Duodécima y última canción de los Beatles; supongo que todo el mundo habrá adivinado qué canción, de las que les propuse en mi entrega anterior, es la elegida. Y es que no podía ser otra. Ni podía faltar. Sin duda, en cualquier momento está sonando en algún lugar del planeta. Y si alguna vez los Beatles y su música caen en el olvido, lo último en hacerlo será esta canción. Indiscutible.
Se dice que la canción más veces grabada de la historia. Usted no es nadie si no tiene su propia versión.
Pero es que es una canción fabulosa.
AHora que ya están desveladas las doce canciones, puede que noten que no hay canciones de todos los discos. No hay ninguna del primero, Please, please me; claro que es algo lógico. Tampoco del tercero y del cuarto, y podría haber caído alguna. También es cierto que en esa época los Beatles sacaban muchos singles. Lo extraño es que no haya ninguna de Revolver ni del Sgt. Peppers. Y es extraño porque suelen ser reconocidos como los mejores discos y los más influyentes en la música moderna. Y sin embargo el hecho es que no he elegido ninguna canción de entonces; tampoco del Magical Mistery Tour. ¿Cómo es eso? ¿Atravesaron alguna crisis de calidad?
Pues no. Solo que si, nos damos cuenta, la importancia de estos dos discos vino del tremendo avance que supusieron. En la técnica, con el incremento de las pistas de grabación. Con el añadido de arreglos nuevos e instrumentos que se suponían que no tenían ninguna relación con la música pop. En los conceptos, con el establecimiento de un LP como idea global, y haciendo que desde entonces ése fuera el formato en el que había que presentar las canciones - y siendo los singles meros aperitivos de los LP. En las portadas, obras de arte en sí mismas y no meras tapas de los vinilos. En los temas, dejando las letras de amor y sinedo, sin embargo, canciones poperas. En muchísimas cosas. Fueron discos que cambiaron la cultura en ese momento.
Pero no tenían canciones que dijeras ¡qué maravilla de canción! Eleanor Rigby, puede que sea la más aclamada, y Lucy in the sky with diamonds alcanzara enorme fama; y ya ven, al hacer una selección de doce canciones las he dejado fuera. No se puede tener todo.
Y eligiendo sólo doce canciones, estaba claro que muchísimas se iban a quedar fuera.
Claro que tampoco era una cuestión de merecimiento.
Espero que les hayan gustado.
Jamás una disputa tan menor generó una separación mayor. Y todo porque no se gestionó bien.
Pongámonos en antecedentes:
No me extrañaría que los especialistas en Historia de la Iglesia concluyeran que los papas Alejandro VI, Julio II y León X se encuentran entre los peores papas de todos los tiempos, si no en el podio.
Alejandro VI (1492-1503) es el papa Borgia, Rodrigo Borja. Siendo cardenal hacía vida conyugal con una romana casada, pero además tenía amantes, y siendo papa tuvo un hijo (de su querida oficial tuvo 4 siendo cardenal); a su segundo hijo, César (Borgia), lo nombró cardenal a los 17, aunque no era ni sacerdote, y en fin. Un papa ejemplar, si me permiten decirlo así. A su muerte se eligió a Pio III, pero éste murió al mes, y en unas horas de cónclave se nombró papa al gran enemigo de Alejandro VI, Julio II (1503-1513). A éste lo había nombrado cardenal su tío cuando era papa, Sixto IV (1471-1484), otro papa lamentable pero que fue un mecenas de las artes y mandó construir la Capilla Sixtina. Quizás este dato influyera en el hijo, que, por supuesto, tenía 3 hijas aunque era franciscano. El caso es que Julio II quería ser papa y quería devolver al papado su antigua independencia, poderío y esplendor. Vamos, que era más rey que papa. Mucho más. Y quiso construir la basílica de San Pedro, en el Vaticano. Y aquí comienza nuestra historia.
