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lunes, 22 de noviembre de 2021

El reglamentista (II)

https://www.youtube.com/watch?v=HAKnWi15ycs 

 

 

Hablaba en esta entrada sobre los responsables de seguridad y salud en las empresas. De cómo son personas necesarias pero a veces dan risa de lo rígidas que son. Y a veces la risa se convierte en exasperación cuando esa rigidez es un obstáculo infranqueable. A veces es bueno que sea infranqueable, pues obliga a mejorar, que conste.

El otro día realicé una actuación para la que, por rutina, avisaron al responsable de seguridad y salud: imagino que el protocolo de esa empresa dictará que se ha de hacer así, y que las actuaciones han de tener su visto bueno. En mi caso, el responsable pidió una serie de papeles, entre ellos un procedimiento de trabajo. Yo sólo iba a mirar una cosa, así que pensé que lo que ocurría es que no le habían dicho al reglamentista lo que en realidad se iba a hacer, así que en vez de un procedimiento de trabajo le envié un correo explicándole la sencillez de mi visita y cómo no creía necesario redactar un procedimiento; ya íbamos a incurrir en suficientes gastos extras para cumplir las normas incluyendo una persona que estuvo las 8 horas mirando el móvil, pero que por norma se nos exigía que estuviera vigilando. La norma que exige la presencia de esa persona, por cierto, tiene su lógica: en caso de accidente estando en un lugar apartado, por ejemplo, sirve para prestar o solicitar auxilio. O en una zona de tráfico puede vigilar el tráfico. En el caso que nos ocupaba, en cambio, era totalmente inútil, era una de esas condiciones en las que no era necesaria. Pero lo dice la norma, así que se realiza el coste y no discutimos más.

Resuelto el trámite del procedimiento de trabajo, el de seguridad envió las directrices a seguir a todos (él, claro, no iba a estar presente). Incluyendo la obligación de estar a más de 2 m de distancia unos de otros y de llevar una mascarilla de cierta calidad. Nadie hizo caso; y yo, por ejemplo, no habría podido: la actuación podría haberla hecho así, pero por seguridad me exigieron que tuviera un acompañante conmigo todo el tiempo (además del antes mencionado, que esperaba en otro sitio). Y el habitáculo en el que estábamos no medía 2 m de largo, así que malamente habríamos podido cumplir con la distancia. En cuanto a la calidad de la mascarilla, se lo pueden imaginar. Que llevé de ésas por si acaso, claro que sí, pero usé mi habitual; como todo el mundo. Ya no tenemos, las personas, la histeria del coronavirus que nos dominó como sociedad hace año y medio, y sobre todo: sabemos comportarnos y lo que tenemos que hacer en este tema, no necesitamos indicaciones. Esto de la mascarilla me sentó mal, lo reconozco, porque ¿qué más le da al señor de seguridad que yo enferme por covid? No voy a demandarles, no podría demostrar que el contagio se produjera estando en sus instalaciones, y lo mismo la persona que contrataron para que me acompañara. Con que nos recordaran las normas habituales y generales habría bastado, e incluso menos: no necesitan recordarnos el no estornudar en la cara de los demás o tantas y tantas normas que se dan por conocidas. Pero es que nos exigía incluso una calidad determinada de mascarilla.

Por nuestra seguridad, claro está. Es una norma bienintencionada que busca nuestro bienestar, tampoco es para tanto, etc. etc. Faltaría más: ya dije que con los reglamentistas no se puede discutir. Como he dicho, en el bolsillo llevé la mascarilla exigida, en su bolsa original, y como no estaba no la empleé.

Volviendo a casa, me acordé de unos reglamentistas que todos conocemos y hemos sufrido: los examinadores del carnet de conducir. Todos sabemos que nuestra conducción actual no aprobaría el examen, aunque conducimos mucho mejor que cuando nos examinamos. Y sabemos que si todos condujéramos como si nos estuvieran examinando el tráfico colapsaría. A mí me suspendieron porque una persona iba a cruzar por el paso de cebra, aunque juro que esa persona estaba suficientemente lejos como para que mi paso no la obligara a ninguna variación de su marcha. Pero sí estaba a la vista, y eso le bastaba al examinador. Todos entendemos que los examinadores son necesarios aunque no compartamos su exceso de celo; de hecho, estoy seguro de que ni ellos mismos se comportan así en su vida privada. Supongo que ellos se justificarán a sí mismos pensando que como todos nos relajamos tras el examen, exigir el doble de lo razonable permite suponer que tras el relajamiento nos quedaremos en lo razonable. No estoy de acuerdo con esta lógica, pero no se me ocurre otra explicación. Bueno, sí, el que son unos reglamentistas de cuidado: pero entonces en el pecado tendrán la penitencia, porque no habrá quien les aguante. O quizá es como les expliqué en la otra entrada: entran con el segundo comportamiento y acaban, con los años, teniendo el primero.

Y todos sabemos que no se puede discutir con los examinadores de conducir, sólo sufrirlos. Todos los reglamentistas, me temo, parecen cortados por el mismo patrón. Aunque son buena gente, que conste.

 

Lo que pasa conmigo y los reglamentistas lo expliqué en esta otra entrada

 

 

Jorge Cafrune - No soy de aquí ni soy de allá

martes, 26 de octubre de 2021

El reglamentista

 https://www.youtube.com/watch?v=xsOwumN3utE

 

 

En las fábricas suele haber personas de todo pelaje. Los meticulosos por lo normal acaban en Calidad, pero no son mala gente. Los malos son los que siguen los reglamentos a rajatabla. Y estos van a Seguridad Laboral. Con el tiempo, los reglamentistas aprenden a no ser tan estrictos; a no seguir las normas a rajatabla, y entonces se convierten en personas útiles, que aportan, que localizan problemas en los que nadie ha pensado y que aportan soluciones. Pero hasta que esto ocurre, son la peor pesadilla de un ingeniero.

Con un reglamentista no se puede discutir sobre el reglamento. Lo dice, y punto. La razón es que la seguridad es lo primero, cómo no va a serlo. Hemos de volver todos sanos y salvos, y la mejor manera es no ponernos a ninguno en ninguna situación arriesgada. Lo que pasa es que esto no es cierto. La seguridad no es lo primero. Cuando uno sale a cazar mamuts, lo primero no es la seguridad. Lo primero es cazar el mamut, y luego si lo conseguimos con los mínimos riesgos mejor que mejor. Ahora bien, eso no lo dice el reglamento. El reglamento no dice que la seguridad es lo segundo y lo primero es hacer lo que se pretende hacer, faltaría más. Y hace bien, porque de lo contrario se trabajaría sin seguridad "porque lo importante es trabajar, y no tenemos medios para la seguridad así que hagamos el trabajo con riesgos". Dicho esto, las cosas hay que ponderarlas, y hay más cosas que tener en cuenta además de la seguridad. Y si estas cosas tienen en ese momento más importancia deben prevalecer: por ejemplo, es probable que en un incendio usted opte por dejar a un lado la seguridad, pongamos por caso que su hijo está durmiendo en la habitación de al lado: usted no va a evacuar el edificio sin antes asegurarse de que su hijo también lo hace. Igualmente decide correr riesgos en su paseo por la montaña, o en un viaje por carretera en moto... No voy a hacer una relación de casos en los que hay que dejar la seguridad a un lado, pero los hay.

Volvamos un momento al ejemplo del vehículo: ni el reglamentista se compra un tractor, y eso que el tractor es un vehículo mucho más seguro que un coche o que una moto. Lo que ocurre es que el coche y la moto, conducidos con prudencia, son vehículos razonablemente seguros. No tan seguros como el John Deere, pero ya nos parece bien. 

Pues esto el reglamentista no lo entiende. El reglamento se ha de cumplir a rajatabla, y no se puede uno saltar ningún artículo. Con el tiempo, ya digo, aprenden que sí, que en cada situación ha de intentar aplicarse el reglamento al máximo, pero si algo no se cumple y sin embargo se ve claro que es soslayable, pues se soslaya y no pasa nada.

Pondré un ejemplo: un arnés ha de tener dos puntos de enganche. Así, cuando uno llega al final de una línea de seguridad y ha de engancharse a la siguiente, puede hacerlo estando siempre enganchado a alguna. Si sólo tuviera un punto de enganche, en el momento de desengancharse y engancharse a la siguiente estaría en riesgo. Pero ¿y si el desenganche se puede hacer en un punto sin riesgo? Aunque la norma exigiera dos puntos de enganche, un arnés con uno sería suficiente. Voy a hacer una comparación con la vida real.

Imaginemos que la ley dice que los menores de 12 años han de ir de la mano de un adulto por la calle. Ya saben, la seguridad ante todo. El reglamentista exigiría que siempre fueran dos adultos, con el niño dando una mano a cada uno. Porque imaginemos que el adulto necesita las dos manos: para sacar la llaves del bolso, para contestar al teléfono (algo que no sé si el reglamentista permitiría si el adulto está solo con un niño), o para sacar un pañuelo con el que limpiarle los mocos al mocoso. Pues bien, en ese momento el niño estaría suelto, y eso no está permitido. Por lo que la única solución es que haya dos adultos por niño. Está claro, ¿no?

