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miércoles, 9 de septiembre de 2020

Mis versículos favoritos VII: cómo casar a una hija fea

https://www.youtube.com/watch?v=AEVG_HIr-zI 

 

 

 La versión digamos "oficial", la que tendría un hombre culto que conociera el pasaje, diría más o menos:

Al cabo de un mes, Labán le dijo a Jacob: - ¿Quieres servirme por nada? Dime qué quieres.

 - Te serviré durante siete años - respondió Jacob-, si me das como esposa a tu hija Raquel.

 Y trabajó durante 7 años, para tener como esposa a Raquel; tan grande era su cariño por ella.

Pero, el día de la boda, Labán quiso que se casase con Lía, la mayor, y dijo: -¡Entre nosotros no se acostumbra a casar primero a la menor! Sírveme durante otros siete años, y tendrás a Raquel.

En aquellos tiempos se podía tener más de una mujer. Y Jacob sirvió a su tío durante otros siete años.

Es la versión de La Biblia de los niños, que en esencia se parece a lo que más o menos uno recuerda. Solo que la cosa no fue del todo así, hay algunos matices más.

Como antecedentes, Jacob había huido de su familia por una jugarreta que le había hecho a su hermano (algún día hablaré de ella) y se había escondido en la tierra de sus ancestros (hay que recordar que el abuelo, Abraham, era caldeo, y su abuela Sara, y su padre Isaac y también la madre de Jacob). Le acogió su tío Labán (que ya se las había tenido con el padre, su cuñado), y al cabo de un mes  de estar de gorra Labán, que no puede tenerle con estatus de esclavo ni quiere tenerle como un hijo, pretende pagarle un salario, y le pregunta qué quiere. Y Jacob le pide a su guapísima hija Raquel.

Raquel tenía una hermana mayor, soltera. Y pasados los siete años, seguía soltera. Así que Labán urdió un plan para casarla.

Ésta es la versión completa de lo que pasó:

Labán dijo a Jacob: "¿Acaso por ser pariente mío me vas a servir de balde? Dime qué salario quieres". Labán tenía dos hijas: la mayor se llamaba Lía y la menor se llamaba Raquel. Lía tenía ojos apagados; Raquel era de buen tipo y bello semblante. Jacob, que se había enamorado de Raquel, le dijo: "Te serviré siete años por Raquel, tu hija menor". Labán respondió: "Mejor es dártela a ti que dársela a un extraño. Quédate conmigo". Jacob sirvió por Raquel siete años, que le parecieron unos pocos días, de lo enamorado que estaba.

Jacob dijo a Labán: "Se ha cumplido el plazo; dame mi mujer para que cohabite con ella". Labán reunió a todos los hombres del lugar y les ofreció un banquete. Por la noche tomó a su hija Lía y se la llevó a Jacob, que se acostó con ella. Además, Labán designó a su criada Zilpa como criada de su hija Lía. A la mañana Jacob vio que era Lía, y dijo a Labán: "¿Qué me has hecho? ¿No te he servido por Raquel? ¿Por qué me has engañado?". Labán replicó: "No es costumbre en este lugar dar la menor antes que la mayor. Completa la semana nupcial de esta y te daré también la otra, a cambio de que me sirvas otros siete años". Jacob aceptó y, cumplida la semana de esta, Labán le dio por mujer a su hija Raquel. Además, Labán designó a su criada Bilá como criada de su hija Raquel. El cohabitó también con Raquel y amó a Raquel más que a Lía; y se quedó a su servicio otros siete años.

Génesis 29, 15-30 


¡Acabáramos! En primer lugar, Lía era más fea que pegar a un padre; por rico que fuera Labán, nadie quería casarse con ella.

Y hay que imaginarse la escena: un banquete, llega la noche, Jacob estaría como una cuba. Las mujeres no están en el banquete, y a Raquel se la habrían llevado a otra tienda, lejos, a saber con qué excusa. Y la noche es muy oscura, Lía llevaría el preceptivo velo (este detalle no se dice, pero la costumbre era llevar por la noche la novia completamente velada a la tienda del novio), no hay luces en la tienda...

A la mañana siguiente, Jacob descubre la jugada y monta en cólera. Labán no quiere perder a Jacob - no se dice en este pasaje, pero Jacob es un trabajador "bendecido por Dios" y proporciona un rendimiento extraordinario - y accede a darle también a Raquel. A cambio de otros siete años, pero esta vez la hija va primero y los años después.

Un detalle que conviene resaltar es el nombramiento de la esclava: significa la dote, la confirmación de ser mujer casada. Es un detalle importante, lo que la convierte en casada no es el banquete (no hay ceremonia), sino la adjudicación de una esclava de entre las propias. Por cierto que esa esclava pasa a ser para siempre propia de la mujer, no pertenece al patrimonio del marido y éste no manda sobre ella. Como chascarrillo, estas dos esclavas tendrán luego su parte en la historia de Jacob; pero eso es material para otro día.

Conviene también decir que Jacob ya conocía a Raquel, se cuenta en el pasaje anterior, y que se enamoraron entonces. Jacob le dice a Labán que le servirá 7 años, y eso es muchísimo tiempo, con lo que la oferta era muy buena, irrechazable. Es un detalle que también nos indica el bombón que tenía que ser Raquel.

Más detalles: lo de que la hermana mayor ha de ir antes que la hermana menor. ¡Toma puya! Los problemas de Jacob venían de ahí, de querer adelantarse él a su hermano mayor Esaú. Aquello de la primogenitura y las lentejas, y otras faenas. El caso es que Jacob estaba recibiendo su merecido.

Otro detalle curioso es lo de la poligamia. Los judíos no lo aceptaban (aunque la Biblia de los niños diga que "era costumbre en la época"). Pero no hay ninguna crítica en todo el libro a cualquier cosa que hiciera Jacob, y lo cierto es que Jacob, alguien tenía que decirlo, era un auténtico truhan. Le hizo jugarretas a su padre Isaac y a su hermano Esaú y se las hizo a Labán; de los dos sitios tuvo que salir por piernas.

Al final, sin embargo, cada uno recibe lo que merece. Labán trató a sus hijas como mercancías (las vendió por años de trabajo de Jacob) y fue tacaño con ellas (sólo les dio la imprescindible esclava personal). El efecto fue que las hijas no quisieron a su padre, y cuando Jacob abandonó a Labán ellas le ayudaron (a Jacob). Y aun le recordaron (a Labán) que las había considerado bienes y no hijas.

Y así es como Labán consiguió casar a la fea de su hija Lía.

 

 

 

W.A. Mozart - Ave verum corpus K618

martes, 11 de agosto de 2020

Mis versículos favoritos VI: De profundis

https://www.youtube.com/watch?v=36yKhqx_xtA


 

Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir?
Salmo 130, 3

De profundis. Así empieza, en latín, el famoso salmo. Que es bastante breve, y estoy  seguro de que sonará a los habituales de las misas. Es el salmo que empieza así:
Desde lo hondo a ti grito, Señor.
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica.
 Salmo 130, 1-2

Pero lo interesante es el versículo 3º: "si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir?". Claro, poco a poco las palabras han ido perdiendo su sentido habitual, y suena raro el versículo 4º, que explica que el hecho de que el Señor perdone hace que se le tema. Y es que el temor de Dios es el respeto que se le tiene como reconocimiento de su grandeza. Pero, en síntesis, es la misma idea que tuvo Julio César en su conquista de las Galias: se mostró misericordioso y perdonó a (casi todos) los que se levantaron contra él, y esto hizo que todos le aceptaran como su conquistador y no le batallaran.

