En un lugar de la Mancha…"- ya sabrán que voy a hablar de Melville y su gran obra Moby Dick.

Moby Dick es un tochazo de libro; es muy popular por las adaptaciones infantiles y la película con "Guapito" Gregory Peck como Capitán Acab, pero pocas personas habrán leído el libro completo. Vale que es un gran libro y que yo me lo tragué hace incontables eones, pero reconozco que en estos tiempos sería duro. Más aún - aunque no le interese a nadie, pues seguro que nadie lo va a leer -,el libro parece como si se hubiera escrito en dos partes separadas: la primera mitad del libro está contada en primera persona, por el marinero Ismael, cuenta las cosas desde su punto de vista y es entretenida, mientras que la segunda parte sigue el patrón habitual del narrador, cuenta la historia de Acab y la caza de la ballena y se hace bastante pesada.

La cuestión está en que mi trozo favorito, de todo el libro, ocurre más o menos al principio, cuando Ismael está haciendo tiempo antes de embarcarse y asiste a un servicio religioso donde escucha el sermón del Padre Mapple. Siendo un libro ballenero, el sermón no podía versar sobre otro tema que no fuera el de Jonás y la ballena, y ahora viene lo bueno:

La Biblia (Libro de Jonás, por más señas) cuenta la historia de una manera bastante…. ¿cómo decirla? Como los periódicos de ahora. Más o menos así:

Yahvé dirigió su palabra a Jonás hijo de Amitai y le dijo:  «Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y clama contra ella, porque su maldad ha subido hasta mí.»
Levantóse Jonás para huir lejos de Yahvé, a Tarsis; descendió a Jope, donde encontró una nave que partía para Tarsis; pagó su pasaje, y se embarcó para irse con ellos a Tarsis, lejos de la presencia de Yahvé.  Pero Yahvé hizo soplar un gran viento en el mar, y hubo en el mar una tempestad tan grande que creyeron que se partiría la nave.  Los marineros tuvieron miedo y cada uno clamaba a su dios. Luego echaron al mar los enseres que había en la nave, para descargarla de ellos. Mientras tanto, Jonás había bajado al interior de la nave y se había echado a dormir. Entonces el patrón de la nave se le acercó y le dijo: «¿Qué tienes, dormilón? Levántate y clama a tu Dios. Quizá tenga compasión de nosotros y no perezcamos.»
(el libro sigue, obviamente).

La Biblia es la Biblia, no voy a negarlo yo, pero algunas de las cosas que se cuentan son historias que se pueden describir mejor o sobre las que se puede situar en el ambiente que probablemente tendrían y así entender mejor la motivación de los personajes.