Otra cosa que tampoco permitiría el reglamentista es que se soltara al niño antes de los 12 años.: lo dice el reglamento. No importan las circunstancias. Y ningún niño podría jamás abrazar a sus abuelos en la calle, porque una de las manos debería tenerla sujeta por el adulto. ¿Ridículo? Nos ha pasado, con las mascarillas y el covid-19: hubo una temporada en que se quería meter en la cárcel a quien no la tuviera puesta en el exterior, no importa que la persona más cercana estuviera a 50 km. Si reflexionan, recordarán situaciones en las que se han tenido comportamientos "por la seguridad" increíbles si no supiéramos la paranoia que nos invadió (a mí en realidad no, pero no quería ir a la cárcel). ¡Por amor de Dios, nos tuvieron 98 días sin poder salir de casa por si nos contagiábamos!

En el fondo, se trata de saber cuándo se puede hacer la vista gorda. ¿Cuántas veces nos ha ocurrido "no se podía, pero al final me han dejado"? O "le expliqué lo que nos había pasado, y al final..." o "me faltaba algo (una firma, un sello, un papel, una fotocopia) pero me lo han hecho igual". Sin embargo, con un reglamentista ni nos dejarían ni nos lo harían. Faltaría un sello, una firma, un papel, una fotocopia. O una esquina de la entrada, o caducó ayer o lo que sea.

Y, ya digo, no les guardo rencor. Son jóvenes, lo que les pasa es que aún no saben cuándo no ser tan estrictos. Ya aprenderán, me digo.

Pero estos días me las he tenido con unos cuantos jóvenes. Y ha sido un dolor. No importa que seamos ingenieros con experiencia, que analicemos la situación (de la que por cierto nos responsabilizamos) y que opinemos que tal o cual artículo no se va a cumplir pero que no debe importar: el reglamentista dirá que nones, y que no se hace la actuación. Lo más curioso es que en la misma semana me han pedido la misma actuación, un examen de una cubierta por debajo, en tres sitios distintos. En el primero fue por hacerle un favor a un colega, que no tenía tiempo. Ganó el reglamentista, pero no pienso repetir con esa gente por nada. En el segundo, en que olí que el reglamentista iba a ser como el primero lo dejé correr y les dije que no. Y en el tercero lo que hice fue explicarle al ingeniero mi postura, que o flexibilizaban o nada, y como les interesaba que lo hiciera yo hablaron con su reglamentista y le hicieron entrar en razón. A fin de cuentas, sé que a los niños hay que llevarlos cogidos de la mano, pero en el paseo que vamos a hacer sé que puedo soltarlos. 

Lo malo de la seguridad es que no se puede discutir. Es lo más importante, sin seguridad no se hace. Lo que pasa es que los reglamentistas confunden seguridad con reglamento, y no hay manera de convencerles de que a veces el reglamento exagera.

 

 

Johann y Josef Strauss - Polka pizzicato

miércoles, 15 de septiembre de 2021

Hay un rumor por ahí

https://www.youtube.com/watch?v=Xv8FBjo1Y8I 

 

 

Ayer, un ingeniero. Me cuenta que está buscando un ayudante, y que nada. El hombre aún estaba pasmado de su última entrevista: "Y tenía 41 años, la tía". ¿Qué era lo que le asombraba? Él espera, ya está acostumbrado, que los jóvenes que empiezan no tengan ni idea de esto. Pero era una ingeniera de 41 años con un currículum. 

Quizá no estoy solo en mi lamento de que las nuevas generaciones vienen cada vez peor preparadas.

Esta mañana, subido a una cubierta, charlo con el técnico de prevención al que acabo de conocer. "Es que no hay nadie", me dice. Mira a la lejanía, y añade: "no se trata ya de aptitud, es que no tienen actitud". Me cuenta que le llegan muchos trabajadores por ETT, y que es descorazonador.

Decididamente, no estoy solo. Hay un rumor que corre por las industrias, las ingenierías y los talleres, y el rumor dice que no hay profesionales. Por usar las palabras que me han dicho: ni con aptitudes ni con actitudes.

Pero ¡tranquilos!: estoy yo, está el otro ingeniero, está el técnico de prevención. Estamos aún nosotros, y nosotros defendemos el fuerte. Pero vamos faltando. Y en unos años seremos muchos los que falten. No sé si habrá entonces un escenario apocalíptico, con una carencia clamorosa de profesionales en la industria española y teniendo todas las empresas que importar técnicos o renunciar a tener los conocimientos industriales que tenemos y que no tienen países como, pongamos Kenia, o estoy exagerando y el sistema se repondrá de manera natural. Porque esto es como el calentamiento global: cuesta creer que nuestro sistema educativo e industrial pueda colapsar.

Aunque una cosa sí puedo decir: esto no es un sambenito que se diga siempre desde la noche de los tiempos. Hace 20 años, tal vez 15, no digamos ya cuando yo era joven, este rumor no corría. Puede que hace 15 años tuviéramos desengaños con los chavales y empezáramos a pensarlo, pero nada más. No corría el rumor.



Tracy Chapman - Talkin abou a revolution

jueves, 5 de agosto de 2021

¿Es el BIM un verdadero cambio de paradigma?

https://www.youtube.com/watch?v=BBMcgREgyXU 

 

 

Respuesta: sí, lo es. El BIM es la herramienta clave para que las máquinas tomen el control. Es la quintaesencia de la renuncia del control por parte de los calculistas, y tras ellos vendrán todos los demás.

A aquellos que, por no ser calculistas, no tengan la perspectiva suficiente: los ordenadores se crearon para ayudar a los calculistas. En el principio, los ordenadores sólo calculaban. Cálculos aritméticos, primero, geométricos después, algebraicos más tarde. Invirtieron matrices, aunque usted no sepa qué es eso o qué trascendencia tiene. Pero así fueron las cosas, empezaron como una herramienta de cálculo. Herramienta a la que se le fue sacando provecho, eso sí: atrévase ahora a vivir sin ordenadores.

Con los años, los ordenadores, los chips, los cerebros electrónicos, han pasado a ejecutar muchas de las tareas que antes hacían personas. Pero nunca tuvieron el verdadero control: detrás siempre había personas. Siempre hubo ingenieros. 

Calcular la estructura de un edificio es un cálculo complejo. Es tan complejo que, de hecho, muchas tipologías estructurales, muchas maneras de construir un edificio, han estado ligadas a las posibilidades de calcularlas. Dicho de otra manera: usted no sabe de ningún puente curvo que no se haya calculado con ordenadores. De tablero curvo en planta, quiero decir. Sin embargo, a medida que los ordenadores han sido más potentes y se han desarrollado programas de cálculo más complejos y capaces, se han ido diseñando puentes cada vez más espectaculares. Más difíciles de calcular, también. Ahora nadie proyecta un puente de tablero recto si puede evitarlo, qué van a decir sus colegas de él como lo haga. Y con los edificios pasa algo parecido. Bien, para ambas cosas disponer de ordenadores ha sido una gran ayuda. Primero, hacían las operaciones matemáticas más farragosas. Luego iteraron y dimensionaron. Luego se mejoró la manera de introducir los datos, de crear los modelos, y se introdujeron las normativas en los ordenadores para asegurarse de que los resultados eran conformes. Las normativas cambiaron y se diseñaron pensando en que fueran ordenadores los que comprobaran la conformidad de lo que se proyectara. Se volvieron ininteligibles para los humanos, aptas sólo para los cerebros electrónicos. Hasta los planos sacaban, los ordenadores. Pero en todo el proceso había un ingeniero a los mandos.

Llegó un punto en que la informática permitió a los ingenieros crear modelos de lo que se quería, pulsar un botón y obtener los resultados. El ingeniero había proyectado sin tener ni idea de las normativas y las exigencias, sin saber si lo que había proyectado era complicado o sencillo, grande o pequeño, estético o antiestético, práctico o aparente. Y todo ello sin dejar de escuchar su sinfonía favorita de Brahms.

Creo que fue a principios de los 80, cuando aparecieron las máquinas herramientas de control numérico: es decir, tornos, fresadoras, máquinas manejadas por ordenador. Empezaba la era del CAM, la mecanización ayudada por el ordenador. Y al mismo tiempo, el CAD: el diseño ayudado por ordenador. En cuestión de segundos apareció el CAE: la ingeniería ayudada por ordenador. El técnico, con su ordenador, diseñaba la pieza y su mecanizado. En 1988 me presentaron un programa que diseñaba placas de circuitos integrados. En minutos. Poco a poco los ordenadores fueron usurpando (la palabra es un poco agresiva, pero descriptiva) las tareas de las ingenierías, y al final llegó el futuro: dado que todo podía hacerse por ordenador, hágase por ordenador a la vez. El BIM.

El BIM es crear un modelo de ordenador en el que todos aportan lo que tienen que aportar. Una reproducción informática completa de lo que se proyecta, sea un edificio, un avión o un coche de F-1.

El BIM es un cambio de paradigma en dos sentidos.

El primero de ellos, ya he escrito muchas reflexiones al respecto, es que supone la desaparición del plano como lenguaje del técnico. Ya no se hacen planos, carecen de sentido. Sólo los últimos escalones de la cadena, los obreros de la construcción, los necesitan. Ellos y los del pleistoceno que estamos camino de la extinción o aún no nos hemos adaptado. Nadie más. Y, como he declarado a menudo, al no emplear planos se pierde la capacidad de entenderlos y se evoluciona a sobrevivir sin ellos, a no necesitarlos. El BIM es la muerte del plano, y cuando esté de verdad desarrollado e implantado ya no habrá más planos.

(disculpen un momento; la mera idea de lo que escrito es para mí tan impactante que necesito unos minutos para asimilarlo).

