martes, 3 de octubre de 2017

Los tres inventos que nos sacaron de las cavernas




El lector pertinaz de este blog sabe que a menudo hago referencia a que los ingenieros nos sacaron de las cavernas. Es, claro, una expresión exagerada, pero porque en aquel momento no existían los títulos de ingeniería, ja, ja. El caso es que es cierto que hubo un tiempo en el que vivimos en las cavernas (entiéndase), y que ya no. Y el cambio fue por una serie de inventos, que fueron los que permitieron el paso. ¿Se ha planteado usted alguna vez cuáles fueron? Pues de eso va este artículo. De los tres inventos que sacaron a los hombres de las cavernas.

Desde luego, no fue el fuego. En el Neolítico y en el Paleolítico dominaban el fuego. 

No fueron las hachas y los cuchillos de piedra, ni las puntas de lanza o las lanzas. En la Edad de Piedra, por supuesto, sabían fabricarse estas herramientas.

Tampoco los vestidos o la técnica de curtir pieles. Ni la pintura para paredes de caverna la escultura esteatopigia como la Venus de Willendorf. Tampoco la estrategia militar (los lobos y leones plantean estrategias de caza según momento, presa, entorno, cazadores, etc; lo de las hormigas no, el tira p'alante sea contra quien sea y en las condiciones que sean no es, en verdad una estrategia), ni la organización social. Todo eso se tenía ya en las cavernas. Y también los cuidados a los enfermos y los heridos, y los entierros.

Los ingenieros agrónomos apuntarán la agricultura. Pero tampoco. Supongo que grupos humanos se darían cuenta que los árboles frutales daban frutos con periodicidad, con lo que convenía estar de vuelta cuando llegara el momento. Luego, otros notarían que crecían árboles frutales en sitios donde antes no había pero en los que ellos habían comido las frutas. Rupestre, pero dieron con las claves. Y sin embargo, no fue la agricultura lo que sacó a los hombres de las cavernas.

Por último, un punto interesante sería la construcción de chozas, la construcción de cercados para proteger las chozas y la agrupación de las chozas en poblados. En rigor sí, pero no. Claro que una sociedad que vive en poblados está más evolucionada que la que vive en cavernas, pero...

No, los tres inventos fundamentales son:

Invento número 1: las cestas

La cesta fue un invento básico. Antes de las cestas, uno podía comer donde estaba la comida, o podía ser que otro se la llevara donde uno estaba. Pero lo que le podían traer no podía ser mucho. Un puñado de cerezas, unas pocas manzanas,... Una caza importante se podría transportar entre varios, pero las más de las veces los alimentos son menudos, no digamos si se trata de cereales. Se pueden llevar aceitunas en una bolsa hecha con pieles, pero ¿se dan cuenta lo poco adecuadas que son las pieles para formar una bolsa?


Sin duda, en algún momento a alguien se le ocurrió trenzar supongo que cañas, puede que juncos o similares. Una cesta. Con cestas se puede transportar alimentos, piedras, semillas, leña,... Esto facilita las cosas, y si usted no puede moverse (por ejemplo, porque esté herido), los demás podrán cuidar de usted mucho mejor. También permite la división del trabajo: ya no tienen que ir todos tras la comida; el tipo que talla bien las piedras puede quedarse en el poblado ejerciendo su oficio, y los demás pueden conseguir y llevarle el alimento que necesita.

Y ¿quién sabe?, puede que una vez que descubrieran la utilidad y técnica de entretejer, se les ocurriría tejer con fibras más delgadas (tal vez con el pelo de las ovejas...), y primero fue una capa, luego una elegante chaqueta americana...


Además, las cestas permitieron el transporte en un grado mayor: si en nuestro terreno crecen las manzanas y en el poblado cercano las cerezas, al poder transportar podremos comerciar. El comercio será la base de la civilización, y las cestas serán el primer paso.