Así que volvamos a Moby Dick. ¿Cómo cuenta Melville la historia de Jonás? Pues con más palabras, desde luego, pero de una manera  mucho más subyugante. Reproduzco el equivalente a la frase en la que se relata el embarque de Jonás para Tarsis:
»Con este pecado de desobediencia en él, Jonás sigue ofendiendo aún a Dios, al tratar de huir de Él. Cree que un barco hecho por hombres le va a llevar a países donde no reine Dios, sino sólo los Capitanes de este mundo. Merodea por los muelles de Joppe, y busca un barco rumbo a Tarsis. Aquí nos acecha, quizás, un significado que hasta ahora no se ha advertido. Según toda explicación, Tarsis no podía ser otra ciudad que la moderna Cádiz. Ésa es la opinión de los doctos. ¿Y dónde está Cádiz, compañeros? Cádiz está en España; a tanta distancia por mar, desde Joppe, como podía haber navegado Jonás en aquellos días antiguos, cuando el Atlántico era un mar casi desconocido. Porque Joppe, la moderna Jaffa, compañeros, está en la costa más oriental del Mediterráneo, en la costa siria; y Tarsis o Cádiz, a más de dos mil millas de allí, en la misma salida del Estrecho de Gibraltar. ¿No veis, pues, compañeros, que Jonás trataba de huir de Dios a todo lo ancho del mundo? ¡Hombre miserable! ¡Oh, el más vergonzoso y digno de todo desprecio; con sombrero gacho y mirada culpable, escapándose de su Dios; rondando entre las embarcaciones como un vil ladrón que tiene prisa de cruzar los mares! Tan desordenado e inquietante es su aspecto, que si en aquellos días hubiera habido policía, Jonás, sólo por la sospecha de algo malo, habría sido detenido antes de tocar cubierta. ¡Qué claramente es un fugitivo! Sin equipaje ni sombrerera ni maleta ni saco de lona; sin amigos que le acompañen hasta el muelle para despedirle. Al fin, después de mucho buscar vacilando, encuentra la nave para Tarsis, que recibe lo último de su cargamento; y al subir a bordo para ver al capitán de la cabina, todos los marineros dejan un momento de izar las mercancías para observar las perversas miradas del desconocido. Jonás lo ve, y en vano trata de tener aspecto de tranquilidad y confianza; en vano ensaya su miserable sonrisa. Fuertes intuiciones sobre ese hombre aseguran a los marineros que no puede ser inocente. A su manera, juguetona, pero seria, uno susurra al otro: "Jack, ha robado a una viuda", o: "Joe, fíjate en ése; es un bígamo", o: "Harry, muchacho, me parece que es el adúltero que se escapó de la cárcel en la vieja Gomorra, o uno de los asesinos desaparecidos de Sodoma". Otro corre a leer el cartel pegado a la empalizada del muelle en que está amarrado el barco, ofreciendo quinientas monedas de oro por la captura de un parricida, y conteniendo la descripción de su persona. Lo lee, y mira a Jonás después de leer el cartel, mientras que todos sus comprensivos compañeros se agolpan ya en torno a Jonás, preparados a echarle una mano. Jonás, asustado, tiembla, y, reuniendo en la cara toda su valentía, no hace sino tener más aspecto de cobarde. No quiere confesar que se sospecha de él; pero eso mismo ya es muy sospechoso. Así que se las arregla como puede, y, cuando los marineros encuentran que no es el hombre que se anuncia, le dejan pasar, y él baja a la cabina.
»"—¿Quién va? —exclamó el capitán, en su mesa atareada, preparando apresuradamente sus papeles para la Aduana—: ¿Quién va?" ¡Ah, cómo destroza a Jonás esa inofensiva pregunta! Por un momento, casi se vuelve para escapar otra vez. Pero se domina. "Quiero un pasaje para Tarsis en este barco; ¿cuándo zarpa?" Hasta entonces, el afanado capitán no había levantado los ojos hacia Jonás, aunque lo tiene delante; pero en cuanto oye su hueca voz, dispara una mirada de escrutinio. "Zarparemos con la próxima marea", contesta por fin con lentitud, sin dejar de mirarle atentamente. "¿Antes no?" "Ya es bastante pronto para cualquier hombre honrado que vaya como pasajero." ¡Ah, Jonás! Ahí tienes otra punzada. Pero rápidamente hace que el capitán se aparte de esa pista. "Zarparé con usted —dice. ¿Cuánto cuesta el pasaje? Pagaré ahora." Pues estaba escrito precisamente, compañeros, como si fuera una cosa para no pasarlo por alto en esta historia, "que pagó su pasaje" antes que la nave se hiciera a la vela. Y tomándolo con el contexto, esto está lleno de significado.»
Ahora bien, compañeros, el capitán de Jonás era uno de esos cuyo discernimiento descubre el delito en cualquiera, pero cuya codicia lo denuncia sólo en los pobres. En este mundo, compañeros, el Pecado, si paga el viaje, puede ir libremente, y sin pasaporte, mientras que la Virtud, si es pobre, es detenida en todas las fronteras. Así que el capitán de Jonás se prepara a poner a prueba su bolsa, antes de juzgarle abiertamente. Le cobra tres veces más de lo acostumbrado, y él lo acepta también. Entonces el capitán sabe que Jonás es un fugitivo, pero al mismo tiempo decide ayudar una huida que cubre de oro su retaguardia. Sin embargo, cuando Jonás saca la bolsa tranquilamente, prudentes sospechas molestan todavía al capitán. Hace sonar cada moneda para encontrar si hay alguna falsa. No es un falsificador, en todo caso, murmura; y Jonás queda acomodado para el viaje. "Señáleme mi camarote, capitán —dice entonces Jonás—: Estoy cansado de viajar y necesito dormir." "Tienes cara de ello —dice el capitán—: aquí está el sitio." Jonás entra y querría encerrarse, pero la puerta no tiene llave. Al oírle que palpa aturdido allí, el capitán se ríe en voz baja para sí, y murmura algo de que las puertas de las celdas de los prisioneros no se permite nunca que se cierren por dentro. Vestido y polvoriento como está, Jonás se echa en la cama, y encuentra que el techo del pequeño camarote casi descansa en su frente. El aire está denso, y Jonás jadea. Luego, en ese oprimido agujero, hundido además por debajo de la línea de flotación, Jonás siente como un heraldo el presentimiento de la hora sofocante en que la ballena le encerrará en la más pequeña de las divisiones de sus tripas.»
Parece que estuviéramos presenciándolo, ¿verdad?