El segundo cambio aún no ha llegado, pero llegará. No creo que ocurra en menos de diez años, pero sin duda será un hecho consumado dentro de 20. Y no será que no se ve venir, hasta un austrolopiteco como yo lo sabe y lo anuncia desde hace años.

Los programas de ordenador han ido usurpando la tarea de los ingenieros. Con su "deja, que ya lo hago yo" han terminado haciéndolo todo. Hasta el punto de que los ingenieros hemos incluso dejado de saber qué había que hacer: el ordenador iba a saberlo por nosotros. A pesar de todo, la usurpación nunca había sido completa: entre otras razones, porque había cosas que los ordenadores no podían resolver. No estaban aún desarrollados lo suficiente, también tardaron muchos años en conseguir ganar a Kasparov. Pero ya lo están. 

Veamos un ejemplo: un arquitecto diseña un edificio y le pasa su modelo BIM al ingeniero calculista para que "calcule" la estructura. El calculista pasa el modelo BIM por su programa de cálculo, el programa añade al modelo BIM la estructura y el calculista devuelve al arquitecto el modelo BIM, ahora ya con la estructura incorporada. Después del calculista le llegará el modelo al ingeniero de aire acondicionado para que repita el proceso en lo que a él atañe, al de incendios, al fontanero, al electricista, al arquitecto de fachadas, a los especialistas en suelos, paredes y otros acabados, a los carpinteros de ventanas y puertas, a todos los demás.

El primer eslabón, el más débil, el primero en caer, es el calculista. Es el más maduro, el que más ha sido usurpado por el ordenador. El que menos sabe lo que hace. El más prescindible. El que menos razones tiene para seguir existiendo: el arquitecto, con su programa de modelar BIM, en un momento dado apretará el botón de "dimensionar estructura" y se le dimensionará la estructura. El arquitecto podrá cambiar lo que quiera, y con el botón de "chequear estructura" sabrá si sus cambios son aceptables o no. No necesitará al calculista para nada.

A la desaparición del calculista seguirán todas las demás, con procesos análogos. Incluso sensaciones tan subjetivas como el confort de los usuarios serán reguladas por los ordenadores. ¿Acaso no existen ya los edificios inteligentes, que se autorregulan para el confort de los humanos que los ocupan? El BIM diseñará las instalaciones para conseguir el confort que se le establezca, no les quepa duda. Y adiós a los ingenieros que las diseñaban.

No sé si los calculistas aguantaremos 10 años. 20 seguro que no, no cabe duda. Y los demás no vendrán mucho después de nosotros.

Aunque no creo que desaparezcamos; ése es el segundo cambio de paradigma que supone el BIM: redefine la función de los ingenieros.

¿Qué haremos los ingenieros? A ver, ha de quedar claro que los ingenieros nunca desapareceremos, salvo que la humanidad vuelva a las cavernas. El ingeniero es el ingenio humano, y siempre habrá alguien que quiera discurrir. Ahora bien, el camino que marca el BIM es que el ingeniero se dedicará a inventar, a mejorar, a controlar que las cosas sean correctas, y a resolver los imprevistos. Más o menos, lo que ya hacen los ingenieros en las fábricas.

¿Y los ingenieros especialistas?  De nuevo, los calculistas somos el futuro en el presente. Trabajaremos de asesores cuando nos requieran, apareceremos cuando surjan problemas, cuando haya accidentes o imprevistos, y sobre todo buscaremos los márgenes, las cosas que los ordenadores aún no saben hacer. ¿Qué caramba!, ¿acaso no hay en las tripulaciones de los grandes vuelos un "ingeniero de vuelo"? Uups, ya no: los ordenadores terminaron sustituyéndoles.

No sé lo que nos deparará el futuro, pero estoy seguro de que dentro de muchos años, cuando echemos la vista atrás, veremos la implantación del BIM como un hito señero en el camino que habremos recorrido.




Así somos - Lágrimas negras



domingo, 20 de junio de 2021

El teleférico de Mottarone

https://www.youtube.com/watch?v=1Rx61EUVZjI 

 

 

He visto en la página web de El Mundo (aquí) el vídeo de la caída del teleférico de Mottarone. Ya saben, 14 muertos en el accidente, cuando la cabina del teleférico se estrelló contra el suelo. Y si lo que dice el artículo es correcto (y no tengo elementos para dudarlo), han de caer muchos años de cárcel.

Resulta que hay una grabación bastante buena: el accidente verdadero (no el estrellado de la cabina) se produjo justo en la llegada de la cabina a la estación superior, y la cámara de seguridad de ésta lo recogió: se partió el cable tractor.

Hasta ahí, es un accidente. Habrá que analizar porqué se partió, y si hubo fallos en el mantenimiento, pero sigue siendo un accidente salvo que el análisis del mantenimiento no revele imprudencia, desidia o inconsciencia, o algo peor. Cabe aquí apuntar que con cierta periodicidad yo me encargué de la revisión de una instalación similar: estaba el mantenimiento ordinario, realizado por la empresa de mantenimiento, pero cada 2 años yo hacía una inspección "ingenieril", y detectaba cosas que el mantenedor era incapaz de detectar; no se lo tengamos en cuenta, porque era un técnico de mantenimiento y yo un ingeniero de estructuras, miramos cosas diferentes con visiones diferentes. Y lo que quiero decir con ello es que no todo se ve en el mantenimiento. Al igual que mi tío Pepe, que se hizo un chequeo médico y estaba todo perfecto. El médico le dijo que se podía poner la camisa y mientras se la ponía, sentado en la camilla, le dio el infarto.

Pero en la grabación se ven más cosas. Se ve el cable de seguridad y la cabina descendiendo a lo largo del cable de seguridad, y ahí está el delito.

El teleférico tenía dos cables: el cable tractor, y el cable de seguridad. La cabina está fijada al cable tractor, y para mover la cabina lo que se hace es mover el cable tractor. Como tirar de la cuerda del cubo de un pozo.

El cable de seguridad, en cambio, está fijo. No se mueve. La cabina tiene un enganche a este cable, pero el enganche es corredizo. Así, la cabina se mueve a lo largo del cable de seguridad, pero nunca está sujeta a él. La seguridad la da un dispositivo que tiene la cabina en esa unión, que de manera automática clava la cabina en el cable de seguridad; y, como el cable de seguridad no se mueve, la cabina tampoco. Si esto ocurre, han de venir los bomberos a evacuar a las personas y luego los mantenedores a desenclavar la cabina, pero aparte del parón de la actividad no hay más que lamentar.

Sin embargo, lo que muestra la grabación es que el cable tractor rompe y la cabina empieza a deslizarse hacia abajo a lo largo del cable de seguridad. La cabina no se cae, porque entonces se habría caído al pie de la estación de llegada, sino que se desliza a lo largo del cable de seguridad. Y cuando llega a una de las torres intermedias, se parte y entonces sí, cae, y entonces muere la gente.

Se supone que es imposible que eso ocurriera, porque debería ser imposible que la cabina se deslizara hacia abajo a lo largo del cable de seguridad: el sistema de bloqueo se habría activado y la cabina se habría enclavado, fija. Salvo...

Salvo que hubieran anulado el dispositivo de frenado de seguridad. Que es lo que, dice el artículo, hicieron. Dice el artículo que estaban desactivados "a la espera de reparaciones" porque habían dado "problemas técnicos".

Repasemos: alguien detectó que los frenos de seguridad estaban dando problemas. O bien porque estaban activándose sin venir a cuento, o porque en las pruebas de mantenimiento detectaban que no actuaban. Lo que sea. El mantenedor, que no es nadie para tomar decisiones, informaría a su supervisor y éste al director de operaciones de la instalación. Lo lógico es suponer que el supervisor, más que informar, le diría que clausura la instalación hasta que se resuelva el problema; pero como la empresa mantenedora tampoco es nadie, supongo que le diría al director de operaciones que ha de cerrar. El director de operaciones se opondría, hasta ahí normal. Pero esa oposición se manifiesta en una discusión en la que el mantenedor enseña el problema y el director de operaciones preguntaría si era impepinable el cierre o si se puede continuar mientras se prepara la solución. Si se puede apurar un poco. 

Bien, lo lógico es que esa discusión se realice por escrito, y aparezca. Y que se sepa:

  • Si el director de operaciones sabía que los frenos de seguridad estaban desactivados
  • Si la empresa mantenedora sabía que los frenos de seguridad estaban desactivados
  • Si la empresa mantenedora aceptó (o incluso recomendó) que los frenos de seguridad se desactivasen.

Más aterrador sería aún un supuesto adicional: que el director de operaciones no lo supiera. Esto es, que la empresa mantenedora hubiera desactivado el sistema de frenado sin que lo supiera el titular de la instalación. Sí, es posible. Si así fuera...

Por situar a quien se haya perdido, imaginemos que usted lleva el coche al mecánico para una revisión. En la revisión el mecánico detecta que el liquido de frenos está ya caducado, pero como no le quedan líquido de frenos deciden que salga usted del taller sin frenos y ya si eso lo trae cuando vuelva de sus vacaciones, que ya habrán recibido. Puede que sea porque usted presiona para que así sea, en contra del criterio del taller, puede que sea porque el taller opine que no necesitará frenar y usted esté de acuerdo, o puede que, sin más, no le digan nada y ya le llamarán. Como sea, usted se lleva el coche sin líquido de frenos, mete a su familia en el coche y parte.

