lunes, 25 de noviembre de 2013

Kansas


Kansas City, Kansas

Desde Kansas City, Misuri, se cruza el río Misuri y se está en Kansas City, Kansas. Es decir, en el estado de Kansas. La ciudad es la misma, pero la frontera del estado hace esas cosas.

Kansas es Kansas. Es decir, un estado republicano, muy republicano. Agrícola, muy agrícola. Trigo y girasoles, por cierto. Y con muchos tornados. Con muchísimos tornados. Con muchos tornados muy fuertes, ya que preguntan. Así que hablar de Kansas es hablar de todos los estereotipos del centro de los Estados Unidos; más o menos, esto:


Los primeros en llegar a Kansas fueron los españoles, Coronado (Francisco Vázquez de Coronado), en 1541. Por cierto que en esa expedición descubrió un impresionante cañón formado por un río, y le puso el nombre de río Tizón, pero luego se dieron cuenta que las aguas estaban teñidas de la tierra de los cañones, y le cambiaron el nombre a Colorado.

Luego, faltaría más, los franceses se apropiaron del territorio, y el resto ya deben sabérselo.

Pero no crean que es un estado de paletos: con menos de 3 millones de habitantes tienen tres premios Nobel (y ninguno en Literatura, oigan), y aquí se descubrió el helio, en 1905, y se inventó el helicóptero en 1909. Y (los jóvenes deberán preguntar a sus mayores qué es) el dial del teléfono, en 1889, y fue el primer estado que dio a los negros el derecho al voto. Y Amelia Earhart era de Kansas. Vaya, no tan paletos, ¿verdad?

Aunque les confesaré una cosa: para mí, es que pensar en Kansas es evocar el cine. Y no sólo el "Esto no es Kansas" que dirá Dorothy, sino... 

Les daré alguna pista: ciudades de Kansas son Wichita y Dodge City. 

Películas del Oeste.

Y, sobre todas, un personaje, un hombrecillo insignificante que no dejaba de decir que era "de Kansas City, Kansas" (creo que de ahí me viene mi fijación con Kansas City, Kansas) y hacía de viajante de whisky.

A ver si encuentran a mi hombre en la foto del reparto de la película:




No, no es John Wayne. ¿No les he dicho que era un hombrecillo?

Es el segundo por la derecha. Es Donald Meek. Y, ahí donde lo ven, luchó en la guerra de Cuba y Filipinas (yo creo que en Filipinas), donde pilló la fiebre amarilla que, por lo visto, le dejó calvo.

Viendo la foto, creo que todos podemos reconocer, además de a nuestro viajante (precisamente, un personaje tan apocado era uno de los toques cómicos de la película):
  1. Al tramposo jugador de cartas
  2. Al banquero
  3. Al sheriff
  4. A la prostituta
  5. Al médico borrachín
  6. Al bonachón conductor de la diligencia
  7. A la mujer del teniente
  8. Y a Ringo Kidd, que se ha escapado de la cárcel y va en busca de los asesinos de su padre y su hermano.
¡Ah, creo que ya no se hacen películas como las de antes!

Aunque, ya que estoy, les recomiendo fervientemente que vayan a ver Gravity, con George Clooney y Sandra Bullock. Tienen que verla en el cine, porque no pueden verla en un televisor; sería como interpretar a Mozart con un triángulo. La película, ya les digo, es muy buena, y de una tensión terrible (suerte que no dura 90 minutos), pero necesariamente se ha de ver en la oscuridad de un cine, con una pantalla que haya que mirar hacia arriba y hacia abajo, con unas gafas de 3D, y con el sonido atronador. Da igual que cometa errores científicos, es cine. Cine del bueno. De verdad, háganme caso y vayan a verla a su cine más cercano antes de que la cambien. No se arrepentirán.

domingo, 24 de noviembre de 2013

Recorriendo Missouri, el espejo de América


Kansas City, Misuri

Las verdes praderas se extienden al oeste de San Luis. El Oeste está ahí, y la primera parada es Kansas City, Misuri. Quizá la prueba definitiva de que ante nosotros está el Oeste con mayúsculas es el mapa de distritos del Banco de la Reserva Federal. Misuri es el único estado con 2 sedes, San Luis, del distrito 8º, y Kansas City, del distrito 10º; como ven en el mapa, hacia el oeste sólo hay una sede, y está en San Francisco, California. Es obvio que entre Misuri y el Pacífico, para los del Este (y los que manejan el dinero, en concreto), no hay más que la nada. Y las verdes praderas.

(imagen extraída de wikipedia)

Confío en que me perdonen por usar la grafía española de Missouri y Saint Louis: al entrar en Misuri entramos en la parte española de los EE.UU. Aunque española lo fue poco tiempo: toda el área del Mississippi, "la Luisiana", era francesa, pero en el tratado de París de 1763 se cedió a España. Y no era un área pequeña, anoten: Arkansas, Misuri, Iowa, Oklahoma, Kansas, Nebraska, las dos Dakotas, parte de Minnesota, el norte de Nuevo Méjico y Tejas, Montana, Wyoming y Colorado, y Luisiana al oeste del Mississippi. Casi nada. Lo que pasa es que España se dedicó a sólo mantener la titularidad, no la colonizó como sabía hacer, y luego llegó Napoleón y... en 1803 sacó a la luz una claúsula secreta del tratado de San Ildefonso de 1800, por la cual España había devuelto la Luisiana a Francia (claúsula tan secreta que no se enteraron ni los españoles, ni los franceses, ni los americanos), y... tres semanas después se la vendió a los USA de Jefferson. Convendrán conmigo en que el Corso, además de genio militar, era un as en los cambalaches políticos.

Explicada esta historia, entenderán porqué los estados al Oeste tendrán fronteras rectilíneas, con la salvedad del recorrido del río Misuri.

En San Luis se cruza el Mississippi, y hay que elegir, Mississippi o Missouri.  El Misuri es más largo que el Mississippi, pero el río conocido primero fue el Mississippi, por el delta primero y desde los Grandes Lagos después, y el nombre se quedó. Y elijo el Misuri, que hasta San Luis discurre desde el oeste, desde Kansas City (donde desembocará el río... Kansas). Así, de paso, recorro el fascinante estado de Misuri, que tiene incluso su propio dinosaurio oficial, el "Hypsibema missouriensis". También tiene un pájaro oficial, un animal -la mula-, un insecto, un animal acuático y un pez oficial, además de una flor, un árbol y un árbol nudoso, un mineral, una roca y un fósil... quizá sí que se pasan un pelín con esto de los signos de identidad.

Misuri es un estado mediano, central, agrícola, a veces demócrata y a veces republicano. Muy americano. De hecho, salvo en tres ocasiones, desde 1904 el que gana en Misuri gana las presidenciales. Y, si lo miramos así, el más americano de todos es el condado de Lincoln. Casualmente, dos de esos tres fallos fueron las dos campañas de Obama, y no digo que el pasado de estado esclavista tenga nada que ver. En cualquier caso, también los sociólogos están de acuerdo conmigo, y consideran a Misuri como el termómetro de las opiniones de los EE.UU. en casi todos los temas.