El caso es que hoy me vino a la cabeza este verso. Si contamos las cosas malas de cada uno, ¿quién podrá resistir? Y todo esto viene a cuento de lo que está pasando estos días: este revisionismo histórico que se ha impuesto tras la muerte de George Floyd. Algunos ejemplos de estos revisionismos:
  1. HBO ha retirado la película "Lo que el viento se llevó", por racista.
  2. Al cabo de unos días dice que bueno, que no la retira, pero que pondrá unos avisos previos para que se sitúe en su contexto histórico. Vamos, para que el que la vea no crea que la película se ha grabado ahora con cámara oculta o piense que HBO apoya lo que se dice y hace en la película.
  3. Se han retirado estatuas de Colón ¡por esclavista!, de Churchill ¡también por esclavista! O por racistas, no sé pero da igual.
  4. Se han vandalizado (de momento, que yo sepa, sólo en los EE.UU.) estatuas de Cervantes y de Junípero Serra, y creo que de otros - no sigo el tema-. ¿Su delito? Eran españoles, y ya se sabe. 
  5. ¿Qué se sabe, por ser español? Pues eso. Los españoles "descubrieron" América, y por lo tanto todo lo de los esclavos es culpa de ellos. De todos ellos, parece.
  6. En Barcelona, políticos con nombre y apellidos piden que se quite la estatua de Colón del puerto. Nuestra sin par Colau, cosa rarísima en ella, ha dicho que no, que la estatua se queda, pero está abierta a "contextualizar" el entorno, con carteles e información que expliquen que sí, que Colón era un ser despreciable y origen de todo el esclavismo de los negros, pero que hay que entender la época que le tocó vivir.
Llegados a este punto, quizá convenga tener en cuenta un insignificante detalle que a lo mejor sí que tiene su importancia:

En Barcelona se retiró la estatua del marqués de Comillas, Antonio López. Por esclavista. Con gran ceremonia por parte de Colau, aunque no supo presentar alternativa y ahí sigue, el pedestal de la estatua, vacío en la plaza vacía. ¿Por qué es curioso? Pues porque la estatua está enfrente de la casa Xifré. Un tipo que se hizo de oro con el tráfico de esclavos. Como Joan Güell, consuegro del marqués de Comillas, que también se forró con ese negocio. Xifré tiene calle en Barcelona, como Miquel Biada, otro del mismo palo, por no hablar de la cantidad de lugares que recuerdan a Güell.

Así que ¿porqué quitó Colau la estatua y el nombre de la plaza a Antonio López? ¿Por esclavista? ¿O por tener nombre y apellido castellano? ¿Si se hubiera llamado Antoni Llopis y hubiera sido marqués de Palafrugell le habrían hecho lo mismo? Lo dudo. No, estoy seguro: no.

Y es curioso también porque a Ada Colau no le tiembla el pulso cuando quiere para estas cosas: le quitó la calle al Almirante Cervera aduciendo que era facha (cuando se le hizo saber que era imposible que lo fuera por mor de la fecha de su muerte, su contestación pública fue "bueno, ¡pero lo habría sido!"). Y cambió la calle de los Príncipes de Asturias de la noche a la mañana, saltándose todos los trámites de consultas vecinales.

Y es que no se puede razonar con esta gente, porque la verdadera razón de lo que hacen la ocultan, no la confiesan. Así que no importa demoler sus argumentos: nunca fueron los que apuntalaban sus actos.

¿Qué tiene que ver esto con el salmo De profundis? A eso iba.

Leo estos días muchos artículos sobre el tema de las estatuas. Todos, como es lógico, claman contra la estupidez de tal medida. Algunos se ríen del valor de los que se meten con las estatuas (cuantos más años han pasado de la muerte de Franco, más luchadores antifranquistas aparecen; aunque la mayoría, como diría Colau, "lo habrían sido"). Todos critican el que se quiera juzgar hechos del pasado con criterios modernos. 

Y es cierto que no se puede: todos los romanos vieron con buenos ojos la esclavitud. Los griegos. Los egipcios. Abraham. ¿Todos a la pira, todos personas deleznables? Puede que Homero no tuviera esclavos, pero sería porque no podía permitírselos: si hubiera podido, sin duda que los habría tenido. ¿Es Homero entonces también reo de olvido?

Tienen razón, pero mi punto de vista no es ése. No. Es la frase del principio: si lleváramos la cuenta de los delitos, ¿quién podría resistir? La estatua, el nombre de la calle, el recuerdo de los grandes hombres, es por lo que hicieron de bueno. De extraordinario. No importa lo que hicieron de malo. No importa, no nos importa. Cómo fueron en su vida privada, o en su trato con los demás, o qué otras cosas nada elogiosas hicieron. Da igual. A Washington se le recuerda y venera por su participación en la independencia y la formación de los EE.UU.; da igual si tenía esclavos negros, y da igual si los trataba bien o mal.

Como dice el salmo, del perdón nace el sentimiento del temor, del respeto. Pero esta gente lo que quiere es imponer el "ni olvido ni perdono". Y además ni si quiera tienen la cultura mínima para saber lo que hacen.




J. S. Bach - Wachet auf, ruft uns die stimme (coro)

viernes, 1 de mayo de 2020

Mis versículos favoritos V: la Candelaria



 
"Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel".
Lc 2, 29-32


El 2 de febrero se celebra la fiesta de la Candelaria, onomástica de las Candelas.

¿Por qué?

Porque el 2 de febrero se cumplen 40 días desde Navidad. Es decir, desde el nacimiento de Jesús. Es decir, el día en que la Virgen ha terminado su cuarentena.

Según la ley mosaica, a los cuarenta días la madre quedaba purificada y era el momento de presentar al niño en el templo, y nos cuenta Lucas que en el caso de Jesús así lo hicieron. Nos cuenta también que había un viejo, un tal Simeón, al que se le había revelado que no moriría antes de ver al Mesías del Señor, que aquel día también fue al templo y al ver al niño Jesús lo reconoció como tal y pronunció el himno que forman los versículos citados.

¿Y qué tiene que ver esto con la Candelaria? La expresión "luz para alumbrar a las naciones".  Era un momento en el que, en los antiguos ritos, se encendían las velas (las candelas).

Y por esto quedan todavía personas que mantienen la tradición de no desmontar el belén hasta ese día. Porque sería el día en el que de verdad termina el tiempo de Navidad.




Henry Purcell - Thou knowest, Lord, the secrets of our hearts

domingo, 29 de marzo de 2020

Mis versículos favoritos IV: saciado de días


Antecedentes, introducción: esta entrada. 


Expiró, pues, Abraham y murió en buena ancianidad, viejo y saciado de vida, y fue reunido con su pueblo.

Gen 25, 8

La traducción de la CEE, la actualmente vigente por lo tanto, dice "en buena vejez, anciano y colmado de años"; es lo mismo. Pero me gusta más la primera, por la expresión "saciado de vida". 

En estos días de coronavirus, de una tasa espantosa de mortalidad entre las personas más ancianas, con Holanda aconsejando a España e Italia que no intenten curar a los ancianos y a los débiles para no saturar los hospitales, conviene que hagamos una reflexión sobre la muerte, los ancianos y vivir. Y este versículo del Génesis viene que ni pintado. Porque refleja una filosofía de vida que ya no es la corriente, pero sin embargo, ¿por qué no?