Hablemos ahora de porqué se rompió el cable tractor. Los cables son de cordones de alambres de acero. Cada uno de estos alambres es susceptible de romperse, y de hecho, de vez en cuando, algunos se rompen. Yo los he visto, y los mantenedores también los ven, porque buscan las señales de las roturas. Cuando eso ocurre, lo que procede es cambiar el cable. Aunque no es algo que se hace de manera inmediata. No hay repuestos así como así de cables, y cambiarlos es una operación compleja: se ha de valorar y programar. Y eso se puede hacer, porque a lo mejor el cable tiene 37 alambres y se han roto 2: quedan 35. Si estamos hablando del ascensor de una casa, el ascensor sigue funcionando, no se deja a la comunidad sin el ascensor. Si hablamos de un teleférico y  10 km de cable de 50 mm de diámetro... Bien, la cosa es más delicada. Claro que hablamos de muchísimo dinero, y de tener la instalación clausurada mucho tiempo o no. Y el cable no será de 35 alambres, sino de 200; si el mantenedor detectó 3 alambres rotos es una cosa. Pero si pensamos que es una instalación en la que desmontaron los frenos de seguridad "por problemas técnicos", puedo creerme cualquier cosa. Y ahí no es sólo el mantenedor, pues esto se ve fácil y todos los operarios debieron detectarlo.

Es posible que hubiera desidia: que aquello fuera manga por hombro y no se miraran estas cosas. Es posible que hubiera inconsciencia: sí se miró, e incluso se vieron los alambres rotos, pero no se pensó que fuera grave o importante. O es posible que hubiera imprudencia: se vio, pero se valoró más importante seguir con la instalación en marcha. No sé.

No soy un experto en cables ni en teleféricos, pero a mí esto de Mottarone me huele a chamusquina. No creo que fuera un accidente: creo que jugaron con fuego y se quemaron. Y ahora espero que paguen.



Rimsky-Korsakov - Sherezade (1er movimiento

jueves, 3 de junio de 2021

Isaac Peral

https://www.youtube.com/watch?v=bj0J0FsGfcw 

 

 

El pasado 1 de junio habría sido el cumpleaños de Isaac Peral; habría cumplido 170 años, edad provecta donde las haya así que no le tendremos en cuenta que no hubiera aguantado. Teniendo en cuenta lo poco que en este país se celebran los aniversarios de sus grandes hombres y de sus gestas, se comprende que nunca haya siquiera un recuerdo para Peral; pero debería.

Peral inventó el submarino.

Peral era español. E inventó el submarino.

Algún listillo aducirá que no, que el submarino lo inventó Monturiol. Vaya, otro español. ¿Qué nos está pasando, que parece que somos de repente un pueblo de inventores? En realidad Monturiol sí inventó el submarino (lo conté en esta entrada), pero es como la máquina de vapor, Newcomb y Watt. El bueno fue Watt. El submarino de Monturiol, por la técnica de su época, funcionaba a vapor. Y lo de navegar... bueno. Lo importante de Monturiol es que la nave se sumergía, se podía estar debajo del agua, y luego salir vivos.

A Peral le gustó la idea, y la fue meditando. Investigó, calculó, hizo planos... En 1885 comunicó sus planes al ministro de Marina, que aprobó la idea, y los astilleros de La Carraca, en Cádiz, se construyó el prototipo. Esta vez no iría a vapor, sino con unas baterías eléctricas que había inventado ¡el propio Peral! Y en 1889 se botó el submarino.

La inmersión fue perfecta: estuvo una hora bajo el agua, a 12 m de profundidad, y navegó 4 millas. También probaron su habilidad militar: disparó torpedos con éxito, y se acercó a un crucero, de noche, con potentes reflectores iluminando las aguas y los ojos de toda la marinería atentos a descubrirlo. Se puso a 10 m y nadie lo percibió.

El éxito fue incontestable y la opinión favorable era unánime, pero esto es España: se cambió el ministro de Marina, y dime lo que apoya mi rival que yo me opongo. La comisión técnica del ministerio dio un dictamen desfavorable y Peral, desengañado, abandonó la Marina y se dedicó a dirigir una fábrica de acumuladores en Madrid. Fueron los gobiernos de los otros países los que se interesaron por el submarino de Peral (que conste: Peral siempre se negó a cederlo).

Peral murió el 22 de mayo de 1895. No había cumplido 44 años y no los necesitó para demostrar que era un inventor como no hemos tenido otro. El cainismo español es incomprensible.


La farola del mar (isa)

domingo, 4 de abril de 2021

Construyendo el Golden Gate

https://www.youtube.com/watch?v=xMP2DY95Jv0 

 

 

A menudo se nos dan píldoras de información, puede que deslabazadas; sobre todo, durante los años de escuela. La gran mayoría de estas píldoras quedan sepultadas por el olvido - casi siempre instantáneo-, pero no todas. A los que conservan muchos de estos datos curiosos se les suele identificar como "bichos raros", "cerebritos", o así. 

Yo recuerdo, de mis años en la Escuela (cuando es con mayúscula es mi centro universitario), un par de píldoras sobre el Golden Gate. La primera de ellas, imagino que de las asignaturas de geometría descriptiva o de topografía, era que las torres principales son tan altas y están tan separadas entre sí que en el diseño hubo que tener en cuenta la esfericidad de la tierra: la distancia entre las bases no es la misma que entre las puntas.

El segundo dato vendría de alguna asignatura de estructuras o de materiales. Los materiales tienen un límite: no se pueden construir puentes de piedra con una separación entre apoyos superior a un cierto límite, porque la cantidad de piedra necesaria para permitir este salto entre apoyos genera tanta carga que la piedra falla más aún. Por razones como ésta no encontraremos catedrales de piedra con una separación entre columnas mayor que la de Gerona: 23 m. En el caso de la madera, el límite es mayor, pero el problema es el mismo. Y no deja de tener su gracia que estos límites, antes de las teorías de la resistencia de los materiales, necesariamente se descubrirían por prueba y error: irían construyendo las cosas cada vez más grandes, hasta que se les fueran rompiendo por sí solas mientras las construían. Pues bien, el dato que se quedó en mi memoria es que en el caso del acero el Golden Gate se acercaba a ese límite.

En wikipedia he encontrado esta foto sobre el Golden Gate en su fase de construcción en mayo de 1936:


Pero la foto que impresiona es ésta de 1935:

Y es que de alguna manera se tuvo que construir, ¿no? Eso sí, un golpe de viento, una súbita bajada de tensión o cualquier otra cosa... y se acabó. Y en la boca de la bahía, en el Pacífico norte, el viento es importante.

O no: Joseph Strauss, el ingeniero que diseñó el puente (aunque el diseño estructural corrió a cargo del ingeniero Charles Ellis, a la sazón el vicepresidente de la Ingeniería Strauss), estaba desde el principio muy preocupado por la seguridad de los obreros, y montó una novedosísima red de seguridad para intentar disminuir las consecuencias de un resbalón o una caída. Y funcionó: 19 trabajadores que cayeron salvaron la vida por la red. Aunque otros 11 no; desconozco por qué murió el primero, pero los diez siguientes fallecieron porque lo que cayó fue un andamio en el que estaban y el andamio rompó la red (los nombres de los 11 fallecidos se honran en una placa en la entrada sur).

La verdad es que Strauss consiguió un importante salto adelante en la seguridad en las obras al normalizar el empleo no sólo de la red, sino también de cascos, líneas de vida, mascarillas de respiración para los roblonadores (los roblones se hacen con el acero a unos 1000°C, y a esa temperatura se liberan gases), gafas para mejorar la visión de los trabajadores (por los destellos que causaba el sol en el mar), ¡crema protectora para caras y manos (por los fuertes vientos)!, instrucciones de dietas para que los trabajadores no sufrieran mareos,... e incluso montó un hospital de obra, con médicos de verdad. Pero la medida estrella fue su famosa red.


Por cierto: los 19 que sobrevivieron a la caída fundaron un club: el club "a mitad de camino del infierno".


Y otro por cierto: Strauss, el ingeniero director, acusó a Ellis, el ingeniero calculista, de haber desperdiciado tiempo y dinero, y Ellis no figuró como ingeniero en la placa que se puso en el puente. Aunque los planos, que se archivaron en la Librería del Congreso de los EE.UU, sí están firmados por él y en 2012 se le reconoció con una placa en el puente. Lástima que llevara 63 años muerto. Y es que siempre es el calculista el primero en pagar el pato.

Cabe preguntarse por qué despidió Strauss a Ellis. Calcular el puente llevó más de diez años. Y Ellis trabajó en ello sin descanso; hasta el punto de que en diciembre de 1931 Strauss obligó a Ellis a tomarse unas vacaciones. Y tres días antes de terminar sus vacaciones, Ellis recibió una carta de Strauss diciéndole que tenía que pasarle todo el trabajo a su ayudante porque él iba a tener vacaciones sin fecha de fin... y sin paga. No sé porqué lo hizo, y quiero creer que no fue porque Strauss tuviera cierto resentimiento contra él, porque el diseño original de Strauss del puente era éste:


Y las recomendaciones de Ellis (y de otros expertos en el tema) terminaron cambiando el diseño hasta su elegantísimo final:

Fuente: la Librería del Congreso

Aunque se dice el diseño se cambió porque la gente de la bahía opinó que el diseño de Strauss era feo. Pero lo cierto es que el comportamiento de los diferentes diseños (porque hubo varios) fueron analizados hasta la saciedad, y la razón del cambio fue siempre estructural.

En fin, si quieren ver las fotos de los diseños iniciales y fotos espectaculares del puente: https://medium.com/urban-explorations/the-other-golden-gate-bridges-28e8512b1a08. Vale la pena.




