Un tema sobre el que reflexionar es el boicot en el resto de España a los productos catalanes. Guste o no guste, es una realidad que es consecuencia directa del prusés. ¿Y qué esperaban, si desde el primer día se les avisó que si tomaban ese camino, esto iba a ocurrir?
Por ejemplo, Arroz Nomen. Excelente arroz, sólo que su mandamás se despachó con unos mensajes en Twitter en los que se manifestó profundamente independentista y antiespañol. Parece ser que ha habido una protesta clara, y ¿qué ha hecho el hombre? Ha cerrado su cuenta de Twitter. Como si eso bastara.
¿Hacemos
boicot a Nomen? Uno podría pensar que no, que pobres campesinos, Nomen
es una cooperativa de arroceros del delta del Ebro. Pero... Hecho 1: la
cooperativa no le ha despedido, le mantiene. Y hecho 2: el delta del
Ebro es una zona tremendamente separatista, miren los votos. Quizá sea
porque es una comarca muy apartada de Cataluña (aunque en un mapa no lo
parezca), es una comarca de las que tiene poco contacto con el mundo -
sin llegar a ser Solsona, claro.
Así que sí, en un caso como éste yo veo claro que se boicotee a Nomen.
¿Y a las demás empresas catalanas? Pues la verdad es que también, si no es de las que se han posicionado claramente con España. Colacao, Nocilla, Ordesa,... empresas que han mostrado que no quieren que a ellas se las junte en el mismo saco que Nomen.
Pero
¡ey! esto no es una incitación al boicot de los productos catalanes,
sino la comprensión por mi parte de los que lo hagan. Puede decirse que
muchas empresas de por aquí no son antiprusés pero el casi nazismo
imperante en esta tierra desde hace años impedía que ninguna publicitara
su opinión discordante. Pues bien, esto es discutible. Casi la mitad de
la población de aquí cree que catalanes y españoles venimos de monos distintos.
Sería lógico suponer que casi la mitad de las empresas de aquí son
independentistas. SI uno se pasea por las tierras de Barcelona, lo que
percibirá será que lo habitual es que los empresarios sean
independentistas en más proporción que los trabajadores. Por lo que es
más probable que los dueños de la empresa sean sepàratistas.
¿Tiro piedras contra mi propio tejado? Puede. Pero es que esto tiene que acabar. "Esto", por cierto, está sustentado por la burguesía catalana, por los "dueños" de casi todo en esta tierra. Y como no tiene sentido la imposición de sanciones económicas, me parece bien que sean los propios españoles ¡en ejercicio de su libertad de elección, además! quienes elijan no comprar productos que benefician a esa burguesía. Yo mismo jamás entro en un Bon Preu o un Esclat, ni reposto en un Petromiralles, por ejemplo. Y tampoco viajo a Manresa, a Solsona, a Bañolas o a Olot. Simplemente, no me apetece ir a esos sitios: no me siento bienvenido. ¿Qué culpa tiene el del bar de la plaza de Bañolas? Bueno, los resultados electorales me muestran que la mayoría de los bañolinos no me quieren. Si el del bar quiere que vaya, que consiga que sus conciudadanos me quieran. Si no lo consigue, que elija: ellos o yo. Él elige ellos, lo entiendo, y yo elijo no ir. No es nada personal.
O sí. Precisamente es eso: algo personal. Es una decisión que toma cada persona que no tiene que rendir cuentas por ello a nadie. De hecho, no deberíamos llamarlo boicot, porque no responde a una campaña organizada. Es sólo que no conseguirán las ventas que querrían. Perder el mercado español no es un boicot, es la consecuencia de una mala gestión de márketin. Esto no lo dirá nadie, porque una peculiaridad del carácter catalán (del auténtico, del de los separatistas) es que ellos nunca tienen la culpa de nada. Siempre es de otros. Y cuando sus cifras de venta decaigan, echarán la culpa "al boicot". Seguro. Jamás reconocerán que han sido ellos, con su actitud, los que se han buscado ese descenso.
Por
otro lado, habrá también otro boicot, y éste durará más años: se
boicoteará a los propios catalanes. Usted tiene una empresa en,
pongamos, Zaragoza, y ha de contratar un ingeniero como jefe de
producción. Se le presentan tres, un aragonés, un soriano y un catalán, y
me temo que el catalán no tiene ninguna oportunidad. Esto va a pasar, y
cuando el catalán se lamente, habrá que explicarle que se lo han ganado
a pulso. El no tener trabajo en Cataluña, y el no encontrarlo fuera.
Esto
todavía puede pararse. Si en las elecciones del 21D hay un vuelco
electoral y los partidos separatistas se pegan un batacazo, el resto de
los españoles nos verá como españoles. Si ganan los separatistas, nos
tacharán a todos de serlo. A mí no, pero a cualquiera que tenga un
nombre o apellidos catalanes seguro que sí,y pagaremos justos por pecadores aunque no sea justo para los justos. No me pregunten qué pasará:
por un lado, no me cabe en la cabeza que les sigan votando; por el otro,
no conozco a ninguno que cambie su voto, y menos que haga una autocrítica sincera.
Lo que sé es que, ganando los separatistas el 21D, ése será quizás el menor de nuestros problemas.
Peter Gabriel - Red rain
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