¿Porqué es el espejo de América? No lo sé, y creo que es un tema que se ha estudiado mucho (yo nada, claro) y sin ninguna conclusión definitiva. Misuri se parece al país en que sus dos extemos/"costas" (San Luis y Kansas City) son demócratas, y el centro del estado republicano. También el centro de gravedad de la población del país está en Plano, en Misuri. Otros opinan que Misuri tiene fronteras con estados muy diferentes, que San Luis es la última ciudad del Este y Kansas City la primera del Oeste, o por la exacta mezcla de población rural, urbana y suburbana; o porque en la guerra civil Misuri era un estado del Sur en el Norte, que estuvo en los dos bandos con representantes en los dos gobiernos, y en el que ambas partes ganaron muchas batallas, yo qué sé.

Por otro lado, quizá no encuentre muchos mormones aquí (y eso que Romney  tuvo más votos que Obama). Resulta que, en 1838, los mormones atacaron a un grupo de la milicia estatal creyendo que era una horda antimormones, y el gobernador de entonces promulgó una "orden de exterminio", que ordenaba al general Clark tratar a todos los mormones como enemigos y exterminarlos o expulsarlos del estado de Misuri. La orden se rescindió en 1976, cosas de la burocracia, el papeleo, y demás. Hoy en día son el 1% del estado. Ahora no, pero si a alguien le interesa, quizá algún día cuente alguna anécdota de este conflicto, que fue, en realidad, una guerra con todas sus letras. Como pueden imaginarse, la postura oficial es que, a pesar de todo, la milicia no mató a ningún mormón por el hecho de serlo.

¿Y porqué ya no es el espejo de América? Pues ha fallado en las dos últimas elecciones, lo que hace que los sociólogos se pregunten qué ha pasado en el país que no ha ocurrido en Misuri. Y ¿saben qué creen que es? Que no tienen latinos. No tienen tantos latinos como los demás estados, quiero decir. Da qué pensar, ¿verdad?

La cosa tiene más miga de la que parece, porque, como les conté en esta entrada, que se crea que se es el estado "que elige al presidente" es un chollo, porque convierte al estado en objeto de todos los mimos y favores que crean que termine de convencer a sus milagrosos votantes. Pero, en fin, volvamos a nuestro viaje.

Recorriendo el río Ohio, les he estado aburriendo/entreteniendo con mis historias de puentes; como nadie me dice nada, sigo con ello. 

Hasta ahora, el cruce de ríos era prioritario en el caso del Ohio: áreas densamente pobladas, con muchos intereses comerciales, y un río muy ancho pero sin dejar de ver la otra orilla. El Missisisippi, en cambio, es otra cosa: sin mucho al otro lado, con un servicio potentísimo de navegación, y un chorro de agua de padre y muy señor mío (en su punto más ancho como río, no como lago... 11 km). No en balde, Mississippi viene de la pronunciación francesa de cómo llamaban los indios al río, aunque no tengo muy claro si la palabra degenerada fue misi-ziibi o gichi-ziibi (en cualquier caso, "Gran río"). Pero tienen suerte, el primer puente sobre el Mississippi se levantó en 1855 pero en Minneápolis, aguas muy arriba. Y, por cierto, ... ¿se acuerdan de este artículo?

El Misuri, por su parte, es más razonable, aunque llegue a alcanzar los 1.200 m de ancho. Con todo, es el Oeste, y en el Oeste ya no se circula por los ríos como en el Este. Aquí, lo que manda es el ferrocarril, y el ferrocarril necesita puentes. Eso sí, estamos ya en la Edad del Acero, y eso se nota. Por ejemplo, a finales del siglo XIX el puente típico para el ferrocarril sobre el Misuri en Kansas City fue éste:

Fuente: la Biblioteca del Congreso, buscando:

Francois Chouteau Bridge


Puente al que, por cierto, estuvo en uso hasta 2001. Tras lo cual lo volaron y lo reemplazaron, los americanos son gente práctica.

Aunque el más antiguo puente sobre el Misuri en Kansas City se construyó en 1868. Pero mala pata, es tierra de tornados y en 1887 un tornado hizo colapsar el vano central, y aunque se hizo lo que se pudo, en 1917 se tiró abajo definitivamente. Se conservan fotos, incluso he visto una de cómo lo dejó el tornado, pero permítanme que no ponga ninguna aquí. Si les interesa, las encuentran en Google-imágenes, buscando "First Hannibal Bridge".

Otro puente de la época lo pueden ver si pinchan aquí, aunque la foto sea de 1954.

¿Y en San Luis, que no he dicho nada? Pues, por ejemplo, todavía está el puente Bellefontaine sobre el Misuri, por supuesto para el ferrocarril; Por favor, pinchen aquí para ver imágenes. O, mejor aún, mírenlo con el Street View aquí.

Hablando de ferrocarriles, es posible que ustedes, como buenos ingenieros, sean seguidores acérrimos de la serie The Big Bang Theory, Big Bang entre nosotros, y sepan que Sheldon Cooper, además de un fanático de los trenes lo es de las banderas. La bandera de Misuri, además de ser tricolor como la francesa (por deferencia a sus orígenes) e incluir un montón de bobadas (como 24 estrellas representando a los 24 estados que formaban la Unión cuando se incorporó Misuri), incorpora en su escudo el lema del estado: "UNITED WE STAND, DIVIDED WE FALL". Es decir, unidos venceremos, divididos caeremos. Algo que en realidad no es sólo el lema de Misuri, sino que forma parte del adn de los norteamericanos desde la época colonial. ¡Si hasta lo dice Russell Crowe en Gladiator!

Lo dicho, gente práctica, los americanos.


viernes, 22 de noviembre de 2013

Carrero


Saint Louis, Missouri

Directamente al oeste desde Louisville, por fin llegamos al Mississippi. Esta vez no voy a contarles de dónde viene el nombre de la ciudad, porque ¡estamos en Missouri!

En 1820, llegado el momento de incorporar el territorio de Missouri a la Unión, a los ya estados se les planteó el problema de que Missouri era un territorio esclavista (es decir, en el que la esclavitud era legal y había esclavos), y su incorporación rompería el empate entre estados esclavistas y no esclavistas. Tras duras negociaciones, se decidió aprobar que una parte del estado de Massachusetts se segregara y formara un nuevo estado, Maine, que se incorporaría también a la Unión, manteniendo el empate. Al mismo tiempo, se estableció el compromiso de que, cuando se incorporaran nuevos estados, lo harían por parejas (o dividiendo territorios, si daban de sí), mantenendo el empate entre ambas facciones.

A esta componenda se le conoce como el Compromiso de Missouri. Los poilíticos que lo cocinaron creyeron que era una buena solución para un problema larvado desde muchos años antes, pero no dejó de ser eso, una componenda, y al poco tiempo volvieron las diferencias y las tensiones, hasta que al cabo de 40 años una parte se sintió excesivamente maltratada por la otra, se quiso separar, y estalló la guerra. Ya conocen la historia.

Hace cincuenta años del magnicido de John F. Kennedy. Doy por descontado que habrá amplios reportajes en televisiones, periódicos y radios, y también en millones de blogs de internet; o, como mínimo, menciones, recordatorios, etc.

No me importa mucho Kennedy, no creo que su muerte supusiera un cambio importante. Sin embargo, este 20 de diciembre hará cuarenta años del asesinato del almirante Luis Carrero Blanco, creo que el recuerdo político vívido más antiguo que tengo. Los menores de 40 años no sabrán de qué les hablo; pero desconocer la Historia es obligarse a repetirla, por lo que este suceso sí merece una atención especial.