Manuel Ruiz Vidriet y Manuel Pérez Tejera - Rocío (marcha procesional)

domingo, 28 de febrero de 2021

Diana Trujillo

Dieron en el informativo de televisión la noticia de la llegada del rover Perseverance a Marte. Me quedé boquiabierto, y no pude menos que comentarlo: ¡qué birria de información! No el hecho, sino la cobertura informativa. Pondrían más énfasis y darían más contexto si el equipo nacional de guimnasia rítmica hubiera quedado 7º en los mundiales de la categoría B. A ver, lance usted un coche y consiga dar en el sitio exacto que quería, pero ese sitio estará a cientos de millones de kilómetros y el "aterrizaje" ha de ser completamente suave, con lo que no se ha de equivocar usted ni en medio metro. El conocimiento científico y el dominio técnico que esta proeza requiere es inimaginable. Y lo han conseguido, pero los periodistas son tan tontos que no saben reconocer un hecho de importancia. Aquel día, las noticias serían la entrada en prisión de un tipo infecto que representa la degradación a la que hemos llegado la sociedad catalana y del que nos habremos olvidado en dos meses o menos, y no sé qué mas. Lo del covid, claro, pero la cobertura informativa de ese asunto son quince minutos fijos, totalmente intercambiables con cualquier día. Cuando acabe el año, si resaltáramos los hechos acaecidos lo del rover de Marte estaría en los primeros lugares; desde luego, dentro de 40 años sí lo estará como hecho histórico del 2021.

Diana Trujillo es una colombiana, de Cali, que con 17 años y al día siguiente de terminar su bachillerato se fue a los Estados Unidos. Tenía un sueño. Y 300 dólares, ya ven para qué dan, pero sobre todo las ganas de salir adelante por sí misma que tienen las sociedades no anquilosadas. Y se puso a trabajar en una panadería. Y a limpiar casas. Así se sostuvo para aprender inglés y pagar los estudios en la Universidad de Florida (privada, no pública). Y se licenció en ingeniería aeroespacial. Y no se detuvo ahí. 

Una vez en la NASA, Trujillo pasó por varios departamentos, llegando a ser la jefe del departamento de ingeniería de los rover de Marte, y una de las personas clave del éxito de la misión del Perseverance. De verdad, miren el siguiente vídeo (es solo minuto y medio):


Diana Trujillo es una mujer. Ingeniera aeroespacial. Y con un cargo de mucha responsabilidad en un proyecto de muchos, pero que muchos, millones de euros.

Nada de esto, por supuesto, se dice en las noticias; como mucho, en las páginas de ciencia de los pocos periódicos que aún las tienen; pero ¿quién las lee?

En vez de dedicarse a quemar contenedores y a provocar algaradas callejeras, los jóvenes deberían fijarse en Trujillo. No ponerse excusas sobre lo difícil que lo tienen ellos para salir adelante.

Y en cuanto a la Administración... si de verdad quisiera que hubiera más mujeres ingenieras debería publicitar lo que ha hecho Trujillo. Es la prueba viviente de que sí se puede. Y pocas podrán decir que lo tienen más difícil de lo que ella lo tuvo.

sábado, 27 de febrero de 2021

Volviendo a los monasterios

 https://www.youtube.com/watch?v=mDZG-BM3AoI

 


Hace relativamente poco le criticaba a un joven ingeniero que el plano de sección que me mostraba carecía del sombreado que indica lo que se secciona. Cuál no sería mi asombro cuando el joven no entendía de qué le hablaba. Y es que, por lo que me contó, no sabía que era ese sombreado: nunca había estudiado Dibujo Técnico. Quizá fue entonces cuando comprendí lo que pasaba.

Desde hace muchos años vengo observando un descenso en el nivel de la enseñanza de los ingenieros. Pero siempre pensaba "bueno, ya les enseñará la vida". No me importaba que no aprendieran en la universidad, daba igual que un ingeniero no entendiera la fatiga de los metales; ya lo aprendería luego.

Poco a poco me fui dando cuenta de otro detalle: el arte del croquis se está perdiendo. El otro día me pasaron un plano de una escalera. Era incomprensible, así que el lunes, por pura diversión, le pediré a la arquitecta que me envíe el corte vertical de la escalera; y se lo pondré fácil, no le pediré un plano formal, sólo un croquis a mano alzada. Estoy seguro de que tardará unos días, pero me enviará un plano formal: no sabrá hacer croquis a mano. Me atrevo a decir que no conozco a ningún ingeniero menor de 50 años que haga croquis a mano alzada.

Es curioso: la vida no está enseñando a los ingenieros a hacer croquis a mano alzada. Y, sin embargo, el no saber croquizar no está deteniendo a los nuevos ingenieros. ¿Qué está pasando? Es simple: es un saber que ya no es necesario. Es como el joven ingeniero que no sabe representar un corte en sección. No sabe y no aprenderá, porque no lo va a necesitar. Con el diseño por ordenador, el BIM y todo eso, ese conocimiento es inútil. Teniendo en cuenta que el propio ordenador se comunica con las máquinas que fabrican, las representaciones y los criterios de dibujo destinados a facilitar que un operador humano entienda lo que se hace carece de sentido. Sé que suena pedante, pero es verdad: la cantidad de saberes de los que carecen los nuevos ingenieros nos haría enrojecer a los antiguos. Y si bien hasta ahora yo pensaba "es joven, ya aprenderá", hoy en día soy de otra opinión. Veo que todos los jóvenes son así, y veo que no aprenden. Y veo que con ordenadores que hacen el trabajo por ellos esos saberes no les son necesarios.

Entonces pienso que es un poco como la pérdida del saber que se produjo en la decadencia y tras la caída del imperio romano, que el saber de entonces quedó recluido en los monasterios, y ni siquiera todo, sólo una parte. Y que durante mil años apenas se produjeron avances y no salieron en esa sociedad genios que la hicieran avanzar.

Quiero decir, es algo que ya ha pasado antes. La pérdida colectiva de saberes. Nos cuesta creer, porque España fue el lugar donde menos se perdió el conocimiento tras la caída del imperio de Occidente (supongo que los visigodos fueron los menos bárbaros de todos, o también porque antes de las invasiones habían sido el pueblo que más había estado en contacto con los romanos y siempre se esforzaron en mantener la relación), pero por ejemplo en Inglaterra volvieron a la edad de piedra, ni si quiera a la del bronce. Hasta el punto de que perdieron el conocimiento de cómo hacer ladrillos y tejas.

Pues bien, pienso que ahora nos está pasando algo parecido. Por lo menos en España. España está perdiendo, como sociedad, saberes. Y es que el saber no va sólo por épocas, también por países: no es el mismo conocimiento tecnológico el que tiene Alemania que el que tiene Etiopía, por ejemplo. Pues España va perdiendo el suyo. Llegará un momento en el que el conocimiento nos vendrá de fuera. Y no nos vendrá todo: muchas cosas no sabremos hacerlas. No seremos capaces.

La trampa de esto es que es un proceso gradual. Lento. De manera que todos conocemos casos de ingenieros jóvenes que inventan, que desarrollan, que descuellan. Claro que sí. Pero cada vez serán menos. Cada vez estos se irán antes a Estados Unidos, a Alemania, a Japón. Llegará un momento en que seguiremos teniendo ingenieros españoles inventando, sí, pero estarán allí. Y, como los romanos, no lo veremos venir. Es lo que yo denomino una jaula Daniel Quinn, una en la que no te das cuenta que te estás metiendo hasta que ya no puedes salir.



Mariachi Chávez - El cascabel

sábado, 7 de noviembre de 2020

Estudiar Ingeniería hoy

https://www.youtube.com/watch?v=jsKqR--oUno



Un año más, las notas de corte de muchas ingenierías son las más bajas. Es cierto que Ingeniería en vehículos aeroespaciales tiene un 11,658 como nota mínima, pero eso tiene truco: ofertan 60 plazas. Si ofertaran 390, como en Enfermería, estoy seguro de que con un 5 se entraría: no es fácil encontrar por estos pagos 390 estudiantes que quieran dedicar su vida a diseñar vehículos aeroespaciales. Para estudiar una ingeniería de tecnologías industriales no hace falta un 10, y tal y como están diseñadas las PAU actualmente, para no obtener un 10 hay que ser bastante paquete. Bueno, pues hay paquetes estudiando ingenierías. Ingeniería de sistemas de telecomunicación sólo oferta 20 plazas, y aun así han entrado alumnos con un 8,936. Ingeniería civil en la UPC, 8,626. Ingeniería mecánica en la UPC, 225 plazas, un 7,556. Electrónica de telecomunicaciones en la UAB, 20 plazas, 6,31. Diseño industrial en la UPC, 100 plazas, 5,566. En la UAB piden un 5. Vamos, que me los imagino repartiendo flyers cerca de las discotecas y los profesores animando a la gente que pasa por la calle a entrar y matricularse. Ingeniería geológica y ambiental en la UPC, 5. Tecnologías industriales en la UPC, 5. Obras públicas en la UPC, 5. La lista es enorme. Si usted no se empeña en diseñar el rover de Marte, puede estudiar ingeniería.

Parece ser que, como siempre, hay pocas chicas. Claro que uno podría decir que tampoco hay muchos chicos, así que no hay que rasgarse las vestiduras: podría razonarse que las ingenierías son para pringados y que las chicas se las apañan para no acabar ahí.