Porque resulta que construir San Pedro no era barato. Y ser un reino independiente, poderoso y con esplendor con la España de los Reyes Católicos por ahí también acarreaba sus gastos, no sé si me entienden. Y la manera de conseguir dinero, para el Papa, era con una palabra: indulgencias. La indulgencia es que uno puede conmutar la penitencia por un pecado, por dinero contante y sonante. En teoría no se planteaba así, sino que la Iglesia pedía donativos a los fieles, este donativo se consideraba una buena obra y por medio de ella se obtenía perdón o se reducía la pena que se imponía. Lo que pasa es que el sistema, ya se lo imaginan, se prestaba a corromperse como es habitual y mundano en estos casos; recordemos que en esa época un rey o un noble podía ser excomulgado, y ello conllevaba el peligro de que sus súbditos quedaran liberados de la relación señor-súbdito, y como que no era buena idea; por lo que si un rico o poderoso hacía algo poco correcto, poder pagar una cierta cantidad al obispo local era una opción interesante. Por no decir, ya se lo imaginan, que no todo el dinero llegaría a Roma.
Para más inri, a Julio II le sucedió León X (1513-1521), de soltero Juan de Médicis, florentino. Con el currículum habitual, cardenal a los 13 años, papa a los 38, y saludado con alborozo por los humanistas, poetas y artistas (el clan de la ceja de la época); creo que se hacen una idea del carácter del muchacho. Que sí, que era bondadoso, alegre y simpático, pero que tenía la mano rota. Concedía mercedes a todos, ricos, pobres y quien se pusiera delante. Era un mecenas que se pirraba por la música, la poesía, el teatro... Su vida personal no era lo disoluto de sus antecesores, seguro que era pío y devoto, pero aquello era una corte renacentista con bufones, espectáculos, cacerías, etc. Y no era generoso, no: era pródigo: se dice que arruinó tres pontificados, a los antecesores (por vaciar sus huchas), al suyo mismo y a sus sucesores, por dejarles empeñados hasta las cejas. Así que la máquina de las indulgencias tenía que forzar la marcha. Y uno de los angelitos que gestionaban estas cosas en Turingia era el dominico Johann Teztel.
El siguiente personaje es Martin Lutero. Agustino, viajó a Roma en 1510 para asuntos de su orden, y allí vio el patio; no es extraño que en 1517 clavara en el tablón de anuncios local, que ¡oh casualidad! era la puerta de la iglesia, sus famosas 95 tesis. Que nadie de ustedes ha leído, pero que pueden hacerlo pinchando aquí y no les matará hacerlo, porque no son 95 tesis doctorales sino 95 frases tipo afirmación lógica. En sus 95 tesis, lo cierto es que Lutero no plantea ninguna religión nueva ni su ataque al catolicismo imposibilita cualquier diálogo; en realidad, lo que hace es atacar el sistema de indulgencias y sobre todo la corrupción del sistema; por ejemplo, opina que hay que advertir al pueblo de que el Papa no quiere que la compra de indulgencias sustituya a las obras de misericordia y que es mejor ayudar al pobre y al necesitado que comprar indulgencias; ítem más, afirma que si el Papa de Roma supiera lo que hacen los vendendores de las indulgencias (con Teztel en mente) ordenaría reducir San Pedro a cenizas antes que servir de excusa para lo que estaba pasando. En síntesis, él no cree que uno se salve pagando; y si fuera así,
opina que el Papa, en vez de construir el Vaticano, debería emplear el
dinero en salvar a las almas que están en el Purgatorio.
En este punto, Lutero quizá no empleó el camino correcto (puede), quizá describió cosas que no debía, pero a lo largo de la Historia de la Iglesia siempre ha habido personas que han opinado diferente, y se ha discutido muchísimo; también ahora hay gente así, me vienen a la cabeza ciertos teólogos alemanes, y se sigue discutiendo con ellos. Lutero sólo estaba planteando que esto de las indulgencias no parece trigo limpio y que, puestos a reflexionar sobre el perdón y la penitencia, él va más allá y opina que las indulgencias no pueden ser de ninguna manera, no ya por su ejecución mundana sino por su concepto teológico. Vaya, que esto había que hablarlo.