La clase política, en España, hace mucho que no tiene la categoría que querríamos, eso lo sabemos todos. Durante el reinado de Alfonso XIII, el bipartidismo degradó tanto el nivel de los políticos que el general Primo de Rivera dio un golpe de estado y empezó su Dictadura. En 1931 el nivel de los políticos monárquicos era tan patético que se produjo el advenimiento de la Segunda República, pero ésta no devengó en una mejora de nuestros gobernantes, sino en una degradación aún mayor. En 1936, muchos militares, hartos de los políticos, intentaron un segundo golpe de estado, que falló en primera instancia y se prolongó en nuestra Guerra Civil. Tras su triunfo, Franco no estaba dispuesto a volver a dar el poder a aquellos políticos que tan mal lo habían gestionado, y se lo quedó. Nunca llueve a gusto de todos.

En 1973, Franco, viejo y cansado, lo deja. No nominalmente, porque sigue siendo Jefe del Estado, pero sí de facto. Nombra a Carrero, hombre de su confianza desde hacia décadas, Presidente del Gobierno. Un cargo que, sea de paso, en la práctica ejercía desde muchos años antes, Franco figuraba pero el día a día era cosa suya. Ambos, digámoslo así, consideraban que los partidos políticos eran inventos que en España sólo iban a causar desastres.

El 20 de diciembre, a la salida de misa, una bomba manda su coche por los aires. Franco, senil, nombra al ¿incapaz? Carlos Arias Navarro como nuevo Presidente, y el resto es Historia. ¿Qué habría pasado, si hubiera seguido Carrero? No podemos saberlo. Carrero no era un exaltado ni un iluminado, e intentó ejercer el poder "con leal saber y entender". Cambió a 10 de los 18 ministros (a las personas de la tercera edad seguramente les sonará el nombre de López Bravo, entre otros), y se estableció como objetivo la integración en la CEE. Yo creo que eran conscientes de que el futuro no era de ellos pero querían pilotar la transición. Ya digo, no podemos saber qué habría ocurrido, y han pasado demasiados años para comprender a la sociedad de entonces. La palabra crisis se queda corta para describir aquellos días de noviembre, al igual que Kennedy tuvo sus 13 días de octubre; represalias generalizadas, una nueva guerra civil, cualquier cosa habría sido posible. Tendrán que convenir conmigo que, visto lo visto, al menos gestionaron bien aquel incidente.

Han pasado 40 años. Antes de reproducir la omnipresente reductio ad Franco, por favor, piense un momento en la clase política que tenemos ahora (o la que teníamos hace tres años, si le gustan los de ahora). La corrupción impune, el cachondeo de la Justicia, la separación de las personas corrientes, todo lo que usted quiera. Intente aislar la valía de las personas que gestionaban España entonces, cada una en su puesto, de las circunstancias en las que tuvieron que moverse. ¿Cree usted que la casta que tenemos ahora es mejor?

Veremos qué se publica, cuando se acerque la fecha. Tengo curiosidad por leer las interpretaciones que den. Digo yo que alguien, al menos, se acordará. Aunque, la verdad, parece mucho más lejano que el asesinato de Kennedy, ¿no?

jueves, 21 de noviembre de 2013

Julius Randle, Jarabi Parker, Andrew Wiggins, y la ética del deporte



Louisville, Kentucky

Si seguimos el curso del río Ohio llegamos a Louisville, ya en Kentucky. No en el estado de Kentucky, porque Kentucky no es formalmente un estado, es una Mancomunidad (Commonwealth, que dicen ellos). Será porque Virginia también lo es, y Kentucky se colonizó como una extensión de Virginia (ya les conté que, cuando la independencia, el estado mayor en todos los sentidos era Virginia). Por eso, no sorprende que sea el primer territorio en adherirse a los States, descontando a las trece colonias iniciales y a Vermont, que era la decimocuarta colonia pero que se independizó antes que las demás, solo que a nadie le importó.
Y la razón para la rápida colonización de Kentucky se descubre en seguida: está todo plagado de ríos y vías de agua navegables. Para lo que era la época, como si ya estuviera asfaltado.

Obviamente, el nombre de Louisville, claramente francés, nos indica que éstos, que en el XVIII dominaban el Mississippi, penetraron hacia el este por el Ohio tanto como pudieron. Resulta que en sus más o menos 2.000 km, el Ohio tiene una zona "difícil", unas cataratas. Y allí fundaron Louisville. Por cierto, a estas alturas el río tiene ya 800 m de ancho. Intenten imaginarlo. Pedazo de río.

Estos días, estas semanas, una de esas palabras que tanto les gusta inventar a los americanos está en boca de todos cuando hablan (y estamos en Louisville, que en este blog ya saben lo que significa) de baloncesto: "to tank", tanquear. Perder a posta, intentar quedar últimos en una competición, en este caso la NBA. ¿Porqué?

Porque el draft de 2014 tendrá tres números 1: el ala pivot de Kentucky Julius Randle y los aleros Jarabi Parker de Duke y Andrew Wiggins de Kansas. Y no sólo estos chicos, parece ser que va a ser un draft profundo, una añada excelente. Tanto que hay equipos a los que no les importa echar un año por la borda para situarse mejor en el draft. Se acusa a los Sixers, a los Jazz, a... A todos aquellos equipos que no han hecho grandes esfuerzos para reforzarse, que incluso se han debilitado. Y son bastantes.

¿Es legítimo? Sí, claro. ¿Es ético?

En realidad, aquí confluyen dos características de la NBA. Una, habitual en América: no hay descensos. Pueden permitirse el lujo de perder, porque sólo se juegan un puñado de partidos. La otra, lamentablemente habitual de la NBA: en realidad, la competición no versa sobre ganar un campeonato. Todo el mundo sabe que lo va a ganar Miami por ultima vez, al igual que desde hace más de treinta años el título es siempre cosa de dos, tres el año mejor. Y, sin embargo, juegan entre 82 y 100 partidos, y un gran equipo ganará 60, más o menos. ¿Entonces? A los dueños de los equipos, lo que les importa es llenar el pabellón, conseguir ganancias. Para ellos no hay años malos, sólo años duros. Si un año de pérdidas les produce siete de beneficios, por ellos vale. Y como los equipos son privados...

En cuanto a la afición, pues depende. Los hay escépticos, que saben perfectamente que "este año no toca", y los hay perennemente ilusionados, y éstos son los que se llevarán el chasco. Sobre todo los de aquellos equipos que llevan veinte años de reconstrucción, por ejemplo.

Porque ésa es otra. Vale, puede que no sea ético, pero si es práctico... Y, sin embargo, ¿garantiza quedar último antes de un gran draft años de gloria? Que les pregunten a Cleveland, Detroit, Denver y Toronto, que eligieron los 4 primeros puestos del grand draft del 2003, el de James, Anthony y Bosh, la gloria que han recibido. ¿Quieren más ejemplos?

Así que, como nunca se podrá demostrar que un equipo no ha querido ganar un campeonato, el tanqueo siempre existirá, lo que empobrece la competición. Para evitarlo, o nivelan la competición, o añaden interés a no quedar el último; por ejemplo, en vez de una división única de 30 equipos, dos de 16 y los de la segunda bajando a ligas cada vez menores y todo eso. Seguro que entonces nadie querría quedar último. Solo que entonces ya no sería la NBA.

martes, 19 de noviembre de 2013

Cincinnati, la ciudad de los puentes


Cincinnati, Ohio

De Pittsburgh al Mississippi, bajando el río Ohio, se pasa por Cincinnati; en la otra orilla, Covington, ya en Kentucky. Precisamente, en ese punto desagua el Licking, ya les conté que hasta el ferrocarril las vías de comunicación eran los cursos de agua, y Kentucky está lleno de ellos. Normal, entonces, que allí se fundaran las dos ciudades.