Abraham murió viejo, muy viejo. El versículo anterior nos informó (estos versículos son de la fuente P, para los que siguieran la información que di en mi anterior entrada) que tenía 175 años. Lejos, desde luego, de los casi mil de los Matusalén, Noé y compañia (y había una explicación teológica a esto, quizá luego la cuente), pero muchos. Y muere. Pero como muere viejo, muere saciado de vida: ha vivido suficiente, no necesita más. En esas condiciones morir no es malo, al contrario. Y esto contrasta con la filosofía actual, en la que buscamos prolongar la vida lo más posible. Cueste lo que cueste, y a menudo sin pedir su opinión al más interesado. Una opinión que no me extrañaría que fuese que el interfecto no teme ya a la muerte. 

Los ancianos saben que lo son. Lo saben perfectamente, y saben que hay que morir. Todos ellos han enterrado a sus antecesores, y a muchos de sus amigos, parientes y conocidos. En su mundo cada vez hay menos caras de las de su mundo, casi todos son "recién llegados". El miedo a la muerte que tienen todos los adultos no es por el posible dolor del tránsito, sino por la tremenda tristeza que da pensar en el escenario de los que quedan atrás. El dejar viuda, huérfanos desvalidos, sin medios. El joven es alocado porque aún no tiene quien depende de él, pero los adultos sí los tienen, y ven las cosas de distinta manera. En cambio, los ancianos ya no tienen esas ligaduras. Sus hijos son ya mayores y hace años que se baten por sí mismos, y los nietos no son cosa de ellos. En cuanto al cónyuge, quien lo conserva... Bueno, seguro que lo han más que hablado. 

Volviendo al versículo del Génesis, para ellos había 3 tipos de muerte. La primera era la muerte temprana. Era obvio que aquello no era el curso natural de las cosas, luego morir antes de tiempo lo asociaban a un juicio de Dios. Malo. La segunda muerte, la muerte de Abraham, era la buena muerte. Y no era un drama morir anciano, todos lo asumían como algo natural. Y por último, estaba la mala muerte:
"Su hermano murió, y sólo me queda él. Si le ocurriera una desgracia en el viaje que vais a emprender, hundiríais de pena mis canas en el reino de los muertos".
Gen 42, 38 

El nieto de Abraham, Jacob, tuvo 12 hijos. Pero sólo 2 fueron con Raquel, la mujer que él amaba (a su otra mujer, Lía, con la que tuvo 6 hijos, no la quería, pero su suegro, la noche de bodas con Raquel le dio el cambiazo - la costumbre de la época es que la novia iba con velo hasta la oscuridad de la tienda- y quedó legalmente casado con ella). Esos hijos fueron José y Benjamín, y Raquel murió en el parto de este último. José, el primogénito y durante años único hijo de su verdadera mujer era su favorito, y por envidia los otros hermanos lo vendieron  - o se lo robaron cuando lo iban a hacer- a unos mercaderes, e hicieron creer a su padre que había muerto. Años después, José, convertido en gran visir de Egipto, fuerza a sus hermanos - ignorantes de su identidad- a que si querían grano tenían que volver a Egipto con el pequeño Benjamín. El viejo Jacob, cuando le plantean el tener que llevárselo, se desespera y pronuncia las frases del versículo. Es la mala muerte, morir viejo pero lleno de pesares y tristezas. Claro que sabían que los cadáveres se pudren en las tumbas (y el texto de la CEE dice abismo, no "reino de los muertos"), pero la idea es ésa.

Así pues, aparte de las muertes tempranas tenemos dos muertes: la del anciano que muere "saciado de vida" y la que muere  con penas y tristezas. Es triste la del que vive y muere con pesadumbres, pero ¿la del que muere saciado de vida? ¿No debería ser motivo de alegría? Vale que no se haga una fiesta, pero debe estar orgulloso aquel que consiga que sus padres mueran felices.

Ahora, piense cada cual si puede estar o no orgulloso.





Mozart -Vesperae Solennes de Confessore KV 339. Laudate Dominum

Mis versículos favoritos III: Imagen y semejanza



Antecedentes, introducción: esta entrada.
Entradas previas, partes I y II de ésta: aquí y aquí.

Dijo Dios: "Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine los peces del mar, las aves del cielo, los ganados y los reptiles de la tierra". Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, varón y mujer los creó.
 Gen 1, 26-27

Muy poca gente, entre la que ha leído la Biblia de manera amateur o haya escuchado su lectura en las misas, se habrá dado cuenta de que existen en el libro del Génesis dos relatos de la creación. Dos relatos, y distintos. El primero es el famoso de los seis días "y al séptimo descansó". El segundo es el de los nombres de Adán y Eva, y que Eva la formó Dios de la costilla de Adán. Ambos son conocidísimos, pero es curioso que pocos caigan en la cuenta de que son dos relatos y no uno solo.

La realidad es que poca gente sabe algo más que un poco sobre el libro del Génesis. Y debería asombrarnos, porque se supone que el Génesis es uno de los libros capitales de nuestra fe. ¡Que no es el libro de Nehemías o de Ageo, caray!

Pero así somos.

Según tengo entendido, los exégetas de la Biblia opinan que el Libro del Génesis tiene 3 "autores", aunque como posiblemente esos "autores" son colectivos (al menos dos de ellos), se les denomina "fuentes".

Al primero de esos autores se le conoce como "el Yavhista" (o fuente J), y es un tipo absolutamente genial, irrepetible. Escribió, se cree, hacia el año 950 a.C. y es cierto que, cuando uno sabe cqué debe buscar, en la mayoría de fragmentos es muy fácil saber si lo ha escrito él o no. El J escribe como quien cuenta un cuento. El relato de la costilla de Adán, por ejemplo, es suyo. El de la serpiente y la fruta prohibida, o el de la destrucción de Sodoma y Gomorra. Si usted abre el Génesis al azar y el pasaje le engancha al instante, no hay duda. Es del J.

La segunda fuente es el Eloísta (fuente E). Se supone que es un autor, pero que nombra a Dios de una manera distinta (Elohim en vez de Yahvé). A mí me cuesta más reconocerlo, pero sí que tiene un modo propio de acercarse a las cosas. Cuando Dios se dirige a un personaje en sueños, el texto es de la fuente E: si fuera de la fuente J, simplemente Dios aparecería por la puerta, porque el Dios del J es antropomórfico. El yavhista escribe en un mundo podríamos decir que casi sin religión, sólo con creencias y costumbres. El eloísta, que escribe unos 200 años después, ya tiene una visión más elaborada. Con todo, en muchos fragmentos hay que saber más cosas para diferenciar qué ha escrito el J y qué el E. Y hay pasajes que son un lio, porque es como si nos estuvieran contando una historia dos personas a la vez.

