Sostre, el Proyecto Sostre, es una iniciativa nacida en el barrio de la Barceloneta para dar cobijo a aquellos que no tienen nada. Nada de nada. Que duermen en la calle, que comen lo que pueden cuando pueden, que se apañan con lo que encuentran. En el Sostre, "techo" en catalán, tienen un lugar donde cenar y dormir. Pero también algo más: es un lugar donde les acogen, donde no les miran con asco o desprecio, donde les hablan como a personas, y donde se preocupan por ellos. Una de las cosas más duras de vivir en la calle es que no tienes ningún apoyo. Nadie te va a ayudar. Si te resfrías, si se te infecta una herida, si tienes dolor de muelas,... nadie te ayudará. Para el sistema no existes: hay comedores donde te dan de comer, sitios donde puedes entretenerte e incluso puedes rebuscar en las basuras e intentar revalorizar lo que los demás tiramos. Pero cuando llega el frío, cuando llega la lluvia, cuando el reúma te machaca, el dolor te hace cojear y la cabeza te duele tanto que sólo quieres morirte, entonces notas más que nunca lo solo que estás.
En el proyecto Sostre, además de cobijarles, se les intenta ayudar. Por supuesto, en las necesidades del día. También en volver a existir para el sistema. Te acompañarán al médico cuando necesites ir, a la administración a hacer trámites, al banco si consigues una pensión,... se asombrarían ustedes si supieran la cantidad de cosas que para nosotros son sencillísimas y para ellos es superior a sus escasas fuerzas.
Por eso el proyecto Sostre ha editado el folleto que ví, cogí y les reproduje en mi entrada anterior. El proyecto se nutre de voluntarios, la cosa sea dicha - incluso la cena la aportan vecinos de la Barceloneta- , pero algo de dinero también ayuda. Porque hay gastos: allí pueden ducharse y asearse, ponerse una crema si lo necesitan; otros quizá necesiten un abrigo, unos zapatos o unas gafas. La casa en la que duermen hay que mantenerla, si una bombilla se funde se ha de cambiar, las sábanas y los colchones envejecen y el microondas puede estropearse. Al fin y al cabo, la luz y el agua hay que pagarlas.
10 euros al año no representa nada para nadie. En el Sostre, esos diez euros ayudan hasta el último céntimo.
Y, se lo aseguro, no hay nada más sincero que el agradecimiento de un mendigo.