El rio Ohio, también se lo he dicho antes, históricamente fue la frontera entre el Norte y el Sur, entre el Este y el Oeste; señal de que no sería un río fácil de cruzar. En Cincinnati, al menos 400 m de anchura, costaba 25 centavos que le pasaran a uno en un frágil esquife, 1 dólar si se hacía el viaje con carreta, ya en un barquito. Así que la cuestión de construir un puente estuvo desde el primer día. Claro que ¿cómo hacerlo?

En este punto, les recomiendo que lean mi entrada anterior cruzando-el-rio-ohio-desde-1850, si no lo han hecho ya.

Antes de construir un puente de verdad, los hombres de Cincinnati pidieron una prubea de que la cosa funcionaría. Covington decidió empezar por un puente sobre el Licking; el elegido, John Roebling, que ya había levantado dos puentes en los ríos menores que llegan a Pittsburgh. Empezó en 1846 (recuerden que estamos en tiempos pre-Bessemer), y se inauguró en 1854. Por fin un puente colgante como Dios manda. Algo apoteósico. Bueno, en realida no del todo como Dios manda: a las dos semanas lo cruzaron dos pastores (a caballo) con 19 reses y el puente se vino abajo. Completamente, sólo quedaron las pilas. Que, eso sí, se usaron en la reconstrucción, porque tener un puente era impepinable. 

Llegaron malos tiempos para este tipo de empresas, por aquello de la guerra, pero la necesidad seguía ahí; el ejército, que no podía esperar más, levantó un "puente" provisional, pero de pontones; no era realmente un puente. Es igual, en Cincinnati creyeron en Roebling y le encargaron, ahora sí, uno sobre el Ohio. Se inuguró el 1 de diciembre de 1866, y ese día lo cruzaron... cien mil personas. Al mes, se abrió al tráfico rodado (de carros y carretas, claro).

Lo irónico del tema es que Roebling ha pasado a la historia, pero no por sus puentes en Cincinnati o Pittsburgh, sino por una copia que hizo del de Cincinnati, y que (para más inri) no llegó a terminar porque murió antes, tuvo que rematarlo su esposa). Eso sí, en una localización más vistosa que el paso de Ohio a Kentucky: es el archifamoso puente de Brooklyn.

Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.
  ¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.
  No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.
  Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.
  Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas en alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas, 
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.

Hace tiempo que no incluía un poema, y cualquier ingeniero debería saber recitar al menos los primeros versos de éste, escrito por Antonio Machado, desesperado por una larga y penosa enfermedad que estaba matando a su esposa.

sábado, 16 de noviembre de 2013

The Steel Curtain, "La Cortina de Acero"

Remontando el río Ohio, llegamos a Pittsburg, la ciudad del acero (steel), donde el río adquiere su nombre, en la conjunción del Allengeny (uno de los ríos clave en la carrera de los puentes de la que les hablaba el último día) y el Monongahela. Y si en ese punto cruzamos el Allengeny, en la misma orilla, estaremos en el "Estadio de los tres Ríos", el campo de los Pittsburgh Steelers, el mejor equipo por historia de uno de los más apasionantes y divertidos deportes: el fútbol americano.
  Nota: en realidad, el estadio actual es el Heinz Field; pero se construyó donde antes estaba el Tres Ríos, que se demolío por voladura; permítanme, pues, la licencia.

El fútbol americano es injustamente menospreciado. Se le asocia con coloristas equipos, cascos y protecciones, golpetazos y tipos enormes. Y es que se le juzga como a cualquier deporte popular de equipo con pelota, el fútbol, el baloncesto, el balonmano, el water-polo, el voleibol, etc. Y no. No tiene absolutamente nada que ver, nada en absoluto. Es como comparar al ajedrez con el parchís o la oca.

El fútbol americano (puede que en adelante lo denomine fútbol, a secas) proviene del rugby; en lo más básico, recuerda al rugby: equipos, campo de hierba, balón oblongo, porterías similares, ensayos y patadas a palos, y poco más. ¡Ah, sí, y virilidad! Es cierto, son deportes viriles. Pero aquí acaban las similitudes. Como deporte de origen inglés, en el siglo XIX se jugaba en el noreste de Estados Unidos, en las universidades; y al igual que pasó en el Viejo Continente, allí también las reglas fueron cambiando poco a poco, las universidades fueron fijando reglas: Yale, Columbia, Princeton... y también una de las más especiales escuelas de allí, la academia militar de West Point; tengo para mí que fue en ese centro donde se le dotó a este juego del evidente planteamiento militar que tiene, como herramienta utilísima en el aprendizaje de estrategias de combate.

Primera afirmación: el fútbol no es un juego, es un combate entre dos ejércitos. Y no sólo porque al quarterback, el jugador que hace la jugada, se le llame habitualmente "el general" o "el mariscal".

El partido de fútbol consiste en una sucesión de jugadas. En cada jugada, los dos equipos se colocan frente a frente, en el centro transversal del campo. Un equipo tiene la pelota, y el otro no (sólo hay una pelota). El equipo que tiene la pelota quiere llevarla a la zona de anotación del otro equipo. Pero el otro equipo también, solo que no tiene la pelota; por lo tanto, su primer objetivo es quitarle la pelota al otro equipo. ¿Quién ataca y quién defiende? Esto no es balompié ni baloncesto, es fútbol americano. ¿Quién ataca y quién defiende en una batalla? Al principio, el equipo que tiene la pelota es el que se defiende, el que no la tiene es el que ataca buscando la pelota. Pero, para entender mejor el juego, pongámonos en la piel de un jugador. Por ejemplo, ya que estamos, el quarterback, Jimmy. Supongamos que los Steelers son los que tienen la pelota y los Bears de Chicago los que no la tienen:

Empieza la jugada cuando el tipo del centro de la línea de los Steelers, el center, pasa la pelota al quarterback, que está detrás suyo. En ese momento los Bears se van a lanzar como bisontes desbocados a por los Steelers. La linea de los Steelers no la forman bebés de teta, pero en tres o cuatro segundos, uno de los Bears va a alcanzar al quarterback. Es decir: Jimmy tiene tres o cuatro segundos para decidir qué hacer con la pelota... y hacerlo. Los hombres de línea (los que se colocan enfrentados en primera línea de su equipo al inicio) suelen ser unos mostrencos enormes, con lo que la visión Jimmy es bastante reducida. Así que mejor que éste sepa (y lo mismo todo su equipo) qué va a hacer con la pelota desde antes de tenerla: se la pasaré a Joe, por ejemplo. Joe puede ser un running back y estar a su lado, ser un wide receiver (un tío en el extremo del campo que al empezar la jugada echa a correr como si le persiguiera su sastre), u otro jugador. Puede que la cosa no salga bien y no se la pueda pasar a Joe, y entonces quizá decida ser él mismo el que corra con el balón; en cualquier caso, él sabrá. Según vea lo que está pasando, qué jugador está ganando en su pequeño duelo con su rival directo, puede decidir una cosa u otra. Pero, sea lo que sea, ha de ser muy rápido. Porque el otro equipo le está atacando. 

