domingo, 28 de febrero de 2016

¿Proyectar? ¡Hasta un límite!




A todos los que proyectamos nos ha pasado: un cliente nos encarga un proyecto, y quiere que todo quede perfectamente definido. En el proyecto, quiero decir. No quiere que haya partes sin resolver. Sin sorpresas. Y sí, todo esto suena muy razonable... pero ¡ay del proyectista que en ese momento no se plante y le diga la verdad al cliente!

Porque la verdad es que no todo va a estar resuelto. Que no se va a definir cada detalle del proyecto. Que el proyecto, como mucho, servirá para que el cliente, si negocia bien, pueda cerrar con el constructor un precio completo, "llave en mano".

Pero no, los proyectistas solemos ser unos lilas y le respondemos al cliente que por supuesto, que ése es nuestro estándar de calidad y así trabajamos. Que lo que nos trae va a quedar totalmente definido en nuestro proyecto. Nos merecemos todo lo que nos pasa.

Y se lo digo yo, que en varias ocasiones he recibido felicitaciones por lo claro y completos que son mis planos y muchas cosas se han ejecutado sin yo enterarme o sin dirección facultativa porque el constructor no tenía ninguna duda y todo salía como estaba previsto. ¿Porqué no soy millonario, si tan buenos son mis proyectos? Pues por eso mismo: porque el número de horas que termino dedicándoles a esos proyectos es escandaloso. Lo que explica de paso el que yo sea muy caro y sin embargo esté sólo un par de peldaños por encima de la indigencia.

Perdón. Si usted no es un proyectista, llegado a este punto de mi discurso todavía no sabrá de qué le estoy hablando. ¿Acaso un proyecto no debe definir en su totalidad aquello que proyecta? ¿Qué es eso de que tenga lagunas y cosas que no se definen? Pues esto es así, incluso si el proyecto es de un submarino nuclear. Ítem más, aunque no he proyectado nunca un submarino nuclear (la ley me lo impide), me atrevo a afirmar que en los proyectos de los submarinos nucleares mi afirmación es más válida que nunca.

¿Cree usted que un novelista empieza a escribir su novela sólo cuando la tiene perfilada en su cabeza desde la primera hasta la última letra? Claro que no: tiene una idea y se pone a escribir. Puede que no la escriba por orden, no sé. Pero él se pone, y ya se le irán ocurriendo cosas y maneras de decirlas. Y en la construcción de algo ocurre lo mismo: muchas cosas ya se resolverán sobre la marcha, cuando haya que resolverlas.

Pero esto nosotros no lo sabemos explicar, y desde luego no en el momento en que deberíamos hacerlo, antes de contratar. Y, claro, hay clientes que creen que sí. Que el proyecto ha de definir todo. Y si encuentran algo que no está definido, a) reclaman su definición, y (lo peor) b) consideran que su definición ya está incluida en los honorarios del proyecto. Que lo quieren por la patilla, vaya. Más aún, hay un apartado c): nos acusan (de manera directa o subliminal, pero nos acusan) de haber hecho un trabajo defectuoso por incompleto y de haberles querido colar a ellos un trabajo incompleto por completo.

Cuando llegamos a esta fase, cualquier proyectista puede asegurarlo, es un espanto. Porque no, no es cosa de un detalle que se define y listos. ¡Si sólo fuera éso! Pero es que a partir de ese momento el cliente, el proyecto, se convierte en una gota malaya (lean a Salgari). En un dolor de muelas que no se va. En un no dormir. Hasta que el cliente se canse de perseguirnos.

La cuestión es que los proyectos, por definición, se entregan incompletos. Se hacen proyectos básicos y proyectos ejecutivos. A veces el proyectista se compromete a entregar los planos de taller, pero ésa es otra guerra. El acabado del nivel "proyecto ejecutivo", que es en el que nos movemos por lo general, no ha de definir todo. Más aún: no ha de definir todo, POR LEY.

Me explico:

El Código Técnico de la Edificación, en su documento SE, capítulo 2, punto 2.1.2: planos, dice así:
Los planos del proyecto correspondientes a la estructura deben ser suficientemente precisos para la exacta realización de la obra, a cuyos efectos se podrán deducir también de ellos los planos auxiliares de obra o de taller, en su caso, y las mediciones que han servido de base para las valoraciones pertinentes.
Los planos contendrán los detalles necesarios para que el constructor, bajo las instrucciones del director de obra, pueda ejecutar la construcción, y en particular, los detalles de uniones y nudos entre elementos estructurales y entre éstos y el resto de los de la obra, las características de los materiales, la modalidad de control de calidad previsto, si procede, y los coeficientes de seguridad adoptados en el cálculo.
Es decir: el proyecto ha de tener precisión suficiente para que se pueda valorar y deducir de él todo lo necesario para terminarlo. Y de terminarlo se encargarán el constructor y el director de la obra. No el proyectista.

A veces, cuando hago una oferta por escrito, introduzco una claúsula que dice que pasado un tiempo tras la entrega de mi trabajo (generalmente dos semanas en fase de proyecto, una semana cuando estamos en fase de obra), los planos se considerarán completos y aceptados si no ha habido ninguna reclamación en ese tiempo. Pasado el cual, lo que me pidan es un extra. Más que nada, como salvaguarda para la pelea que llegará cuando nueve meses después me diga "oye, que lo estamos ejecutando y nos tendrías que decir cómo hacemos el...". Pero esto no siempre funciona.

Como chascarrillo: esta semana me han venido con unas historias de algo que dibujé... en 2014.

¿Qué podemos hacer? Pues, lo primero, andar con ojo avizor: hay que detectar cuándo una petición es excesiva y reaccionar rápido. Porque al cliente los pies hay que pasárselos al instante. E intentar convencerle de que está equivocado. De que no hay que definir todo en el proyecto, que no es necesario. ¡Pero es que suena tan bien! Y es muy difícil rebatir algo que suena tan bien. Sin embargo, es fundamental. Hay que parar esas peticiones.

Así que, llegado el momento, toca hacer pedagogía. Explicar al cliente que el encargo es un nivel ejecutivo, que el trabajo entregado está en un nivel ejecutivo, y que él (el cliente), en el estadio actual, no necesita más. Que esté tranquilo, que todas esas indefiniciones que él (el cliente) ve no existen, porque se resuelven de forma inmediata cuando llegue el momento verdadero de resolverlas.

Y en esta pedagogía, agradezco que el Código Técnico lo diga tan clarito. Razón por la cual escribo este artículo, para que no se me olvide y por si a alguien le aprovecha también.






Haendel - Lascia ch'io pianga (Rinaldo)