Por otro lado, las ingenierías arrastran un sambenito de ser carreras duras. Es obvio que si se matriculan paquetes, la tasa de suspensos será mucho más alta que en medicina, a la que sólo llegan los mejores de cada curso.

Todo esto, claro está, no me llena de orgullo y satisfacción. Preferiría que hubiera tortas para entrar, pero no en la diseño de rovers en Marte. Que, dicho sea de paso, es posible que sea una necesidad en el futuro, pongamos dentro de 40 años, pero hoy en día... no sería la especialidad que aconsejase. No, me gustaría que la pugna fuera en las ingenierías básicas, las troncales. Lo curioso es que esto ocurre en algunos sitios. La ingeniería mecánica que pide un 5 en la UPC pide un 10,82 en Valencia. Pero son pocos los casos, muchos de ellos con dobles titulaciones (esto no lo he terminado muy bien de entender, puede que sea demasiado antiguo: no sé para qué quiere un ingeniero tener además una titulación en matemáticas o en física).

No sé porqué es. Quizá, porque la gente sepa el dinero que ganamos los ingenieros. Bromas aparte, yo creo que es un problema que atañe a todo el país. Que sus chicos no quieran ser ingenieros.

Es posible que la culpa sea porque en realidad el pueblo llano no sabe bien qué hacen los ingenieros. Y no basta con decirles que somos los que tomamos las decisiones inteligentes en este país. Yo mismo, calculista de estructuras. Cuando digo que soy calculista siempre veo una cara de extrañeza. ¿Y qué calculo?, me preguntan. Estructuras, respondo sabiendo que la cara va a cambiar a ignorancia completa. ¿Eso qué es? La gente no sabe lo que es una estructura. Lo explico, y las siguientes preguntas son si eso se calcula, y si eso no es cosa de arquitectos. Pues imagínense ustedes explicar la misión de un ingeniero en una fábrica. Normal que los chicos no quieran ser ingenieros. En sus vidas hay médicos, enfermeros y farmacéuticos. Maestros, filologos y profesores de química, física o matemáticas. Les enseñan informática, ven a los políticos y saben del trabajo de los periodistas y los arquitectos. Saben de los cocineros de élite y de las escuelas de cocina. Pero no aprecian el trabajo de los ingenieros. Teclean, pero no se paran a pensar cómo se fabrica un teclado, una pantalla o un ordenador. La silla en la que están sentados y la mesa que tienen delante. La ropa que visten o cómo se consigue llenar una despensa. No, son cosas que se dan por... Que ni se dan. Que ni se plantean. Y vale que es lógico, no podemos saber de todo ni nuestro cerebro puede estar constantemente planteándose las preguntas de lo que no sabe, pero no estaría de más que en algún momento en las escuelas los maestros les hicieran reflexionar a los chicos y les dijeran: nosotros no sabemos cómo se hacen las cosas, los ingenieros sí.




Amalia Mendoza - Échame a mí la culpa

domingo, 12 de abril de 2020

Industrias hidráulicas Pardo


Industrias Hidráulicas Pardo (www.pardo.es) es una fábrica de Zaragoza de camas para uso hospitalario o equivalente. Hace muchos años, aprovechando que un compañero era ingeniero en IHP, visité sus instalaciones.

Desde entonces, siempre que estoy en este tipo de sitios (hospitales, no fábricas) me fijo en la marca de la cama. Y si es de IHP me invade un cierto sentimiento de orgullo: ¡se hizo en Zaragoza!

Todo esto viene a cuento de que hoy, en la sección Hace 50 años del Heraldo de Aragón venía este breve: 
"Un inventor zaragozano revoluciona la construcción de muebles. Don José Pardo Herrera ha sido galardonado con la medalla de plata de la XIX Exposición Internacional de Inventores de Bruselas. El invento permite a un niño el manejo de una cama de noventa y cinco kilos".

domingo, 23 de septiembre de 2018

Entropía





De todos los conceptos que nos enseñan (nos enseñaron) en la escuela, yo pienso que el más difícil de entender es el de la entropía. En las asignaturas de lenguas puede que haya conceptos complejos, figuras literarias y cosas así, y también en filosofía: la lógica y sus silogismos, algunas falacias. No cabe duda de que las ideas de muchos filósofos (Hegel y, de hecho, cualquiera que fuera alemán) son incomprensibles por el alumno medio; pero es por lo embarullado de las ideas del alemán, su retorcida visión de las cosas. Entender a Kant no es fácil, pero lo es por la grandeza de su pensamiento: por fuerza la explicación del Universo ha de ser compleja.

También hay dificultades en las matemáticas. Permutaciones, combinaciones, variaciones. El producto vectorial. Las series y las sucesiones. Sí, hay muchas ideas complicadas. Pero por áridas o por farragosas: bien explicadas, el estudiante se da cuenta de que no tienen ninguna dificultad. 

En las ciencias están la mayoría de las cosas incomprensibles. Ya que, a diferencia de las filosóficas, no son el resultado de razonamientos sino la descripción de realidades de la Naturaleza que no sentimos. Por ejemplo, el momento angular. No es sencillo explicar qué es el momento angular, fuera de que es algo que se tiene o no se tiene y el ejemplo universal de la patinadora. Tampoco creo que se explique bien qué es la temperatura y porqué es diferente del calor, porqué puede uno congelarse al instante en un ambiente que esté a 1000 grados. Y, por supuesto, hay cosas que es que, simplemente, no sabemos. La gravedad, por ejemplo. Son cosas que por suerte conocemos por la vida misma, no necesitamos que nos las enseñen en la escuela.

Claro que hay muchos interrogantes, pero es que la escuela es una educación básica; para saber más, para entender mejor las cosas, ya están los siguientes niveles de enseñanza.

Y luego está la entropía.

La entropía es un concepto fundamental de la Termodinámica (que es la fuerza que mueve al mundo). Recuerdo que ya cuando empezaron a explicarla, en el colegio, mi padre me advirtió que la Termodinámica y su 2ª ley eran muy importantes, pero que eran muy difíciles de entender. La 2ª ley, claro está, es la de la entropía. Y es una ley muy fácil: la entropía siempre aumenta.

Bien, en la Universidad estudié un año entero de Termodinámica. Amén de posteriores asignaturas directamente relacionadas. Y tampoco allí supieron explicar bien qué es la entropía.

¿Qué es la entropía? Ya digo que es difícil de explicar. Como prueba el hecho de que la citada 2ª ley de la Termodinámica no tiene un enunciado tan claro como el que he hecho. La entropía es que el calor siempre pasa del cuerpo caliente al frío. ¿Es eso la entropía? Claro que no, pero también es una manera de enunciar la 2ª ley. Así que algo debe tener que ver la entropía en eso de que el calor va del caliente al frío. Pero suele definirse la entropía como la medida del desorden. Las cosas tienden a desordenarse, por lo que la entropía siempre aumenta. Ordenar cuesta esfuerzo, que se invierte en reducir la entropía. Pero mirando más allá, ese esfuerzo se ha obtenido a costa de algo, y ese algo ha supuesto un desorden mayor que el que ha ordenado el esfuerzo. La 2ª ley.

(Aviso: es cierto, no entiendo bien la entropía, ni su sentido físico. No sé decir qué mide. Y es posible que las elucubraciones de este artículo sean erróneas).

¿Porqué es importante la entropía? Pues porque siempre aumenta. Y cuando ya no pueda aumentar más, el Universo se detendrá por completo. Se habrá acabado todo. Cada acto que cometemos aumenta la entropía del Universo.  Así que cada acto que cometemos nos acerca más al final. Pero esto no es normal. Entiendo que en el principio la entropía sería 0; no puede ser negativa. Con el Big Bang la entropía empezó a aumentar. Y resulta que la cantidad admisible de entropía es finita, y cuando se alcance, fin. Ya no sucederá nada más, porque ya no podrá aumentar más la entropía. 

Pero, por supuesto, la entropía no se puede medir. No hay entropiómetros.

¿Ustedes lo entienden? Yo no, pero una cosa está clara: debe ser algo muy importante, porque se enseña en la escuela. Y si allí se enseña un concepto tan extraño, es que debe ser importante.

Pues bien, la misión de los ingenieros es reducir la entropía.

Sí, ya sé que suena muy raro y que la inmensa mayoría de los ingenieros no sabe que ésa es su misión, pero lo es. Aquí, me temo, interviene la formación que he tenido como ingeniero: en mi plan de estudios era muy importante la Termodinámica. Y lo ilustraré con un ejemplo.

No sé si saben qué es el coeficiente volumétrico. En un motor térmico (verbi gratia, el motor de un coche), es un parámetro que se refiere al proceso de introducción del combustible en la cámara del pistón. Pues bien, en la práctica la única manera de mejorar el rendimiento de un motor (está claro que nos interesa a todos) es mejorar el coeficiente volumétrico. El resto de parámetros ya no podemos mejorarlos apenas. Y de ahí vienen las cuatro válvulas por cilindro, la inyección, el "turbo", etc. Pero el rendimiento del coche no viene sólo por el rendimiento del motor: hay muchos más detalles que influyen. El más conocido es la resistencia del viento: la aerodinámica. No tiene sentido que la energía del motor se invierta en vencer toda la resistencia del viento, cuando un diseño cuidadoso de la carrocería puede encargarse de la mayor parte. Otro aspecto, que suele pasar desapercibido, es la salida de los gases de escape: a fin de cuentas, la mezcla de aire y combustible que entra en el cilindro tiene que expulsar los gases que ya están dentro, ¿no? Pues entonces, si conseguimos facilitar el escape de estos gases estamos quitando una tarea más al motor. De ahí los colectores, los escapes múltiples, etc.