Dicen que la mejor defensa es un buen ataque, y en este fútbol es verdad: la mejor opción del equipo que defiende la pelota es pasar al ataque cuanto antes. Ha de darle la pelota a un tipo como Joe, alguien que pueda llevarla a la zona de anotación de los Bears. Así que supongamos que Joe recibe la pelota: en cuestión de microsegundos, el atacante pasa a ser atacado, y lo que tarde en reaccionar decidirá el éxito o el fracaso del ataque. El ataque puede tener un éxito total (Joe anota un touchdown), o parcial (los Bears detienen a Joe pero los Steelers han conseguido que la pelota avaco

nce al menos diez yardas, unos 9,14 m), o bien un fracaso parcial (los Bears consiguen detener a Joe, pero Joe no ha soltado la pelota) o completo (¡los Bears han recuperado la pelota!), e incluso absoluto sin paliativos (¡¡¡los Bears han recuperado la pelota y su propio Joe ha conseguido llegarla a la zona de anotación y lograr un touchdown!!!).

Una regla particular del fútbol americano es que el equipo con el balón tiene cuatro jugadas para avanzar diez yardas (9,14 m) sin perder el balón. Cada vez que las avance, vuelve a tener otras cuatro jugadas.

El éxito y el fracaso del equipo, para todos, tiene un nombre, el del quarterback. La gloria y el deshonor, todo irá para él. Y, sin embargo, Jimmy, como el general, no gana ni pierde nada. Todo depende de los otros.  Por ejemplo, de sus defensive tacklers.

Los defensive tacklers son los jugadores que los Steelers van a poner para proteger al quarterback. Puede que midan sólo 1,95, pero seguro que pesan más de 140 kg. Son masivos. Su misión: que ningún Bear consiga llegar hasta el quarterback. Puede que la jugada de los Steelers sea un pase largo, así que Jimmy necesita tiempo para que el extremo llegue al sitio donde recibirá el balón; por lo tanto, Moses y demás los tacklers deberán conseguir ese tiempo, reteniendo a los tacklers de los Bears (que se les llama defensive tacklers, aunque, como vemos, el atacante defiende y el defensor ataca). Pero puede que los Steeleres hayan decidido (y Moses lo sabe) jugar a la mano, pasándole el balón al running back junto al quarterback. Fíjese que en esa jugada, con el objetivo de avanzar yardas, lo que ustedes están haciendo es retrocederlas, aunque asegurando la posesión del balón. Es arriesgado, su running back ha de correr entre los tackles de los Bears. Así que su misión no será proteger a Jimmy, sino a Joe.: ha de crearle un pasillo. Claro que los Bears no son tontos, y en que lo vean irán a por el running back. Pero en ese momento es su equipo el que ataca, y usted también: irá a por los tacklers de los Bears, para que sea usted su problema y no nuestro Joe. Nadie lo verá, al running back lo parará alguien en tres segundos, pero es fundamental que el mostrenco que pare a Joe no sea el tackle del que usted debía encargarse. ¿Entiende?

Imaginemos ahora que somos un jugador de los Bears. En concreto, Big Al, uno de los defensive tacklers. En el inicio de la jugada, usted está acuclillando, enfrente del otro equipo, calibrando a los tacklers de los Steelers. ¡Hum!, pensará para sí, 1,95 m, 140 kg... puedo con ellos. Usted es más grande, más pesado incluso. Y es todo músculo, la única grasa en su cuerpo es la de los seis pollos que se acaba de zampar en el vestuario. Además, usted es muy rápido. Puede que no en una carrera de 50 m, pero sólo le piden que corra cinco o seis metros, diez a lo sumo. En esas distancias, usted explota. Así que empieza la ventaja y usted se lanza a por Jimmy. Moses, el tackle de los Steelers, se le interpone, intenta pararle; probablemente, le pare o al menos le retenga el tiempo suficiente. Bueno, da igual. Usted es paciente, habrá más jugadas en el partido. En su lucha personal con el Steeler no necesita que las victorias sean más que las derrotas. En la jugada siguiente quizá consiga escurrirse, quizá Little Konrad, su compinche de la derecha, le meta un empellón al tackle de usted y usted logre zafarse: vía libra a por el quarterback. Jimmy no es tonto, y en que ve a Big Al lanza el balón, pero... demasiado tarde para Jimmy, que se lleva un soberano golpe de Big Al. Sí, los Steelers conservan la posición, pero Jimmy ha sido golpeado. Usted ha conseguido calibrar cuánto tiempo necesita para llegar a Jimmy, y Jimmy sabe ahora que si no lanza el balón en menos tiempo se va a llevar otro golpe. Jimmy es fuerte, pero los golpes son los golpes. Y puede que ahora no, pero hacia el final del partido quizá Jimmy incoscientemente vaya lanzando la pelota cada vez antes, con lo que sus lanzamientos serán cada vez peores. Y todo gracias a Big Al.

También puede ocurrir, al igual que con los defensive tacklers, que la jugada sea con el running back. Si Big Al tarda en darse cuenta, feliz de esquivar a Moses (que en realidad ya no tiene interés en cerrarle ese camino) y corre hacia Jimmy, como mínimo su entrenador - o el entrenador de defensive tacklers, más bien, que alli tienen de todo; con decirle que son 11 jugadores y los equipos son de 45 jugadores.... Sí, sí, 11 jugadores ¡para el ataque!, que cuando han de defender cambian y salen otros 11, especialistas; ya son 22, pero cada uno, además, tiene un reserva: 44. Y 45, un pateador- lo notará y Big Al tendrá que explicar porqué lo hizo. Big Al ha de cambiar de objetivo en décimas, y en vez de ir a por un tipo preocupado por dónde están sus compinches, ahora perseguirá a otro que sí está concentrado en usted y sus compañeros. Y que no debe pasar.

Hay otros puestos. En los Steeleres hay jugadores que echan a correr por la banda, intentando desmarcarse y recibir un pase largo. Hay Bears que se especializan en perseguir al jugador que quiere correr por la banda; además de rápidos y fuertes, son muy ágiles, porque intentarán saltar de espaldas y atrapar ellos el pase. Claro que los Steelers lo saben y tienen defensores de los corredores, gente que intenta bloquear al defensor de los Bears para que su corredor tenga campo libre.

Y luego están los running back. En una formación de ataque clásica, el equipo parte con 5 tackles como línea defensiva, el quarterback, dos extremos (uno en cada lado), un tipo suelto (el tigh end), normalmente por la derecha, y dos running backs junto al quarterback. Uno es fuerte, rápido (ahora, rápido también para carreras más largas), y muy, muy ágil: tendrá que intentar pasar entre tíos de 160 kg que tienen la orden de cerrarle el paso, percutir contra él y tirarlo al suelo, a ser posible haciéndole soltar la pelota o al menos quitándole las ganasd e seguir intentándolo. El otro running back no es tan fuerte, así que más le vale ganar por agilidad y velocidad: a ése no han de pillarle, le va la vida. Cada uno de ellos intentará colarse por un lado, distraer a la defensa, a veces incluso querrán saltar por encima de la defensa, si no hay hueco.

Por supuesto, hay muchísimas jugadas. La clave es interpretar correctamente lo que va pasando, quién está superando a quién, qué debilidades y fortalezas se descubren en el otro equipo, qué creen ellos que vamos a hacer ahora y cómo podríamos sorprenderles,... sí, todo lo que vendrá bien a un oficial en una campaña militar.

