«En el futuro inmediato lamentaremos no habernos centrado en lo importante».
Anteayer fueron las elecciones. Y se cumplió el tópico: ganaron todos. Unos, porque ganaron. Y los que perdieron, porque en realidad fueron los verdaderos ganadores: si no se repiten elecciones estas navidades, el gobierno lo formarán los partidos que perdieron.
Lo primero que me llama la atención es la pérdida de la inocencia global. Hace 4 años, en 2019, se nos hacía impensable que los comunistas estuvieran en el gobierno y que los bilduetarras y los separatistas catalanes fueran los socios parlamentarios que lo sostuvieran. Tan impensable se nos hacía, que Sánchez se desvivía (en campaña) por negar que pactaría con ellos: que si no podría dormir, que si quiere se lo repito veinte veces, que si clarísimo que fue delito y que conmigo se van a enterar y que no indultaré y todo eso. Pactó, repitió los pactos todas las veces que quiso, indultó, eliminó el delito de sedición, rebajó la malversación, pervirtió los estamentos que tuvo que pervertir, etc., y el resultado es que ahora a nadie le espanta el que haya comunistas en el gobierno y que los separatistas vascos y catalanes partan el bacalao: ahora a la fiesta se va a unir la tropa de Puigdemont, y lo único que nos preguntamos todos es el precio que se les pagará por sus votos, nos pica la curiosidad por saber la forma en que se amnistiará a Puchi. Hoy, en 2023, estos partidos han sido blanqueados hasta el punto de que son ellos los que dictan qué partidos son demócratas y quiénes no. Y los socialistas no tenían ningún empacho en reconocer públicamente que pactarían con los antaño prohibidos. Hasta el punto de que, en estos días de cábalas y quinielas, todos los medios dan por sentado e indiscutible que el PSOE pactará con Sumar (que yo sepa: Podemos, Izquierda Unida, Más País, En Comú Podem, Compromís, MES, Chunta Aragonesista et altres), ERC, Bildu, PNV, BNG y Junts. Como detalles menores, hace un mes el PSOE le arrebató a los de Puchi la alcaldía de Barcelona, que ya daban por ganada (el famoso «Que us bombin a tots!» soltado al encajar el golpe), y les echaron de la Diputación de Barcelona; los de Puchi se lo van a cobrar. Como segundo detalle menor, ERC gobierna en minoría en Cataluña, con un apoyo soterradito de los socialistas: a partir de ahora, ERC podrá contar los diputados socialistas como suyos, y pasa de estar en minoría a tener una potente mayoría.
En segundo lugar, hay que hablar de mantras. Estas elecciones, de lo que han ido, es de qué mantra se imponía al otro. Porque, a mi derecha, con calzón oro y 70 kg de peso, estaba el mantra de que no se puede pactar con los filoetarras y separatistas vascos y catalanes. La mitad de la parroquia confiaba en que ese mantra se impondría, y la derecha ganaría las elecciones. En la izquierda, en cambio, con calzón azul y 130 kg de peso, estaba el mantra de que los de la derecha eran la ultraderecha de 1933 y que se avecinaba la mayor distopía que se le ocurriera a nadie. Como se sabe, ganó el mantra de la izquierda, el miedo a que gobernase la derecha fue mayor a la repulsión que provocaba el que gobernasen los filoetarras y separatistas. O más bien no, porque sí hubo más votantes del mantra de la derecha que del de la izquierda, pero ha habido suficientes votantes del mantra de la izquierda para que sea la izquierda la que gobierne. Ya que a los votantes de ese mantra se les unen, lógicamente, los filoetarras y separatistas.
Pero es que era de esperar: hasta el principal partido de la derecha se ha pasado la campaña clamando que no hay nada peor que gobernar con el otro partido de la derecha. En vez de decir que el otro partido no es el demonio, que tienen ideas tan aceptables como las demás y que en lo sustancial están de acuerdo o casi de acuerdo en la mayoría de temas.
Por cierto, y saliéndome un poco del hilo, ¿qué mosca le ha picado a los del PP con los de Vox? ¿A qué tanto encono en no juntarse? ¡Si los votantes de uno y otro son intercambiables, los mismos que un día podrían votar a unos en otra ocasión lo podrían hacer a los otros! Yo creo que la explicación es el origen de Vox: son los que tenían conciencia en el PP, los que no aceptaron la contemporización de los cuadros, el que se transigiera con muchas cosas. Los que no entendieron que se votara en contra de una ley pero luego no se derogase cuando se pudiera. Los que acabaron no pudiendo compartir partido con los maricomplejines peperos. Y, claro. Juntarse con ellos... ¿cómo les miras a la cara?
Volviendo a lo que estaba, es asombroso cómo la idea de que gobierne Vox es inaceptable, y de que gobiernen los comunistas, los filoetarras o los separatistas no. La misma pertenencia, uno puede alardear de ser de izquierdas, pero no de derechas. Eso ha de callarse, no alardear.
Otra idea que me ronda es que me parecía que el PP no sabía, realmente, quién era su enemigo. O tal vez sí, lo que es aún peor. Se han pasado la campaña atacando al sanchismo. Diciendo que hay que eliminar el sanchismo, y que sin Sánchez el mundo será maravilloso. La realidad es que Sánchez es el PSOE y el PSOE es Sánchez, Sánchez no es un usurpador que ha birlado el cargo de mandamás a la persona que en realidad el partido querría. Sánchez ha hecho toda su carrera vital en el PSOE. Es lo que produce el PSOE. Conoce en lo profundo a su partido. El sanchismo es el PSOE en el poder, no hay más. A mí la impresión que me ha dado en la campaña es que el PP era, aunque no lo dijera, el PSOE bueno, mientras que el partido de Sánchez era el PSOE malo. Vota PP y haremos lo que habría hecho el PSOE, pero bien, que por eso somos el PSOE bueno. Si se mira así, los peperos no son unos maricomplejines, son los mismos socialistas del otro lado pero los buenos. Cuanto más lo pienso más me convence.
Quién sabe, tal vez Sánchez no pueda comprar todos los votos que necesita y haya entonces repetición de elecciones. Da igual, mientras ser de derechas sea algo reprobable, vergonzoso, machista, maltratador, explotador y potencial paseador nocturno de probos trabajadores cuyos cadáveres dejaría abandonado en las cunetas, y ser de izquierdas sea ser progresista, alguien que quiere que el país avance, alguien que defiende los derechos de las personas, de los pueblos, de las lenguas y de los países, un auténtico ser de luz, pues qué quieren que les diga. Mientra media España piense que la otra media es su enemigo.
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