Pero lo bueno es que todo importa. Por ejemplo, cuando hablo de la aerodinámica de un coche todo el mundo piensa en el morro afilado, en los retrovisores carenados, etc. Pocos piensan en los spoilers traseros, tan de moda en los ochenta, en el diseño en general de la trasera del coche. Y sin embargo importa y mucho: si el diseño es poco cuidadoso, el aire que deja atrás el coche en su avance no está encauzado y no sabe qué hacer, formando pequeños remolinos. ¡Ay! Estos remolinos los está generando el vehículo, luego está empleando la energíad e su motor en hacerlos. Si el diseño de la carrocería consigue eliminar los remolinos traseros, el motor se podrá dedicar más a lo que se trata.

No sé si captan la idea: todo influye. Unas cosas para bien y otras para mal. Y la tarea de los ingenieros es eliminar lo que afecta para mal e introducir lo que afecta para bien.

Podríamos definir la entropía como la medida de la ineficacia. Lo que contribuye a consumir energía, a hacer algo ineficaz (por ejemplo, el rozamiento), aumenta la entropía. Lo que contribuye a aumentar la eficacia, disminuye la entropía. Claro que, como siempre hay ineficacias, globalmente la entropia siempre aumenta. Así que lo que podemos conseguir es que aumente lo menos posible. Graficamente podríamos verlo como una pelota que dejamos caer contra el suelo. Si el proceso fuera ideal, la pelota rebotaría y volvería a nuestra mano. Se diría entonces, que el proceso ha sido reversible, y podríamos repetirlo hasta el infinito. Pero la realidad no es ideal, y la pelota no vuelve a la mano: parte de la energía de la pelota se invierte en vencer el rozamiento del aire, y parte en la deformación de la pelota durante el choque. Para que el proceso pareciera reversible (es decir, que volviera a la mano), tendríamos que haberle comunicado algo de fuerza. Pero eso no podríamos repetirlo hasta el infinito, ¿vertdad? Pues bien, la labor del ingeniero sería conseguir que la pelota rebote lo más alto posible, para que haya que emplear la menor energía en el proceso. ¿Cuánta energa cree que existe en el Universo? Desde luego, mucha, sí. Pero necesariamente ha de ser un número finito (si el Universo es finito, y si no lo es hemos de no creer en el Big Bang). ¿Qué pasará cuando la energía total se haya agotado? Pues eso. No, en realidad no es así: sabemos (creemos) que la energía (junto con la masa) ni se crea ni se destruye, sólo se transforma. Así que la suma total de energía del Universo permanece constante. Pero no lo miremos así: pensemos en "la energía aprovechable". Por ejemplo, si quema usted carbón obtiene energía que puede aprovechar. Con poco oxígeno, el carbón se habrá convertido en CO, que aún podría volver a quemar y obtener más energía. Entonces obtendría CO2, y fin del proceso. Ya no puede quemar el CO2 y no obtendrá energía de él. Ésto, más o menos, es lo que pasa con la entropía.

En fin, mucha divagación por mi parte, porque nunca entendí bien qué es la entropía.

De ahí que, como ingeniero, mi misión es disminuir la entropía. Y un efecto colateral es que tiendo a ver las cosas como procesos en los que hay que disminuir la entropía. En palabras de la calle, siempre pienso que cosas no salen gratis.

Cualquier detalle tiene su repercusión. El aleteo de la mariposa que causa un tifón en Hong-Kong, pero por una confluencia de infinitas circunstancias. Ergo cada una de ellas tuvo su parte en la consecuencia, en el tifón.

Pues tiendo a pensar que en la vida todo es así. Cualquier error se paga. Tarde o temprano. La sociedad es una máquina, todos somos máquinas, y cualquier así como ajuste repercute, cualquier decisión influye. La siembra produce la cosecha meses después. La formación, años después. No estudiar, quizás semanas después. Una decisión política, lustros; algunas, décadas. Y siguen influyendo durante generaciones.

Así que me da rabia el cortoplacismo de las personas. El no ver que el resultado inmediato no es el único resultado. Y que, hagamos lo que hagamos, la entropía siempre aumentará. Me da rabia que no todos luchemos para que ese aumento sea el menor posible.

Y sin embargo, no sé bien qué diantres es la entropía.





Radical Face - Welcome home

miércoles, 18 de octubre de 2017

L'École polytechnique




El otro día escribí sobre la universidad española. La verdad es que no tengo una buena opinión sobre nuestra universidad; no la tengo sobre el sistema educativo en España, ni sobre los valores que los españoles intentamos transmitir a nuestra descendencia, ni sobre el nivel del profesorado de la universidad. Cada una de estas razones, por sí sola, no bastaría para mi pesimismo si las otras dos fueran positivas, pero la suma de las tres es definitiva.

Una excepción es nuestro sistema de formación de médicos. 

En primer lugar, elige a los mejores estudiantes; además (y recalco que es sólo mi opinión, no tengo estudios que lo corroboren), son los estudiantes que más han trabajado. Hay, es cierto, alumnos brillantes con notas muy altas que eligen carreras técnicas o de muy alto nivel, pero estoy seguro que la brillantez de esos alumnos proviene de mentes privilegiadas, de ser unos cerebros, con auténtico talento para las disciplinas que eligen. En cambio, los alumnos de medicina, en general, hincan los codos a conciencia desde varios años antes de la selectividad; sus notas son fruto de que son listos, sí, pero sobre todo de su trabajo. 

En segundo lugar, el proceso es especial. No mantienen el esquema Bolonia, sino nuestro tradicional plan de 6 años, con el que se consigue el título genérico de doctor en medicina y cirugía. Luego preparan una dura oposición para entrar en el programa nacional MIR ("médico interno residente"). En este programa, los mejores escogen primero, y los médicos alumnos trabajan durante cuatro años en hospitales en un completo programa de formación. En definitiva, los 11 años de formación específica en medicina no se los quita nadie.

Y en tercer lugar, por las peculiaridades de nuestro sistema sanitario (tan diferente, por ejemplo, del estamento de los ingenieros industriales), los profesores que tienen son buenos... en la etapa de Facultad. En la etapa MIR, es la vida misma, el oficio, los que les va a enseñar. 

Creo, por lo tanto, que de momento el nivel que tenemos de formación de los médicos   se mantiene en "bueno". En envidiable, la verdad.

Clave en todo esto ha sido, por descontado, la negativa del gobierno a introducir el plan de estudios de Medicina en el famoso Plan Bolonia. Yo, como puede deducirse con facilidad a partir de mis escritos anteriores sobre el tema, no tengo ni repajolera idea sobre si el plan Bolonia es bueno o no, pero les confesaré una cosa: cuando me dijeron que Medicina estaría fuera, me convencí que no era bueno. No podía serlo, si no querían que afectase a la formación de los médicos.

Y la puntilla definitiva a mi opinión sobre Bolonia llegó cuando me dijeron que Francia también había excluido a la Escuela Politécnica de París. Aceptaban que los ingenieros corrientes se educaran según Bolonia, pero los de su escuela de ingenieros de élite, no.

La Escuela Politécnica de París, l'X, no forma ingenieros: forma super-ingenieros.

La X, l'X, fue fundada en 1794. Tiene su gracia que la fundaran, porque ese mismo año guillotinaron a Lavoisier (al que dedicaré mi próximo artículo) tras juicio sumarísimo en el que el presidente del tribunal declaró que "la República no necesita ni sabios. ni químicos". También es cierto que menos de tres meses después guillotinaron a este presidente de tribunal. Y, ya puestos a explicar las cosas, ese tipo era abogado de profesión. ¡Caray, es que ni los nazis habrían ejecutado a Lavoisier! Más aún quizá algún día escriba sobre el mentado presidente: tras la caída de Robespierre (que se asocia con el fin del Terror) nuestro personaje fue uno de los que tuvo que escapar... y no lo consiguió. Le engancharon y le aplicaron los mismos métodos judiciales que él aplicaba a "sus víctimas". Con, claro está, el mismo final. Eso sí, a él no le juzgó el "tribunal revolucionario" (suspendido con Robespierre), sino un tribunal criminal de su distrito. O no, ya que figura como último condenado del tribunal revolucionarlo. La verdad es que la Revolución Francesa es, aunque apasionante, un follón de nombres y hechos. Que, sin embargo, deberíamos estudiar todos a fondo y aprender de la experiencia. Y, como no lo hacemos, así nos va.

A lo que iba. Dos meses después de la muerte de Coffinhal (sí, el presidente que no necesitaba sabios), supongo que entre los jacobinos habría algunas mentes un poco lúcidas que se darían cuenta que si todos sus cerebros emigraban o les separaban la cabeza del tronco, difícilmente mantendrían a Francia libre (dicho de otra manera: sin ingenieros, sin gente que inventara o que supiera hacer las cosas, Austria, Prusia y Gran Bretaña les daría pa'l pelo y serían ellos, los jacobinos, los que se quedarían sin cerebro). El caso es que decidieron que tenían que tener una escuela de talentos, y la fundaron. A Napoleón le gustó la idea, y cuando le llegó el turno la apoyó. Y luego fue ya imparable. Era l'X.

No sé por qué en España no tenemos un equivalente a la X. Supongo que es cuestión de caracteres: la soberbia del francés le hace pensar que es el mejor del mundo, y por lo tanto debe tener la mejor escuela de ingenieros del mundo; la soberbia del español le hace pensar que él no necesita ninguna escuela, y menos aún que alguien vaya a enseñarle algo a él. El hecho cierto es que en España no tenemos una X.