Sin embargo, las cestas tenían un problema que seguía suponiendo un lastre: no valían para transportar líquidos. Así, necesariamente tenían que vivir junto a los cursos de agua. Por suerte, pronto les apareció el invento nº 2.


Invento número 2: la alfarería

Está clarísimo que, inventadas las cestas, era evidente la imposibilidad para conseguir que transportaran líquidos y el gran avance que supondría el que sí lo fueran. Estoy convencido que debieron pensar mucho en el problema, y no creo que tardaran mucho en hallar la solución.
Este verano estuve unos días en Soria. En una excursión pasé por Cubillos, un pueblo ya abandonado, y paré el coche en la curva de la carretera para echarle un vistazo. Lo que quedaba hablaba de un pueblo castellano viejo, recio, rural. De personas pobres en una tierra dura que decidieron dejarla y un día se encontró sin pobladores.

Las casas eran de construcción sencilla: madera y ladrillos de adobe, mampuestos de piedra donde hubo poderío, sillería en la portada de la iglesia. Pero no en todos los sitios se emplearon ladrillos de arcilla; de hecho, en la mayoría de las casas se repetía el mismo esquema: la planta baja era de paredes de ladrillo, y soportaban el piso. Pero en las paredes de la planta primera, bajo la cubierta, ya no necesitaban el ladrillo y lo resolvían con la máxima sencillez:

En la foto muestro una vivienda; en concreto, un lateral de la fachada de planta primera. Un zoom nos muestra la técnica constructiva empleada:




Sin duda, los neolíticos harían lo mismo. Intentarían tapar los huecos de las cestas con arcilla. Como chascarrillo, estoy ahora mismo llevando una obra en la que el terreno es, a flor de piel, arcilla pura. De verdad, es increíble. Los días de lluvia es divertido coger trozos con los dedos y moldear ceniceros como si los fuéramos a regalar a nuestras madres en el día de la ídem. Una arcilla plástica, moldeable, marrón oscura, pura, sin piedras. Casi parece plastilina marrón. Estando allí, en los taludes excavados, es evidente cómo discurrieron las primeras vasijas. 

El paso siguiente era ya poner las mínimas cañas, lo suficiente para que se sostuviera la arcilla. Empieza la alfarería. Y entonces, ocurriría lo inevitable. Usarían las cestas y las cestas arcillosas para transportar alimentos; por lógica, las tendrían cerca de los fuegos. Tarde o temprano, las cestas estarían pegadas a los fuegos; puede incluso que algunas estuvieran dentro de las fogatas. Y entonces descubrirían que, tras el fuego, el recipiente de arcilla era mucho más duro, más resistente. Más aún, no necesitaba el esqueleto de cañas. Nacía la arcilla cocida. Seguro que algún listo moldeó una vasija sin cañas, le dio la forma y la metió en la hoguera. El recipiente que obtendría era, además de más resistente, más impermeable. Y propina extra: indestructible por el fuego (hola, cocción de los alimentos, y hola, sopas).

Las vasijas de barro suponen la capacidad de transportar y almacenar líquidos. Empieza el dominio de la Naturaleza por el hombre.
Y ahora hay otro motivo para comerciar. Las vasijas permiten el transporte, pero también serían el bien a comerciar. La tribu que dominara la técnica de la alfarería seguramente las vendería a otras tribus a cambio de lo que estas otras tribus podían ofrecer. Por cierto que, siendo la alfarería un conocimiento técnico, la guerra contra ellos carecería de sentido: muerto el alfarero, adiós a las codiciadas vasijas.


Invento número 3: el cobre (la metalurgia)

Llegados a este punto, hemos de recordar que seguimos viviendo en el Neolítico. En la cultura de la piedra, vaya. En gentes que se valían de las piedras para todo, por lo que es fácil suponer que irían atentos a lo que hay en el suelo. El valor de lo que hubiera lo juzgarían en comparación con las piedras de sílex que tan bien les iban: ¿puede servir? Si sí, se aprovechaba. Si no iba a funcionar, se volvía a tirar.