Normalmente el público, en los deportes, mira la pelota. Por eso, los jugadores que más la tienen (el quarterback, los running back y los extremos, con sus jugadas espectaculares) suelen llevarse la fama y los titulares de prensa. Y en cambio, de los 44 jugadores que intervienen en el partido (sin contar los reservas), sólo 12 tendrán la pelota con asiduidad; los otros 32 puede que no la toquen nunca, salvo que consigan dar algún manotazo clave o alguna jugada inesperada. Y, sin embargo, son fundamentales para su equipo, son los que decidirán qué equipo se llevará la victoria.

Ahora, vean el vídeo, los Steelers con camisola blanca y pantalón amarillo y los Bears con su camisola añil, no estén atentos a la pelota sino a lo que hace cada jugador en el campo, e intenten leer las jugadas: http://www.youtube.com/watch?v=iafVf7-0SWw. En el vídeo de entrada también verán algunas.

Por cierto: la NFL juega primero una liga de 16 jornadas con 32 equipos, de la que salen 12 equipos que juegan las eliminatorias (plyoffs) por el título, siempre a partido único: el que pierde, a casa. Partidos de verdad, sin margen para errores, en el que un mal día se paga caro.  Pues bien, de los 32 equipos, al empezar la temporada la afición de ¡20 de ellos! cree que este año su equipo ganará el campeonato. Y de los 20, lo cierto es que 15 realmente pueden ganar el campeonato. Busquen ustedes una competición con semejante igualdad. ¿Cuántas aficiones de la liga de fútbol española creen que su equipo este año ganará la liga? ¿Y cuántos equipos tienen posibilidades reales de lograrlo? Pues eso.

A principios de los 70, una sucesión de extraordinarias buenas elecciones en el draft hicieron que los Steelers ganaran 4 campeonatos con el que se considera "mejor equipo de la historia".  Y la base de los cuatro títulos no fueron el quarterback ni el running back, que llegaron unos años antes, sino la defensa: la famosa Steel Curtain, "Cortina de Acero" (no digo "Telón de Acero" por si alguien tiene todavía edad como para recordar qué era el verdadero). La mejor defensa de todos los tiempos. Con el quarterback lesionado, la defensa se las arregló para ganar nueve partidos seguidos permitiendo un total de dos touchdowns (y en un mismo partido) y cinco patadas a palos; la media de puntos recibido por partido fue de 3.1, algo inimaginable, y ganaban por 22 de margen. Simplemente  , dos de los defensive tackles y los dos defensive ends (los que han de cortar los pases a los extremos) eran demasiado buenos. Una auténtica muralla que fue la base de la serie de victorias más espectacular de este deporte.

También de esa época es la considerada mejor jugada de fútbol de todos los tiempos, la "Inmaculada recepción". De los Steelers, claro, en los playoffs del 72-73. En el Estadio de los Tres Ríos, quedan 22 segundos para el final; los Steelers están a punto de caer eliminados. Les doy dos vídeos; en el primero, verán la jugada y el estallido del público; en el segundo, la jugada a cámara lenta. Vean los vídeos y cambien sus estereotipos sobre los jugadores de fútbol, son más de lo que parecen. Los números de los jugadores sirven como ayuda para saber en qué puesto juegan, pero creo que ya me he alargado demasiado:
  1. http://www.youtube.com/watch?v=_BR9kIcS9tQ 
  2. http://www.youtube.com/watch?v=YMksKd9Jjho 
(hoy domingo los  Pittsburgh Steelers reciben a los Detroit Lions, otro clásico. Partidazo va a ser).

martes, 12 de noviembre de 2013

Cruzando el río Ohio desde 1850


Wheeling, Virginia Occidental
De Ohio a Pennsilvania, de Columbus a Pittsburg, 300 km al este por la interestatal I-70, se atraviesa el río Ohio por Wheeling, Virginia Occidental. Sí, hay una lengua de tierra de Virginia Occidental que se mete 130 km entre Ohio y Pennsilvania, porque en su momento… la gente de Virginia llegó antes y fundó Wheeling. Y, claro, cuando los estados "del Norte" avanzaron hacia el oeste, ellos ya estaban allí. 

Por cierto que el virginiano que llegó tomó posesión del lugar mediante "los derechos del tomahawk", un método que consistía en cortar con un hacha unos pocos troncos de árbol junto a un manantial y marcar la corteza, normalmente con las iniciales del nuevo propietario. Usos y costumbres de la época, legalmente aquello no tenía ninguna fuerza pero todos lo hacían y por ello todos lo respetaban. Gente civilizada, ¿verdad? En cualquier caso, el hombre volvió a la primavera siguiente con su familia ya para quedarse, y desde entonces es Virginia. Ya les conté que Virginia era el estado grande en aquella época, y eso se notaba.

Entre 1847 y 1850 se construyó en Wheeling el primer puente colgante sobre el río Ohio. Si se leyeron lo que escribí sobre Bessemer, ¡pásmense! En aquella época rondaban por los USA dos ingenieros, John Roebling, y Charles Ellet, que estaban consiguiendo cruzar ríos y canales con los nuevos puentes de hierro, y Ellet (gracias a sus bajísimos honorarios) ganó el contrato y el honor del puente de Wheeling.Por supuesto, en su momento fue el mayor puente colgante del mundo, 310 m de vano, aunque sólo hasta 1851, y, de todas formas, en 1854, una ventolada de las de allí lo echó abajo (si se ríen, intenten recordar cómo estábamos aquí en aquella época), y, aunque Elles lo reconstruyó, pues como que ya no es lo mismo. Y ¡hey!, que todavía está en uso y es el puente suspendido para vehículos más antiguo de los USA. Un puente pre-acero. Canela fina, busquen algo equivalente en estos parajes. Aunque, claro, se diseñó para el paso de carros con tracción de sangre, no para los camiones de hoy en día. Me temo que estos no pueden pasar. Los turismos sí, claro, pero han de dejar 15 m entre sí y unos semáforos se encienden cuando se alcanza el número máximo de coches permitido a la vez. Por supuesto, la interestatal I-70 no usa el puente, cruza el río por uno ya moderno, a pocos metros del viejo.

Un chascarrillo sobre Wheeling, si me permiten: en el preludio de la Guerra de Secesión, Viriginia se encontraba en una situación ambigua. Era esclavista, más o menos, pero el norte de Virginia no lo era. La cosa se puso tensa, y el norte de Virginia decidió segregarse de Virginia y formar el estado de Virginia Occidental, con capital... en Wheeling (aunque ahora es Charleston). Es curioso, por cierto, que Virginia fuera parte del sur, pero en aquella época, en aquel país, todo se medía según el punto de vista del noreste (Boston, Nueva York, Fiuladelfia, etc). El Oeste comenzaba en el río Ohio, y el Sur... pues también. Y Virginia estaba al sur del Ohio.
El sur (Wikipedia). La línea irregular del norte es el río Ohio-

Pero las historias del Sur y de la Guerra de Secesión, sin lugar a dudas, son otras historias. Otra interestatal.

lunes, 11 de noviembre de 2013

Cuando no es lo que parece


 Columbus, Ohio
Me encanta Ohio. Donde empieza el Oeste; Ohio es el este del oeste; más al este ya es el este. Estados Unidos se divide en Sur, Este, Oeste (del río Ohio al Mississippi), Medio Oeste (del Mississippi a las Rocosas) y Lejano Oeste (de las Rocosas al Pacífico). Eso sería el "Estados Unidos continental", queda Alaska y Hawaii. Y no me pregunten porqué Alaska no es continental.