O quizás ésa es la diferencia: a Coffinhal, los franceses le cortaron la cabeza. Nosotros, a los licenciados en Derecho que opinan que no necesitamos sabios ni químicos los hacemos presidentes del gobierno.

En fin: quien quiera saber más sobre la Polytechnique, en la wikipedia encontrará más información.  Lo importante es que es una escuela de élite de ingenieros, y que el gobierno de Francia aceptó que sus ingenieros normales se formaran con el plan Bolonia, excepto sus ingenieros de l'X. Por algo será.





Paco Ibáñez - La mala reputación
 

sábado, 12 de agosto de 2017

Coolidge





Cualquier paleto sabe reconocer la cara de Einstein y ha oído hablar de Isaac Newton y de la historia de la manzana. En cambio, nadie sabe quién fue William Coolidge, y yo diría que Coolidge hizo más que ellos por sacarnos de las cavernas; claro que Coolidge era ingeniero, y su trabajo era precisamente ése: sacarnos de las cavernas.

¿Cuál es la diferencia fundamental que diría usted que hay entre la vida en el siglo XIX y la vida en el siglo XX? Un buen intento sería el motor de explosión y los automóviles, peron la vida en gran parte de la Tierra transcurrió durante gran parte del siglo XX sin motorizarse. Otro buen intento sería el teléfono, pero de nuevo tampoco, por las mismas razones que la motorización. No, en mi opinión el cambio que se produjo con el siglo, que diferencia una escena de uno con otra del otro y que, de hecho, cambió nuestros hábitos de vida, y lo primero que exigimos (incluso antes que el agua corriente), es la luz eléctrica. No la electricidad, que se controló desde 1830, sino la luz elećtrica: la bombilla incandescente.

¿Y qué tiene que ver la bombilla incandescente con Coolidge, si es un invento de Thomas Edison? Pues de eso va esta historia.

Sabemos que Edison "inventó" la lámpara de incandescencia. El fundamento es sencillo: la corriente eléctrica circula a fravés de un filamento, el filamento opone resistencia al paso de la corriente y al hacerlo se calienta, y cuando la temperatura que alcanza irradia la energía en una longitud de onda visible, "irradia luz". Edison empleó carbono para hacer el filamento, y la clave de su invento es que el filamento estaba en un bulbo de cristal en que había generado el vacío; gracias a este vacío, su bombilla llegaba a durar 40 horas. Esto es importante, porque de hecho la bombilla incandescente había sido inventada varias décadas antes, pero no eran viables más allá de los laboratorios. Por cierto que tampoco lo del vacío era un descubrimiento de Edison: en 1840 Warren de la Rue había patentado una bombilla incandescente basada en un filamento en el interior de un tubo de vacío, pero esa bombilla tenía un problema: el filamento era de platino, ya que en 1840 no se conseguía nunca un vacío perfecto (prueben ustedes si creen que es tan fácil), y siempre quedaba algo dentro del tubo. La razón del platino era que incluso a la temperatura de incandescencia era químicamente inerte, pero, claro, platino. La bombilla de Edison era mucho mejor que las bombillas anteriores, sí, pero convendrán conmigo que necesitaba mejoras.

Ahora bien, Edison era un fenómeno y fundó muchas empresas para explotar muchas de sus patentes, pero también consiguió que muchimillonarios como Vanderbilt le apoyaran económicamente y fundó una compañía muy especial, la General Electric, para en resumen seguir sus investigaciones.

Y la General Electric, una de las cosas que hizo, fue contratar a Coolidge para que mejorara la bombilla de Edison. Para entonces ya habían conseguido alargar la vida de las bombillas hasta 1.200 horas, pero todavía eran bastante rupestres. Los problemas los podríamos establecer en dos bloques: la cantidad de luz que irradiaba el filamento en proporción a la energía eléctrica necesaria, y el prblema de fabricar el vacío. En 1904, un húngaro , Sandor Just (Just Sandor para los húngaros, su apellido delante), patentó que el filamento fuera de tugsteno y estuviera en una bombilla con un gas inerte en vez de vacío, lástima que se rompían de sólo mirarlas y que los filamentos de tugsteno, en 1904, no eran fáciles de fabricar. Y aquí entra Coolidge.

¿Sabe usted cómo se extraen los metales de la tierra?

¿Sabe usted porqué la plata y el oro llamaron la atención desde el principio? Pues porque no estaban oxidados.

¿Y sabe usted porqué, desde que aparecieron los primeros seres unicelulares, pasaron miles de años hasta la explosión de las formas de vida? Pues porque no había oxígeno, en la atmósfera. El oxígeno, en su estado libre, no era uno de los componentes que formaron el planeta Tierra. Hace 3.850 millones de años aparecieron los primeros seres unicelulares, denominados cianobacterias. Las cianobacterias se nutrían del CO2, un componente en aquella época muy abundante, y liberaban el oxígeno que contenía el CO2. Las cianobacterias tardaron 2.000 millones de años, puede que más, en conseguir una concentración de oxígeno en el aire de apenas el 1% (hoy en día es el 21%), no hablemos ya del ozonos, O3, que también será necesario. ¿Qué pasó, qué mantenía el oxígeno tan bajo? Los metales. En que aparecía oxígeno, los metales se oxidaban. Sólo cuando se oxidaron todos los metales oxidables, empezó a sobrar oxígeno y a acumularse en el aire.

El caso es que los metales se extraen de la tierra bien combinados con el oxígeno (el hierro, estaño, aluminio, cromo, tugsteno, manganeso, berilio y titanio), bien con el azufre formando sulfuros (el cobre, plomo, cinc, níquel, antimonio, bismuto, cadmio y molibdeno). Y uno puede separar el metal (su óxido o su sulfuro) por medios mecánicos hasta cierto punto, pero la separación definitiva ha de ser empleando la Química. Y ¿saben qué ocurría? Que cuando se conseguía separar el oxígeno o el azufre, el metal resultante se obtenía en polvo. Luego, ese polvo se puede sinterizar, extraño palabro para los que no son metalúrgicos, que consiste en comprimir el polvo (y cuanto más fino el polvo, mejor) en forma de lingotes, llevarlo casi al punto de fusión del metal y seguir comprimiendo: el emtal se cohesiona, y lo que se obtiene es un lingote macizo.

Seguimos con Coolidge. Gracias a Sandor Just se sabía que el tugsteno (que se había identificado ya en 1781 y que, por cierto, los primeros en obtenerlo en 1783 fueron dos químicos, hermanos ¡de Logroño!: Juan josé y Fausto Elhuyar) era el material ideal para los filamentos de las bombillas, pero no había técnica para fabricar alambre del grosor necesario a partir del polvo de tugsteno. Coolidge vio claro el problema, y que para resolverlo tenía, como primer paso, que estudiar el tugsteno. Y descubrió que el tugsteno tenía una curiosa propiedad: los lingotes eran frágiles a la temperatura ambiente, pero poco antes de la temperatura de sinterización se podía trabajar y mejorar sus propiedaddes, de forma que a temperatura ambiente conservaba la ductilidad, gracias a lo cual se podía estirar en alambres... finos como el filamento de una bombilla.

Por cierto, un chascarrillo: un uso que usted no conocerá del tugsteno es... falsificar el oro. El tugsteno tiene casi la misma densidad que el oro, así que basta con dorarlo para que dé el pego. E incluso (se cuenta aquí) se ha quitado oro de lingotes y se ha rellenado con tugsteno.

Y es que el tugsteno tiene muchas curiosidades. Por ejemplo, es el elemento que funde a más alta temperatura (3.422 grados Celsius) y se vaporiza a 5.930 grados, dos menos que el Renio que es el que lo hace a mayor temperatura.

La General Electric contrató a Coolidge en 1905. En 1909 consiguió el "tugsteno dúctil", y desde 1911 las bombillas tuvieron un filamento de tugsteno.

Coolidge inventó también en 1913 el "tubo Coolidge", para los rayos X y que aún se usa (y que incluye un filamento de tugsteno, ja ja): gracias a Coolidge se desarrolló la medicina radiológica.

Ya ven: Coolidge era un crack. Pero era ingeniero, y quizá por eso no es famoso. Era un profesional, lo contrataron, dirigió un equipo de técnicos e hizo su trabajo. Sí tuvo reconocimiento, pero por alguna razón los premios entre ingenieros no llaman la atención del público, y cien años después hay que ser un técnico muy especializado para saber de él. Es igual, estoy seguro de que Coolidge no buscaba la gloria y la fama: como he dicho, era un ingeniero, lo contrataron e hizo su trabajo.

Nota adicional: si siguen el enlace de Wikipedia que he puesto sobre los premios que ganó, verán que unos días antes de su muerte lo eligieron para el salón de la fama de los inventores americanos. Suena muy bien, pero no crean que es un reconocimiento justo a sus méritos: en este salón, como quizá en casi todos los "salones de la fama", los primeros incluidos son inventores de tomo y lomo, pero a medida que pasan los años el nivel medio para entrar baja, y hoy en día... ¡buf! Eso sí, Coolidge es de los primeros: el 7º. Lo triste (para mí) es que ingresó por su tubo de rayos X, no por la mejora de las bombillas de su jefe (Edison murió en 1931).

En fin, para mí Coolidge es uno de los que más ha hecho para sacarnos de las cavernas. Se merece un poco más de reconocimiento, digo yo. 




Meat Loaf - Bat out of Hell