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Tradicionalmente, los deportistas americanos universitarios tienen una carrera de 4 años: freshman, sophomore, junior y senior, los llaman. Los atletas no podían cobrar nada ni obtener ningún tipo de beneficio más allá de la beca de estudios, porque de lo contrario se les consideraría profesionales, y esto llevó a que jóvenes muy buenos, como Lebron James o Kobe Bryant, decidieran que no iban a la universidad y que saltaban directamente (en su caso) a la NBA.
La NCAA se encontró con que los jugadores realmente buenos no jugaban en sus equipos, y consiguieron que la NBA estableciera una norma: al menos un año en la universidad o equivalente (es decir, al menos un año después de terminar el instituto. Lo que pasó fue fácil de imaginar: los jugadores buenos jugaban sólo un año, luego daban el salto al profesionalismo. Se conoce esa época como la del one and done. Pero también había los que aceptaban esperar un año, pero no en la universidad: donde fuera, pero donde pudieran ganar algo de dinero, porque en la universidad no podrían. La NCAA tardó, pero al final entendió que su estrategia hasta entonces era mala y abrió la mano. La manera de hacerlo fue permitir que los atletas cobraran por sus derechos NIL (acrónimo en inglés de nombre, imagen y semejanza).
De repente, muchos atletas retrasaron el salto al profesionalismo. Un puesto bajo en el draft no garantiza un fichaje, y si lo hubiera sería por poco dinero y poco tiempo, mientras que si la universidad del jugador era potente podría ganar mucho más dinero siguiendo en la universidad. Por ejemplo, J.T. Toppin. Este chaval jugaba (al baloncesto) en Nuevo Méjico, y tras el primer año probó el draft de la NBA. Vio que no iba a salir bien y al aparecer los derechos NIL renunció al draft y consiguió el cambio a la Universidad Tecnológica de Tejas (ya les digo yo que su interés no era ser ingeniero). Allí se convirtió en la gran estrella, y se pensaba que en el draft de este año saldría incluso en la primera ronda. Pero... renunció al draft de este año y ha pospuesto 1 año su pase al profesionalismo. ¿La razón? Este año cobrará por derechos NIL 4 millones de dólares. Hay que ser muy, muy bueno para cobrar eso en la NBA, y además en el 2026 Toppin será aún mejor jugador y su puesto en el draft será, presumiblemente, más alto.
Total, que empezaron también a normalizarse los cambios de universidad (antes eran más raros) y aquella regla que permitía jugar un quinto año por esa razón empezó a aplicarse más.
Entonces ocurrió el caso Diego Pavía: un quarterback de fútbol americano de la universidad de Vanderbilt pidió jugar un sexto año, pues debido a las restricciones impuestas por el asunto del COVID-19 un año se había ido a la porra. La NCAA se negó, pero Pavía pleiteó y ganó, con lo que ahora hay argumentos legales para jugar un sexto año, y no me cabe duda de que se aplicarán.
Nadie se quiere ir, en suma.
Lo curioso es un efecto adicional de los derechos NIL: se ha vuelto a tiempos antiguos. Sí, porque anteriormente, que un jugador de primer año destacase era realmente raro: había que ser un Kareem Abdul Jabbar (bueno, en realidad él era tan bueno que ya destacó a nivel nacional durante el instituto) para llevar un equipo al triunfo desde el primer año. Como consecuencia, los jugadores de primer año ya no destacan tanto y lo cierto es que a diferencia de años anteriores no sólo no copan los primeros puestos del draft sino que son escasos de ver por ahí. Un puesto alto en un draft suele ser mejor que unos derechos NIL universitarios, pero si no destacan no llegan a esos puestos en ese primer año.
¿Y porqué no destacan? La pescadilla que se muerde la cola: porque el resto de jugadores sí está alargando sus carreras universitarias. Si los veteranos del equipo continúan, los novatos lo tienen más difícil. Además, los demás equipos también mantienen a sus veteranos, con lo que son mejores que el año anterior, y los entrenadores tienen que actuar de la misma manera: si consiguen mantener a sus veteranos, éstos juegan. Y los novatos, que se ganen el puesto. Ya no se les dan las riendas de los equipos como en los años del one and done.
Salvo las excepciones tipo Cooper Flagg que hay cada año, claro.
Violeta Parra - Hace falta un guerrillero