Y luego está la fuente P, la fuente sacerdotal. Está chupado reconocer qué texto es de esta fuente. Es la más tardía, unos 200 años posterior a la fuente E. Es decir, en torno al 540 a.C. Aquí ya hay una religión establecida, y una casta sacerdotal, y una literatura previa. Entonces lo que ocurrió es que esa casta sacerdotal, en sus templos, en sus cenáculos, posiblemente se transmitieron internamente su propia interpretación de los relatos. De la tradición antigua, de las fuentes J y E y de las tradiciones que estas fuentes no recogieran. Pero, además, incluye siglos de meditación sobre esos relatos. Meditación y sobre todo depuración. Los textos P son por lo general muy aburridos (las listas de naciones y de descendientes, por ejemplo "los hijos de Elifaz fueron: Temán, Omar, Sefó, Gaetam y Quenaz"), y a menudo parece obsesionado con los años (¡esas edades increíbles!). Pero también tiene textos muy interesantes precisamente por lo estudiados que están, mejorados hasta lo imposible.

Además de estas tres fuentes principales, hay multitud de adiciones y retoques posteriores hechos por vaya usted a saber quién, y fragmentos enteros (sobre todo, en el relato de la historia de José) que los exégetas no tienen nada claro de dónde salen o quién los escribió.

Y el primer relato de la creación es de la fuente P. Sí, el que empieza con "Al principio creó Dios el cielo y la tierra" y que incluye los versículos qie inician esta entrada. Como buen texto P, cada palabra importa. Y el texto insiste mucho en dos ideas: que Dios creó al hombre (lo dice 3 veces), y que lo hizo a su imagen (también 3 veces).

Es decir, no puede haber dudas: Dios creó al hombre a su imagen y semejanza.

Ahora se trata de entender qué es eso de "a su imagen" y por qué. 

Que lo de la imagen no es el parecido físico es obvio, pues incluye al varón y a la mujer, por no hablar de las diferencias entre todos. No, eso va por otro camino. Y es bastante fácil de entender, sólo hay que cambiar el foco de lo que estamos mirando. No se trata de que Dios nos creara como imagen suya, sino de que somos imagen suya. Si usted va al despacho oficial de un cargo público importante, a una sala de juicios, a un salón de plenos de ayuntamiento,... seguro que ve en algún punto destacado la imagen del Rey.  del dictador de turno, si hablamos de una dictadura: recuerde las clásicas estampas de manifestaciones "espontáneas", en las democracias vemos a grupos que enarbolan la bandera del partido, como queriendo decir que ellos son los representantes de ese partido, y en las dictaduras vemos la imagen del sátrapa de turno; de nuevo, con la misma intención. Y lo mismo en las iglesias y en tantos lugares: la imagen del santo, de la Virgen o un crucifijo. Adoramos a estas imágenes, aunque sabemos que son sólo tallas o esculturas; pero las adoramos por lo que representan. Y en los salones públicos, la imagen del Rey que preside lo que nos indica es que el presidente está actuando como representante suyo. Pues en la antigüedad pasaba lo mismo, era frecuente que el rey enviara una escultura suya (ante la que incluso había que realizar las reverencias como si estuviera el mismo rey). El dignatario que actuaba bajo esa escultura era su enviado, su representante.

Así que al ser nosotros imagen de Dios, lo que pasamos a ser es su representante. Somos los que actuamos en su nombre. Y dominaremos los mares, los cielos y la tierra. Pero ¡ey! no como queramos. Sino como representantes suyos. Y de nuevo ¡ey!, cuidado, porque al igual que el virrey no puede actuar como si no existiera rey que le juzgará a él por cómo le ha representado, nosotros hemos de actuar intentando ser representantes de Dios. Es decir, hemos de actuar como actuaría Dios. Porque al final, cuando Dios nos pida cuentas (y podemos estar seguros de que lo hará: son numerosísimos los pasajes de los evangelios en los que Jesús nos lo recuerda e intenta explicarnos cómo será), lo que hará será juzgar si hemos sido buenos representantes suyos o no. Si hemos actuado como Él lo habría hecho, o no. Por supuesto, al igual que el virrey del ejemplo, tenemos libertad para actuar según nuestro parecer; y así como el virrey sabio debería actuar sabiendo que deberá responder de sus actos, así nosotros.

Ahora bien: sabemos que Dios es el tipo que creó el tiempo, la materia y el espacio, y que hemos de actuar como Él lo haría. Pero ¿cómo actuaría Él? Aquí es donde tenemos que reflexionar sobre la parábola de Lázaro y del rico, y veámonos como el rico. Éste es juzgado, y no aprueba el examen. Acepta su responsabilidad y asume su pena, pero le pide a Abrahám que envíe a Lázaro a advertir a sus hermanos, para que éstos sí sepan qué tienen que hacer para evitar su destino. ¿Y qué le responde Abrahám? "Tienen a Moisés y a los profetas: que los escuchen" (Lc 16, 29). Es decir: lo que se necesita saber está en la Biblia o Sagradas Escrituras (Moisés) y en la Tradición y el Magisterio de la Iglesia (los profetas). No tenemos excusa. Si queremos saber cómo actuaría Dios, ahí tenemos todas las pistas necesarias. Es cosa nuestra si queremos saberlas o no.

El Mundo es una obra de teatro de guión no escrito, en el que cada uno de nosotros entramos como un personaje (unos, afortunados, otros, desafortunados), en el que hemos de improvisar. Cuando acabe nuestro papel, cuando el Autor opine que ya hemos terminado, valorará nuestra actuación y decidirá qué hace con nosotros, si continuamos en su compañía y compartimos las mieles del triunfo, o si por el contrario nos descarta y somos expulsados.

Eso sí, lo que nunca podremos es eludir nuestra responsabilidad por nuestros actos alegando desconocimiento. Ninguna excusa le valió a Epulón, y ninguna nos valdrá a nosotros.

Y ahora ya sabemos cuál es el sentido de la vida.





Haendel - Mesías. And He shall purifiy

lunes, 23 de marzo de 2020

Mis versículos favoritos II: La parábola del rico y del pobre Lázaro



Antecedentes, introducción: esta entrada. 

Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que caía de la mesa del rico. Y hasta los perros venían y le lamían las llagas.
Sucedió que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. Murió también el rico, y fue enterrado. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno, y gritando, dijo: "Padre Abraham, ten piedad de mí y manda a Lázaro para que moje en agua la punta de su dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas".
Pero Abraham le dijo: "Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro, a su vez, males; por eso ahora él es aquí consolado, mientras que tú eres atormentado. Y además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que los que quieran cruzar desde aquí hacia vosotros no puedan hacerlo, ni tampoco pasar de ahí hasta nosotros". Él dijo: "Te ruego, entonces, padre, que le mandes a casa de mi padre, pues tengo cinco hermanos, para que les dé testimonio de estas cosas, no sea que también ellos vengan a este lugar de tormento".
Abraham le dice: "Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen". Pero él le dijo: "No, padre Abraham. Pero si un muerto va a ellos, se arrepentirán". Abraham le dijo: "Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no se convencerán ni aunque resucite un muerto".

Lucas 16, 19-31


Desde niño me ha encantado esta historia; claro que nunca me he identificado con el rico, que no sé porqué se le ha llamado siempre Epulón. Pero con el paso de mis muchos años, la he estado reflexionando y dándole vueltas y ahora la veo distinta a cuando yo era chico. Todos somos el rico Epulón. 

En concreto hay un versículo en esta parábola que considero absolutamente fundamental. Solo que, como ya referí en mi introducción, forma parte de un cuadro de tres versículos. 

En mi próxima entrada de la serie me explico.



