martes, 24 de octubre de 2023

El buen ingeniero no deja solos

https://www.youtube.com/watch?v=rfoakeJeR1Q 

 

 

En mis primeros años como ingeniero, pongamos con 24-25 años, trabajé como director de una fábrica. La fábrica era pequeñita, pero trabajaba a 3 turnos. Salvo los técnicos y yo. Mi horario era el más especial: de 9 a 1 y de 4 a 8. 

Como ocurre a menudo con los directores de la fábrica, yo no cumplía el horario a rajatabla. Sobre todo lo de irme a las 8. Y no porque tuviera tanto trabajo atrasado cada día que lo necesitara, qué va. Era tan solo que me gustaba quedarme. Estar en la fábrica, pasearme, hablar con los obreros, observarles mientras trabajan. Digamos que, terminada mi faena diaria, dedicaba un rato a conocer. Recordemos que yo tenía 24 años, por lo que mi experiencia de la vida era limitada, y la confraternización con los obreros, que me cuenten sus historias, sus cuitas o cómo ven ellos (y viven ) la realidad me interesaba mucho.

Los obreros a mí me respetaban muchísimo, y me trataban siempre de "señor". La fábrica estaba en un pueblecito, los obreros habían sido todos labradores antes que obreros (salvo los más pobres, que no tenían tierras y con 8 años ya los habían puesto a trabajar), por descontado ninguno tenía estudios y yo era tal vez el único ilustrado al que tenían acceso. Aunque yo tuviera sólo 24 años, para ellos yo era una persona que entendía las cosas, que veía cosas que ellos no veían, que realmente sabía. Yo, por supuesto, intentaba estar a la altura que me atribuían.

El caso es que recuerdo una ocasión, ya tarde, uno de ellos, que se llamaba Vicente, me dijo que les gustaba que yo me quedara, porque cuando yo me iba ellos se quedaban "muy solos".

Ésa fue una una conversación que todo ingeniero debería tener con sus obreros.

Cuando yo me iba, los obreros se quedaban solos. Los de la tarde debían terminar el turno solos hasta que llegara el relevo de la noche, los de la noche trabajar solos en un más bien defender el fuerte, y los de la mañana entrar y aguantar hasta que a las 8 empezaran a llegar los demás. Cualquier situación que surgiera en ese periodo debían afrontarla y resolverla ellos solos. Lo que Vicente me venía a decir es que agradecían infinito mi esfuerzo en que ese periodo fuera lo más corto posible.

La semana pasada estuve en una obra. No debería haber estado, porque yo sólo tenía que hacer el cálculo y de la ejecución se encargaban otros, pero había dudas sobre la idoneidad de mi propuesta de pilotaje y yo la había defendido diciendo que cuando se hicieran los pilotes yo estaría y que si surgía algún problema o algo anormal, al estar yo se detectaría y podría reaccionar en consecuencia. El caso es que cuando se ejecutaron los pilotes allí que me fui.

La obra era pequeñita, pero para mi sorpresa allí, fuera de los peones, no había nadie de la constructora. Ni encargado, ni jefe de obra ni nada. Ni siquiera se acercaron a saludarme, nada. Los peones supongo que sabrían que yo iba a ir, en cualquier caso me dejaron aparcar el coche en la obra y moverme como Pedro por su casa. En cuanto a la empresa que ejecutaba los pilotes, sí es cierto que a media mañana se acercó la responsable de la empresa para comprobar que todo estaba bien. Sólo el primer día, claro, luego ya iban solos.

Yo estuve durante la ejecución de todos los pilotes. Luego ya me da igual, el resto de la obra la hace un tonto, pero en la fase más importante, en la que más desconocimiento hay y la única que ya no tendría arreglo posible, ahí estuve. Por cierto que la responsable de la empresa pilotadora me dijo que posiblemente yo era el único técnico que ella conociera que hacía lo que yo hacía, el estar ahí presente e involucrarse.

Y se notaba, que el maquinista pilotador confiaba en mí, que le tranquilizaba que yo estuviera. A todos en general. Uno de los peones me estuvo contando, que tenía 60 años, que ya su padre había sido peón en la construcción, que en cierta ocasión hace ya años su empresa tenía que ejecutar una obra y no sabía cómo y él se acordó de cosas de su padre y se lo dijo al jefe y a éste le pareció muy buena idea y funcionó y todas esas cosas.

Yo no pude menos que acordarme de aquello que me dijo Vicente hace muchos años.



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