Como les digo, me encanta Ohio. Así que otro día hablaremos de ello.

A los calculistas no nos gusta relacionarnos con el mundo exterior; si es inevitable, sea, pero procuramos reducir la interrelación al mínimo. Ocurre a veces, sin embargo, que el cliente, lego y estulto, opina y pregunta. Y ¡caray!, es cierto que todos nacimos ingenuos, pero... hay conceptos que son nuestros. y usted, como no iniciado, no debería meterse. Y sin embago, se ve que la cosa le puede, porque pregunta. Y en esos momentos uno desearía tener un manual de cómo responder a preguntas estúpidas.

Por ejemplo, porqué hemos considerado algo articulado.

Naturalmente, todos nosotros, en nuestro primer día, preguntamos porqué se iba a calcular articulado, si estaba clarísimo que no lo estaba. EL veterano, como haríamos nosotros en adelante, sonreiría, mascullaría "¡El pardillo...!" y nos explicaría que no importa como estuviera, sino cómo lo íbamos a calcular.

Pero esto no se le puede decir al cliente, no podemos decirle "mire, usted no se meta que de esto no entiende, no importa lo que se construye sino lo que yo calculo, ¡pardillo!". No, no se le puede decir, ¡que es el cliente, tío!

Por ejemplo: la viga de hormigón que en un forjado calculamos biarticulada. Y, por más que mire, el cliente no ve la articulación en ningún sitio. Puede que sólo esté en nuestra imaginación, pero nosotros (y todos los del gremio) sabemos que sí, que está ahí. Claro que también sabemos que, al estar articulado, van a aparecer fisuras... y como las vea el cliente, a ver quién le explica que ¡qué esperaba!, que todo está controlado y que las queríamos ahí... ¡La de veces que he tenido que explicar lo de las fisuras!

En la estructura metálica, el ejemplo más claro es la base del pilar que está atornillada por dieciseis puntos. Precisamente, un caso parecido he tenido que explicar este viernes (permitan ustedes que me desahogue aquí).

Verán, era una estructura metálica. La estructura la calculó una ingeniería italiana, y yo auditaba a los italianos. Otra ingeniería, ésta de aquí, calculaba la base y cimentación de esa estructura, y una cuarta ingeniería auditaba a los de la cimentación. Los italianos daban las reacciones de lo suyo y la unión de las bases, con sus correspondientes 16 pernos, cartelas, etc. En las primeras versiones, mis cálculos cuadraban con los suyos, y todo iba bien, pero una revisión por cambios este verano provocó un desajuste de mis cuentas y las suyas. Durante las discusiones, los italianos me dijeron que las bases tenían que estar empotradas. Yo les dije entonces que, si estaban empotradas, debían dar las reacciones de momentos también, no sólo las de fuerzas como hasta ahora. Las dieron, las revisé, discutimos los cambios, cuadraron, y pasé los resultados a la ingeniería de los cimientos. Esta, como era de esperar, montó en cólera porque su proyecto ya estaba terminado y nadie había hablado de tener que resistir momentos. Cólera económica, claro: pidieron más dinero. Y aquí intervino el cliente.

Educadamente, el cliente (de todos) nos dijo que no entendía qué había cambiado, que la base estaba con los 16 tornillos desde el principio, que cómo podíamos asombrarnos ahora de que nos dijeran que estaba empotrada si estaba claro desde el principio que lo estaba. ¿Qué podía hacer yo? Intenté explicarle, la diferencia entre cómo se calcula y cómo se construye, o qué se calcula y qué se construye (una vez intenté explicarlo de pie, delante de una juez... que debía tener un mal día, porque estuvo todo el rato malhumorada, y me espetó que no le diera clases magistrales, que contestara la pregunta, y yo que no sabía cómo responder sin emplear nociones de cálculo; no les recomiendo la experiencia). ¡Que diantres, por ejemplo a veces el terreno es malo, y el calculista calcula su estructura por si acaso el terreno no resiste momentos flectores, y sin embargo sigue poniendo 16 pernos en la base del pilar!

Y, además, lo peor no es tener que explicar las cosas al otro, sino lo estúpidos que sonamos al hacerlo. Si no me creen, recuerden las explicaciones que dieron ustedes; ¿se oían? Pues ahora dense cuenta que queremos que el otro nos pague.

Lo dicho, tendrían que darnos cursillos sobre cómo afrontar estas situaciones.

jueves, 7 de noviembre de 2013

Xbox One, Halo y los ingenieros


Indianapolis, Indiana
De vuelta al este desde Chicago está Indiana. Sin embargo, mentalmente está al Oeste. Mucho más al oeste. El aire huele a maíz.

Hace no mucho, Microsoft anunció las características de su neva consola, Xbox One, que sustituía a la exitosa XBOX 360. La característica principal de la One es la práctica obligatoriedad de estar conectado a Internet, y casualmente esta característica era lo que atrajo la ira de los internautas, siempre tan dados a denigrar a los demás.

Por lo visto, y profundizando, la consola necesitaba estar conectada a Internet porque verificaría que el jugador era el propietario legal del juego, con lo que MIcrosoft sabría a) quién es el prpietario legal del juego, b) cuándo juega con su juego, y c) a qué juega y a qué no. Los internautas, por su parte, se quejaban de a) la obvia intromisión en la intimidad del jugador, b) la imposibilidad de prestar el juego sin restricciones (se podía, pero sólo de forma limitada, el juego había que devolverlo en unas semanas) por lo que, en la práctica, se acababa con el mercado de segunda mano, y c) imposibilitaba jugar a la consola si no se tenía conexión de banda ancha. No se podían llevar la consola a la playa ni a una choza en la más profunda selva, se quejaban.

A mí, la verdad, no me parecía un problema insalvable no poder jugar en una isla desierta. Será porque, si me voy a una isla desierta, no será para jugar a la XBOX, digo yo. Tampoco me molestaba, cuando me iba de vacaciones, no llevarme mi equipo de música estereofónico, altavoces incluidos, ni cargaba toda mi biblioteca en el maletero ni me llevaba mis cintas de vídeo y mis álbumes de fotos. 

Y lo de prestar el juego tampoco es un drama; dejando aparte que no presto juegos, también hasta ahora, si prestaba un libro o un disco (cuando se usaban) yo dejaba de tenerlo. Si tanto interés tengo en el juego, no lo voy a prestar. Y no podía oir música si no tenía corriente eléctrica, por ejemplo. En fin, comprendo a los internautas, porque en el caso de los discos o los libros no es el editor quien impone las restricciones a su traslado o a su préstamo, pero tampoco me parecía un drama lo de Microsoft, únicamente el signo de los tiempos, que por lo que se ve están cambiando.

De hecho, lo mejor de todo me parecía la posibilidad (parece ser que la XBOX 360 ya la tenía, yo de esto no entiendo) de no comprar físicamente el juego, y comprarlo "en la nube". Me parece un avance brutal. Adiós al soporte físico, a la necesidad de un motor girando, de un lector láser leyendo, de problemas de limpieza y rayas, de espacio ocupado en casa, etc. ¿Recuerda lo que escribí hace dos años al respecto? Caray, me habría encantado que mis libros y cassetes de hace porrón de años hubieran estado ya en un soporte no físico, mis cintas de vídeo que ya no puedo ver, todo. Supongo que aún lo tendría, si ya existiera internet, y auqnue seguramente ya nos leería ni los escucharía, lo habría agradecido muchas veces.