Vivaldi - Misa de Gloria R589. Domine Deus, Agnus Dei

sábado, 21 de marzo de 2020

Mis versículos favoritos: I El principio


 Al principio creó Dios el cielo y la tierra.
Gen 1, 1

Es el primer versículo del primer libro. Es posible que "Canta, ¡oh musa!, la cólera del pélida Aquiles", quizá el mejor inicio jamás escrito, tenga más fuerza narrativa, pero no.

Y, desde luego, no se puede decir más con menos.

En cualquier caso, y para todo lo que sigue, tengámoslo claro: por decirlo de alguna manera, nos jugamos los cuartos con el tipo que creó el tiempo y el espacio.

Allá cada cual.

Y como principio, para que nadie diga que no lo sabía. 




Ya que ha salido el tema voy a plantear una cuestión acerca de la cual (no nos hagamos trampas al solitario) estoy seguro de que no hemos pensado mucho.

Los que hemos tenido una educación digamos "europea clásica", si nos piden explicar la idea de Dios lo primero que nos viene a la cabeza es la pintura de Miguel Ángel de la Capilla Sixtina, La creación de Adán. Seguro. Así es como nos lo representamos.


Michelangelo [Public domain]

 
Los que hayan tenido una educación digamos "europea siglo XXI" supongo que pensarán en una figura tipo Thor de película de Marvel. Algo irreal, de mentira. Una figura de cuentos.

La cuestión no es baladí. No sé cómo define la Iglesia Católica la idea de Dios, pero pienso que el primer versículo del Génesis, el que encabeza este artículo, es suficiente. Pues bien, ¿cómo va a pensar eso un chaval cuya imagen de Dios es el Thor de las películas? Los del pleistoceno no tenemos ese problema, porque primero nos metieron en la cabeza la idea de Dios y luego estudiamos los antiguos dioses falsos, los Osiris, Zeus, Júpiter y compañía. Para nosotros, el panteón nórdico era equiparable al de Astérix, Belenos, Tutatis y los demás. Y Thor era, por lo tanto, un personaje de tebeo. Pero los chicos modernos reciben una educación diferente. Su primer contacto con la idea de dios es la de Thor, y ademñas bien se encargan los tebeos (y por lo tanto supongo que las películas) en recalcar que Thor es un dios. Nórdico, pero dios. A lo que voy es que, al no aprender desde su infancia el concepto de Dios, difícil per se, quedan contaminados. Y no creo que lo vayan a lograr más adelante..






Vivaldi - Misa de Gloria R589. Gloria in excelsis Deo

domingo, 16 de febrero de 2020

Mis versículos favoritos: introducción




Nos guste o no, vivimos en una cultura judeocristiana. Es decir, somos Pueblo del Libro. Esto debería bastar para que quisiéramos saber más sobre El Libro. Pero casi nadie tiene interés sobre el libro en cuestión. Lo que me parece un error: si no conocemos la base de nuestra cultura, ¿en qué nos basaremos cuando necesitemos nuestro juicio?

Una prueba sencilla. Diez historias que todos los que tenemos una edad, una cultura, seguro que conocemos. ¿Cuántas de ellas creen que conoce la juventud actual? Hagamos la suma:
  1. El origen del arco iris
  2. El sacrificio de Isaac
  3. Las diez plagas de Egipto
  4. Sansón
  5. David y Goliat
  6. Job
  7. Jonás y la ballena
  8. La estrella de Belén
  9. Una voz que grita en el desierto (la cabeza en una bandeja de plata)
  10. El buen samaritano
Hace sólo cuarenta años, sería imposible encontrar un español, y seguramente un europeo, que desconociera una sola de éstas. Hoy, en cambio, el panorama sería muy diferente: costaría encontrar quien conociera una, no digamos ya dos.

Aunque ahora, y sólo por mi puro divertimento, voy a pensar otras diez historias; pero éstas no tan conocidas. A ver cuántas conoce (es decir, sabría relatar):
  1. Las hijas de Lot
  2. El plato de lentejas
  3. Las vacas gordas y las vacas flacas
  4. Las murallas de Jericó
  5. Urías el hitita
  6. Salomón y la reina de Saba
  7. Judith y Holofernes
  8. Susana y los viejos (¡ésta la he contado en el blog!)
  9. Zacarías, el mudo
  10. La caída del caballo
En resumen, voy a escribir algunos artículos, bajo el título de "Mis versículos favoritos", sobre breves pasajes de la Biblia. En ellos incluiré alguna reflexión, pero AVISO: será una reflexión personal, en ningún momento pretenderá reflejar una postura oficial de la Iglesia; puede que acierte, pero puede que no. En cualquier caso, lo importante es que usted también reflexione sobre el pasaje. Qué le sugiere, o por qué cree que se ha conservado ese fragmento concreto. En la mayoría de los casos, esa reflexión la he realizado ya entrado en años, no de niño o de joven. Quizá precisamente por eso elijo ese fragmento en cuestión: porque descubro un matiz que se me había pasado por alto, y a lo mejor a usted también.

Un comentario final: las tres primeras entradas forman un paquete único. Las he incluido porque, en mi opinión, encierran la respuesta a una pregunta que me he hecho muchas veces, como todos sin duda, pero que es en estos últimos meses cuando, reflexionando sobre estos pasajes, se me ha hecho claro:

¿Cuál es el sentido de la vida?
 



Claudio Monteverdi - Vísperas de la beata Virgen: V: Deus in adjutorium meum intende

miércoles, 8 de agosto de 2018

Judit y Holofernes




Somos lo que somos, es inútil negarlo. Somos el resultado de los ingredientes, los tiempos de cocción y las temperaturas con las que nos hornearon.

Uno de los libros de la Biblia es el Libro de Judit. No es de los más famosos ni de los más interesantes o entretenidos, pero no es ni de lejos de los peores. Cuenta la invasión por los asirios de las tierras del Jordán, con el general Holofernes al mando de un poderoso ejército. Como parte de la campaña, Holofernes ataca la ciudad israelita de Betulia, supongo que emplazada en algún lugar de fácil defensa, a la que sitia. Los habitantes, desesperados, meditan rendirse. 

Entonces interviene Judit ("la judía"), una mujer viuda pero sin embargo aún hermosa y cuyo marido había muerto de una insolación (qué apropiado en estas fechas!). Judit tiene un plan para salvar a todos, y pide que confíen en ella 5 días. Y lo hacen.

Esa noche Judit, acompañada de su criada, abandona la ciudad y se entrega a los asirios; dice que quiere rendirse cuando todavía está a tiempo, y que conoce una manera de entrar en la ciudad que puede mostrar. Judit, como se recuerda a menudo en el libro, es una mujer muy hermosa y muy discreta (en el sentido del español de los Siglos de Oro: juiciosa, prudente, sabia, despierta). Con su cerebro y su belleza se gana a los asirios y a Holofernes.

La noche del 4º día Holofernes prepara un banquete para ellos dos, con intenciones aviesas pues si no la posee (se muere de ganas) se reirá de él. Es lo que espera Judit: es viuda, conoce a los hombres. Judit lo emborracha y, cazador cazado, le corta la cabeza. Vuelve a Betulia con la cabeza de Holofernes y su virtud intacta, y los judíos, bajo su dirección, logran la victoria. Por cierto que Judit obtiene su parte del botín: le dan la tienda de Holofernes con todo su contenido.

Finalizada la guerra, Judit vivió rica y rodeada de pretendientes, pero no quiso desposarse con ninguno y vivió 105 años.