A esta gente, por fuerza unas piedras muy brillantes tenían que llamarles la atención. Ya conté en su día que todos los metales de la tierra están oxidados excepto el platino, el oro, la plata y el cobre. La plata y el oro les llamarían mucho la atención, pero son blandos. No sirven como herramientas. Además, son raros (el platino ya ni lo nombro). Por cierto que encontraron un metal que les iría muy bien: el hierro... que procede de los meteoritos. Es un hierro virgen, duro pero trabajable, y muy resistente. Por desgracia, meteoritos no hay muchos. Además, en la época del Neolítico no les debía ser fácil, trabajar el hierro. ¡Ah, pero queda el cobre!

Cobre hay. No demasiado, pero suficiente para que lo encontraran, lo trabajaran y descubrieran sus propiedades. Muy fácil de trabajar. Duro yu resistente. Mucho mejor que las frágiles piedras. Además, si se desafilaba ¡se podía volver a afilar! Así que no le demos más vueltas: los pueblos que descubrieron el cobre abandonaron la Edad de Piedra.

Con todo, no es el uso del cobre el invento clave. No, porque cobre, aunque más que oro y plata (y más que meteoritos con hierro), no hay tampoco mucho en estado puro. Pero es importante, porque hace que la cultura que lo emplea lo reconoce y lo busca. Y es importante, porque...

Supongo que un día la hoguera estaría junto a unas bonitas piedras azules llamadas azurita. Quizá sería porque las azuritas son bonitas y las tendrían por capricho, no sé; puede que estuvieran incluso dentro, en el núcleo del fuego. El caso es que la azurita es un carbonato de cobre, e imagino que la hoguera sería especialmente intensa. Al calentarla, se produce CO2 y agua... y lo que queda es cobre. ¡Amigo! ¿Hay alguna piedra más que también pueda producir cobre? Sí, la malaquita, que es verde y no azul, pero que también es un carbonato de cobre y con el mismo tratamiento también libera el ansiado metal. Ahí se inventó la metalurgia de verdad.

Azuritas (y malaquitas) son mucho más frecuentes que el cobre puro. Así que los hombres empezaron a buscar (y extraer) estas piedras, sabiendo que tras trabajarlas obtendrían cobre. Supongo que mejorarían sus procesos productivos, construirían (con la arcilla) hornos especialmente concentrados, todo eso. Y sin duda experimentarían con otras piedras, y descubrirían que otras piedras también daban cobre.

Con el tiempo, se dieron cuenta de que algunas piedras, si se introducían también en el horno, daban un cobre mucho mejor, muchísimo más resistente. Quizás es que las piedras contenían un elemento adicional... Sí, estaño. Un poquito de estaño aleaba con el cobre, y el resultado era el bronce. 

Así que el campo de acción se amplió a las piedras que contuvieran estaño. Estamos ya en la Edad de Bronce, y reconozcámoslo: ya no vivimos en cavernas. Ahora tenemos cesteros y tejedores, que nos hacen una vida más cómoda. Alfareros, que además nos hacen una vida más bonita (no olvidemos que el Hombre ya pintaba en la época de las cavernas). Y con la metalurgia, tenemos herramientas dignas de ese nombre, con el avance que supone. Con los oficios tenemos la especialización, y con la especialización tenemos el comercio. Con el comercio vendrá la escritura, y... pero ésa es otra historia.



Así que si alguna vez digo que fueron ingenieros los que nos sacaron de las cavernas, sepan porqué lo digo. Puede que exagere un poquito, pero creo que tengo bastante razón.

Por cierto: Ingenieros Industriales, si no lo he dicho aún.




Mendelssohn - Sinfonia n4 op.90 "Italiana" - 1 Allegro Vivace

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