La verdad es que Internet es realmente un cambio de paradigma, algo comparable sólo a la invención de la imprenta, Pero no es de esto de lo que quería hablarles, siento haberme ido por las ramas. Verán, resulta que la opinión cuasiunánime de los internautas de antes es que, al final, la Xbox One sería sólo para jugar a Halo; para todo lo demás, la Playstation. Y yo me pregunté... ¿qué es eso de Halo?

Resulta que Halo es un exitoso juego en el que el jugador es una especie de supersoldado que se enfrenta, en este planeta o en otro, a pelotones de soldados enemigos en tiroteos incesantes tipo te mato o me matas. Bien, genial. ¡Ah, pero hay algo más! Resulta que, en ocasiones, el pelotón enemigo cuenta con UN INGENIERO. Y el resultado es que esos soldados son mucho más difíciles de matar, sus cascos y escudos antidisparos son tremendamente eficaces, gracias a su gran capacidad defensiva sus ataques son demoledores,... Por lo que tengo entendido, si el enemigo es otro supersoldado (que los enemigos también tienen categorías, en esto) y tiene un escudo además del escudo del ingeniero, que en ese caso le ha construido un superescudo, pues como que game over. Ninguna posibilidad.

Según me han explicado, la única manera de ganar a los enemigos que tienen un ingeniero es eliminando primero al ingeniero. Claro que los enemigos también lo saben, y además de esconder al ingeniero, se dedican a protegerlo con todo lo que tienen. Y como todavia está vivo el ingeniero, esa defensa es eficacísima. Por suerte, los grupos con ingeniero son raros, pero me han contado que también hay grupos... con varios ingenieros. 

Canastos, no he jugado nunca a Halo, pero ya me cae bien el juego. De hecho, ¿por qué diantres no lo enseñan en las escuelas?

miércoles, 6 de noviembre de 2013

¿Fibra de carbono o acero?



Chicago, Illinois

 En 1871, un caballo le pegó una coz a un quinqué. El quinqué se rompió, la paja del establo ardió, el establo ardió, y la ciudad de Chicago quedó reducida a cenizas. The Great Fire. La reconstrucción, gracias al acero proporcionado por Bessemer, fue una oportunidad única para todo tipo de experimentación, lo que dio en llamarse  "La Escuela de Chicago".

Como expliqué el otro día, el mayor dilema al reforzar con fibra de carbono es qué hacer con el acero existente. En primer lugar, ese acero puede que esté traccionado y por lo tanto estirado, y hay que valorar qué capacidad remanente le queda. Con la fibra de carbono se pueden obtener tracciones muy altas, pero ¿son compatibles con el acero? Depende, claro está. Depende de la deformación que usted le permita al acero. Siempre armamos dentro del límite elástico, y consideramos que el acero, pasado ese límite, no admite más carga (en realidad sí la admite, un 10% más, pero… yo tampoco la aprovecho). Sin embargo, ahora tenemos un material adicional que permite estirar más allá del límite elástico del acero y seguir asumiendo más carga. La norma, a su vez, también lo permite, hasta un 10 por mil de tracción; entonces, ¿cuál es el problema?

Pues, a bote pronto, nuestro natural reparo a pasarnos del límite elástico. Y no es moco de pavo.

Así las cosas, hay tres opciones:

La primera opción es permitir al acero una deformación en el dominio plástico. Podemos pensar que, a fin de cuentas, estamos armando para vez y media la flexión que jamás aparecerá, con lo que en realidad nunca deformará plásticamente. Por poder, podemos. En definitiva, se trata de "autorizar" al acero una elongación que todavía nos haga sentirnos cómodos y seguros.  Su cliente se lo agradecerá.

La segunda opción es prescindir del acero que hay, y armar como si fuera una situación "sin". Esta opción saldrá rentable si se ha de reforzar para un incremento de la flexión importante, pero muy cara si se ha reforzar para un incremento pequeño. Y en según qué situaciones, va usted a necesitar mucho rostro para explicarle su criterio a su cliente.

La tercera opción es, lógicamente, no permitir al acero una deformación más allá del límite elástico. Va a tirar fibra de carbono casi sin conocimiento, eso sí, pero seguro que usted dormirá tranquilísimo. Como mucho, si no puede dormir será porque estará preguntándose si no se ha equivocado de oficio.

Claro que, si el criterio es el de la tercera opción, ¿porqué utilizar fibra de carbono, si sólo la va a dejar estirarse al 1,3 por mil o menos? Si usted estira la fibra al 1,3 por mil, va a obtener la misma capacidad de tracción y alargamiento que si en vez de fibra coloca acero laminado. Los famosos chapones.

Y  aquí es donde yo quería llegar desde el principio. Hay mucha gente que prefiere poner chapas de acero en vez de fibra de carbono. Aduce que es más barato. Esta gente, normalmente, no se hace las figuraciones mentales que me hago yo ni calcula correctamente la sección, pero los coeficientes de seguridad les protegen. Y, claro, dejando al acero (del exterior, además), estirarse sólo al 1,3 por mil, está claro que el acero del interior no se estirará más. Y sí, tendrá un límite elástico superior, pero como la E es la misma, ese acero corrugado lo estamos haciendo trabajar incluso a menos que el acero laminado. ¿Se ha hecho ese calculista las cuentas para ello? Si es así, adelante. En situaciones en las que hay que reforzar poco y el margen que le queda a la armadura existente es más o menos la que le agotará el laminado, la cosa funciona. Pero en otras situaciones, si me preguntan mi opinión, les diré que el calculista ha jugado a la lotería sin conocimiento.

Por otro lado, es discutible que sea más barato poner acero que poner fibra de carbono. El acero es muy barato, sí, pero la fibra no es lo caro.

En primer lugar, para poner el refuerzo hay que despejar la zona (falsos techos, instalaciones suspendidas, abrazaderas clavadas, etc.), y preparar el hormigón, limpiarlo, despintarlo, lo que sea. Ese esfuerzo, que en muchas ocasiones es importante, es el mismo se refuerce con lo que se refuerce.

El segundo paso es aplicar un puente adherente al hormigón. De nuevo, igual en los dos casos.

El tercer paso es colocar el adhesivo de unión. Igual en los dos casos.

Si va a reforzar con acero, ha de preparar el acero para el adhesivo. Limpiarlo bien, aplicar cuarzo, etc. Si va a aplicar fibra de carbono, ha de retirar el film protector. Punto para la fibra.

Luego, ha de colocar la tira o chapa de refuerzo. En la mayoría de los casos, punto para la fibra, pues su flexibilidad permite colocarla sin grandes zancochos; una chapa de seis metros de acero, en cambio, no se mueve así como así y menos si los espacios adyacentes están ocupados.

Por último, debe apuntalar los refuerzos. De nuevo igual en los dos casos. Así que, si suma todos los costes, descubrirá que reforzar con acero sale casi igual… si usted no le saca partido a la fibra. Si decide que sí, entonces directamente es que no hay color.

En fin. Termino aquí este largo discurso sobre el refuerzo con fibra de carbono. Espero que haya aprendido algo. Y que ese algo sea que los refuerzos hay que calcularlos, y que el cálculo se ha de hacer con conocimiento.

(Por si acaso, haga como yo y revise su póliza de responsabilidad civil).