Vaya historia, ¿no? No es una historia real, porque está llena de detalles que indican que es un cuento (y los antiguos judíos, como notaban los imposibles, entendían que era un cuento), pero... Una mujer, dueña de su cuerpo y de su vida, deseada pero respetada por todos, lidera a su pueblo y logra con su inteligencia lo que otros no pudieron conseguir por la fuerza. E, insisto, tanto se la respeta y valora que le asignan la parte del león del botín tras la victoria.

¿Es Judit un modelo a seguir? ¿Un ejemplo de lo capaces que son, una enseñanza de que hay mujeres de más valía que cualquier hombre? Pues sí. Pero no para todos: sólo para los católicos y los ortodoxos. Los judíos acabaron quitando el Libro de Judit de sus libros canónicos, y otro tanto hicieron los protestantes y los anglicanos. ¿Por qué lo hicieron?, me pregunto. No hay nada en el libro que sea herético, no deja en mal lugar a los israelitas, y tiene el mensaje religioso adecuado. ¿Entonces? No se me ocurre otra explicación. Judit es una mujer, y por lo tanto no puede ser un modelo de liderazgo. No puede ser que ella viva su vida como quiera y sea al mismo tiempo envidiable y objeto de imitación. No, Judit es demasiado. Para los judíos y los protestantes, quiero decir. Para los católicos y los ortodoxos, Judit es uno de sus modelos. Huelga decir, por supuesto, el lugar que tendría Judit entre los mahometanos, los africanos, los chinos, los hindúes, los japoneses, etc.

¿Y cómo casa Judit en el imaginario feminista? Fácil: no casa. No existe, porque desmontaría la acusación de misógina de la iglesia católica, tán facil de hacer (que no de demostrar) y de la que tan bien se vive en esta sociedad nuestra de idiotas.

Somos lo que somos. Nos cocinaron como nos cocinaron, y el Libro de Judit fue uno de los ingredientes. La libertad y la dignidad de las mujeres en nuestra sociedad no surgió de un árbol; algo tuvo que ver el Libro de Judit. Y si no me creen, fíjense en las culturas que no lo tienen.




 Clannad - I will find you

jueves, 26 de mayo de 2016

Caleb



En otra entrada contaré el porqué, pero el caso es que llevo desde el pasado verano que no me quito el nombre de Caleb de la cabeza. El nombre de Caleb es muy común en series y películas americanas (una vez que soy consciente de ello), y viene de un personaje de la Biblia que protagoniza una escena que sí conocía (hay que decir que mi conocimiento de la Biblia es, casi seguro, superior al de la media de los españoles) pero no sabía que él era el protagonista.

Cuenta la Biblia, en el libro del Éxodo, que Moisés guió a los israelitas tras su fuga de Egipto hacia la Tierra Prometida, entonces Canaan y ahora Israel o Palestina (según preferencias). Por razones que nadie sabe, los israelitas no fueron directos de Egipto a Israel, sino que vagaron por el desierto durante 40 años. De hecho, Moisés nunca entró en Canaan. Por un quítame allá esas pajas (entiéndaseme), Dios le dijo a Moisés que él no lo lograría, y llegado el momento sólo le permitió contemplar Canaan desde un monte elevado. Fue Josué el que lideró a los israelitas en la conquista de Canaan, no sé si recuerdan lo de las trompetas de Jericó.

Hasta aquí el conocimiento popular. Que, como es normal, sólo capta pinceladas de la historia completa. Para el pasaje que nos interesa, tenemos que consultar el libro de los Números (el siguiente al Éxodo). Allí se nos dice que (como era lógico) los israelitas, tras salir de Egipto y cruzar el Mar Rojo, se dirigen a Canaan. Pero Canaan no está deshabitada, y los judíos no son amigos de compartir nada con nadie, así que han de expulsar a los okupas de "su" Tierra Prometida. Conviene, por lo tanto, que se avancen exploradores (o espías; de hecho parece ser que la palabra era ambivalente) para investigar el nuevo territorio. Doce exploradores, uno por cada tribu. De la tribu de Efraín, Josué. Y de la tribu de Judá, Caleb. Caleb, hijo de Jefuné, el queniceo. Marchan los 12 y exploran Canaan durante 40 días; cuando vuelven, explican a los israelitas que sí, que Canaan es una tierra fabulosa en la que mana la leche y la miel. Pero... Siempre hay un pero.

Resulta que es una tierra poblada por muchos pueblos terribles, entre ellos uno de gigantes. Caleb opina que no pasa nada, que podrán con ellos, que Dios estará de su parte. También Josué tiene fe en el Señor, pero los otros diez no piensan así: son de la opinión de que están condenados, su causa es desesperada y no tienen nada que hacer. Mejor, pues, volverse a Egipto.

Así lo contaba La Biblia de los Niños

Aquí hay que leer un poco entre líneas: tenemos a dos tipos que contradicen a los demás, con el riesgo de dejarles en ridículo. Éstos reaccionan intentando desacreditarles. En este punto hay que tener en cuenta un detalle: Caleb es hijo de Jefuné, el queniceo. ¿Qué es eso de "el queniceo"? Quenaz se cita en el Génesis como un nieto de Esaú (al que le birló Jacob la primogenitura gracias a un plato de lentejas), así que Caleb no era de la estirpe de Jacob; es decir, no era israelita antiguo, hay que entender que su origen sería de otra tribu con la que coincidiesen y que sería adoptado. Por lo que supongo que no sería muy apreciado por muchos de sus compañeros, cuando no despreciado.

Y Caleb, apoyado por Josué, critica al pueblo su falta de fe y valentía. El pueblo, por descontado, reaccionó en la forma que era habitual en él: intentó apedrearlos. Los escraches son más antiguos de lo que imaginábamos.

La Biblia de los Niños
Total, que tenemos al pueblo de Israel bramando que el Señor les ha conducido a una trampa, que van a morir todos, y que mejor volver a Egipto. ¿Y el Señor, qué opina? Pues aquí tenemos la sorpresa: está harto. Los israelitas lllevan tiempo quejándose sin cuento, a la mínima dificultad, y Él ha ido tragando y ayudándoles cada vez más. Pero en esta ocasión dice que basta:
¿Hasta cuándo me va a rechazar este pueblo? ¿Hasta cuándo van a desconfiar de mí, con todos los signos que he hecho entre ellos? Voy a herirlos de peste y a desheredarlo.
Moisés, claro, intercede. Pide perdón en nombre del pueblo, aunque también intenta enredarlo: si el pueblo no logra la tierra que le ha prometido, todos los demás pueblos se burlarán diciendo que "el Señor no ha podido llevar a este pueblo a la tierra que les había prometido con juramento, por eso los ha matado en el desierto" (Núm. 14, 16).