Pero en Roma ya sabemos en qué se entretenía León X. Y el otro actor en el teatro del mundo es el poder político, que en aquel momento y en aquel lugar encarnaba, también es mala suerte, Carlos I de España. Digo mala suerte, porque el mozo tenía 17 años, y porque no había rey más atareado. Nacido en Gante, acababa de ser nombrado rey de España, con lo que nos gustan los extranjeros aquí, más aún a los poderes fáticos locales. Carlos I aún no era emperador, porque lo era su abuelo que, como pueden imaginar, en 1517 estaba muy viejo y enfermo, y muere en enero de 1519. Tras un largo interín (estamos en el siglo XVI), los electores votan emperador al nieto Carlos, y éste ¡por fin! intenta ver qué pasa con Lutero. Mientras, en España se le revolucionan las germanías, los turcos campan a sus anchas, Cortés y Narváez disputan por la conquista de Méjico, etc. etc. El caso es que Carlos llama a Lutero a Worms, éste acude y allí se discute.
León X, a todo esto, no estaba siendo muy hábil. De las 95 tesis (afirmaciones), exigía a Lutero que se retractara de 41 de ellas so pena de excomunión. Y en Worms Lutero dice (sobre la eficacia y capacidad de las indulgencias) que no se fía de lo que dice el papa, y que ha llegado a un punto en que sólo se fía de las Sagradas Escrituras. ¿Faltó mano izquierda? Pienso que sí. ¿Por todas las partes? Lo más seguro, aunque Carlos V tiene 21 años y su misión es presidir el encuentro y que las partes hablen; si hay acuerdo o no es comprensible que no dependa de él. Como es obvio, no hay acuerdo y Lutero se vuelve a su casa. Aunque no llega, porque por el camino lo "secuestra" un príncipe alemán, Federico III de Sajonia, y lo encierra en un castillo "por su seguridad".
¿Qué pinta un príncipe alemán en esta historia? Pues el lado político. Carlos V es Carlos I, rey de España. Es decir, el emperador es también el rey del país más poderoso de Europa; es decir, que el emperador tiene ahora mucho poder. Demasiado, para algunos. ¿Y si decide hacer en Alemania lo que se había hecho en España y desaparece la independencia de Sajonia y todos los demás? Conclusión: los enemigos de mis enemigos son mis enemigos, ¡viva el monje ése!
A partir de aquí ya no sé a quién echar la culpa: Carlos V tiene que dejar de ser Carlos V para ser un rato Carlos I, que la cosa estaba caliente; los papas van muriendo y se las están teniendo tiesas con ¡caramba, que coincidencia! España: Carlos I le había dado pa'l pelo a Francisco I de Francia en la batalla de Pavía, le cogen preso y le liberan a cambio de un cierto acuerdo; el francés, una vez libre, se cisca en el acuerdo y monta una liga con varias repúblicas italianas contra España, y el papa se suma también a la Liga. Carlos I consulto a varios teólogos si podía volverse contra el papa y estos le dijeron que sí, que el papa (Clemente VII, 1523-1534) era el agresor, y ya saben, durante 150 años los ejercitos españoles ganaron todas sus batallas. El resultado fue el saco de Roma en 1527, y la consecuencia, que el Papa y Carlos V no iban muy al alimón.
¿Y Lutero? Pues por una parte se lo pueden imaginar, en el castillo de Watburg, yéndosele la pinza cada vez más y escribiendo, ahora ya sí, herejía tras herejía a cual más gorda. Además, apela al nacionalismo alemán: desde la época de Carlomagno hay una rivalidad entre el emperador y el Papa que marcó toda la Edad Media (salvo en España, que estábamos a otro rollo), y ya tenemos el soniquete "que viene el Papa y los españoles". Pero lo peor estaba ocurriendo fuera: sus discípulos (era profesor, cuando empezó este lío) sí que desbarran a lo bestia. Empiezan con una idea curiosa: eso de comprar la salvación con dinero es injusto. Que haya ricos que puedan y pobres que no es injusto. Que alguien tenga más que otros es injusto. Lo justo es que todo el mundo tenga lo mismo. Así que pongámos manos a la obra para acabar con la riqueza de los ricos y poderosos y repartámosla entre todos. Esto, fácil es de comprender, no mola a los más poderosos. Pero sí algo a la nobleza baja, que está resentida contra el emperador y contra los príncipes y la alta nobleza. Ambiente de guerra civil, y Carlos V convoca otra Dieta para hablar con Lutero. Para entonces la cosa había degenerado tanto que no se iba a resolver; más factores iban surgiendo, además, para dificultar cualquer acuerdo, y... Pero quizás hable de esto otro día.