miércoles, 11 de enero de 2012

Fotoprix

Desde la noche de los tiempos, algunas fotos que me quedaban espectaculares las ampliaba a 20x30 y las enmarcaba. Eso sí, con el enmarcado más sencillo posible, ése que es un cristalito de 20x30 sujeto con cuatro clips a la tapa trasera.

Cuando me casé las fotos vinieron conmigo y pasaron de estar en mi habitación a estar en el salón de mi casa. Y muy poco a poco, el número de fotos impactantes y por lo tanto enmarcadas fue aumentando.

Con el devenir de los años (y de los hijos) las temáticas fueron rolando del tipo "National Geographic" al "Retrato infantil". Pero siempre fueron fotos impactantes.

El otro día fue el cumpleaños de mi mujer y pensé en regalarle algunas fotos, especialmente una que había tomado un primo suyo de un faro desde donde ella solía pasar los veranos. La parte mala es que al salir de trabajar no me daba tiempo a llegar a mi establecimiento habitual, y las encargué en un Fotoprix que tenía a mitad de camino y que alguna vez todavía estaba abierto. Encargué explícitamente las ampliaciones "20x30" y compré los consiguientes marcos 20x30.

Cuando, ya en casa, me preparo a enmarcarlas y envolverlas en papel de regalo observo que las ampliaciones no miden 20x30 sino 20x27. En la tienda había comprobado que las ampliaciones eran las mías, no las de otro, pero no saqué la regla para medirlas.

He protestado en la tienda, y me han explicado que las fotos digitales, si son de cámara réflex sí  se hacen en formato 2:3 y pueden ampliarse a 20:30, pero las cámaras compactas (la mía es "bridge", que ahora sé que también es compacta) las hacen en formato 3:4 y de ahí el resultado 20:27. Si se quiere un papel 20x30 deberá aumentarse y recortarse por uno o dos lados, y/o manipular la foto estirándola un poquito (por ejemplo, si se deformara un 5% resultaría de 30x21,16 y habría que recortar 5,8 mm por cada lado). ¿Saben qué me ha dicho el vendedor? Pues que cuando encargué las ampliaciones y los marcos tenía que haber dicho que esas ampliaciones tenían que ser para esos marcos. Que ahora ya no se puede hacer nada.

Pero lo que me ha dejado alucinado ha sido que al responderle yo que yo qué sabía entonces, él me ha contestado que ahora ya lo sé y que no me volverá a pasar, "como aprende el gato escaldado".

La verdad es que no he sabido reaccionar. Le he dicho al vendedor que me había dejado de piedra con aquello del gato escaldado y que muchas gracias por su atención.

Por lo que me han costado las ampliaciones, iré a mi establecimiento habitual, donde me llaman "majete" porque el vendedor sabe que me conoce pero le cuesta recordar mi apellido, y donde no se arriesgarían a perder un cliente del barrio por unos euros.