Y sí, el Señor rectifica. Pero sentencia:
Le perdono, como me lo pides. Pero ¡por mi vida y por la gloria del Señor que llena toda la tierra!, ninguno de los hombres que vieron mi gloria y los signos que hice en Egipto y en el desierto, y que me han puesto a prueba diez veces ya, y no han escuchado mi voz; ninguno de ellos verá la tierra que prometí con juramento a sus padres. Nadie de los que me han rechazado la verá. Pero a mi siervo Caleb, que tuvo otro espíritu y me fue enteramente fiel, lo haré entrar en la tierra que ha visitado, y sus descendientes la poseerán.
 Y ordena a Moisés que dé el siguiente mensaje:
¡Por mi vida, oráculo del Señor, que os haré todo lo que me habéis dicho a la cara: en este desierto caerán vuestros cadáveres, los de todos los que fuisteis censados, de veinte años para arriba, los que habéis murmurado contra mí. No entraréis en la tierra en la que juré estableceros. Sólo exceptúo a Josué, hijo de Nun, y a Caleb, hijo de Jefuné... Vuestros hijos serán nómadas cuarenta años por el desierto, y cargarán con vuestra infidelidad, hasta que se consuman vuestros cadáveres en el desierto... Para que sepáis lo que es desobedecerme.
Y, como chascarrillo, cuenta la Biblia que en ese momento los otros diez espías cayeron fulminados, al instante.


La Biblia de los Niños es más suave
Y ésta es la historia de Caleb. Luego aparecerá, con 85 años, tras la conquista de Canaán, para recordarle a Josué lo que se le había prometido 45 años antes. Esta historia, por cierto, nos explica el porqué vagaron 40 años en el desierto. Pero también nos da una enseñanza que conviene traer a colación:

En primer lugar, el pueblo se equivoca. Suele equivocarse. En la búsqueda de su destino es constante la falta de fe en los principios y valores que les sacaron de Egipto y las ganas de volver a una vida más fácil, de esclavos quizá, pero sin riesgo por qué deparará el mañana. Y cuando se reúnen en asamblea y deciden qué hacer toman las peores decisiones. El pueblo no es sabio, ni mucho menos. Y tampoco tolerante: ya hemos visto que es de piedra fácil.

Y en segundo lugar, estas malas elecciones y comportamiento no salen gratis. Tarde o temprano, se pagan.

El que tenga entendederas, que entienda.



Simon & Garfunkel - The sound of silence (versión de Emiliana Torrini)

lunes, 7 de septiembre de 2015

Los cuatro jinetes del Apocalipsis




En mi entrada anterior empleé, como recurso argumental, la referencia a "los cuatro jinetes", holgó añadir "del Apocalipsis". Los cuatro jinetes los identifiqué como la Muerte, la Guerra, el Hambre y la Peste, y ahí me tomé una licencia literaria, porque los verdaderos jinetes no son estos 4. Esto hace que me sienta obligado a aclarar la confusión. 

Los 4 jinetes del Apocalipsis, además de una visión del Libro del Apocalipsis de San Juan, es un concepto de la cultura popular. Su inclusión puede tener varios orígenes:

En primer lugar, hablaría de la novela "El quinto jinete", de Dominique Lapierre y Larry Collins. Escrita en 1980, especula con unos terroristas libios (o quizá sólo musulmanes, no recuerdo) que quieren colocar una bomba atómica en Manhattan. En aquella época estaban de moda los libros de suspense ambientados en la guerra fría, y aunque en el libro no salen vampiros, magos o escenas de sado-maso, se vendió muy bien. El caso es que el título (y creo recordar que una primera cita introductoria) hacía referencia a los 4 jinetes del Apocalipsis, junto a los cuales la amenaza nuclear sería un "quinto jinete".

Pero con total seguridad la inclusión de los 4 jinetes en nuestro acervo vendría de la mano y la pluma de Vicente Blasco Ibáñez, que en 1916 escribió la novela "Los cuatro jinetes del Apocalipsis", a vueltas con el horror que estaba suponiendo la Primera Guerra Mundial. El libro fue un bombazo en los EE.UU., y además de convertir en millonario a Blasco, propició que en 1921 se rodara la película homónima con el inolvidable Rodolfo Valentino como protagonista. Con retintín en lo de "inolvidable", porque durante años así se consideró al astro: no cabía en la cabeza de nadie que un día se convirtiera en lo que es hoy, un perfecto olvidado. ¡Sic transit gloria mundi!
  
A propósito de lo cual quiero hacer un inciso: hemos perdido la capacidad de ver películas mudas, lo que ha hecho que no sepamos calibrar el arte y la grandeza de los actores de entonces y del "hijo del Caid" más que de nadie. Sin embargo, una historia puede contarse "muda" sin mayor problema; sirva como ejemplo el vídeoclip con el que acompaño este artículo, y como éste muchísimos otros vídeos de youtube.

De la película de 1921 se hizo en 1962 un remake con Glen Ford y Charles Boyer (guiño a cierta entrada mía de hace muuuucho). Yo no he leído el libro (no es autor que me motive) y tampoco he visto la película muda, pero sí la de 1962, no tengo ni idea cuándo pero sin duda en algún año en los que se veía lo que echaban, los que lo vivieron ya me entienden; y quizá también que la recuerde en blanco y negro. Yo no me acuerdo de gran cosa, sólo de la escena en la que evocan a los cuatro jinetes del Apocalipsis y éstos aparecen en el cielo. ¡Qué coincidencia!
 


Bien, el caso es que sea por el libro o por las dos películas, los cuatro jinetes del Apocalipsis son los que cita Blasco Ibáñez. Y aquí está la confusión, porque Blasco se toma la licencia de alterar "un poquito" el texto original.

Los 4 jinetes de Blasco que recorren el mundo son la Muerte, la Guerra, el Hambre y la Peste. Sin embargo, no son los del Apocalipsis.

¿Y cuáles son los del Apocalipsis? Lo cierto es que esto también tiene su miga, y aquí se junta el hambre con las ganas de comer.

El Apocalipsis es sin duda el libro más difícil de entender de todos los que forman la Biblia. Además, se escribió en griego Koiné, no en un idioma moderno; esto tampoco ayuda. De hecho, esto es una complicación terrible, porque la inerrancia de la Biblia en las traducciones no se refiere a la literalidad sino al espíritu de la letra en general. El resultado es que hay muchas diferencias entre Biblias, y ya recordarán la que se montó por la palabra filioque.

Yo en este momento tengo dos Biblias; una es la de Nácar y Colunga, y he de decir que es mi Biblia favorita porque la tengo desde hace ni sé cuantísimos años pero me hace sentir culpable por una historia que ahora no viene al caso, y la otra es la de la Conferencia Episcopal Española; aunque esta última es ahora la Biblia oficial en España, les diré una cosa: a mí no me gusta. En lo que sigue, usaré como base la Nácar-Colunga.

A lo que vamos: la referencia a los cuatro jinetes se produce en el inicio del capítulo 6. En este capítulo se abren los siete sellos, y los cuatro primeros son los jinetes: "Así que el Cordero abrió el primero de los siete sellos, ví y oí a uno de los cuatro vivientes, que decía con voz como de trueno: Ven. Miré y ví un caballo blanco, y el que montaba sobre él tenía...". En este momento me van a permitir que el primer sello no sea el primero, que me lo voy a dejar para el final. Salto al segundo:

"Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo viviente, que decía: Ven. Salió otro caballo, bermejo, y al que cabalgaba sobre él le fue concedido desterrar la paz de la tierra y que se degollasen unos a otros, y le fue dada una gran espada". Está claro: es un caballo alazán, y su montura es la Guerra. Por cierto que la Biblia de la CEE dice: "Salió otro caballo, rojo, y al jinete se le dió poder para quitar la paz de la tierra y hacer que los hombres se degüellen unos a otros; se le dió también una gran espada". Más o menos lo mismo, y el caballo sigue siendo un alazán.