Al final, los "Papas del Renacimiento" se acabaron y dieron lugar a los "Papas españoles", los llamo así porque la mano del rey de España (Carlos I, y sobre todo Felipe II), estaba detrás de su nombramiento. Y por cierto que no me extrañaría que los especialistas en Historia de la Iglesia concluyeran que los "papas españoles" están entre los mejores papas de la Historia. Para empezar, a Clemente VII le sustituyó Pablo III, y con éste Carlos I (ya talludito) sí se entendía. Y el mensaje fue claro: amigo, tienes la casa hecha un desorden y hay que ordenar las cosas. Hay que cambiar la manera de nombrar cardenales, y hay que convocar un Concilio. En Trento, que nos viene bien a todos.
Lo que pasa es que, entre unas cosas y otras, el Concilio de Trento no acabó hasta 1561. Y para entonces ya era imposible parar el luteranismo. La Iglesia se movió demasiado lenta.
Es lo que pasa, cuando un problema no se gestiona bien y se le deja evolucionar. Unos se apagan solos, pero otros degeneran. Y pasa lo que pasa.
Y cada cual que saque sus propias conclusiones.
¿El culpable? Pues supongo que la inutilidad de todos. Las obras públicas que se montaron en el Vaticano. Los lamentables papas de aquellos años. El amigo Teztel, los de su calaña y todos los que decidieron lucrarse con las indulgencias... Vamos, que si no hubiera sido Lutero habría sido cualquier otro. Y que cuando Lutero clavó su denuncia, la cosa no se gestionó nada bien, pienso yo.
¿Y saben por qué les cuento esto? Pues porque esta líneas las he escrito el 8 de diciembre, y ustedes no se habrán enterado, pero el papa Francisco ha decidido adelantar unos años un Año Santo (tocaría dentro de 10 años), lo ha inugurado hoy 8 de diciembre. Y, ya saben: hasta el 20 de noviembre de 2016, si atraviesan una Puerta Santa, ganarán una indulgencia plenaria. También hay otras maneras de ganar indulgencias plenarias, pero... Que sí, que ya sé que ahora no interviene el dinero y que lo de las indulgencias no es tan sencillo como digo y en principio es todo correctísimo, pero... Yo por si acaso habria prohibido las indulgencias hace 500 años.
¿El culpable? Pues supongo que la inutilidad de todos. Las obras públicas que se montaron en el Vaticano. Los lamentables papas de aquellos años. El amigo Teztel, los de su calaña y todos los que decidieron lucrarse con las indulgencias... Vamos, que si no hubiera sido Lutero habría sido cualquier otro. Y que cuando Lutero clavó su denuncia, la cosa no se gestionó nada bien, pienso yo.
Por supuesto, los culpables del éxito del luteranismo son los príncipes alemanes, los reyes escandinavos y demás mandamases que se adhirieron a la causa no por sus ideas religiosas, que les importaba una higa, sino porque vieron una gran oportunidad de librarse del poder del Papa (por ejemplo, la reforma en Inglaterra consistió en decir que el Papa no pintaba nada para poder Enrique VIII divorciarse y casarse con su amante; en lo religioso no cambió nada), de aumentar su poder a costa del del emperador, etc. Pero este articulo no versa sobre el luteranismo sino cómo prendió la chispa que lo empezó.
¿Y saben por qué les cuento esto? Pues porque esta líneas las he escrito el 8 de diciembre, y ustedes no se habrán enterado, pero el papa Francisco ha decidido adelantar unos años un Año Santo (tocaría dentro de 10 años), lo ha inugurado hoy 8 de diciembre. Y, ya saben: hasta el 20 de noviembre de 2016, si atraviesan una Puerta Santa, ganarán una indulgencia plenaria. También hay otras maneras de ganar indulgencias plenarias, pero... Que sí, que ya sé que ahora no interviene el dinero y que lo de las indulgencias no es tan sencillo como digo y en principio es todo correctísimo, pero... Yo por si acaso habria prohibido las indulgencias hace 500 años.
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