El otro día recibí un correo con una pregunta que me alegró el día: un ingeniero, cliente mío, había recibido la pregunta de otro ingeniero, cliente suyo, que a su vez había recibido la pregunta de un jefe de obra. Y me alegró, porque -estoy seguro de que esto ya lo he contado más de una vez- es ni más ni menos que la pregunta que siempre hago para explicar a los ingenieros jóvenes qué es un ingeniero.
Siempre les cuento lo mismo: estás en una fábrica y hay que levantar una máquina con un puente grúa, pero no sabemos lo que pesa la máquina. La diferencia entre un ingeniero y un físico es que el físico tomaría cientos de medidas, se iría a su laboratorio y volvería seis meses después con el peso exacto de la máquina hasta el miligramo. Pero el ingeniero no tiene seis meses, todo lo más el tiempo de rezar un Jesusito de mi vida, y tiene que decir el peso aquí y ahora. A cambio, se le admite un error de, pongamos, un 10%, no nos vamos a pelear por el decimal.
Pues esto fue lo que me ocurrió. Querían (supongo, no recibí muchas explicaciones) saber qué grúa traer para retirar un tanque. El constructor tenía el tanque delante, pero no se atrevió a estimar lo que pesa; además, lo lógico es que pregunte al propietario. El propietario, en este caso su departamento de ingeniería, tenía el plano del tanque. Pero ni teniéndolo, así que le desviaron la pregunta a su oficina de ingeniería habitual. A este ingeniero yo le he calculado muchas cosas y no dudó en pasarme a mí la pelota.
¿Saben qué hice? Abrí el pdf que me enviaron como plano. Era un escaneado de un plano antiguo, creo que hecho en una tablilla de madera, y apenas se leían los números. Pero bueno, forzando un poco la vista le dí un diámetro, 3,50 m, y una altura, 15,50 m. Y me da igual no haber acertado, seguro que iban de ese palo. Así que cogí una calculadora e hice una única operación. El resultado, 10.930 kg y pico, 11 toneladas. Ése fue el peso que le pasé, 11 t. Y ahora viene mi truco: no añadí ningún coeficiente de seguridad, porque el dato iba a pasar por tres personas más. Fijo que cada uno de ellos le añade un poco: uno dirá 12 t, el siguiente lo subirá a 15 t y el constructor al gruísta le dirá 20. Con lo que el gruísta sabrá si le vale una grúa de 90 toneladas, de 120 o de 200, ahí no me meto.
Como ven, la cosa era facilísima y me alegró que me lo preguntaran, como cuando te piden la hora por la calle y luego te dan las gracias. Pero me ha quedado una duda: los dos ingenieros que intervinieron antes que yo ¿no fueron capaces de estimar un peso? Vale que yo soy calculista y ellos no, pero ellos han hecho muchos proyectos con tanques antes, puede que más que yo. Y siempre es lo mismo: un tanque de tantos mil litros (o hectolitros, o metros cúbicos), que pesa tantos mil kilos. ¿No se han quedado con la copla de lo que suelen pesar esos bichos? ¿O es que no saben de grúas?
Hace años, uno de esos ingenieros jóvenes a los que aludía me dijo (en otra ocasión) que es que yo era un ingeniero de los antiguos, y ya no se hacían ingenieros así. Polivalentes, multidisciplinares, no sé cómo calificarlos. Éste es también un tema del que he escrito otras veces y cada vez lo veo más borroso: es bueno que haya especialistas. Pero no es cuestión de ser un antiguo o un nuevo, polifacético o especializado, lo que me llama la atención es que ninguno de ellos hiciera el esfuerzo de intentar estimar el peso del tanque por sí mismo: no lo vieron escrito, y delegaron el trámite. Son, sin duda, buenos ingenieros en lo suyo, pero adolecen de la habilida necesaria para estimar el peso de un tanque a partir de un plano, eso es todo. ¡Vaya! Estoy seguro de que también he escrito, antes, que esto ocurriría en un futuro.
Parece ser que el futuro ya está aquí.
Vivaldi - Las 4 estaciones: verano. 3er movimiento