El tercer sello es muy curioso: "Cuando abrió el sello tercero, oí al tercer viviente, que decía: Ven. Miré y ví un caballo negro, y el que lo montaba tenía una balanza en la mano. Y oí como una voz en medio de los cuatro vivientes que decía: Dos libras de trigo por un denario y seis libras de cebada por un denario; pero el aceite y el vino, ni tocarlos". La de la CEE dice algo parecido.

Está claro: el tercer jinete son los precios altos. La especulación. El tercer jinete es la carestía de la vida. Lo que nosotros interpretamos ahora como... el Hambre. Pero el libro sólo dice unos precios imagino que disparatados en aquel momento. Y su caballo es que unos pocos se van a enriquecer a costa de los demás, que se van a ver sumidos en la pobreza. Caray con San Juan, lo buenecito que parecía y tira con bala.

El cuarto sello: "Cuando abrió el sello cuarto, oí la voz del cuarto viviente, que decía: Ven. Miré y ví un caballo bayo, y el que lo montaba tenía por nombre Mortandad, y el infierno le acompañaba. Fueles dado poder sobre la cuarta parte de la tierra para matar por la espada, y con el hambe, y con la peste, y con las fieras de la tierra". La Biblia de la CEE dice "un caballo amarillento; el jinete se llamaba Muerte, y el Abismo lo seguía. Se les dio potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, hambre, epidemias y con las fieras salvajes". El más claro de todos: el jinete del caballo bayo es la Muerte.

Así que no hay un caballo para la Peste. ¿Y el caballo blanco, el que salía con el primer sello? Blasco ponía en éste a la Peste, supongo que porque se basó en alguna traducción incorrecta o en algún texto de terceros, y hacía que lanzara flechas envenadas con las peores epidemias, pero en las películas se le denominaba "la Conquista". De hecho, este es el caballo de la victoria; si tenemos en cuenta que en la época en la que se escribió victoria y conquista venían a ser lo mismo, se entiende la confusión:

"Miré y ví un caballo blanco, y el que montaba sobre él tenía un arco, y le fue dada una corona, y salió vencedor; y para vencer aún". Está claro que no es la Peste, pero tampoco diría que es la Conquista; de hecho, la versión oficial (y desde el siglo II, que yo sepa, y esa gente aún hablaba el griego koiné y además el libro sería bastante reciente) es que este caballo representa a Cristo Resucitado, que es el que ha vencido a los otros caballos y va a seguir combatiendo y venciéndoles. Es decir, no es un jinete que haga piña con los otros tres sino todo lo contrario. Pero claro, el Apocalipsis es un libro raro, raro, y hay gente que lo interpreta todo de otra manera.

¿Captan ahora la licencia que se tomó Blasco Ibáñez? Pues es la que he seguido yo. Y ahora, aclarado queda.





Supertramp - It's raining again

domingo, 21 de diciembre de 2014

Susana y los viejos



Hace años asistí a una exposición de cuadros de la señora Milagros, madre de mi amiga Arancha. Arancha estudiaba Arte, y me iba explicando los cuadros. Uno de los que guardo mejor recuerdo fue una versión de "Susana y los viejos". Y la recuerdo porque el enfoque era el opuesto al clásico.

Susana y los viejos es un tema que se ha pintado a menudo: Tintoretto, Rubens y Rembrandt, entre muchos:


(aprovecho la ocasión para recomendar la visita al semidesconocido museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid, donde se guarda la versión de Rubens que muestra la fotografía)
Como me explicó Arancha, Susana y los viejos hace referencia a un pasaje de la Biblia; resulta que es un pasaje perdido y que no viene a cuento, al final del Libro de Daniel, uno de los Profetas Mayores. Cuenta la historia de Susana, mujer muy bella (y felizmente casada), y dos Ancianos (porque pertenecían al Consejo de Ancianos del lugar) que bebían los vientos por ella y la espiaban. En un determinado momento, Susana decide darse un baño creyéndose sola y los libidinosos mirones la asaltan y le dicen:
- Las puertas del jardín están cerradas, nadie nos ve, y nosotros sentimos deseos de ti; así que consiente y acuéstate con nosotros. Si no, daremos testimonio contra ti diciendo que un joven estaba contigo y que por eso habías despachado a las criadas.
Como ven, en muchos pasajes la Biblia es como la vida misma. El caso es que, figurando en la Biblia, ésta era una ocasión perfecta para dibujar el desnudo femenino sin ser tachado de pagano o profano, ya me comprenden. Y, por descontado, daba a los poderosos de la época el motivo para encargar una obra cuasipornográfica para solaz en sus habitaciones privadas, de nuevo sin ser tachado de concupisciente en vez de pío. Y ya que estoy, un chascarrillo que leerían en la web que les he enlazado del Museo de San Fernando:
...el mandato que Carlos III, movido por un prurito moral, dio a Mengs para que seleccionase los lienzos que, con desnudos licenciosos, se encontraban en sus distintas residencias. La orden era la de quemar esas pinturas consideradas indecentes. Mengs, con el pretexto de que tenían valor pedagógico para el estudio de la pintura, salvó de la quema obras maestras de Durero, Tiziano, Rubens, Veronés y otros grandes pintores. Ocultadas hasta 1792, fueron trasladadas a una habitación secreta o «Gabinete reservado», al cual muy pocos tenían acceso.
Pero yo les decía que la madre de Arancha le había dado un enfoque diferente. Llamativo, porque en aquella época (dije "hace años", pero era un eufemismo) el feminismo beligerante y castrador aún no lo invadía todo. Y es que la señora Milagros se había centrado en los viejos. A Susana se la veía pequeñita, al fondo. El cuadro era en realidad un estudio sobre los dos babosos mirones.

En fin, el Arte se para siempre aquí; en realidad, le da igual cómo acaba la historia de Susana. Y, por supuesto, usted no tiene una Biblia a mano y de todas formas no pensaba consultarla para saber el resto, así que permita que le haga un pequeño resumen. 

Susana - como sigue pasando hoy en día en ya se imagina usted qué países- sabe que si se niega la condenarán a muerte por lapidación; con todo, lo prefiere a ceder, y se niega. Los dos ancianos hacen lo que le dijeron, la denuncian y consiguen (cito: "Como eran ancianos del puebo y jueces la asamblea los creyó") que se la condene a muerte. Pero antes de ejecutarla aparece un muchacho (al que se le llama Daniel, porque el relato está en el Libro de Daniel, por nada más) que dice que los ancianos mienten y que puede probarlo. El Consejo decide darle una oportunidad, y Daniel pide que separen a los dos ancianos lejos el uno del otro, y que los interrogará por separado. Y a cada uno le pregunta, puesto que declaran que vieron a Susana y al miserioso joven abrazados en el jardín, bajo qué arbol estaban. El primero dice que una acacia, el segundo que una encina: cazados. Daniel les acusa de hacer lo mismo que aquel juez, Pascual Estevill, que tuvimos como uno de los Popes de nuestra judicatura como cuota de CiU, y de dar sentencias injustas a sabiendas para obtener ellos provecho y de haber conseguido en otras ocasiones que atemorizadas mujeres se acostaran con ellos, y la asamblea decide que la condena de los dos convictos sería la misma que ellos querían imponerle a la inocente.

Es un relato cortito y entretenido, no les pasará nada malo si lo leen.




Henry Purcell - Lamento de Dido (Dido y Eneas), intr. Jessye Norman