viernes, 6 de octubre de 2023

La necesidad de manifestarse

https://www.youtube.com/watch?v=Lc14iXXuZjU
 

 

«Los estadounidenses son libres, en resumen, de estar en desacuerdo con la ley, pero no de desobedecerla. Pues en un gobierno de leyes y no de hombres, ningún hombre por muy prominente o poderoso que sea, y ninguna turba por más rebelde o turbulenta que sea, tiene derecho a desafiar a un tribunal de justicia. Si este país llegara al punto en que cualquier hombre o grupo de hombres por la fuerza o la amenaza de la fuerza, pudiera desafiar los mandamientos de nuestros tribunales y de nuestra Constitución entonces ninguna ley estaría libre de duda, ningún juez estaría seguro de su mandato, y ningún ciudadano estaría a salvo de sus vecinos».

La famosa cita es de J. F. Kennedy. La pronunció en septiembre de 1962, en un momento en el que el gobernador del estado de Misisispí se negaba a aceptar a James H. Meredith, que era negro, en la universidad del estado. Es decir, se negaba a cumplir las leyes y sentencias de la Corte Suprema contra la segregación racial en las escuelas públicas. Y, por supuesto, se produjeron los consiguientes disturbios de protesta (los protestantes protestaban contra la no segregación y a favor del gobernador). Tras la fase de diálogo, Kennedy mandó a más de 30.000 militares a sofocar los disturbios (llegó a haber 20.000 soldados en el campus, una proporción de 5 soldados por estudiante).

En 2017 los gobernantes de Cataluña, haciendo caso omiso (e incluso burla) de los requerimientos del Tribunal Constitucional para no seguir adelante, declararon la desconexión jurídica de Cataluña con respecto a España, convocaron y llevaron a cabo un referéndum ilegal y declararon la independencia. Tras lo cual (era viernes), el mandamás de todos ellos les dijo a los consejeros que el lunes siguiente todo el mundo tenía que acudir al despacho a seguir trabajando y se fugó a Bélgica escondido en el maletero de un coche.

La investigación posterior reveló multitud de delitos que habían cometido en el proceso. Por ejemplo, malversaron caudales públicos.

A algunos de los que se quedaron los enchironaron previo juicio televisado y con todas las garantías. La estancia en la cárcel se convirtió casi en un descanso en un centro de vacaciones, pero por si acaso Sánchez, que necesitaba los votos de los diputados de ERC, les indultó. Como aún mantenían la inhabilitación, esa navidad eliminó del Código Penal el delito de sedición y rebajó el de malversación y otros. Pero no bastaba: quedaban los de Bélgica y los que estaban aún siendo juzgados por otros delitos. El caso es que ahora Sánchez necesita los votos de los diputados de ERC y de los del partido de los belgas, así que amnistía. Se amnistiarán a esas personas y a las que digan. Y como no se les puede indultar porque no han sido juzgados, lo que se hace es proclamar que no hubo delitos. Todo ello, no por el bien de España, sino porque Sánchez necesita los votos de los diputados para ser mandamás, que si no de qué. Puede que Sánchez y sus seguidores piensen que el que Sánchez sea mandamás es por el bien de España, pero dado que si no necesitaran los votos no habría amnistía (hasta las elecciones proclamaban urbi et orbi que de ninguna manera habría amnistía), está claro que la amnistía no es por el bien de España, sino (si se cree que el que Sánchez mande es un bien) un mal menor. Claro que esto que digo no lo reconocerán jamás, hasta ahí podíamos llegar. Todo lo más, reconocerán un "cambio de opinión".

¿Qué hubiera hecho Kennedy si hubiera sido el mandamás español en 2017? Creo que podemos estar bien seguros de lo que hubiera hecho: ¡la que montó porque no dejaban a un negro matricularse en una universidad de Misisipí!

Pero es que Kennedy lo tenía claro: no puede haber una casta de personas por encima de las leyes que nos rigen a todos. Y la amnistía que otorgará Sánchez es eso: declarar que la casta gobernante catalana no está sujeta a las leyes españolas. Esta proclamación no la va a promover el Poder Legislativo (aunque, la voz de su amo, formalmente será el Parlamento quien y sin la más mínima discusión o negociación con la parte minoritaria promulgue la ley por vía de extraordinaria urgencia y necesidad), y no es el Poder Judicial quien la va a sancionar (seguirá el recorrido necesario hasta llegar al Tribunal Constitucional ya formateado por Sánchez para no tener ninguna dignidad y cumplir sus deseos), sino el Poder Ejecutivo. Y no el Poder Ejecutivo en pleno ejercicio, sino en funciones, es decir, de tapadillo, pues necesitan los votos de esos diputados para poder llegar a la plenitud. Vamos, que aquí la separación de poderes es tan auténtica como demócrata la República Democrática Alemana. Más claro: acaba de explicar Sánchez a sus pares europeos que la amnistía es una forma de "superar las consecuencias judiciales". Ya que él no puede administrar justicia (declarar lo que es justo y lo que no), pues lo resuelve por la vía de en medio. Sin complejos.


Este 8 de octubre está convocada una manifestación en Barcelona para protestar por esta amnistía que se va a promulgar. Que ya sé que seremos unos pocos cientos, según los medios oficiales de comunicación y el grupo Prisa, y que no vale para nada, pero... ahí hay que estar.

 

 

 

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